Carlos: Mira, antes de responderme, quiero que escuches esta canción. Es un grupo alemán que me encontré y me encanta. Qué tal este cover, pero ponle cuidado a la voz de ese culicagado, que creo que podría ser mi nieto.
(‘Can’t get you out of my head’ cover de AnnenMayKantereit x Parcels)
Alejandra: ¡Wow! Me encanta. Me quiero casar con ese niño. ¡Qué tal la voz!
Carlos: Increíble, ¿no? ¿Bueno, entonces qué dices? ¿Te vienes conmigo el fin de semana?
Alejandra: Me encantaría, está muy linda la casa, pero no creo. Acabo de llegar de este viaje de trabajo, tengo que organizar un montón de cosas para presentar mi proyecto este jueves y el fin de semana se lo dedicaré a mi mamá. Gracias por la invitación, pero paso.
Carlos se pone de pie en silencio, se va para la cocina y se queda un rato ahí. Alejandra mientras tanto no entiende qué está pasando y se va a buscarlo. Lo encuentra organizando algunos papeles y recibos que tiene encima del mesón. Hay un silencio extraño. Ella lo mira mientras él sigue concentrado en su tarea hasta que con un tono demandante le pregunta:
Alejandra: ¿Y nos quedamos callados? ¿Pasó algo que no entendí?
Carlos: jajajaja. Acá no pasó nada, ni pasa nada. Eres la mujer más rara que he conocido en toda mi vida, pero todo está bien.
Alejandra: ¿Rara? ¿Por qué rara? ¿Qué hice?
Carlos: Nada, querida, nada. ¿Sabes qué? Tengo que organizar un montón cosas ahora que lo pienso y no tengo tiempo ni ganas de conversaciones superfluas. Hice algunos intentos de darle un giro a esto pero parece que tú estás super deconectada de la comunicación que traté de establecer contigo, así que nada. Sigamos cada uno con la vida y por ahí nos veremos.
Alejandra: No entiendo nada. Pensé que estábamos en sintonía con lo que estaba pasando. Para mí funcionaba bien. Nunca quise tener mayores expectativas contigo porque sentí que no eras la clase de hombre que quería ‘darle un giro’ a esta relación, como dices tú.
Carlos: ¿Porque tú crees que la vida es estática? ¿Que todo se planea y todo se controla? ¿Que estamos programados y ya? No, linda. La vida es mucho más que eso. Al final, no nos entendimos. Pero está bien así. Y si no es más, me pongo a hacer mis cosas.
Alejandra: ¿Me estás echando?
Carlos: No. Te estoy diciendo que me pongo a hacer mis cosas, si te quieres quedar, estás en tu casa.
Alejandra se levanta desconcertada, y con mucha rabia coge sus cosas y se va de la casa de Carlos sin despedirse. Cierra la puerta, sale del edificio y desde la portería pide un taxi. Espera con la cabeza a punto de estallar de tantas cosas que se le cruzan de un lado para otro. Se pregunta si a lo mejor fue ella que no entendió nada, que efectivamente Carlos estaba tratando de decirle que quería algo más que una relación casual y ella no había entendido nada y se había dedicado a rechazarlo casi sin darse cuenta. ¿Es que acaso Carlos se había enamorado de ella? ¿Pero es que eso era posible? Para Alejandra esa era una idea que había bloqueado absolutamente. Estaba tan prevenida, le habían dicho tantas cosas de él, estaba tan llena de advertencias que había encasillado a este hombre en la categoría de los perros peligrosos. ¿El diciéndole a ella que era una mujer rara? ¿Pero en qué momento se habían cambiado los papeles? Si era él el perro a cuadros. Todas estas preguntas sin respuestas llegaban una detrás de la otra mientras viajaba en ese taxi y estaba tan inmersa en esa conversación con ella misma que solo cuando llegó a su casa de nuevo y estaba abriendo la nevera para tomar algo recordó el famoso video.
Había estado con él, lo tuvo ahí y gracias a esa extraña conversación olvidó por completo pedirle que lo borrara. Sin embargo, esta vez sintió algo diferente. Después de haberlo tenido en frente, pensó que no tendría por qué preocuparse más por eso. Había algo dentro de ella que le decía que él sería incapaz de compartirlo o incluso de mostrárselo a alguien. Decidió cerrar ese capítulo y dejarlo atrás.
