¿Pero cómo fue que Alejandra terminó haciendo un video íntimo? Ella que ha sido una mujer a la que le gusta el control a pesar de tener una mente abierta. ¿Quién era ese personaje que la convenció a explorar algo tan atrevido? ¿Fue él quien lo mandó? Y si fue así, ¿por qué lo hizo? Pero, sobre todo, ¿quién es Alejandra y cómo empezó este rollo?

Alejandra es una mujer divorciada. Tiene 39 años, trabaja en el sector energético, vive sola, es atractiva, muy buena conversadora y le encanta la bohemia. Duró seis años casada con Camilo y se separaron hace dos años y medio después de hacer varios intentos para encontrar un acuerdo con respecto a un tema que para ella se volvió no negociable: los hijos.

Desde un inicio le dejó muy claro a Camilo que ella no quería ser mamá y él aceptó; sin embargo, con el paso del tiempo para él empezó a convertirse en un problema porque se despertó su instinto de papá, pensó que podría convencerla, hasta que la relación no dio más y ella ya no soportaba esa presión. A pesar de lo difícil que fue tomar la decisión de divorciarse, han sido consientes del amor y el respeto que sienten mutuamente y han logrado tener una relación armónica después de continuar con sus vidas de manera independiente. Alejandra vive muy contenta pensando que no tiene que rendirle cuentas a ningún hombre y que hace con su vida lo que quiere. Tiene muchos amigos, vive rodeada de gente que la invita frecuentemente a eventos, fiestas, cumpleaños y cuanta celebración se presenta en su círculo.

Es una mujer que no tiene tabúes al momento de vivir su sexualidad como le parece y si alguien le gusta y se siente cómoda, se lo ‘echa a la muela’ sin culpas ni arrepentimientos.

Los hombres no le faltan, la asedian; sin embargo, ella es selectiva y ha creado, talvez sin darse cuenta, una barrera que sus pretendientes perciben fácilmente y no todas las veces están dispuestos a derribar.

Un sábado cualquiera al medio día estaba en su cama viendo televisión y recibió una llamada de uno de sus amigos del alma: Diego.

Alejandra: ¡Hola my love! ¿Cómo vas?

Diego: Bien Ale, ¿qué haces?

Alejandra: Metida en mi cama viendo TV.

Diego: Bueno, pues hazme el favor y te levantas de esa cama en el acto, te bañas te arreglas y te vienes para la casa de Julio. Está haciendo un mega almuerzo que se va a convertir en una rumba buenísima y me dijo que te llamara de una.

Alejandra: ¿En serio? Suena bien. Ok. Me voy a levantar y salgo para allá.

Diego: ¡De una! ¡Nos vemos en un rato!

Alejandra cuelga su celular, se da media vuelta, cambia de posición en la cama y sigue haciendo pereza. Piensa que no la entusiasma tanto la idea de ir donde Julio. Al final va a encontrar los mismos con las mismas y no está en el mood de pegarse la mega arreglada para ir a ninguna parte. Como a la hora y media vuelve y le timbra el teléfono. De nuevo Diego.

Alejandra: Hooooola!

Diego: ¿Tu dónde estás? ¿Por qué no has llegado?

Alejandra: Acá arreglándome, a punto de salir.

Diego: No hables tanta mierda que te conozco. Párate de esa cama y vente para acá. Te juro que no te vas a arrepentir. ¡No seas tan aburrida Ale! 

Alejandra: Bueno, está bien, ya me paro y llego.

Diego: Pero en serio, ¡hueva! No me hagas llamarte otra vez.

Alejandra: No, no intensín. Nos vemos ahora.

Alejandra decide levantarse de esa cama con toda la parsimonia. Piensa que no se va a mega producir. No vale la pena si va a ver a la misma gente. Se baña, se deja el pelo mojado, medio se maquilla y sale finalmente para donde Julio. Ella no sabe que ese almuerzo le va a demostrar que no todo en la vida se puede controlar y que a veces llegan personas para estremecer la existencia.

