A Catalina le temblaba la mano mientras leía ese mensaje, todavía no terminaba de entender lo que había pasado y las preguntas y las dudas llegaban a su cabeza una a una como dardos. Y así empieza una conversación con ella misma para tratar de tomar una decisión.
¿Será que mejor le cancelo o cambio de sitio a uno menos conocido? Es que antes en caso de que alguien me viera podía decir que era un cliente, pero ahora con este reguero de gente en común, ¿qué voy a decir? Ah! Si! Es que después de quedarme paralizada como una imbécil, Andrés me escribió por Facebook donde entro una vez al año y me dijo: Oye, ¿por qué no almorzamos? ¡Ay! ¡Por Dios, Catalina! ¿Pero qué es esta ridiculez? No, qué miedo. Qué tal que alguien me vea. No podría justificar ese encuentro. Me parece tan raro todo esto. ¿Pero por qué me pasan estas cosas a mi? ¡Qué rabia! ¿Por qué está tan papacito? ¿Y qué tal como huele? No, no, no, no.
El bip de los mensajes interrumpió su monólogo:
Mensaje de Daniel:
Hola Cataluña! ¿Cómo te fue en tu reunión? Me imagino que bien porque eres la mejor. Te amo gorda. Perdóname si me puse pesado anoche. Hoy llego temprano y pedimos algo, si? Mil besos!
Catalina continúa con ella misma: Si, claro. La misma historia de siempre. Perdón, perdón, perdón. Yo como una estúpida super juiciosa con un tratamiento que vale un montón de plata y el otro pensando en trago, dealers y porros! ¡Agh! ¡Qué mamera!
De pronto a Catalina la invadió un mar de dudas. Fue como si de repente se hubiera salido de ella para mirarse desde afuera y la asaltaran mil cuestionamientos que probablemente antes no la habían visitado. Se vio arrinconada en un ángulo de su oficina, pequeña, reducida. Pudo observar con claridad todas las presiones que tenía sobre ella. Llevaba años sintiendo que tenía que ser perfecta en todo. La abogada exitosa, la esposa comprensiva, relajada y comprometida, la amiga incondicional, la hija abnegada y complaciente, la hermana ejemplar. Había algo que la torturaba todos los días y era el hecho de no poder ser mamá.
Era lo que le faltaba para chulear todos los roles exigidos por la sociedad; esa misma que la criticaba cada vez que fallaba cuando no alcanzaba a completar todas sus tareas o la que la señalaba cuando cometía algún error. Volteó a mirar el sofá que estaba al frente de su escritorio y apareció la imagen suya sentada en cualquier reunión con la familia o con amigos o colegas que le preguntaban con insistencia: ‘¿Y para cuándo el bebé?’ ‘Mijita, pilas porque tic toc, tic toc.’ ‘Acuérdate que después de los 35 tener hijos se vuelve muy complicado.’, etc., etc., etc. Sin embargo, nadie nunca le preguntaba cómo se sentía, cómo estaba, si de verdad quería tener hijos, si era feliz.
Otro bip. Otro mensaje.
Mensaje de Andrés:
Que no se te vuelva costumbre dejarme en visto. No te vayas a asustar por esa casualidad con Angela y no me cenceles. Si quieres podemos ir a otro sitio porque parece que esta ciudad al final no es tan grande. ¿Qué dices?
Mensaje de Catalina:Hola, no te quiero dejar en visto, pero la verdad quedé petrificada con esto que acaba de pasar. Y si, estaba pensando que talvez no sea buena idea ir a ese restaurante. No sé…
Mensaje de Andrés:
Te entiendo, no te estreses que no vale la pena. Mira, no lo vayas a tomar a mal, pero hay un hotel muy lindo en Quinta Camacho que tiene un restaurante pequeño, la comida es deli y la verdad, casi nadie lo conoce. Yo sé que existe porque uno de mis clientes una vez se hospedó ahí y tuvimos un almuerzo de trabajo. Si te parece, te mando la dirección. Te queda cerca a la oficina y vamos a estar tranquilos. ¿Qué dices?
Mensaje de Catalina:
Si. Mándame la dirección. Creo que necesito esto. Aunque tengo muchas preguntas para hacerte.Mensaje de Andrés:Me puedes hacer todas las preguntas que quieras, te las respondo sin problemas en el restaurante o si quieres más privacidad, en una de las habitaciones
Mensaje de Catalina:
No seas tan chistoso. En teoría, mañana trabajo hasta el medio día porque mi jefe me dijo hoy que la otra semana nos espera mucho trabajo, pero tu y yo vamos es a almorzar. Mándame la dirección del restaurante y nos vemos entonces.
Un mensaje de Daniel interrumpió la sonrisa maliciosa de Catalina.
Mensaje de Daniel:
Hola gorda, estaba pensando una cosa. ¿No será que te puedes volar mañana al medio día para irnos temprano a la finca de Mauro y Angela en lugar de madrugar el sábado?
Mensaje de Catalina:
Hola. No, imposible. Mañana tenemos reunión con nuestro partner en Panama en teams. Tengo bloqueada toda la tarde. Si quieres vete tu. Yo me voy el sábado temprano.
Mensaje de Daniel:
Mmmm…déjame pensar. Voy a preguntarle a Mauro si nos vamos mañana y tu te vas el sábado con Angela y Mariana para que no te vayas sola.
Mensaje de Catalina:Ok. Me avisas. Nos vemos más tarde. Bye.