Alejandra está organizando y recogiendo algunas cosas que quedaron de su mamá. Mientras agrupa en paquetes con su respectivo destino, tiene de fondo ‘I think of you’ de Sixto Rodríguez; las lágrimas caen ya sin pedir permiso, sin embargo, siente que su desahogo ha sido coherente, que ha vivido su dolor y que estos días le han servido para reconciliarse un poco con la vida y con ella misma. A pesar de los golpes que recibió en las últimas semanas, ha entendido más que nunca las palabras de su mamá y para honrarla y cumplir sus deseos, se propone a retomar un camino que, aunque todavía no lo tiene trazado, sabe que es el momento de recomenzar.
Le entra una llamada a su celular. Es Patty, la enfermera.
Alejandra: Aló, quiubo Patty María, que rico que me llama. ¿Cómo va mi Patty?
Patty: Quiubo Alejandra, pues ahí triste a ratos y pensándola mucho a usted. ¿Ya terminó de recoger todo? ¿Necesita ayuda?
Alejandra: No, Patty. Gracias. Vea, en este preciso momento estoy recogiendo las últimas cosas; mi mamá de verdad dejó absolutamente todo perfecto. ¡Qué tal esta señora tan organizada! Hasta me dejó la lista de los sitios donde tengo que ir a llevar una ropa que dejó aparte. Todo está bajo control, no se preocupe.
Patty: ¿Pero Aleja, usted ya volvió al trabajo? ¿Qué ha pensado?
Alejandra: jajaja Patty, ¿mi mamá le ha estado mandando mensajes para que me monitoree?
Patty: Ay no Aleja, no diga eso. Pero es que me preocupo. Ya pasaron tres semanas desde que su mamita se nos fue, es poco tiempo, yo sé, pero la pienso mucho y espero que esté bien porque usted sabe cómo era ella, lo que quería era verla feliz. Pero bueno, me gusta oírle la voz, la noto animadita.
Alejandra: Si, Patty, tranquila. Estoy mejor; obviamente no puedo decir que estoy saltando en una pata, pero si estoy como animada, ¿sabe? Con ganas de retomar. Decidí renunciar Patty. Ya pasé la carta, estoy esperando la respuesta para todos los temas burocráticos, pero yo no quiero volver a esa empresa. Me voy a tomar unos días para terminar de planear bien lo que quiero hacer. Yo creo que me voy a estudiar por fuera. Vamos a ver. Por ahora, me la paso entre la casa de mi mamá y la mía haciendo cosas allá y acá.
Patty: Ay qué bueno Aleja. Me encanta que haya renunciado. Menos mal se fue de ahí; ahora sí le puedo decir que eso era lo que su mami quería. Me alegra que esté entendiendo los mensajes de ella. Su mamita era muy sabia, Aleja. Va a ver que la vida le va a traer sorpresas bonitas. Pero no se encierre, salga, véase con sus amigos, salga a caminar, haga cositas, no se me quede ahí solita.
Alejandra: Bueno Patty, le voy a hacer caso. Vi tanta gente el día del funeral que quedé saturada, pero si, voy a salir más.
Patty: Le voy a creer, pero voy a estar pendiente. Mire a ver si me obedece que después ya sabe con quién nos toca ajustar cuentas. Cuídese mucho Aleja. Un abrazo.
Alejandra: Bueno mi Patty bella, gracias por su llamada. Un abrazo grande. Hablamos pronto.
Alejandra sonríe después de la llamada de Patty y le da más fuerzas para seguir con sus planes. Se sienta un rato en el sofá de la sala, entra a su perfil de Facebook y de pronto se da cuenta que Natasha, una inglesa que había conocido en un taller que hizo enviada por su ex jefe y con la que tuvo mucha empatía. Le decía que iba a estar en Bogotá unos días y que le encantaría verla. Se alegró enormemente con ese mensaje y no dudó en responderle diciéndole que claro que si. Coordinaron una salida y a Alejandra se le ocurrió que la llevaría al roto de siempre. Era un sitio especial para ella y estaba segura que a Natasha le iba a gustar.
Llegó el miércoles, Alejandra se arregló, se vistió espectacular y se fue a encontrarse con su amiga. Comieron algo antes de irse para el roto, hablaron, se actualizaron, y a pesar de las noticias recientes, las dos estaban muy emocionadas del reencuentro; sobre todo porque era la primera vez de Natasha en Bogotá. Se fueron para el roto y extrañamente no había mucha gente, pero la música estaba buenísima y las dos tenían tantas cosas de qué hablar que al final no importaba quién las rodeaba. De repente llegó un grupo de siete hombres solos, parecían extranjeros y empezaron a acercarse, terminaron bailando con Alejandra y Natasha, todos muertos de risa.
Era un grupo de periodistas franceses que estaban visitando a un colega que vivía en el centro de la ciudad. Para Alejandra desde el principio fue inevitable fijarse en François. Si, el típico francés que se llama François. Un hombre de mediana estatura, de nariz respingada con un hermoso lunar en una mejilla, unos ojos café claro y un pelo crespo despelucado que le hacía juego con su inglés regular y su sonrisa picarona. Fue inmediata la química entre los dos. Bailaron, bebieron, hablaron, rieron y terminaron todos en el apartamento del colega que vivía en la Macarena. Allí se tomaron fotos como si fueran amigos de toda la vida y vieron amanecer. Natasha le dijo a Alejandra que se tenía que ir, el vuelo era horas más tarde. Alejandra le dijo que claro, se despidieron de todos. François le dijo a Alejandra que regresaba a Paris en dos días, que si se veían más tarde. Ella obviamente estuvo de acuerdo. Le dio su teléfono y quedaron de hablar más tarde.
Las amigas se despidieron felices. Alejandra sentía que no se divertía tanto en años, se había reído un montón y había quedado hipnotizada con la sonrisa de François.
¿Pero podía ser que un hombre así de la nada la dejara tan enloquecida? Ella tratando de organizar su vida y llegaba este francés para agregarle un ingrediente más a todo lo que tenía que poner en orden. Llegó a su casa, se acostó a dormir después de esa noche tan extraña y quedó profunda. Cuando se despertó era ya la 1 p.m. y encontró un par de llamadas perdidas de Camilo. Con él había estado en contacto los últimos días, se había portado muy bien con ella, se ocupó de varias cosas relacionadas con el funeral; se portó como lo haría un esposo. Ella estaba muy agradecida con él y habían hablado de manera superficial de la posibilidad de irse juntos fuera del país por un tiempo. Alejandra le dijo que no quería comprometerse con nada, que si él aceptaba irse como un par de amigos para ella podría funcionar, pero no quería irse con la idea de tener que cumplir con expectativas de pareja y mucho menos de matrimonio otra vez. El le había dicho que si, que podría ser una buena idea, que de todos modos, era algo que él estaba planeando desde hace un tiempo y si lo iba a hacer, por qué no hacerlo juntos. Ya iba a devolverle la llamada a Camilo, cuando recibe justamente un mensaje por WhatsApp.
Mensaje de Juliana:
Hola Alejandra, soy Juliana Cortés, la ex novia de Camilo. Me da pena molestarte, yo sé que no han sido días fáciles para ti, pero necesito hablar urgentemente contigo. Llámame cuando puedas y quieras. Gracias.