Cuando Alejandra lee ese mensaje entiende perfectamente el significado de la palabra ‘prioridad’. Una vez más la vida le estaba dando una lección acerca de lo que es importante. De todas las veces que se bota la energía en cosas irrelevantes. De todo el mal que le hacemos mal al cuerpo y a la mente cuando decidimos preocuparnos por detalles que no aportan, que no suman o que sencillamente no merecen un segundo de atención. Qué triste es tener que pasar por una situación extrema e irreversible para darle valor y preponderancia a lo que de verdad lo merece. Era obvio que no tenía la más mínima intención de responderle a Camilo, porque, entre otras cosas, esa información parecía ínfima, estúpida y minúscula en medio del momento que estaba viviendo con su mamá.
Fueron días duros. Su mamá regresó a casa y Alejandra obviamente decidió quedarse con ella, sin embargo, la mamá insistió en que se quedara en su casa mientras entregaba la propuesta para que se concentrara. Habían contratado una enfermera que se hacía cargo de las medicamentos que la protegían un poco del dolor y en caso de alguna emergencia tenía la ayuda necesaria. Alejandra estuvo de acuerdo, pero le dejó claro que después de salir de eso iría a quedarse con ella. Su actitud, la paz y la sonrisa constantes de su mamá, hacían su trabajo y Alejandra inexplicablemente iba aprehendiendo esa nueva realidad al ritmo que la propia dulzura y el amor se lo permitían. Pensaba que nunca antes habían reído tanto juntas, terminaban con dolor de estómago y llorando de todas las anécdotas y cuentos locos que compartían cada vez que había ocasión.
Alejandra le había contado su última aventura con Carlos, el director, el perro a cuadros, el loco. Hasta le mostró una foto, la que tenía en el perfil de Facebook. La mamá le dijo que ella creía que el tipo se había enamorado y que había tratado de mandarle algunos mensajes subliminales incluso con las canciones que le había hecho escuchar.
Mamá: Aleja, pero si a ti te gusta todavía estás a tiempo para tratar. Mira que con el tiempo uno se da cuenta que ni el orgullo ni el ego son los mejores amigos y por prestarle atención a lo que dicen los demás, dejamos pasar algunos barcos que nunca más vuelven a atracar en nuestro puerto. Y además está muy guapo ese hombre.
Alejandra: Yo no sé mami. No me siento muy convencida. El es un tipo complicado y su trabajo y el medio en el que se desenvuelve no es el más fácil. Vamos a ver cómo me va mañana con la presentación de la propuesta al Comité Directivo y después de eso vemos qué pasa. Además acuérdate que él se va dos meses de rodaje. En fin, ya tendré tiempo para pensar en eso.
Alejandra se levanta temprano, se viste de éxito de pies a cabeza y se va convencida de la excelente presentación que le va a hacer a ese Comité. Antes de salir de su casa, como es costumbre, llama a su mamá quien le confirma que todo va a salir perfecto y que es más que merecida esa victoria.
No hay nada que se pueda comparar con la alegría y el descanso que sintió Alejandra después de haber recibido el ‘ok’ del Comité Directivo aunque su jefe después le hubiera encontrado los mil peros y le hubiera advertido que la iba a tener entre ojos durante la ejecución del proyecto. Claro que se le mezclaba todo en la cabeza, sin embargo, sabía que había valido la pena y sobre todo, no veía la hora de compartir la gran noticia con la comunidad. Iban a estar muy felices.
Acá fue que comenzó todo. En un mismo día Alejandra pasó de la euforia infinita a la desesperación y la impotencia. Estaba en su casa alistándose para irse de fiesta a celebrar su logro cuando el timbre del citófono interrumpe los pensamientos que cruzaban su mente como balas. Llegó Diego. Piensa que se adelantó un poco pero no es extraño porque su amigo del alma es un poco intenso. Alejandra abre la puerta y se va para su habitación a elegir el outfit de la rumba. Diego entra a la casa, la saluda y mientras se aproxima a la habitación con el celular en la mano y una voz neutra le dice:
Diego: Ale, tengo que mostrarte algo.
Alejandra: Ah no, si quieres nos ponemos a ver videos de TikTok y no salimos, yo ni me he cambiado.
Diego: No, Ale. Esto es serio y no es tan chévere.
Alejandra: ¿Qué pasó? No me asustes loca pendeja, donde sea una venganza, te mato.
Diego: Mira lo que me acaba de llegar por WhatsApp.
Alejandra coge el celular de Diego, se da cuenta que es un video, pero aún no es claro de qué se trata. Mira a Diego, lo abre y era el video íntimo que había grabado con ‘el perro a cuadros’. Se trataba de un fragmento de una escena sexual bastante explícita en donde su cara y su cuerpo se veían con toda la claridad.
Inmediatamente sus manos empiezan a temblar, siente que le falta el aire, se deja caer sentada encima de su cama. Se lleva las manos a su cabeza, recuerda perfecto el momento en el que accedió a hacer ese maldito video y con la voz entrecortada le dice a Diego:
Alejandra: ¿Quién te lo mandó?
Diego: Me lo mando un amigo, gorda. A él le llegó por whatsapp en un grupo de ‘cinéfilos’. No conoce a la persona que lo mandó en el grupo. Le pedí el teléfono y yo tampoco tengo idea de quién es.
Alejandra: No, Diego, ¡No! Esto no puede estar pasando. ¿Pero cuántas personas están en ese grupo y quiénes son?
Diego: Es un grupo como de 150 personas, gorda. Hay de todo ahí. Productores, vestuaristas, maquilladores, directores, actores, hay de todo Alejandra. ¡Puta vida!
Alejandra: Estoy en la inmunda Diego. Esto va a llegarle a todo el mundo. Pero ese hijo de puta de Carlos va a saber de mí.
Estaban todavía tratando de asimilar la noticia cuando entra una llamada de Sandra al celular de Alejandra que contesta en medio de sollozos.
Sandra: Mamacita, entonces ya sabes, ¿no? Me acabó de llegar a mí el puto video en un grupo de Telegram en el que estamos como 1500 personas. Yo no sé ni qué pensar. En ese grupo está Carlos también.
Alejandra: ¿Y él dijo algo?
Sandra: Nada, mk. Nada. Pero yo te lo dije y te lo repito. Estoy segura que él no compartió ese video con nadie. ¡Puta! Alguien con el que trabajó en estos días o alguien que estuvo en su casa tuvo que haber sido. Carlos no es ese tipo de hombre.
Alejandra: Me queda muy difícil creer eso en este momento Sandra. El estaba medio puto conmigo, no me parece raro que de pronto lo haya compartido con algún amigo de puro rabón. Es imposible que alguien más haya sido.
Sandra: Pues llámalo de una y confróntalo. Yo mañana salgo para Bogotá. De ésta salimos mamacita linda. Usted no se vaya a desesperar. Tranquila, que no te dejamos sola con esta maricada.
Alejandra cuelga ese teléfono agarrándose la cabeza, pensando en su papá, en su mamá, en Camilo, en su trabajo, en la gente de la comunidad. En dos segundos le pasó su vida entera por delante y veía cómo se desplomaba lo que había alcanzado a construir hasta ese momento. En medio de las lágrimas, de la angustia, del enojo otra llamada entra en su celular. Es Carlos.
Diego y Alejandra se miran.
Diego: Contesta, ¡mk! ¿Qué esperas? Si no le contestas tú, le contesto yo.