Catalina seguía en silencio. No sabía qué hacer. Cada vez que trataba de abrir la boca para decir alguna cosa sentía que la voz la tenía atascada y no alcanzaba a emitir ninguna clase de sonido. Angela le señaló a Mauricio dónde estaban las llaves del carro y le pidió que tuviera mucho cuidado. Mariana seguía con sus ojos puestos en Catalina esperando esa respuesta hasta que por fin se desprendieron las primeras sílabas que parecía que salían de ultratumba.
Catalina: Si, Angie. Es Andrés Santamaría.
Mariana: ¿Que qué? Pero estamos hablando del amigo de mi hermano, del que se graduó con Angela, del que vivió en NY? ¿De ese Andrés, mk? ¿Pero te viste con él?
Catalina: Si.
Angela: ¡No, pero qué es esta casualidad tan hp! Honestamente yo te vi tan nerviosa ese día cuando nos encontramos con él que algo se me cruzó por la cabeza, pero de ahí a pensar que estabas en un rollo, talvez no. Yo quedé pensativa, pero después me acordé que fui yo la que te conté cosas de él, de la esposa. ¿O es que cómo así? ¿Es desde ese día que se están hablando? ¿Estuviste con él ayer por la tarde?
Catalina: Es una historia larga, pero si, es él y si; estuve con él ayer. Daniel se va a matar en ese carro. Está muy borracho. ¡Dios mío! ¿Qué hice?
Mariana se fue corriendo para su habitación, cogió su celular, abrió telegram, buscó en sus contactos Andrés S. y lo bloqueó sin escribir nada; sin pensarlo dos veces lo borró y se quedó sentada en la cama tratando de devolver la película para ver si lograba entender algo de lo que había pasado. Mientras tanto en el comedor seguían Angela y Catalina haciendo un intento de asimilar tanta información.
Catalina: ¿A dónde se fue Mariana? ¿Por qué se fue corriendo?
Angela: No tengo ni idea. Yo de verdad no estoy entendiendo nada. Cata ¿desde cuándo te estás hablando con Andrés? Mk, yo no sé ni qué pensar. Ayer justamente le escribí un correo a la esposa para decirle lo de los arreglos que quiero hacer. Le dije que me había encontrado con Andrés, que no tenía ni idea que estaban acá, etc. Me contestó por whatsapp, ¿te acuerdas que le di mi tarjeta a Andrés? La más querida y la más normal diciéndome que claro, que nos teníamos que ver. Me mandó los días en los que está disponible la próxima semana y quedé de confirmarle. Pero pues como si estuviera todo perfecto con él; que claro, que vienen a comer con los niños. ¿Andrés te ha dicho que están mal?
Catalina: Angie, yo sé que tienes mil preguntas y créeme que yo también, pero es que no sé ni qué decirte. Nos encontramos por Facebook hace como un año y medio. Una de las pocas veces que entré encontré un mensaje suyo saludándome y desde ahí empezamos a hablar. Yo le di mi teléfono y seguimos las conversaciones por whatsapp. No sé a qué hora eso fue subiendo de tono y me empezó a encantar, pero nunca nos hicimos muchas preguntas con respecto a la vida privada. Obvio yo sabía que estaba casado y él también, pero desde el comienzo hubo como un código silencioso en el que no indágabamos sobre nuestras parejas. Como que no era el tema central. Por eso cuando nos encontramos y tu me contaste todo quedé en shock porque no podía creer la maldita casualidad y digamos que eso me había tenido que frenar para verme con él y al final no me importó. Es que no sé qué tiene, no puedo ni explicarlo, pero es que me fascina. Y ahora mira esto, cualquier cosa me imaginaba menos que Daniel se diera cuenta. No es que me siento orgullosa, claro que no, o que no fuera consciente del riesgo tan hp, pero pues no me imaginaba que fuera a explotar esta bomba atómica.
Angela: ¿Pero tu tienes alguna expectativa? ¿Te gusta tanto que crees que van a terminar juntos o algo así?
Catalina: ¡CERO! ¿Cómo voy a creer algo semejante? El tiene dos hijos, los dos tenemos un hogar. Yo dizque tratando de tener hijos con Daniel. ¡Ay, no! Es que todavía no puedo creer que esto esté pasando. ¡Qué pesadilla!
