Paula: De verdad que el cinismo de ustedes no tiene nombre. Ser capaces de hacer algo semejante es de enfermos. No puedo creer que me estés aceptando que tienes una relación con mi mamá.
Hugo: Ay, bueno, bueno. No vengas a hacer dramas acá, ni a hacerte la sorprendida. Tu sabes que tu mamá y yo hemos sido muy unidos desde siempre y muchas de las veces que te busqué para hablarte acerca de algunos temas, o para que hiciéramos cosas diferentes me cerraste la puerta y me ignoraste. Elsa es una mujer que siempre ha estado para mí y le debo mucho. Uno en la vida tiene que asumir las consecuencias de las decisiones que toma y tu Paula, ¿te has mirado en un espejo? Es que te olvidaste de ti. Muchas veces traté de decirte que te arreglaras, que hicieras ejercicio, pero tu no que dizque porque tienes trabajo, y mil disculpas más. Pusiste como prioridad otras cosas por encima de nuestra relación de pareja y los hombres tenemos necesidades.
Paula: ¿Y entonces te fuiste a refugiar nada más y nada menos que con mi mamá? Pero cómo puedes siquiera tratar de insinuar que algo así es normal y que por mi indiferencia no tuviste más alternativa. ¿A qué mente enferma se le ocurre algo así? Yo de verdad estoy sin palabras. Esto no tiene nombre. ¿Has pensado qué le vas a decir a tus hijos? ¿Será que a ellos también les va a parecer normal el comportamiento aberrante de su papá y de su abuela? ¿Pero es que ustedes no tienen vergüenza? ¿Y ahora me quieres culpar a mi de algo tan sucio?
Hugo: Es que tú eres la culpable, Paula. Tú eres la culpable. Fuiste tú la que llevaste nuestro matrimonio a un estado de aburrimiento absoluto. La Paula de la que yo me enamoré se desapareció. Tuviste hijos y fue como si te hubieras transformado en una persona que yo no conocí. Y mucho cuidado con decirle esto a nadie. No querrás aumentar los problemas en esta familia.
Paula: ¡Pues claro que me transformé en otra persona! Me convertí en mamá y he entregado mi vida entera a este maldito matrimonio para que ahora me paguen de esta manera. ¿Y qué es lo que estás pretendiendo? ¿Que yo les guarde su secreto y que encima les acolite sus encuentros o qué? ¿A qué te refieres cuando me dices que no le cuente a nadie? Pero esto es el descaro total. La decisión de tener un romance incestuoso y asqueroso fueron ustedes dos. Tú mismo lo acabaste de decir: uno tiene que asumir las consecuencias de las decisiones que toma. Pues asuman los dos su romance y váyanse a vivir a la mierda si quieren y sean felices, pero a mi no me pidas que me quede callada para taparles sus cochinadas.
Hugo: Mucho cuidado Paula. ¿Es que no te das cuenta del dolor que le puedes ocasionar a nuestros hijos? ¿Qué necesidad hay de hacer eso? ¿Para qué les sirve de algo así? Para nada. No seas tan bruta y piensa por una vez en la vida antes de hacer las cosas. Ahora no te las vengas a dar de la pobre víctima que tiene que contarle su dolor al mundo porque nadie te va a respaldar. Todos se han dado cuenta del abandono en el que estás tu y el estado al que llevaste esta familia. Tu papel de la hija buena no se lo come sino tu papá, y eso. ¿Y de qué te sirve ese apoyo? Un viejo pusilánime que vive arrimado en la casa de tu mamá y que no fue capaz de hacer nada con su vida después de que ella lo dejó. ¡Por favor! De una vez te advierto que no te vayas a poner difícil conmigo Paula porque yo ni me voy a ir de esta casa y mucho menos me voy a separar de mis hijos, así que mira a ver qué quieres hacer tú, pero ten mucho cuidado con lo que vas a hacer. Me largo de acá porque no soporto verte chillando y diciendo estupideces.
Hugo cogió sus llaves y salió de la casa. Paula se derrumbó en el piso y no podía parar de llorar; estaba ahogada, no alcanzaba a procesar nada de lo que estaba sucediendo y lo único que llegaba a su mente era una pregunta tras otra: ¿por qué le estaba pasando algo así?, ¿por qué la vida le había traído una prueba tan dura?, ¿cómo era posible que su mamá fuera una mujer tan despiadada y el hombre a quien ella le había entregado todo se comportara como su peor enemigo? En cuestión de días, Paula se encontraba en una situación absolutamente nueva, pero, sobre todo, se sentía sola. Cuando las mujeres tienen problemas en su matrimonio normalmente van a refugiarse en su familia, buscan a su mamá para encontrar algo de consuelo, por lo menos protección, pero en este caso ese era el último lugar donde ella podía ir. Le costaba creer, deseaba que fuera una pesadilla, que nada de eso estuviera sucediendo, sin embargo, era tan real y cruel como se veía cuando abría sus ojos.
Cuando se tranquilizó un poco, se levantó del piso, se miró en el espejo y en un arranque se lavó la cara, cogió las llaves y salió de su casa. Se montó en su carro y cuando menos se dio cuenta estaba al frente de la casa de su mamá. Se bajó con la poca fuerza que le quedaba, timbró y fue su hermana, Rossana, la que le abrió la puerta.
