Apenas termina de leer ese mensaje, se le pinta una sonrisa en el rostro, bota un suspiro que llega hasta el cielo y empieza a escribir.
Mensaje de Alejandra:
Hola. Me encantaría pero no puedo. Tengo un compromiso de trabajo y me queda imposible. Espero que todo salga super. Un abrazo.
Ni ella misma podía creer lo que acababa de hacer, pero sabía que era lo correcto. Ya su vida era un poco complicada y no quería enredarse más. Retomó sus labores y siguió concentrada. En ese momento entra su jefe, le dice que hay muchas cosas pendientes, que le escribieron los del Comité Directivo, que necesitan que esa propuesta sea de verdad viable y sobre todo que tenga impacto y visibilidad porque hay muchas presiones en el sector y sobre todo del gobierno. Ya iba saliendo de la oficina y de pronto se da vuelta, la mira y le dice: ‘Alejandra, recordemos el dress code de la empresa. Ya son varias veces que Maria Isabel me hace comentarios, gracias. Se va.
Alejandra se mira de arriba para abajo, piensa qué es lo que está mal. Se para, se va para el baño, se mira en el espejo. Está un poco despeinada, pero se revisa cada prenda que lleva puesta y piensa: Pero ¿qué es lo que le pasa a esta pendeja de Recursos Inhumanos? ¿Qué tengo de malo? Vieja amargada, me tiene mamada. Vuelve y se mira y sale de ese baño decidida a hablar con la sapa que va y le da quejas a su jefe.
Mientras va saliendo, le entra un mensaje a su celular.
Mensaje de Carlos:
Ok.
Alejandra piensa: Bueno, hasta acá llegó este mechudito. Está segura que él no está acostumbrado a ser rechazado y después de la negativa y de ese ‘ok’ no volverá a aparecer. Sigue su camino hacia la oficina de Recursos Humanos. Cuando llega, le hace una seña a la Jefa como para ver si puede seguir y ella con la mano se lo confirma.
Alejandra: Buenas tardes María Isabel, no te quito mucho tiempo. Vengo a que por favor me expliques de qué manera incumplo con el dress code de la empresa. El Dr. Gutierrez me dice que ya son varias veces que se lo haces notar.
María Isabel: A ver Alejandra, en realidad lo único que yo hago es velar por la armonía y la convivencia dentro de la empresa. Yo no tengo nada en contra de la forma en la que te vistes, simplemente escucho los comentarios, sobre todo los de los hombres. Tú y yo sabemos que éste es un sector muy particular, y esta oficina está llena de hombres. Tratemos de no provocarlos; sobre todo de no darles la oportunidad de hablar más de la cuenta o hacerse ideas equivocadas. Al final, te estoy protegiendo. Tú eres una mujer bonita pero también eres inteligente. Es mejor que sobresalgas por lo segundo y no por lo primero. Para lucir tus piernas y demás atributos, tienes los fines de semana. No abras esa puerta acá en el trabajo. No es necesario.
Alejandra: Tú no me estás protegiendo a mí, que, entre otras cosas, no necesito que lo hagas. Estás justificando el machismo con un discurso bastante obsoleto. Gracias por atenderme. Feliz tarde.
María Isabel: Que tengas una buena tarde.
Alejandra no puede creer que otra mujer le haga semejantes comentarios y salió enfurecida de esa oficina. De todos modos, ella sabe que hay discusiones que no vale la pena tener. Con rabia, con algo de desilusión y mucha impotencia, termina su jornada y se va para su casa.
Apenas llega al edificio donde vive, el celador la saluda y le avisa que la están esperando en la sala del lobby del edificio. Voltea a mirar y encuentra a Camilo.
Alejandra: Hola, ¿qué haces aquí?
Camilo: ¡Uy! Hola Ale, ¿cómo estás? ¿Mal día?
Alejandra: Tuve un día pesado. ¿Qué haces aquí?
Camilo: Nada, estaba cerca haciendo unas vueltas y quise pasar a saludarte.
Alejandra: Tan querido y ¿qué? ¿Quieres entrar a mi casa y toda la vuelta?
Camilo: Pfff! La mata de la queridez. Pues sí. ¿O quieres que hablemos acá en esta sala tan fría e impersonal?
Alejandra: Bueno, pues vamos entonces.
La ex pareja entra en el apartamento donde vivieron juntos por varios años. Alejandra entra y deja sus cosas, Camilo la sigue casi que repitiendo la rutina que lo acompañó por mucho tiempo.
Alejandra: ¿Y entonces? Cuéntame. ¿Qué pasó?
Camilo: No, nada. Solo quería saber cómo estabas, te mandé un mensaje hoy y lo ignoraste.
Alejandra: Entonces viniste hasta acá porque quieres saber si pasé la noche con Carlos. Si, Camilo. ¿Alguna otra pregunta?
Camilo: ¿En serio? Pero Alejandra, te desconozco. Yo entiendo que es tu vida y que desde que nos separamos parece que vas desbordada dando tumbos de un lado para otro, pero no exageres. ¿Y ese tipo? Juliana me conto cosas tenaces de él. Es el típico director neurótico, super perro, que se mete con todas las actrices con las que trabaja, de verdad, el man es como recorrido y bien loquito. Bueno, no hace falta conocerlo mucho para darse cuenta que es todo un enredador. Además, ¿no te parece sospechoso un tipo así que nunca se ha casado, ni tiene hijos, ni nada? Juliana me dijo que ella en tu lugar se alejaría y si me lo preguntas, no creo que sea un buen prospecto para tí.
Alejandra: Muy querida Juliana por sus advertencias. ¿Alguna otra cosa que le preocupe? Debe ser que salió con él y por eso está tan enterada.
Camilo: jajajaja Noooo, nada qué ver. Juliana conoce esa gente por su profesión, pero pues no es su ambiente.
Alejandra: ¿Esa gente? ¿No es su ambiente? ¿Y entonces cuál es? A todas éstas, ¿tú fuiste por ella o porque Julio te invitó?
Camilo: Por ella. La invitó Julio. Tú sabes que le conviene de todos modos aceptar esas invitaciones. Digamos que se trata de PR.
Alejandra: ¡Camilo por Dios! “Esa gente” hace parte del ambiente en el que ella se mueve. Bueno, y al final, yo también y siempre lo has sabido. Y volviendo a la preocupación por Carlos que porque no se ha casado y no tiene hijos. Yo tampoco Camilo. Estuve casada contigo y no tengo hijos y no los voy a tener. ¿Es que acaso eso le da derecho a los demás a encasillarme o a que piensen que es que tengo un problema, o que soy una desquiciada o una neurótica? ¿De dónde salieron estos prejuicios?
Camilo: No son prejuicios, Ale. Esto no se trata de ti, no te compares con ese personaje. Mírate, tú no perteneces a ese mundo. El problema es que tú crees que sí.
Alejandra: El problema es que tú creas que eres dueño de la verdad y que vengas a mi casa a decirme con quién o no debo salir. Ese es el problema Camilo. Dedícate a tí, a tu trabajo, a tu novia, a tus cosas. Te pido el favor de que nunca más te atrevas a decirme lo que tengo que hacer. Estoy muy grande para esto y muy cansada para esta conversación. Que estés muy bien.
Camilo quedó mudo y mientras se dirigía a la puerta para salir sonó el citófono.
Alejandra: ¿Aló?
Portero: Señorita Alejandra, llegó Don Diego con el señor Carlos. Que si pueden seguir…