En realidad, no tenía ganas de llamar a ninguno de sus amigos; no sabía muy bien qué pensar. Se estaba tomando una limonada y de pronto le entra una llamada. Era su mamá.
Alejandra: Hola mami, ¿cómo estás?
Mamá: Hola, mi amor. No te quería molestar porque es tarde, pero no me estoy sintiendo bien. Tengo un dolor muy fuerte en la parte derecha del pecho, o no sé, como debajo del seno. No sé qué pueda ser, pero llevo ya mucho rato así. Tal vez sea el caso de ir a la clínica.
Alejandra: Mamita, ya voy por ti y nos vamos de una a la clínica.
Alejandra no piensa en nada distinto a llegar lo más pronto posible con su mamá a la clínica. En el trayecto llama al oncólogo que la ha visto durante todo el proceso. Le dice que él está de turno así que las espera. La mamá aunque trata de no quejarse se ve que se siente muy mal, y está muy débil.
El médico las está esperando. La pasan inmediatamente para hacerle los exámenes necesarios y entender qué es lo que está pasando. Parecen días todos los minutos que Alejandra espera sentada en la sala mientras le dan alguna noticia de su mamá. Pasan mil cosas por la cabeza y ella solo tiene energía para pedir, para implorar que su mamá esté bien, que no sea nada grave lo que está pasando.
Después de casi una hora sale el médico, se dirige a Alejandra y le dice: ‘Alejita, no te tengo buenas noticias. Lamentablemente, el tumor hizo metástasis en el hígado y está bastante complicada la situación. Nos toca hacer algunos exámenes más para ver otros órganos. Estas cosas a veces pueden pasar. La primera respuesta al primer tratamiento fue positiva, los últimos análisis no nos arrojaban células malignas, pero basta una para que se reproduzca en cuestión de nada. Lo siento mucho. Alejandra no sabía qué decir, ni qué hacer. Se quedó en silencio mientras un mar de lágrimas salía de sus ojos y no podía capacitarse con la nueva información. El médico la toma del hombro y le dice que ya había hablado con su mamá, que ella estaba en conocimiento, que le había pedido que le contara y que entrara para que hablaran. Alejandra mira al médico, asiente con la cabeza y se va a buscar a su mamá. Entra en silencio, la abraza y no puede contener las lágrimas.
Mamá: Yo sé mi amor, para mi también fue un golpe duro recibir esta noticia, pero mírame. Desde que fui diagnosticada, sabíamos que ésta era una opción. Las cosas estaban saliendo bien, pero con este demonio uno nunca sabe lo que puede pasar. No quiero que estemos tristes. El médico me explicó que podemos intentar otra quimio y ver qué pasa, pero yo no quiero más esto. No es justo ni para mi, ni para ti, ni para nadie. Quiero aprovechar el tiempo que quede, que no sabemos cuánto pueda ser, de la mejor manera. Vamos a vivir mi muerte con dignidad, con honestidad y con fortaleza. Tal cual he vivido mi vida. No quiero, ni espero condescendencias, ni indulgencias, mucho menos lástima. No quiero que dejes de vivir lo que tengas que hacer por estar al lado mío llorando. Es duro, si. Pero es duro porque no nos han enseñado a afrontar la muerte como lo que es: algo natural y que nos va a pasar a todos. Yo voy a seguir viviendo en ti siempre. Sabes lo orgullosa que me he sentido de ti siempre, sabes que he creído en ti desde que te tuve por primera vez en mis brazos, así que quiero sonrisas, quiero postres, perros calientes, vinos, cervezas y quiero paz. Vamos a disfrutar cada día al máximo y vamos a estar bien. Y no es que me voy a morir mañana, todavía vamos a poder hacer algunas cosas, las de siempre. Vamos a hablar, me vas a contar de tu trabajo, de tus amores, de tus amigos, del más y del menos y yo te voy a escuchar y nos vamos a reír, vamos a rajar, a criticar y sobre todo, vamos a agradecer por esos momentos. ¿Está bien? ¿Hacemos ese trato?
Alejandra: Está bien mamita. Yo te amo tanto, vamos a hacer lo que tú quieras y vamos a estar bien las dos. Esto es muy doloroso, pero voy a sacar fuerzas de donde sea para vivir este proceso de la forma más amorosa posible.
En ese momento suena el celular de Alejandra. Lo mira.
Mensaje de Camilo:
Ya supimos quién tomó la foto de Juliana en la comida.