Fernando: Claro que estoy seguro. Estaba asomado a la ventana cuando vi a tu mamá que se bajó del carro de Hugo ahí en la esquina. Esta vez no la dejó al frente de la casa quién sabe por qué.

Paula: Papá, me parece muy raro eso, además porque Hugo no me dijo que vino por ella. Me dijo que iba a ir a comprar una cosa que le hacía falta y cuando llegó a la casa no llevaba ninguna bolsa, le pregunté y me dijo que no había encontrado lo que estaba buscando. En los últimos días hemos tenido una que otra discusión precisamente por mi mamá; yo le dije que me parecía exagerada la forma en la que ella lo busca para que le haga favores. Tal vez por eso no me dijo la verdad, porque quiere evitar problemas. Pero claro, vengo a decirle a mi mamá que lo deje tranquilo y salgo regañada.

Fernando: Eso es lo único que sabe hacer su mamá: regañar y vaciar a todo el mundo. Yo la verdad la evito porque cuando nos cruzamos me coge a cantaleta. Lo único que yo te digo es que le hagas caso a tu intuición y trata de frenar esa cosa entre Hugo y tu mamá.

En ese momento le entró un mensaje de Margarita al celular de Paula.

Mensaje de Margarita: Paula, necesito que hablemos urgente. Si puede venir a mi casa acá la espero.

Paula quedó preocupada con ese mensaje. Se despidió de su padre, le dijo que tenía que salir a comprar unas cosas para el almuerzo y que lo llamaba después. Fernando se despidió de su hija y ella salió directo para la casa de Margarita. Por el camino le mandó un mensaje de voz avisándole que estaría allí en pocos minutos.

Paula llegó finalmente a casa de su prima quien le abrió la puerta con una expresión no muy agradable.

Paula: Quiubo, ¿qué pasó Margarita, por qué tiene esa cara? No me asuste.

Margarita: ¡Ay no! Qué mamera tener que ser yo la que le diga esto. Le juro que lo pensé y requetepensé, pero me parece que es justo que lo sepa.

Paula: ¡Ay! ¡Qué, Dios mío! ¡Diga rápido!

Margarita: Imagínese que como cosa muy extraña me llamó anoche mi tía Constanza. Dizque me quería saludar y pues lo mismo de siempre, contando huevonadas de sus hijos que me importan un pepino, hasta que me dijo una cosa que me dejó sin aire. Me contó que la hija mayor de ella, Ana María, le había dicho que hace unos días había visto a Hugo y a su mamá salir de un motel.

Paula: ¿Qué qué???? ¡Ay, no! ¡Eso no puede ser Margarita! ¡Es imposible!

Margarita: Si es posible Paula. ¿Sabe cuándo fue? Cuando supuestamente Hugo la había llevado a comprar las cortinas porque me dijo exacto el día. Y claro, yo con disimulo le dije que Ana María por qué estaba ahí o cómo se dio cuenta. Tratándose de un motel pues queda uno como loco preguntándose cómo diablos se dio cuenta, ¿qué estaba haciendo ella ahí?, no sé. Imagínese que como ella trabaja en el hospital ese que queda cerca a esos moteles de la séptima, cuando había acabado el turno iba para la casa y se pinchó preciso a la salida de uno de esos sitios. Llamó al novio porque ella no tiene ni idea de cambiar llantas y mientras llegaba a rescatarla, ella se metió en el carro a esperar cuando se dio cuenta que iba saliendo un carro y cuando volteó vio que eran Hugo y Elsa. Pero ahí no termina todo. Porque mi tía Constanza me dijo – Pues a mi sinceramente no me aterra, esos dos siempre se han traído su cosa. Elsa es jodida y Hugo, ni se diga – Paula, yo quedé muda, no sabía ni qué decir. Lo único que se me ocurrió fue una cosa tipo: – Ay tía, con esos temas hay que tener cuidado, de pronto Ana los confundió, eso es impensable – En ese momento ella me dijo que tenía que colgar que porque se le iba a quemar no sé qué cosa en la cocina y me advirtió que no le fuera a contar nada a usted.

Paula: No, Margarita, yo esto no lo puedo creer. Estoy segura de que ella se equivocó, es que ¡cómo puede ser que Hugo y mi mamá tengan algo! ¡Es que eso es enfermo! ¡Me niego a creer algo semejante!

Margarita: Paula, yo le dije que usted tenía que estar preparada para todo. A mí también me causa repulsión, pero casos se ven. Anoche no pude dormir de pensar en esto, pero usted lo tiene que saber y tiene que confrontarlos a los dos de una buena vez.

Paula: Ni me diga eso que acabo de venir de la casa de mi mamá y le dije que dejara tanta intensidad con Hugo y me pegó una insultada. ¿Usted cree que ellos van a aceptar algo así? Me van a hacer pasar por loca.

Margarita: No, Paula. Se lo van a aceptar y usted tiene que acabar con esa relación con ese freak de Hugo.

Paula se dejó caer en un mar de lágrimas. Se negaba a creer que algo así le estuviera sucediendo justo a ella. En cuestión de segundos pensó en su vida, en sus hijos, en lo que iba a pasar después. Era impensable que su esposo con quien había compartido media vida y con quien había construido una familia la traicionara de esa forma, pero era aún más inconcebible que su propia madre se hubiera atrevido a enredarse en una relación con el padre de sus nietos. No dejaba de repetirse lo aberrante que era esa situación. Sin entender muy bien por qué, sentía vergüenza, sentía que no iba a ser capaz de afrontar lo que estaba pasando, mucho menos iba a ser capaz de superarlo. Margarita como pudo trató de consolarla, le recordó que ella estaba ahí para apoyarla y acompañarla, le dijo que lo sentía mucho, pero que tenía que coger fuerzas y seguir adelante.

Paula se fue destrozada de la casa de su prima y se fue llorando todo el camino hasta su casa. Cuando llegó encontró a Hugo en la cocina. Los hijos mayores habían salido y Carolina estaba donde su amiga de al lado. Hugo apenas la vio se dio cuenta que tenía los ojos hinchados y llorosos. Se puso de pie.

Hugo: ¡Hola! ¿Qué te pasó? ¿Qué tienes?

Paula: Estuve donde mis papás y como siempre, mi mamá me insultó y me trató de mierda. Estoy mamada de esa situación.

Hugo: No, pero a estas horas de la vida tu no puedes seguir parándole bolas a los regaños de tu mamá, Paula, ¡por Dios! Tu ya eres una mujer hecha y derecha como para que andes lloriquiando porque tu mamá te reganó. ¿Hasta cuándo? ¡Qué joda!

Paula: Pero es que entre todas las cosas que me dijo, hubo una que me dejó absolutamente desconcertada. Me dijo que estuviera pendiente de tus andanzas, que en eso debería pensar y que ella entendería que tu buscaras otras mujeres porque estar casado conmigo tiene que ser una pesadilla.

Hugo: ¡Ah! ¿Te dijo eso? Jah! Lo que faltaba, que se metiera conmigo después de como me porto con ella. De verdad a veces se pasa, es que no entiendo por qué tiene esas salidas de mierda. ¿Sabes qué Paula? Yo también estoy mamado de todo esto. ¿Por qué más bien no le preguntas a la señora Elsa lo que ‘ella’ ha hecho conmigo?