Paula terminó de lavar los platos y subió a la habitación. Hugo estaba terminando de vestirse; le preguntó que quién lo había llamado y le dijo que uno de los colegas con los que iba a jugar y que iba a recoger de camino al campo. En ese momento se le desplomó el mundo a Paula. No entendía por qué le había mentido. Muchas veces Elsa llamaba a Hugo para hacerle consultas, para pedirle favores, para lo que fuera, y no entendía por qué le mentía. Mil cosas se le vinieron a la cabeza. De repente pensó que parecía que Hugo efectivamente había tenido una conversación previa con la mamá, como si ya supiera que ella estaría dispuesta a tener una experiencia de ese tipo. Entre más pensaba, más se resistía a creer en su hipótesis. Es cierto, la mamá de Paula era una mujer desparpajada, de un carácter muy particular, sin pelos en la lengua, pero ¿de ahí a aceptar tener intimidad con la propia hija? ¿A quién la cabía algo así en la cabeza? Es cierto, en este mundo se ve de todo, pero Paula se resistía a pensar que al interior de su familia pudiera existir el más mínimo asomo de una aberración semejante.

La relación que Paula tenía con su mamá y con su hermana era compleja. Elsa era una mujer que nunca había trabajado, su esposo la había mantenido y es de las personas que cree que los demás le deben. Que ella se ha sacrificado por sus hijas, por su ahora exmarido, pero que, aun así, le ha permitido seguir viviendo en su casa, y lo que espera es que sus hijas vean por ella y le devuelvan todo lo que ella hizo por ellas. Elsa vive en una dualidad. Por un lado, es muy crítica con la vida de los demás, les dice a todos cómo deben vivir y da cátedra y discursos; vive en un mundo construido por ella en su cabeza porque, aunque nunca fue una mujer rica, vivió cómodamente y le exigía a su esposo una vida que a duras penas podían mantener. Solo él sabe la cantidad de veces que terminó endeudándose para cumplir los caprichos de su esposa. La belleza para ella siempre ha sido primordial; se ha sometido a cuanto tratamiento, cirugía y demás para verse y sentirse más joven de lo que es. Vive obsesionada con su vanidad y cuando se mira en el espejo cree que está en capacidad de conquistar a cualquier hombre. Si se cansó de su esposo fue porque siempre sintió que ella era mucha hembra para ese tipo. Lo veía como un hombre escuálido, sin gusto, sin gracia y se lo hacía saber. Nunca le hicieron falta agallas para pordebajearlo y decirle que en cualquier momento lo iba a dejar porque ella tenía una fila de hombres detrás. El día llegó y le dijo que definitivamente no quería seguir con él, que ese matrimonio no tenía ni pies ni cabeza y que ella estaba cansada. Fernando era un hombre de una pasividad que daba un poco de miedo. Con una extraña resignación y sin ningún asomo de una emoción contundente, aceptó con tranquilidad la decisión de su esposa. El le dijo que necesitaría un tiempo para encontrar un lugar a donde irse, pero que estaba dispuesto a pasarse al apartamento que habían construido con el fin de arrendarlo. Ella accedió y le dijo que no olvidara que él tenía que ayudarla económicamente porque al final, le había entregado la vida entera y que su obligación era retribuirla de este modo.

El aceptó. Pareciera que en el fondo supiera que iba a permanecer en ese apartamento por mucho tiempo, talvez hasta que muriera porque no mostraba mucho empeño en buscar para donde irse y sabía que la disculpa perfecta era que si él se iba no iba a poder ayudarla a ella económicamente, o no al menos como se lo esperaba porque no le iba a alcanzar la plata para pagar arriendo, servicios, mercado, empleada, etc., en otro lado y además darle a ella su mesada. El estaba conforme con esa vida. Seguía teniendo quién se ocupara de sus necesidades; tenía la comida, podía ver a su familia y a sus nietos, no se preocupaba mucho por la vida privada de su ex, parecía que no le importaba. Aparentemente no era un hombre de mayores intereses. Solo había comprado un computador y se la pasaba ahí por horas, leyendo las noticias, jugando solitario, buscando por internet conceptos o significados de algunas palabras, haciendo crucigramas, y cosas que Elsa consideraba inútiles. Cada vez que lo veía concentrado en su computador le decía que por lo menos buscara cosas interesantes a ver si proponía de vez en cuando un tema de conversación diferente a las banalidades de las que hablaba. El solo la escuchaba, casi nunca le respondía, pero en su cabeza pensaba que, si él no tenía de qué hablar, ella sí que menos. Era la mujer más desinformada que conocía en la faz de la tierra, no sabía en dónde estaba parada; de lo único de lo que sabía era de la farándula, de las operaciones estéticas, de las novelas y de los chismes de la familia. Era de lo único de lo que hablaba. Elsa era una mujer realmente escasa de ideas y priva de reflexiones y empatía. Le encantaban los temas calientes y no tenía pelos en la lengua para expresar lo ardiente que ha sido en la cama.

