Vanessa le contestó que claro, que le parecía super interesante iniciar una relación laboral con él, le dijo que sí tenía varias empresas dentro de esa línea de negocio y que si estaba de acuerdo, podrían concertar una cita para ver las opciones que ella tenía y así él podía decidir el paquete que fuera más conveniente. Sin embargo, con respecto a lo de reemplazarme en mis citas de trabajo, le dijo: “Mira, eso lo veo un poco más complicado y de plano te diría que no lo podemos hacer porque las condiciones que firmamos con Diana fueron claras desde el principio y eso incluía que tendría que ser ella la que asiste a las reuniones con los empresarios”. Manuel a esto le contestó: “Vanessa, no quiero llevarte la contraria, pero me parece extraña esa negativa. Te doy un ejemplo: si tu y yo nos ponemos de acuerdo para trabajar juntos es porque estamos hablando de temas y de intereses entre empresas. Seguramente seré yo el que vaya a estas reuniones, pero tengo un personal para que me apoye y me reemplace cuando tenga otros compromisos. En esa línea, lo importante es que yo mande una persona competente; obviamente tengo más de una para que haga una presentación de la empresa, que, entre otras, está en condiciones de negociar, de proponer, de responder inquietudes, etc. Es exactamente lo mismo en este caso con Diana; como te expliqué, estamos pasando por un periodo particular, tenemos varios compromisos y obviamente no queremos dejar de lado los negocios, mucho menos ahora que la empresa de Diana va tan bien. Yo podría sustituirla en algunas de esas reuniones porque estoy perfectamente enterado de la estructura y del portafolio, así que no entiendo por qué no podría estar yo, ¿me explicas?”.

Vanessa tenía la capacidad de mostrarse siempre muy serena y sobre todo, muy segura de si misma, así que con toda la gentileza procedió a explicarle a Manuel: “Claro, te entiendo perfecto y sobre este punto quisiera ser muy honesta contigo y con Diana. Pasa que algunos de mis clientes prefieren entenderse con personas del sexo opuesto; en este mundo de los negocios te encuentras con cada particularidad. Hay hombres que prefieren interactuar solo con mujeres y esto tiene muchas motivaciones, no creas que se trata de un tema de machismo, todo lo contrario. Las encuentran más elocuentes, detallistas, organizadas y precisas; por esta razón desde un principio fijan esa preferencia, y no sé si Diana te contó pero nosotros trabajamos con una aplicación que en el momento nos hace un match teniendo en cuenta algunos datos iniciales y de ahí en adelante intervengo yo para desarrollar los pasos a seguir y analizar la viabilidad y otros elementos que son importantes para que estas reuniones sean exitosas. El trabajo es minucioso y lo hago con mucho rigor porque eso es lo que garantiza el éxito de los negocios entre las empresas y, me parece, que ustedes lo han podido corroborar. Por eso te digo que en esta ocasión, por el paquete que tomó Diana, no va a ser posible porque ya está pre establecido este requerimiento, en consecuencia, todas las solicitudes que me llegan están ligadas a la exigencia de querer relacionarse con una mujer. No sé si es satisfactoria para ti la respuesta”.

Exacto, esa es Vanessa. Si uno se pone a pensar, tiene lógica lo que está diciendo, ¿no?. Da todos los argumentos para que uno prácticamente se quede sin cómo refutar nada. Era obvio que Manuel no se terminaba de comer el cuento y le dijo que ok, que le había quedado claro, pero que le gustaría verse con ella tan pronto como fuera posible, que si podían agendar una cita. Vanessa le dijo que claro, y se pusieron una cita para el día siguiente. Ella super tranquila, es más, parecía muy emocionada por el hecho de tener un potencial cliente. Cuando colgaron Manuel me dijo que estaba seguro que ella estaba involucrada en el tema de las citas sexuales con los tipos, que se le sentía la audacia, pero que la iba a desenmascarar como fuera. Le dije que era mejor tener cuidado porque si era cierto que ella estaba involucrada en eso probablemente no estaba actuando sola y que nosotros no teníamos ningún tipo de conocimiento de ese mundo y que podía ser peligroso. Con mucha frialdad me respondió que nosotros tampoco estábamos solos. Me preguntó que si de pronto alguno de los hombres con los que estuve estaría dispuesto a hablar. Le dije que en algún momento yo le había hecho algunas preguntas a uno de ellos y que incluso me había preguntado quién era Vanessa, que no la conocía y que había sido su Gerente Comercial quien se había encargado de hacer el vínculo con esa agencia. Manuel me decía que le parecía muy extraño todo, y que, si efectivamente eran empresarios de alto perfil, era obvio que no les interesaba que algo así se supiera únicamente porque estaban haciendo negocios reales con sus ‘partners’, y eso, sin duda, podía arruinar su reputación. Me dijo que él alguna vez había escuchado que algo por el estilo había en Panamá, pero no había puesto mucho cuidado cómo era que funcionaba. El caso es que me dijo que era super normal que directivos y empleados de multinacionales buscaran escorts en los países donde iban a trabajar; que en el sector del oil & gas era una cosa muy común. El punto es que era tan aceptado que las buscaban como se busca el pan, o sea, no hacían operativos para mantener en secreto sus andanzas y delante del que fuera pedían mujeres como quien pide cremas por Amazon.

