Alejandra cuelga el teléfono, sale de su cuarto, encuentra a Sandra sentada en el sofá mirando el celular. Le pregunta si pasó algo, Alejandra le dice que después le cuenta, que está muy cansada y que quiere estar un poco con su mamá. Sandra la mira con sospecha, pero le dice que la entiende, coge sus cosas y se va.
Alejandra se asoma al cuarto de su mamá, la ve dormida y decide no molestarla. Pasa el resto del domingo organizando un poco los temas en su cabeza, pensando cómo Sandra y Diego fueron capaces de hacerle algo así. Cuando trataba de devolver las versiones y de regresar a la que habían construido con Sandra, volvían los detalles que, en teoría, Camilo no tenía por qué saber y todo encajaba más con lo que él le había dicho. En el fondo no quería pensar más. Quería dedicarse a planear lo que quería hacer con su vida y cada vez se convencía más de que lo mejor era tomar distancia. De pronto se vio dibujando en su mente una nueva oportunidad con Camilo porque cuando contemplaba la opción de Carlos, todo resultaba un poco borroso. Sin embargo le salió de alguna parte: ‘¿Y si me voy el fin de semana para esa casa con Carlos a ver qué?
Terminó el fin de semana y empezó otra semana que iba a ser de muchas turbulencias para Alejandra. Llegó el lunes a su oficina y no hubo un solo compañero que no le lanzara una mirada. Algunos mostraron compasión, otros con los ojos se burlaban, otros fingían empatía y todos murmuraban. A ese punto Alejandra se sentía con una especie de capa impermeable que resistía todas las sentencias que le llegaban a través de tantos ojos; nacía un sentimiento extraño; tampoco podía decir que era rabia, mucho menos indiferencia; probablemente era desilusión, algo de desesperanza. Recordaba cada palabra que la había dicho su mamá y cada vez confirmaba más sus discursos. Cuando observaba a ese grupo de personas se desconocía y no encontraba una sola cosa en común que la conectara al rebaño de ovejas que obedecía una a una las reglas de esa empresa que supuestamente era de todos, pero que en cambio era de dos o tres individuos que ella ni había visto en persona. Hasta su jefe que estaba convencido de liderar la ruta de la manada, era otro borrego que obedecía órdenes. Se dibujó una sonrisa en su rostro apenas vio sin filtros el patético panorama de la gran multinacional para la que trabajaba. Se encerró en su oficina a esperar a la abogada que la estaba asesorando y se dedicó a limpiar su computador; a eliminar cosas inservibles, a guardar algunos archivos importantes en una USB y a preparar todo para su partida. Una compañera a través del vidrio le hace señas preguntándole si podía entrar, Alejandra le dice que si.
Su compañera trabaja en la oficina de recursos humanos, así que se imaginó que venía con alguna razón de parte de la jefa.
Compañera: Hola Alejandra, ¿cómo estás?
Alejandra: Bien, gracias. Cuéntame en qué te puedo ayudar.
Compañera: Todo lo contrario. Vine a preguntarte si hay algo en lo que yo te pueda ser útil. Quiero decirte que siento mucho por lo que estás pasando, que me parece muy injusto lo que te dijo Maria Isabel, me imagino que sabes que es ilegal por parte de la empresa involucrarse con tu vida privada, mucho menos pedirte o exigirte la renuncia. Tú tienes derechos y no tienes por qué dejar que te pisoteen. Esto es algo que le puede pasar a cualquier persona, nadie está exento actualmente de vivir una experiencia semejante y ninguna persona tiene por qué pordebajear, humillar o señalar a alguien que pase por algo así, muchísimo menos a una mujer. Tú no estás sola acá Alejandra. Somos muchas las que te queremos apoyar, así que no creas que tienes a la empresa entera en contra tuya. No es así.
Alejandra se queda muda. No sabía ni qué decir y rompe en llanto.
Alejandra: La verdad no me esperaba estas palabras, he pasado unos días tan horribles que creo que solo me espero que me pasen cosas peores, pero no esto. Te lo agradezco en el alma. Estoy esperando a mi abogada para ir a hablar con Gutierrez y le recuerde lo que tú me acabas de decir. Quiero hacerte una pregunta ya que trabajas en recursos humanos. ¿Tu sabes a quién y cómo le llegó el video?
Compañera: Si. Le llegó a Maria Isabel a su correo de la empresa desde un correo x y ella se lo mandó a Gutierrez. Y no me estás preguntando, pero me atrevo a pensar que fue ella quien se encargó de que otras personas lo vieran y de ahí en adelante obviamente todo el mundo lo compartió. Bueno, todo el mundo, no. Muchos, otros no lo hicimos. Eso también es un delito Alejandra. A Maria Isabel esto se le podría ir muy hondo.
Alejandra: Te agradezco mucho de verdad. Estoy pasando por un momento complejo; no es solo esto, sino también que mi mamá está muy mal. Debo priorizar temas y todavía no tengo claridad. Obviamente no me quiero apresurar.
Compañera: Te entiendo, siento mucho lo de tu mamá. Pero que te quede claro que acá estoy a tu disposición en caso de que necesites algo; y recuerda que no soy solo yo. Somos varias. Mucha fuerza Alejandra.
La compañera abandona la oficina de Alejandra y llega la abogada. Después de tener la reunión con el jefe, de dejar claros sus derechos, las posibles vías que ella tiene para defenderse y demás temas legales, el día sigue su curso. Alejandra no define todavía nada. Su instinto le dice que se vaya de ahí aunque las palabras de su compañera le hubieran inyectado una pequeña dosis de esa esperanza que horas atrás parecía inexistente. De todos modos, había continuado con el backup y estaba solo concentrada en ello cuando recibe una llamada de la enfermera que cuida a su mamá. Alejandra contesta inmediatamente.
Enfermera: Alejandra, su mami está muy malita, no sé qué hacer. Es mejor que se venga para la casa.