Su hermana Rossana había heredado varios rasgos de la personalidad de su mamá. No tenía ningún interés en trabajar. Estaba dedicada a criar a sus hijos y tal cual hizo su mamá con su papá, trataba muy mal a su esposo. Ella no concertaba o proponía nada, simplemente exigía. Fabio se moría por esos niños y aunque nadie podía entender por qué permitía que Rossana lo maltratara, parecía que estaba dispuesto a soportar todo por esos niños. Ese hombre trabajaba como una mula con tal de tener medianamente contenta a su esposa, cosa que era casi imposible porque ella siempre quería más. Era despiadada con sus comentarios y muy cruel. Se había dado cuenta que su arma eran esos niños y encontró en la manipulación un estilo de vida. A pesar de que ella y su mamá se parecían tanto también tenían una relación complicada. Peleaban mucho; Elsa vivía diciéndole que por qué se había casado con ese mediocre, que hubiera podido encontrar un hombre rico de verdad, que le diera la vida que se merece, pero que por haberse ido con ese pendejo ahora tenía que conformarse a vivir con lo básico. Obviamente nunca le decía que se preocupara por su futuro como persona, que consiguiera un trabajo. No. Todo se reducía al hecho de que su fracaso había sido apresurarse a casarse con Fabio. Elsa lo trataba con una falsa simpatía, reconocía como todos, lo buen papá que era, pero más allá de eso lo veía como un perdedor.

La relación con Hugo era muy distinta. Probablemente era por el hecho de ser primer hermanos. Si, Paula se casó con un primo en segundo grado. En realidad, eso no fue un tema escandaloso al interior de su familia. Elsa tenía una familia grande y no era la primera vez que había acercamientos de ese tipo. Hugo era diez años más grande que Paula, pero eso tampoco fue considerado un problema. Al contrario, en su familia había esta creencia de que el hombre debía ser mayor y tenía la responsabilidad completa de proveedor y protector. Aunque Hugo no tenía un empleo del otro mundo, llevaba varios años trabajando en la misma empresa, había logrado uno que otro ascenso y eso Elsa lo veía con buenos ojos. Por otro lado, siempre había respondido por su familia; era suficiente para verlo con otros ojos. Lo que tal vez no apreciaba o entendía Elsa es que Paula siempre trabajó. A pesar de los hijos, ella siempre tuvo iniciativa, le ha gustado emprender y se ha empeñado mucho para sacar adelante sus proyectos. Elsa, por supuesto, ha menospreciado todo lo que hace Paula. Le ha parecido que es una perdedera de tiempo y de plata porque no cree que los ingresos de Paula han contribuido de manera importante al hogar. Todo el crédito se lo ha dado a Hugo. Han sido muy unidos; Elsa siempre lo llama cuando tiene que resolver dudas o problemas, sin embargo, Paula nunca le vio nada de raro a eso. Al revés, en cierto modo, le gustaba que su mamá ya que no la aceptaba a ella del todo, lo hiciera con su esposo.

Pero después de la propuesta de Hugo y de esa llamada, Paula quedó muy pensativa y empezó a sospechar que algo raro estaba pasando ahí. Dejó pasar una hora desde la partida de Hugo de la casa y llamó a su papá. Fernando le contestó, Paula le preguntó que si estaba en la casa, le dijo que si y le preguntó por su mamá. Fernando le dijo que había salido.

Fernando: No estoy seguro, pero creo que Hugo vino a recogerla, como que tenía que comprar no sé qué cortinas, tú sabes todo lo que se inventa tu mamá para irse a callejear.