Una llamada al celular de Angela interrumpe la conversación. Es Mauricio.
Mauricio: Hola amor. Logré parar a Daniel. Estamos en el pueblo. Acá sigue tomando, pero fue la única manera de convencerlo de que no manejara más. Ya me guardé las llaves de su carro en el bolsillo. Ya hablé con el man de la tienda donde estamos y al paso que vamos dejaremos los dos carros acá. Si Daniel no quiere regresar porque me estaba diciendo que no le quiere ver la cara a Catalina, nos tocará quedarnos por acá en un hotel o voy a llamar al Club a ver si nos podemos quedar allá. Mejor dicho no sé. ¿Cómo van las cosas allá?
Angela: No, pues estamos en shock todas. Mariana se fue para el cuarto de ella y yo estoy acá con Cata tratando de calmarla. Lo importante es que alcanzaste a Daniel. Al menos no le dio por irse hasta Bogotá. Cualquier cosa me avisas, mi amor. Pero me quedo más tranquila.
Mauricio: Ok. Hablamos más tarde. Bye.
Angela colgó la llamada y siguió la conversación con Catalina.
Angela: Bueno, ya escuchaste. Están en el pueblo. Al menos están bien y pues si se quedan allá, mejor.
Catalina: Angela, Daniel me va a matar. Yo creo que lo mejor es que yo me vaya para Bogotá en bus, camión, a pie, o como sea. Si Daniel llega acá borracho me acaba. Tengo miedo.
Angela: No, espera. Pensemos con calma. Le puedo decir a Mauricio que se queden allá, y más bien yo me devuelvo contigo y con Mariana mañana temprano en nuestro carro y que Mauro y Daniel se devuelvan cuando quieran. Y tu te vas para mi casa.
Catalina: Pues si. No es mala idea. Oye, ¿sabes que me causó mucha curiosidad la reacción de Mariana? Parecía furiosa con Daniel. No entendí muy bien por qué.
Angela: Mira, lo que yo creo es que Mariana ha estado tan mal por esa historia de ella que se apersona de las de los demás. Cuando se descubrió todo su rollo ella estuvo tan mal, le cayó medio mundo encima, la familia del esposo la odiaba, mejor dicho, fue un bollo tan espantoso, que ella se apropia de las peleas de los demás porque no fue capaz de hacer nada cuando fue su turno. Además se sentía absolutamente ridícula porque nunca vio a este tipo en persona entonces ella sentía como que la gente se burlaba de ella por haberse enamorado prácticamente de un fantasma. De hecho, el esposo no la bajaba de paciente psiquiátrica. Le decía que lo que necesitaba era una camisa de fuerza y no se cuántas cosas más. Ella dice y vuelve a decir que nadie nunca podrá entender lo que logró hacer ese hombre en ella. ¿Te acuerdas que el día que nos encontramos con Andrés te dije que nos había echado todo el cuento?
Catalina: Si, claro. ¿Pero te dijo quién es el tipo?
Angela: No. Y yo se lo pregunté mil veces pero no quiso decir nada. Me pareció tan raro.
Catalina: Mk, si no quiere decir es porque de pronto ustedes lo conocen. ¿Qué tal que sea Daniel?
Angela: ¿O qué tal que sea Andrés? Pero a todas éstas, ¿qué se hizo Mariana? Será que estaba tan borracha que se quedó dormida. ¿Me acompañas a mirar?
Catalina: Si, vamos.
Angela y Catalina se van para el cuarto de Mariana, abren la puerta, hay ropa tirada en el piso, mucho desorden y la encuentran acostada en una posición extraña encima de la cama.
Angela: ¿Ves? ¿Qué tal la borrachera de ésta? Angela empieza a sacudir a Mariana para que se despierte y no responde. Insiste con mayor determinación sin tener ninguna reacción. De pronto Catalina ve sobre la mesa un frasco de medicinas, lo levanta y le dice a Angela:
Catalina: Angela, acá dice alprazolam y hay dos pastillas. ¿Mariana toma de esto?
Angela: ¿Como que quedan dos pastillas? Si, ella toma pero ese frasco estaba al menos hasta la mitad, ¡hp!