Después de varios exámenes y consultas, a Paula le fue diagnosticado un tumor en el seno. Sin duda, una noticia devastadora en medio de la situación en la que se encontraba. Como siempre, lo primero que pensó fue que tendría que regresar a su casa, pero Margarita la convenció de que no lo hiciera. Se sabía que iba a ser un proceso delicado, sin embargo, ella estaría dispuesta a ayudarla y a apoyarla con tal de que no tuviera que volver a ese infierno. Después de mucho pensarlo, Paula aceptó quedarse con su prima. Con la primera que habló fue con su hija Carolina, le explicó con toda la calma lo que estaba sucediendo. Afortunadamente el tumor parecía que estaba un estado inicial lo cual aumentaba el porcentaje de que las cosas salieran bien. Someterse a una cirugía era inminente, y después el médico entendería qué tipo de tratamiento debería seguir una vez extirpada la masa. La niña al principio se puso muy nerviosa, lloró mucho, pero Paula la tranquilizó, le dijo que todo iba a salir bien, que debían confiar y que ella iba a hacer todo lo que estuviera a su alcance para seguir al pie todas las indicaciones de los médicos con el fin de garantizar un buen resultado.

La relación con Hugo era complicada desde que ella se había ido de la casa; él no estaba convencido de la decisión de Paula, pero era obvio que debía contarle lo que estaba pasando pues se trataba de una situación delicada. Los hijos mayores de Paula mantenían una comunicación muy limitada con ella porque seguían resentidos porque había contado a algunos miembros de la familia lo que sucedía entre su papá y su abuela. Aún así Paula debía ser fuerte y hablar con ellos. No esperaba nada. A ese punto, después de la forma en la que se había portado toda su familia, no tenía ninguna expectativa, pero entendía que debía comunicar lo que le estaba pasando porque al fin y al cabo Hugo era el papá de Carolina.

Después de una de las citas médicas en donde le dieron la fecha y el horario de la intervención quirúrgica, llamó a Hugo y le dijo que quería pasar a hablar con ellos a la casa. Hugo le dijo que la esperaban en la noche cuando estuvieran todos y no preguntó mayor cosa. Probablemente pensó que Paula le diría que quería volver a la casa y se mostró tranquilo y disponible. Hugo tenía esa capacidad. A pesar de ser un abusivo, un maltratador, tenía el don de disfrazarse del mejor de los hombres. Por eso es que a los ojos de los demás era complicado entender que fuera un monstruo. La gente se negaba a pensar que alguien tan dulce, tan complaciente, tan disponible y gentil fuera un hombre lleno de miedos e inseguridades que escondía y justificaba para él mismo con su comportamiento narcisista.

Llegó la noche y Paula llegó a la que fue su casa por tantos años. La estaban esperando todos; se sentaron en la sala.

Paula: Bueno, quise venir a comunicarles algo que me está pasando que es muy importante y que considero que ustedes deben estar informados. Me detectaron un tumor en el seno. Hoy tuve la cita para programar la fecha de la cirugía.

Hugo: ¡Dios mío, Paula! ¡Lo siento mucho! ¿Pero por qué no me avisaste antes? Te hubiera acompañado a las citas médicas. ¡Dios! ¿Pero qué dicen los médicos?

Paula: Bueno, parece que está en una fase inicial gracias a Dios, sin embargo, solo se sabrá hasta después de la cirugía el tipo de tratamiento que tendré que seguir y obviamente estar seguros de qué tan delicado puede ser. Hasta donde entendí, no deben practicarme una mastectomía. Esperemos que sea así y que solo se trate de sacar la masa y ya.

Hugo: Te tienes que venir para la casa. Acá te vamos a cuidar, vamos a estar pendientes de ti. No te puedes quedar donde Margarita de arrimada y menos con Carolina. La niña está pequeña todavía y no vas a poder sola y menos enferma.