Desde afuera de la casa de Julio ya se sentía la algarabía, en el fondo se escuchaba ‘El Cantante’ de Hector Lavoe y desde el balcón escucha a Diego que tenía un trago en la mano y a grito herido le cantaba:

Diego: ‘Hoy te dedico’…

Alejandra: ‘Mis mejores pregones’…jajaja

Alejandra hace su entrada triunfal en la casa de Julio y apenas puso un pie adentro sintió una energía especial. En la casa de Julio, un reconocido director de cine y televisión, no podía sino haber gente fantástica, alegre, sonriente y dispuesta a divertirse. Era una casa donde el arte fluía de principio a fin y la diversidad era la protagonista. Alejandra amaba ese ambiente justamente por esa razón. Porque ahí en medio de la autenticidad y la neurosis de tanto artista, ella se sentía libre y cómoda. Recibía de tanto en tanto miradas llenas de curiosidad. Ella entre semana era una ejecutiva en un mundo donde se hablaba de combustible y sostenibilidad, pero en las noches y los fines de semana se quitaba su uniforme y se convertía en alguien con quien se sentía a gusto sin perder jamás el control. Eso no era algo que ella se podía permitir. La recreación incluía algunas drogas ‘soft’ y alcohol, pero jamás al punto de no reconocerse.

Ya había hecho su respectiva ronda de saludos, encontró a su parche, le dieron su primer trago y mientras pasaba gente de un lado para otro explorando esa casa de arriba a abajo, se abre la puerta y entra un hombre que ella jamás había visto, al menos no en persona. Diego y Sandra, que estaban al lado de ella, se codean y se abalanzan hacia él. Alejandra observa:

Sandra: ¡Parce! ¡No te puedo creer que estés acá, hueva! ¡Hola!

Carlos: jajaja ¿Y vos qué hacés acá? ¿Qué más mamacita?

Diego: ¡Señor Director! ¡Qué placer verlo por acá!

Carlos: ¡Quiubo, mk! ¡Qué alegría verte Dieguito!

Alejandra quedó deslumbrada con este paisita mechudo, de ojos lindos y sonrisa picarona. Se preguntaba cómo era posible que nunca lo hubiera visto y de pronto se acordó que quince días antes cambiando canales se había encontrado un programa en donde estaban entrevistando un director de cine y no pudo evitar sentirse atraída por ese acento y esos crespos despelucados. Ahí supo que era el mismo personaje y se reía sola de pensar en semejante coincidencia.

Carlos siguió saludando a la gente, se alejó y empezó el intercambio entre los tres amigos:

Diego: Ale, pero cierra esa boca. Claro que no te culpo, es divino, ¿cierto? Lástima que sea hetero.

Alejandra: Si, está como churrito. Hace como 15 días vi una entrevista que le hicieron en la tele. Es un man interesante…

Sandra: y loco, neurótico, medio perro, super inteligente y encantador, así que ¡pilas, mija!

Alejandra: ¡Ay no! ¡Entonces Chao! No tengo tiempo para perros, ni neuróticos. ¡Next!

Su amiga Sandra la mira de reojo y le dice:

Sandra: Mirá que yo a ese huevón lo conozco desde hace años y es un enredador, parce. En serio.

Alejandra: No, querida. No tienes que hacerme tantas advertencias. Yo ya no estoy para manes locos. 

Sandra se va por un trago, Diego se voltea a conversar con un actor que está fumándose un cigarrillo y Alejandra se ve de un momento a otro sola rodeada de muchos invitados con la música a bomba. De repente siente que alguien está justo detrás de ella y escucha una voz medio ronca en su oído derecho:

Carlos: No sé quién eres, pero tú si sabes quién soy yo y eso va a ser suficiente para que nos vayamos juntos de esta fiesta más tarde. ¿Estamos de acuerdo?

Alejandra se gira inmediatamente, lo mira a los ojos y cuando abre la boca para decir algo, Carlos le sonríe y le dice:

Carlos: No. No me contestes. Yo sé que estás de acuerdo. Simplemente quería ser gentil.

Le pica el ojo y se va a saludar otros amigos y la deja con la palabra en la boca. Mientras no sabe si reir o renegar timbran a la puerta y Diego codea a Alejandra y le dice:

Diego: ¡Oh por Dios! ¡Pero mira quién llegó! ¡Se te juntó el ganado, bandida! ¡Esto se puso bueno, si señores! Ayayay!