Cuando Alejandra está por tomar la decisión de contactar o no a Julio, su mamá la llama desde el otro cuarto. Ella se levanta en el acto y va corriendo a su habitación.
Alejandra: ¿Qué pasa mamita? ¿Estás bien?
Mamá: Bien ya no puedo estar, pero digamos que esas pastillas para el dolor cumplen con su función. ¿Tu cómo te sientes, mi amor?
Alejandra: Mami, yo no sé. La verdad me siento destruida. Nunca me imaginé que una cosa así pudiera afectar tanto, pero tanto.
Mamá: ¿Qué es lo que crees que te afecta más?
Alejandra: Si quieres que sea sincera, más que los juicios y los señalamientos como los de mi papá, Camilo o mi jefe, me perturba más el hecho de que la gente me diga lo que tengo o lo que debo hacer sin preguntarme primero cómo me siento, qué me está pasando por la cabeza, qué me gustaría hacer a mí, cómo creo que podría sentirme mejor, o qué me podría ayudar. La gente se limita a decirme: ‘mira, lo que tienes que hacer es esto, lo otro, lo de acá, lo de allá’, como si se tratara de una cuestión práctica, de la formulación de un proyecto. Nadie entiende que esto que uno siente es una violación a su intimidad, es como si un montón de gente hubiera entrado en la casa de uno, en la vida de uno, en el cuerpo de uno, hubieran caminado encima, hubieran cogido lo que les sirve o no para después burlarse, sacar conclusiones, lanzar falsas palabras de consuelo, enjuiciar, creerse mejor que uno y pararse en la punta de una montana a mirar hacia abajo para ver cómo me terminan de aplastar como una cucaracha. ¿Sabes que he pensado que a la gente le gusta, disfruta, se siente a gusto con el dolor de los demás? Claro, no todo el mundo, pero hay muchas personas que sienten una especie de rush cuando al otro le pasan cosas horribles. No sé, talvez es como una sensación mecánica para poder pensar: ‘bueno, al final, a mi no me va tan mal’. No sé, es una cosa muy rara.
Mamá: Mira mi amor, yo te entiendo. He tenido el tiempo de ponerme en tus zapatos y pienso que en tu lugar estaría devastada. Ver tu sufrimiento me ha hecho entender que a pesar de todo lo que uno ya sabe, como que esto va a ser un episodio más y que va a quedar en el olvido, que la gente lo va a dejar atrás, que tienes gente que te apoya, que tienes la ley de tu lado, etc., no hay nada que pueda cancelar el sentimiento, la emoción, y eso es lo que nos hace humanos. No podemos escapar repentinamente de lo que experimentamos en el alma cuando ciertas cosas se salen de nuestro control. Cuando perdemos por momentos la perspectiva y nos encontramos frente a caminos divergentes y no sabemos ni siquiera por dónde coger porque cada vía parece más escabrosa que la otra. Todo eso obedece a la sorpresa. Al miedo que nos produce lo desconocido, al pavor que nos provoca la incertidumbre. Pero, sobre todo, porque a pesar de que ahora se hable tanto del amor propio, del tal empoderamiento, de la resiliencia y todos esos conceptos que están tan de moda, nada, absolutamente nada, nos puede liberar de las emociones y de lo que hemos aprendido mal. Porque esta sociedad ha basado su fundamento en lo que los otros piensen de lo que hacemos. Hay que ser exitoso para que el resto se de cuenta de lo que eres capaz de hacer, hay que ser rico para que el resto entienda que lo lograste y que eres buena en tu profesión, hay que tener cosas materiales porque eso es lo que se asocia a lo lejos que has llegado y hemos sido tan estúpidos que hasta decimos cosas como: ‘es que como te ven, te tratan’, para justificar que la apariencia es lo que cuenta. Ya hemos tenido mil veces estas conversaciones y tú sabes muy bien lo que yo pienso al respecto. Lo que nos destruye es la forma en la que los otros nos ven. Lo que nos acaba es el momento en el que nuestra imagen se va al piso. Y claro, hay muchos comportamientos que van en contra de los principios y de los valores que deben soportar una sociedad, pero para que te des cuenta a dónde hemos llegado, es mucho más ‘permitido’ y ‘perdonado’ que los políticos roben, que sean corruptos, que la gente soborne policías, que muchos saquen ventaja de otros estafando a punta de contratos tramposos, que los hombres sigan violando mujeres y/o maltratándolas, que los jefes sigan abusando laboral y sexualmente de sus empleadas, que los empresarios tengan vínculos con narcotraficantes y delincuentes