Catalina no le respondió nada a Angela, terminó de comer, cerró las maletas y se acostó a dormir con Daniel afirmando que al otro día había que madrugar y que era mejor descansar.
A la manana siguiente salieron temprano de la casa, se fueron para la casa de Mauricio y Angela. Se saludaron, Angela le abrió los ojos a Catalina quien le picó un ojo como esperando a que ella entendiera que le contaría más tarde dónde había pasado la tarde. Mariana los abrazó muy animada y al final decidieron irse en los dos carros y partieron finalmente para Anapoima.
Durante el viaje Daniel le hablaba de su trabajo y ella solo pensaba en Andrés, en lo bien que se había sentido con él, pero también sabía que algo tenía que decirle a Angela y que definitivamente no podía ser la verdad porque en el fondo se avergonzaba, no quería sentirse señalada; por más tranquila que fuera, se trataba de la esposa del amigo de Daniel y eso era suficiente para entender que no podía abrir esa puerta con ella. Pero tampoco sabía qué inventarse.
Llegó a creer que podría evitarla y decirle de alguna manera que después le contaría y dejar pasar el fin de semana en calma. Daniel le pidió a Catalina que revisara cuánto les faltaba para llegar porque había algo de tráfico y cuando cogió el celular no se resistió y le mandó un mensaje a Andrés.
Mensaje de Catalina:No me vayas a responder. Solo quería decirte que no puedo dejar de pensar en ti. Que tengas un feliz fin de semana. Besos.
Llegaron a la finca, se acomodaron, se cambiaron y se encontraron en la piscina. Mariana estaba en la cocina y se acercó con un plato enorme lleno de fruta para todos, un vaso con agua y una pastilla que se tomó en delante del grupo.
Daniel: ¿Y eso? ¿Qué tomas?
Mariana: Una pastilla para el dolor. Desde ayer tengo el cuello bloqueado. Estoy como tensionada.
Daniel: ¡Ah! Te va a tocar ir al spa de Paula, la amiga de tu hermana. A Cata le encanta. ¿Si sabes dónde es?
Mariana: Si me dijo Angela que Paula tenía un spa. Lástima que lo cerró hace dos meses. Me va a tocar buscar otro, aunque espero que este descanso me caiga bien.
Daniel y Angela voltearon a mirar inmediatamente a Catalina y ella se quedó sin aire y sin saber qué hacer. Sintió que se le venía el mundo abajo, empezó a temblar y de pronto de la nada llega una especie de salvavidas a darle otro curso a la conversación.
Angela: Mariana, de pronto puede donde estuvo ayer Catalina. Es que Paula le vendió todos los equipos a otra amiga nuestra y es super bueno también, ¿cierto Cats?
Mariana: (a Angela) Me hubiera dicho, tarada. A mi no me importa si es de Paula, Pepa o Juana, pero si me encantaría ir.
Catalina: Si, si. Es bueno, nunca como el de Paula sobre todo por la gente que ella tenía. Estas viejas son un poquito ordinarias. En realidad hoy me siento un poco molida, pero pues si no es a ese, hay miles.
Mariana: ¡Ah, no! Si voy a salir más molida de lo que llegué, nada. Me busco otro.
Daniel guardó silencio y no le quitó los ojos a Catalina de encima durante todo el tiempo. La miraba con sospecha, no terminaba de entender la historia. Por primera vez sintió una cosa extraña en el estómago y empezó a verla distinta.
Daniel: (a Catalina) ¿Y por qué me dijiste que era el spa de la amiga de Angela si no era ese?
Mariana: !Oigan a éste! Porque a ustedes hombres machos indiferentes, les da lo mismo si es de Paula, Juana o Claudia. No te vengás ahora con esos reclamos tan pendejos.
Catalina: Exacto. Aunque en realidad también era como la costumbre de decir llamarlo así: el spa de la amiga de Angela. Es que fui clienta fiel desde que lo abrieron.
Daniel guardó silencio, hubo un giro en la conversación. Mauricio empezó a hablar del menú para el almuerzo y todos opinaban, decían cosas pero Daniel no soltaba una palabra. Decidió meterse a la piscina.
Catalina lo siguió, se fueron hacia un rincón y lo abrazó.
