Como era de esperarse Catalina no tuvo vida ese día y tampoco se atrevía a hablar del tema con nadie. Yo me demoré mucho tiempo en saber esta historia y porque no tuvo alternativa. Prácticamente la pillé. El caso es que lo primero que le pasó por la cabeza fue que talvez Daniel se había dado cuenta de sus conversaciones y le había dicho eso para hacerla pensar. Sin embargo, esa opción no era muy viable porque ella había sido cuidadosa y no tienen la mala costumbre de revisarse el celular.
Mientras esta mujer se mataba la cabeza, su ‘termito’ le mandaba los mensajes más hot del mundo y ella no había sido capaz de responderle nada aún porque obviamente la primera opción era cancelarle, pero todavía no estaba segura. Pasaban llamadas, reuniones, documentos, consultas, tintos, y Catalina no se concentraba. Tuvo un almuerzo de trabajo así que ni siquiera pudo hacer una pausa para pensar con tranquilidad. Como a las 2:30 pm más o menos el termito, alias Andrés, le escribió:
A: Hola Cata, te he escrito toda la mañana, has visto mis mensajes pero no hay respuesta. Una de dos: o estás muy ocupada o estás a punto de cancelarme. En cualquiera de las dos situaciones te entiendo. Tranquila. Si no estás segura de nuestro encuentro, no te preocupes. Nos podemos ver otro día. Un beso.
C: Hola, de verdad perdóname. Si he estado muy ocupada, pero es cierto; me entró como un miedo y no me siento segura de verte. No sé qué decirte, me siento pésimo por mostrarme tan convencida y ahora salgo con este chorro de babas.
A: Me lo imaginé. No te preocupes, te entiendo perfectamente. Si quieres lo dejamos para cuando te sientas más tranquila y si no pasa, no importa. ¿Pero sabes algo? También nos podemos tomar un café, ¿no? Una cosa tranquila. O podemos ir a comer como dos viejos amigos. De todos modos me gustaría mucho verte.
C: No sé, tengo nervios horribles.
A: Te propongo algo: veámonos a la hora en que quedamos en el café que queda al lado del edificio de tu oficina. Si te dan ganas de salir corriendo lo haces y si no, nos tomamos algo y nos vamos para nuestras casas. ¿Qué dices?
C: Ok. Pero de una vez te digo que no me puedo demorar porque mi esposo me dijo que fuéramos a comer y le dije que si.
A: Perfecto. Tú tranquila que vas a llegar a tiempo a tu comida. Te mando un beso enorme y gracias. ¡Qué delicia verte!
Catalina no tenía ni idea que esa noche iba a ser el comienzo de algo que le daría una vuelta entera a su vida.