Rossana: Uishh Paula! ¿Qué le pasa? ¿Por qué tiene esos ojos así?
Paula: ¿Dónde está mi mamá?
Rossana: En la cocina.
Paula entra a la cocina, se queda mirándola fijamente, Elsa la mira un poco asombrada, hay un silencio, pero de un momento a otro se desata lo impensable.
Paula: ¿Cómo pudiste hacerme algo así mamá? ¿Qué te hice yo para que fueras capaz de causarme un dolor tan infinito?
Rossana: ¡Ay, Dios mio! ¿Pero qué es lo que está pasando acá? ¿Qué fue mamá?
Elsa: Paula, cálmese y piense muy bien lo que va a decir. No creo que éste sea el momento.
Paula: (dirigiéndose a Rossana) ¿Quiere saber qué pasó? Que su mamá es la amante de mi marido, ¿cómo le parece?
Rossana: ¿Qué? Ay por Dios Paula, pero qué es esa imaginación suya. ¿Ya pidió la cita con el psiquiatra?
Elsa: Yo no soy ninguna amante. No venga a decir cosas que no son. Hugo y yo hemos tenido una relación especial toda la vida. Somos primos, ¿no? Desde chiquitos hemos sido muy unidos y siempre ha habido un lazo muy especial y eso lo sabe todo el mundo.
Paula: No lo niegue más que hasta los vieron salir de un motel. Deje el descaro mamá.
Elsa: Bueno, entonces vaya a pedirle cuentas a su marido, a mi no me venga a intimidar. Yo se lo dije a usted Paula. Si los hombres van a buscar cosas fuera de la casa es porque la esposa no se las da. Yo he tenido encuentros esporádicos con Hugo y a eso no hay que ponerle tanta tiza, eso no es nada. Ahora no venga a hacer un drama de esto y quédese callada. No agrande los problemas. Preocúpese por usted, arréglese, haga dieta, es que no parece hija mía. Mírese en el espejo y recupere su matrimonio en vez de ponerse a chillar y a hacer un drama de todo esto.
Rossana: Pues mi mamá tiene razón, Paula. Todos hemos sabido que mi mamá y Hugo son muy unidos, no le pare bolas a eso y trate de recuperar su matrimonio. Los hombres son jodidos, pero depende de uno que se queden en la casa y que estén al lado de su familia donde deben estar.
Paula: ¿Ah sí? ¿Ahora usted me va a dar lecciones a mí? ¿Y cuáles son los tips? ¿Ser una maltratadora y subyugar al esposo a punta de insultos y de menosprecio? ¿Esa es su táctica para tener al lado a su marido? Usted es una abusadora Rossana. Usted cree que la gente que está alrededor no se da cuenta de lo que usted hace con Fabio, pero es más que evidente. Lo tiene con la autoestima en el piso repitiéndole constantemente que es un bueno para nada, que es un nadie, que es un inútil, un fracasado. Acabó con él y ese hombre está convencido de eso y por eso no es capaz de dejarla; primero, porque ama a esos niños, pero ¿sabe qué? No la deja porque él sabe que en manos suyas esos niños quién sabe dónde van a parar porque usted no tiene ni idea de ser una buena persona; usted es una desequilibrada, inestable que se refugia en el alcohol para disimular sus problemas. ¿Es que de verdad cree que nadie se da cuenta? ¿Usted de verdad piensa que ese hombre no la deja porque usted sí sabe cómo mantener un hombre al lado? No sea tan ilusa. Fabio no la deja porque se muere de pánico de perder a sus hijos y dejarlos con usted porque usted es una inútil dramática que busca solo llamar la atención. Como parece que no se ha dado cuenta, su esposo no está al lado suyo porque la ama o no puede vivir con usted. No. Él sigue ahí porque usted lo ha maltratado tanto que lo convenció y cuando uno está en manos de un narcisista termina convenciéndose de que no sirve pa’ mierda. Me duele el alma cada vez que veo a Fabio y espero que levante el vuelo, reaccione y pida ayuda para quitarse esa condena que tiene con usted. Mi vida evidentemente no es un ejemplo, pero no se vuelva a atrever a opinar acerca de mis cosas ni trate de decirme qué hacer porque de usted nadie debería recibir jamás un consejo. Nunca me imaginé que pudiera estar del lado de mi mamá en una situación como éstas, pero parece que ésta es la familia que me tocó. Hagan lo que se les dé la gana que yo veré cómo me las arreglo, igual, así me ha tocado toda la maldita vida.
Paula se fue corriendo de esa casa, se subió al carro y empezó a manejar sin un rumbo definido. De pronto parqueó al frente de un parque porque no podía dejar de llorar. Cuando miraba a su alrededor sencillamente no veía nada que la pudiera sacar de ese dolor tan profundo. Recibe una notificación en su celular; es un mensaje de Margarita.
Mensaje de Margarita: Quiubo Paula, ¿Cómo va? ¿Ha pasado algo? ¿Dónde está?
Mensaje de Paula: Quiubo Margarita. Me quiero desaparecer.