Daniel: ¿Me estás diciendo mentiras Catalina?
Catalina: Obvio no. ¿Por qué me dices eso?
Daniel: Que cuento tan chimbo ese del spa. ¿Me crees marica o qué? ¿Crees que no me di cuenta cómo saltó Angelita a salvarte? ¿En qué andas tú?
Catalina: Yo no ando en nada. No te pongas así que acabamos de llegar, o ¿quieres que nos devolvamos?
Daniel: Mira, no me hables. Lárgate de acá y déjame solo. No me jodas.
Catalina se alejó disimuladamente y se fue hacia el otro extremo de la piscina. Mariana con una botella de aguardiente en la mano grita ¿Quién quiere? Daniel se voltea, la mira y le dice: Yo. Se sale de la piscina, se acerca a Mariana y se toma un trago. Mauricio como quien no quiere la cosa, se toma el primero. Angela mira de reojo a Catalina quien se sale de la piscina y le recibe a Mariana otro trago y se va para la cocina, Angela la sigue.
Angela: Cats, ¿Qué es lo que pasa?
Catalina: Nada. Daniel está puto y yo estoy mamada. Me siento ahogada con todo esto. Llevo mucho tiempo soportando muchos pesos y francamente estoy llegando a un límite.
Angela: Pero ¿dónde estabas ayer? ¿De dónde sacaste lo del spa de Paula?
Catalina: Angela, de verdad agradezco tu interés y muy bonito tu gesto de tratar de arreglar la situación, pero creo que fue peor. ¿Y sabes una cosa? Creo que no me importa. Estoy mamada de justificarme con cuanto ser humano se cruza por el frente mío. Estoy mamada de tener que complacer a todo el puto mundo. Estoy mamada de tener que ser la mujer 10 en todo sentido y verme obligada a mentir cuando lo único que quiero es un momento para hacer lo que se me dé la gana con mi tiempo, con mi vida. Yo sé que Mauricio y Daniel son amigos de toda la vida, pero Daniel no es el esposo perfecto que todos creen y yo soy una mujer como cualquier otra. Me siento presionada, muy presionada y si ahora él se quiere emputar y emborracharse, me da mucha pena contigo y con tu hermana, pero yo no puedo estar detrás de un par de adultos diciéndoles lo que pueden o no hacer.
Angela: ¡Cata, por Dios! Nunca te había visto así de alterada. Cálmate. Yo no estoy acá para juzgarte y estoy muy lejos de pensar que Daniel o que Mauricio, mucho menos Mariana sean perfectos. ¡Jah! Ni hablar de mi. De hecho, Mauricio me dijo algo por el estilo cuando le dije lo del trago este fin de semana. Me sugirió que cancelara el paseo si me iba a venir acá a portarme como la mamá de todos. Y pues si. Ni tu ni yo podemos decirle a un grupo de adultos lo que debe o no hacer. Decidí relajarme. Cada quien verá. No vayas a malinterpretar mi interés en ti con un superficial morbo. Si quieres hablar acá estoy. Tratemos de bajar la guardia, ¿si?. Me voy a tomar una cerveza. ¿Quieres una?
Catalina: Si. La prefiero a ese aguardiente tan espantoso. Gracias Angie. Perdóname por decirte todo eso. Vamos a relajarnos. Espero que Daniel se calme.
El resto de la mañana transcurrió entre shots de aguardiente, cervezas, picaditas, sol, aceites y música. Daniel había decidido ignorar a Catalina y ella simplemente se había dedicado a broncear su cuerpo. Cerró sus ojos y se dejó llevar por sus recuerdos del día anterior mientras en el fondo todos hablaban, se reían y bebían. En medio del alboroto le entró un mensaje a Mariana a su celular. Ella quedó pálida, se sentó y se tomó otro trago muy rápido pero no hizo ningún comentario. De un momento a otro Catalina dejó de escuchar la voz de Daniel. Se incoporó en la silla, empezó a buscarlo, no lo veía y le entró una corazonada. Recordó que no había borrado el último mensaje que le había escrito a Andrés. Se paró rápidamente, se fue hacia la habitación y cuando entró lo encontró con un celular en la mano. Catalina quedó paralizada.
Daniel: ¿Viniste a buscarme a mi o a tu celular?