Juliana y yo somos amigas hace muchísimos años. Ella es una mujer de 43 años, de ojos almendrados color nutella, de nariz respingada, alta, espigada, bien parada, profesional, tremenda trabajadora y soltera.
Hace unos días, cuando le conté que por fin iba a sacar mi blog, se emocionó tanto – probablemente más que yo – y sin dudarlo un segundo, me propuso publicar una de sus historias. Le pregunté que cuál de todas. Le hice su respectivo bullying de amigas; le dije que con esa lista tan larga iba a estar difícil. Se tomó su tiempo para pensarlo y finalmente me dijo: “Cuente la de Juan”.
Y está bien, acá voy: Hace aproximadamente 17 años, cuando ella estaba en la Universidad, se conoció con Juan, se gustaron y se ennoviaron. Duraron cerca de 4 años juntos y ella se pegó la enamorada del siglo. Fue el primer hombre por el que sintió un amor de esos que lo pone a uno a temblar.
Digamos que Juan también la quería mucho, sin embargo, apareció una tercera en escena y el noviazgo con Juliana se acabó. El siguió con la nueva y se encarretó con ella. Pero a pesar de todo, Juan nunca dejó de buscar a Juliana y ella, ciega de amor, le creía una y otra vez sus películas y recaía, pero él seguía con la otra.
Al mejor estilo de telenovela mexicana, el hombre le inventaba mil historias; que es que se sentía presionado por las familias, que él no estaba enamorado pero que la situación era complicada, que él solo la amaba a ella y que llegaría el momento para estar juntos por fin, etc., etc., etc.
Juan se casó, tuvo un hijo, tuvo otro hijo y Juliana pasó de ser la novia a ser la amante de este personaje. Creo que todas hemos tenido esa amiga que a pesar de los mil sermones de amigas, familia, curas, brujas y demás, ella sigue pegada a ese tipo que uno ya no quiere oir mencionar. Prácticamente se convierte en un demonio. Y soy sincera, yo lo conocí y me cayó muy bien, pero después de un tiempo no lo soportaba.
En defensa de Juliana, debo decir que ella durante todo este tiempo lo intentó todo. Consiguió un trabajo en otra ciudad y se trasladó sin pensarlo mucho. Vivió durante un periodo largo en Bogotá y se dio varias oportunidades con algunos hombres. Salía, se emperifollaba, siempre estaba dispuesta a conocer gente, hasta se inscribió en una agencia matrimonial. Pero cada vez que volvía a su ciudad a visitar a su familia, recaía y volvía a los brazos de este hombre. Y no solo eso, el hombre era tan “amoroso” que también la visitaba en Bogotá de vez en cuando.
Juliana es una mujer bonita, inteligente y sobre todo muy trabajadora. A ella no le faltan hombres que le coqueteen, ni oportunidades laborales. Le gusta viajar y cuando se decide, busca destinos interesantes y se pega sus escapadas. Hasta hubo un período en el que se fue a vivir a Europa. Sin embargo, a pesar de que conocía gente e inclusive se ennovió con algunos de esos pretendientes, no sentía lo mismo. Ella creía que el amor verdadero era el que sentía por Juan, y él siempre se aprovechó de eso. Nunca, pero nunca ha dejado de buscarla. Es una cosa inexplicable. ¡Ah! Pero él sigue casado, con su hogar, hijos, y demás.
Ella en cada hombre que conocía buscaba ese rush que sentía por Juan, cual adicto de heroína que siempre va en busca de esa sensación del primer viaje. Obviamente eso nunca pasó. Pero lo que sí pasó fue el tiempo. Juliana dejó pasar los años y es por eso que quiso que compartiera esta historia en este blog.
Hoy, después de 17 años reflexiona y me dice: “Tatiana, para mí es una historia de amor, pero con un desenlace triste. Nunca pude estar con él de nuevo, él sigue con su hogar después de las mil promesas que me hizo y que nunca cumplió y yo sigo acá sola con el peso de los años encima. Esto me dejó mucho aprendizaje, mucho dolor, muchas lágrimas, muchos momentos de felicidad infinita, pero, sobre todo, me dejó sola. No supe tomar una decisión en el momento indicado, y cuando abrí los ojos y miré hacia atrás, esos instantes de amor enceguecido se habían convertido en años de soledad, inseguridades y miedos. No me di la verdadera oportunidad de vivir una relación con alguien más, esperando siempre a sentir ese rush.”
Hace poco se lanzó al ruedo con un toyboy y ese hombre le pegó una zarandeada hasta rara; su inmadurez al final salió a flote, pero le sacudió la autoestima, la hizo verse y sentirse bonita de nuevo, deseada, perseguida y a pesar de que este personaje no salió con nada, alias “El nalgón”, con su humilde talla de zapatos número 36, logró lo impensable: arrancarle ese capricho por Juan.
Como yo creo poderosamente en el amor, sobre todo porque ella sí quiere estar con alguien de verdad, estoy segura de que Juliana va a encontrar un hombre que la valore, la ame y la trate como lo que es: Una Cuchireina!!!
Que no se nos pase la vida, queridas. Que no se nos pase el tiempo buscando ese rush, porque como el de la heroína, no vuelve más.
Ps. Esta historia de Juliana me hace recordar una canción de Pearl Jam que se llama Betterman.