Yo me sentía tan mal cuando Manuel me contaba todas esas cosas. La realidad era que yo era eso: una escort. Había incursionado en esa linea de negocio y lo peor es que me había cotizado porque si no conquisté centro y sur América fue porque no me monté en un caballo y lo declaré, pero estuve a punto. Ahora hago chistes, pero en realidad, no es divertido. Hasta ese momento le había contado todo a excepción de la llamada que me había hecho el argentino que trató de violarme. Digamos que cuando le narré a Manuel esa situación, la minimicé un poco. No le dije que me había tirado a la cama, sino que había tratado de agarrarme del brazo, que yo me había soltado y salí corriendo de ese cuarto. Igual la situación le pareció horrorosa, pero le quité algo de drama con lo de la cama porque no sé si me daba pena, o miedo de lo que él pudiera sentir o de su reacción, en fin, el caso es que se lo conté así y le dije además, que eso me había hecho pensar que efectivamente lo que estaba haciendo no era tan inofensivo, que me estaba arriesgando mucho porque en realidad no sabía con qué loco me podía encontrar. Miren, la cosa es que Manuel y yo de un momento a otro parecíamos los mejores amigos que se cuentan los más oscuros secretos y entre los dos especulan, hacen preguntas, navegan por todo el hilo que abre la curiosidad, pero no se juzgan. Claro, nos mirábamos con asombro, nos parecía horrible a los dos en el hueco en el que habíamos caído, pero al mismo tiempo había una comprensión implícita y el deseo de desenmarañar ese intríngulis. Todo se orientaba a resolver. ¿A resolver qué? Eso no era claro. ¿O era más bien a recuperar? Es que no habíamos tenido tiempo de decirnos nada con respecto a los dos. Estábamos concentrados en los problemas de los niños, pero esto que pasó conmigo capturó su atención de una manera increíble.

El caso es que ya entrados en gastos, le dije que este argentino me había llamado cuando estábamos en la clínica con Daniela; me miró y me dijo: “Dame el teléfono del tipo”. Lo busqué en mis contactos, me pidió una información básica de la empresa del tipo, le di el número y sin pensarlo dos veces lo llamó y lo que yo no me esperaba, le contestó. Manuel muy tranquilo se presentó, le dijo que era Fulanito de tal, Gerente de X y que su contacto se lo había dado Sutanejo, CEO de X. No lo dejó ni respirar y fue al grano de una. Le dijo que él estaba muy interesado en los productos que él comercializaba y que quería saber si podía tener una cita lo más pronto posible. El tipo se quedó pensativo, pero de un momento a otro le dijo que si, que iba a estar en Bogotá hasta el fin de semana y que si quería podía darle una cita al otro día en el hotel donde se estaba quedando. Manuel le dijo que le parecía perfecto, le agradeció y le colgó. Le dije que era el mismo hotel donde yo había ido. Le pregunté que cuál era el plan. Me dijo que tenía que pensar muy bien, pero que ese tipo podía ser lo que necesitábamos para hacer caer a Vanessa. A mi me daba miedo todo eso. Como que me sentía en una novela policiaca y no me bajaba eso por la garganta; no teníamos ni experiencia, ni conocimiento de cómo se podría manejar un tema de esos o con quién nos estábamos metiendo. Yo le insistía con el hecho de que Vanessa si estaba involucrada en un negocio tan sensible seguro no estaba sola.

Fue una mañana bastante movida. Daniela bajó al rato, terminamos de decorar la casa; verle esa carita feliz me daba fuerzas, me hacía creer que había una salida. Al final, Manuel también nos ayudó y la casa nos quedó divina. Me entusiasmé tanto que hasta me dieron ganas de organizar una novena; en medio de todo ese desastre, de ese horror de vida me llegó una urgencia de hacer algo positivo, de empezar a recolectar buena energía. Tenía la cita con la psicóloga y eso me tenía animada y Manuel también tenía cita con el psiquiatra. Íbamos con toda, estábamos decididos a hacer lo que tuviéramos que hacer para reponernos de ese huracán y ver qué alcanzábamos a recoger y qué teníamos que construir de nuevo. No me molestaba la idea. No quería dejar a Daniela sola, llamé a Marcela y le dije que si me acompañaba a la cita y que me llevaba a Dani para que estuvieran juntas mientras yo entraba a la cita. Me dijo que sí. Solo yo sé el bien que me ha hecho Marce; menos mal la vida me la devolvió.

Empezamos a alistarnos para salir; Manuel tenía su cita una hora más tarde que yo así que estaba todavía relajado leyendo noticias. Muy lentamente tratábamos de retornar a algunas de las actividades que habían hecho parte de nuestra rutina. Cogí mi cartera, Dani se puso su chaqueta cuando recibo una llamada: “Señora Diana, buenos días, soy Pepa Pérez, la llamo del Colegio (entenderán que no puedo decir el nombre de la institución donde estudian mis hijos), la rectora necesita verla urgentemente. Se trata de un asunto muy delicado relacionado con su hijo Mateo. ¿Puede acercarse a nuestras instalaciones?