Catalina llegó medianamente sobresaltada al restaurante donde había pasado tantas noches en compañía de su grupo de amigos. De lejos se dio cuenta que había una mujer que no reconocía pero igual no le pareció raro. Mauricio y su esposa pertenecían al jet set de la vida nocturna y no era extraño ver gente nueva.
Se dirigió afanada a la mesa con una sonrisa y los ojos brillantes y soltó un ‘Hola todos!’ y se sentó junto a Daniel quien le dio un besote y empezó la conversación:
Daniel: Mi amor, ¿no te acuerdas de Mariana, la hermana de Angela? Llegó ayer de Nueva York.
Catalina: !Ay si! ¡Hooola Mariana! ¿Cómo estás? Es que hace tanto no te veía y te cambiaste radicalmente el look. ¡Estás divina! ¿Cómo estás? ¡Qué alegría verte! ¿Viniste de vacaciones a saludar a la familia?
Mariana: ¡Hola Catalina! ¡Gracias! ¡Me da gusto verte! Si, si. Vine a saludar a la familia. Hace muchos años que no venía y pues, me obligaron prácticamente.
Catalina: Bueno, ¡qué rico! Tienes que ir a la casa a comer. ¿Viniste sola o con tu esposo?
Angela: Cata, Mari se separó. Cuento largo. Después nos contará cuando quiera ella. ¿Y tu qué? ¿Cómo va el work?
Catalina: Lo siento mucho Mariana. Claro, después hablamos. Pues bien, como siempre mucho trabajo, pero bien, normal.
Mauricio: Mari, ven te muestro la cocina. Está super reformada, quedó espectacular. ¡Camine me acompaña Daniel! Hagámosle el tour a mi cuñada.Mauricio,
Daniel y Mariana se levantaron y se fueron a la cocina. Mientras tanto Angela y Catalina se botaron en picada al chisme:
Catalina: ¡Mk! ¡Qué pena con tu hermana! Ni la reconocí, le hice preguntas incómodas, mejor dicho, más cagada para dónde! ¿Pero qué pasó? ¿Hace cuánto se separó? La veo como down.
Angela: ¿Down? ¡Mk! A mi hermano le tocó viajar a Nueva York y traérsela casi a las malas. Está pasando por una depresión espantosa. Estamos muy preocupados por ella.
Catalina: ¿Pero es por la separación?
Angela: Digamos que es por el motivo por el cual se separó. Es que es un rollo que ni siquiera hemos podido entender bien.
Catalina: ¿Cómo así? ¿El man le puso los cachos o qué?
Angela: No. Ella no ha querido contar nada; yo me he enterado por pedazos por la hermana del esposo. Parece que Mariana conoció a un tipo y se enredó con él, pero lo peor es que el tipo es casado y no sé, es un cuento todo extraño. El man es medio loco o mejor dicho, la enloqueció a ella.
Catalina: ¡Ay no me digas eso! ¡Qué historia!
Angela: Pero es que eso no es lo peor del cuento. Según entendí, nunca se vieron en persona. ¿Puedes creer la locura de esta mierda?
Catalina: ¿Que qué? ¡No entiendo nada! ¿Y entonces cómo se enredó?
Angela: Mija, pues a punta de instagram y whatsapp. No, es que es una locura. Mis papás están de muerte lenta. Mi mamá enloquecida de la pena con los papás del esposo. Mi hermana no habla, no quiere nada, está ida. ¡Esto está tenaz! Casi no la convencemos para que viniera hoy.
Catalina: Estoy aterrada con esto. ¿Y el tipo vive allá? ¿Si es real?
Angela: ¡Pues claro que es real, mk! El tipo es colombiano, vive en… ¡Ay, no! Pilas que ahí viene. ¡Riéte como si me estuvieras echando un chiste! Jajajaja
Catalina: jajajaja
Mariana, Daniel y Mauricio volvieron a la mesa en medio de una conversación aparentamente animada y cada uno con su respectivo gin tonic en la mano. Catalina miró de reojo a Daniel después de fijar sus ojos en el vaso que llevaba, él le picó el ojo y sonrió.
A pesar del chisme, del trago, de todo, Catalina tenía a Andrés atravesado; le daba escalofrío cada vez que se acordaba del abrazo de despedida. Estaba en esas cuando le entró un mensaje:
Andrés: Hola! Estás divina. No puedo dejar de pensar en ti y todavía tengo corrientazos de ese abrazo tan rico que te di. Dime que nos vamos a ver otra vez. Ya te dije que me lo debes. ¿Qué opinas de un almuerzo donde y cuando tu quieras?