al margen de la ley, y así podemos seguir haciendo una lista infinita de todas las atrocidades que son perfectamente aceptadas y hasta aplaudidas por muchos miembros de este mundo y que quienes las cometen ni rojos se ponen. ¿A ti te parece que ese video que hiciste se puede comparar mínimamente con algo de lo que te acabo de mencionar? La respuesta es no, Alejandra. Para nada. Y sé que esto no te va a hacer sentir mejor, pero te lo digo para que lo recuerdes cuando tengas bajones. Yo no te voy a pedir que cambies tu actitud, que te sientas bien, que dejes la tristeza porque es legítimo sentir lo que estás sintiendo. Vive tu dolor, pero eso sí, no te quedes allí. Encárgate de recuperarte cada día porque esa sí es tu responsabilidad. Busca todo lo que tu sientas que puede servirte, rodéate de la gente que te da una mano sincera o elige estar sola si es lo que necesitas; saca esa rabia y ese dolor porque está bien hacerlo, pero no te vayas a caer en un hueco. Mi amor, no quiero empeorar la situación, pero tu y yo sabemos perfectamente que yo no estoy precisamente mejorando. Todo lo contrario. Y yo necesito dejarte bien, fortalecida, con ganas de seguir viviendo y de hacer muchas cosas porque tienes un montón de vida y de oportunidades para ser feliz. No te convenzas de que este es el fin, que no te puede ir peor, que todo se juntó. No, Alejandra. La vida es esto. La vida está llena de momentos y situaciones que nos hacen saltar a veces de un lado para otro, nos desacomodan y por eso nos da miedo, pero no es el fin. Al revés, en ocasiones, estos terremotos sirven para poner las cosas en otro orden, pero que probablemente puede ser mejor, así que no tengas miedo. Pero, sobre todo, haz lo que quieras hacer tú. No te sientas obligada a permanecer o a hacer cosas simplemente porque es lo que la mayoría te dice que es lo correcto, o porque debes exigir justicia y no se cuántas cosas más. Haz lo que te haga sentir mejor, lo que te de paz, lo que de verdad te salga del hígado. Si crees que irte por un tiempo de este país es una opción, hazlo. Si crees que buscar otro trabajo es lo que te gustaría intentar, hazlo. Si quieres saber de verdad quién o quiénes fueron los que divulgaron ese video, hazlo; persigue esa verdad. Pero, si quieres dejar todo ahí y no hacer nada, está perfecto también. Que nada condicione tus deseos, tu sentir, tu intuición, tu humanidad y tu individualidad. Tu eres una mujer fantástica, super valiosa, llena de cualidades, capaz, inteligente; tienes todo para levantarte y comenzar de ceros si es lo que quieres hacer. Conmigo cuentas y siempre vas a contar acá y desde donde esté. Y te voy a aplaudir siempre, te voy a respetar y te voy a acompañar así te equivoques mil veces y también cuando aciertes y logres tus objetivos. Así que no tengas miedo. No estás sola y recuerda siempre que eres un ser humano espléndido y que todo va a pasar, y todo va a estar bien. ¿Te quedó algo de todo esto que te acabo de decir?
Alejandra: Mami, yo de verdad no sé qué voy a hacer sin ti. Es que no sé.
Mamá: Uff! Un montón de cosas Alejandra. La vas a pasar super bueno, vas a estar feliz, y yo en cambio me siento tranquila porque estoy muy orgullosa de la mujer que eres, de la persona en la que te convertiste y sé perfectamente que vas a estar bien, dichosa, pero sobre todo, que vas a ser capaz con todo lo que se venga. ¡Y ahora vete a dormir que yo ya estoy super high! De pronto empiezo a hablar pendejadas porque la morfi está haciendo su efecto. Te amo hija, hasta mañana.
Alejandra le da un beso y un abrazo a la mamá, le dice que la ama y se va para su habitación. Extrañamente, se siente mejor. Cada vez que su mamá le dice algo siente como que una fuerza potente se apodera de ella. Piensa las cosas con cabeza fría, concluye que efectivamente quiere saber quién fue, quién está detrás de todo ese bollo tan horrible. Sabe que no quiere seguir trabajando en esa empresa, pero de todos modos va a ir con su abogada el lunes para confrontar a esa gente que la quiere intimidar y empieza a sentir algo de curiosidad por irse para alguna parte. Contempla la opción de hacer un master en Europa o en Estados Unidos y alejarse un poco de todo y de todos. Para empezar con sus planes coge el teléfono y hace una llamada.
Alejandra: Hola Julio, ¿cómo vas? Soy Alejandra.