Paula: Para ser sincera, fue lo que pensé en un primer momento, pero Margarita me dijo que me iba a ayudar y que no tenía que venirme para acá. Yo prefiero estar allá. Al fin y al cabo ya estamos instaladas, y no tengo cabeza ni energía para pensar en trasteos, ni cambios. Ya la cirugía es la próxima semana y apenas tengo tiempo de dejar las cosas listas, todo lo que voy a necesitar y algunos pendientes de trabajo.

Lina: Pero mamá, ¿Cómo puedes ser tan insensata en un momento así? ¿Por qué te vas a quedar con Margarita?

Paula: Mi amor, de verdad no quiero que esto ocasione problemas. Esto me cogió por sorpresa, no ha sido fácil asimilar la noticia, mucho menos enfrentarme a lo que se viene, y lo último que quiero recibir son recriminaciones. No lo hago por insensatez, lo hago por comodidad y por tranquilidad. Ustedes pueden ir a visitarme cuando quieran.

Hugo: Bueno, yo también quedo un poco sorprendido porque en un momento como estos debes estar con tu familia, pero entiendo que no quieras pensar en más cosas. De todos modos, estaremos contigo el día de la cirugía y yo sé que todo va a salir bien. No te preocupes por el trabajo que yo me voy a ocupar de lo que esté pendiente. ¿Carolina cómo lo tomó? ¿Cómo está la niña? ¿No crees que al menos ella se podría venir para acá?

Paula: Al principio se preocupó mucho, estuvo triste, pero después de explicarle cómo estaban las cosas se tranquilizó. Yo misma le propuse venirse para acá y fue ella quien me dijo que se quería quedar acompañándome. De todos modos, si quieres hablar con ella para insistirle, pues hazlo. A veces también pienso que para ella podría ser impresionante verme mal. Lo que pasa es que no está claro aún lo que sigue. Probablemente me tengan que hacer solo unas sesiones de radioterapia y ese tratamiento, aunque es fuerte, no es tan invasivo como la quimio. Bueno, hay que esperar. Yo les agradezco la disponibilidad, y espero que todo salga bien.

Hugo: Pero ¡Cómo puedes dudar de tu familia en un momento así Paula, por Dios! Acá vamos a estar muy pendientes de ti. Mándame por favor toda la información de la clínica, horario, el nombre del médico, todo. Quiero estar al tanto de cada detalle.

Paula: Ok, Hugo. Gracias y si, te mando todo. Ahora los dejo. Me voy para la casa, no quiero que Caro se acueste a dormir antes de que yo llegue.

Paula se levantó del sofá, sus hijos la abrazaron y Hugo la acompañó hasta el carro. Cuando estaban solos, Hugo insistió para que regresara a la casa.

Hugo: Paula, esta es una señal. ¿Te das cuenta de que la vida no es fácil estando sola? Margarita trabaja, ella tampoco es que vaya a poder cuidarte con dedicación. Es que es acá donde debes estar. Mira, yo estoy dispuesto a olvidar todo y volver a empezar. Yo sé que vas a salir bien de esto y vamos a poder reiniciar nuestra relación. Es que si no te hubieras ido esto no te hubiera pasado porque yo estoy siempre pendiente de tus controles. Te descuidaste, Paula. Una mujer de tu edad debe estar al día con los exámenes médicos, pero por estar pensando en tu independencia, mira lo que te pasó. A ver, mírame, sonríe, deja ese orgullo y dime que vas a volver a tu casa, donde siempre has estado y el lugar al que perteneces. Eso no está bien visto que andes por ahí sola con la niña de arrimada en la casa de Margarita. Tú sabes que ella no es que tenga la mejor reputación en la familia y tu ya estás muy por el piso desde que te fuiste como para aumentar los comentarios por estar con esa loquita. Dime que ya no me quieres, dime que no te hacen falta tus hijos. Por favor mírame a los ojos y dime que vas a volver.