Paula quedó un poco desconcertada con la pregunta que le hizo su hija, pero había algo dentro de ella que la invitaba a justificar cualquier sospecha porque para ella era inconcebible que su mamá se atreviera a engañarla de esa manera. Puede ser que ellas no fueran las mejores amigas y que Elsa con su personalidad particular y tendencias narcisistas hicieran que no mantuvieran un lazo especial, pero era su mamá y para ella que tenía tres hijos era impensable llegar a semejante extremo. La humanidad es compleja, las emociones, los contextos, los traumas y tantas experiencias pueden marcar el carácter de una persona, pero no se puede digerir que una mamá de manera deliberada le cause un dolor tan grande a un hijo. Es como si fuera una ley natural; por tal motivo, Paula se negaba a creer que algo estuviera sucediendo entre su mamá y su esposo, así que le respondió tranquilamente a su hija.

Paula: Mi amor, tu sabes que tu papá es un hombre muy cariñoso y normalmente está pendiente de cada miembro de esta familia. El y tu abuelita tienen una relación muy cercana desde siempre, es normal que se preocupe por ella y la verdad, yo se lo agradezco porque me da tranquilidad que le ayude a resolver sus problemas o necesidades. No hay que pensar mal, lo que viste fue un abrazo fraternal que se le da a un miembro de la familia que uno quiere mucho y ya. No le pongas cuidado a eso.

Carolina: Pero si te da tranquilidad que él el ayude a mi abuelita entonces ¿por qué te dio rabia que la acompañara a comprar eso que quería para la cocina?

Paula: Tienes razón, mi amor. No sé, es que últimamente tengo tantas cosas que hacer que a veces no sé ni qué me pasa. Pero es cierto, él le estaba haciendo un favor a tu abuelita, yo entendí que estaba haciendo otra cosa y eso fue lo pasó, pero también es algo que no vale la pena. Yo ya estoy bien con tu papi y no ha pasado nada.

Madre e hija terminaron de comerse el helado, se levantaron de la mesa y se fueron felices con sus compras. Al llegar a la casa, sus hijos mayores habían salido y Hugo estaba en la sala con el computador. Carolina entró directo a saludarlo. Como la vio con las bolsas le dijo que le mostrara lo que había comprado y la niña muy emocionada le mostró todo. El le hizo fiestas, le dijo que le encantaba todo y que seguramente se iba a ver hermosa. Carolina se fue corriendo para su habitación con sus paquetes y Paula se había ido para la cocina a prepararse un café. Hugo entró y como si nada entabló una conversación con su esposa.

Hugo: ¿Y ya se te pasó la bobada o vas a seguir brava porque llevé a tu mamá a hacerle un favor?

Paula: No, no quiero hablar más el tema. Tienes razón. No debí hacer un drama de todo eso; en realidad si, le estabas haciendo un favor y eso debería ser lo importante.

Hugo: Ok. Mucho mejor así. Yo creo que es mejor dejar nuestros ‘planes’ quietos por ahora. Te propongo que salgamos esta noche los dos a un sitio normal. Si quieres podemos ir a comer, o a tomar algo y empezamos de ceros. ¿Te gustaría?

Paula: Bueno, si, ¿Por qué no? Pero ya no quiero más temas de tríos ni nada de eso, Hugo. Definitivamente no me siento cómoda y creo que no es sano para nuestra relación.

Hugo: Prometido. Entonces mira, como está temprano todavía, voy a ir a comprar unas cosas que necesito y regreso para nuestra cita. ¿Ok?

Paula estuvo de acuerdo con él y Hugo salió de la casa. Mientras terminaba de tomarse el café se le dibujó una sonrisa en su rostro. Esa actitud de su esposo la aseguraba, le daba tranquilidad y sentía que efectivamente las cosas se podían recomponer. Lo más importante era que se acercaran así ella iba a dejar de meterse esas cucarachas en la cabeza. Estaba muy emocionada y decidió arreglarse super bien para impresionar a su esposo.

Hugo regresó a la casa. Paula ya estaba producida, perfumada y más que lista. Cuando lo vio notó que no tenía ninguna bolsa. Le preguntó que dónde estaba lo que había comprado y él le dijo que después de haber dado varias vueltas no encontró lo que quería, así que había decidido dejar así por ahora. Ella le preguntó que qué era lo que necesitaba y él con mucha tranquilidad le dijo que era una chaqueta, pero que en ninguna de las tiendas donde estuvo vio una ni parecida. Le cambió el tema muy rápidamente diciéndole que estaba muy bonita, que le encantaba verla así y al final, salieron de la casa.

Pasaron una velada tranquila, comieron rico, Hugo estuvo muy cariñoso, simpático y romanticón con su esposa. Paula se sentía tranquila y estaba feliz. Parecía que Hugo en realidad estaba haciendo todo lo posible por recuperar la confianza de su esposa y quería hacerle pasar una noche inolvidable y así pintaba la situación. Salieron del lugar, regresaron a la casa; ya era un poco tarde. Todos dormían así que Hugo aprovechó la situación para seducir a su esposa, la empezó a acariciar y terminaron teniendo un momento de pasión muy intenso.  

Para Paula ese momento había confirmado lo que ella creía o lo que quería creer. Que Hugo era un buen esposo, con defectos como todos, pero era el hombre con el que había construido una familia y no podía seguir desconfiando de él solo porque últimamente su comportamiento se había salido un poco de lo común. Eso no significaba que estuviera haciendo algo malo, sencillamente sintió que era legítimo tener fantasías y querer ponerle algo de sal a la relación. El tema de la mamá solo era por el lazo que había entre ellos dos y no quería seguir haciéndose películas en la cabeza. Hugo le había hecho el amor y le había confirmado una vez más que la amaba, que le importaba y que era con ella con quien estaba.

Hugo se levantó al baño y Paula todavía desnuda en su cama experimentaba una cierta alegría que le confirmaba lo importantes que eran su familia y la relación con su esposo. Estaba en silencio pensativa cuando le entró un mensaje a Hugo. Era tarde, razón por la cual a Paula le pareció bastante extraño que alguien le escribiera y se inclinó para ver si veía de quién se trataba. Alcanzó a leer perfectamente remitente y mensaje.

Mensaje de Elsa: Hola, ¿Ya llegaste?