Todas se miraron entre sí y quedaron como en shock.
Rossana: Paula, no lo deje entrar. No confío en ese hombre.
Paula: Yo tampoco, pero pues no puedo olvidar que es el papá de mis hijos, de Caro, no es que puedo ignorarlo todo el tiempo.
Margarita: Pues entonces recíbalo abajo en la portería, ahí en la salita del lobby.
Paula: ¿Sabe que sí? Me parece buena idea.
Rossana: Yo bajo con usted.
Paula: ¡Ay! No, tampoco exageren que no es que me va a hacer quién sabe qué y ahí está el celador.
Margarita: Bueno, pero pues cualquier cosa nos llama inmediatamente. No se vaya a aguantar maltratos de ese loco degenerado.
Paula cogió su celular, llamó al celador y le dijo que ya bajaba, que le dijera a Hugo que esperara. Se saludaron de manera cordial.
Hugo: ¿Y eso? ¿Me atiendes en la portería como a los domiciliarios?
Paula: ¿Qué necesitas Hugo?
Hugo: No, yo no ‘necesito’ nada, lo que pasa es que seguimos siendo los papás de tres hijos y hay que tocar ciertos temas, ¿no te parece?
Paula: Estoy totalmente de acuerdo; entonces cambio la pregunta: ¿De qué quieres hablar?
Hugo: No, pues es que se vienen algunos gastos importantes porque Santiago tiene que hacer un viaje con la universidad y Lina debe comprar algunos materiales, más obviamente todos los gastos de la casa, llegó el predial, en fin, sabes muy bien cómo son las cosas.
Paula: Si, entiendo perfectamente.
Hugo: Bueno, y como me llegó lo de la pensión de Carolina, quería proponerte algo: como yo estoy con Lina y Santiago y me estoy haciendo cargo de todos los gastos, no sé si tu puedas hacerte cargo de Carolina. Me queda muy pesado en este momento y bueno, tú decidiste irte de la casa y llevarla contigo así que creo que, si somos justos, los gastos vienen repartidos.
Paula: Claro Hugo. Me encanta que hables de justicia porque la cosa es así: si somos justos, el que se debió haber ido de la casa eras tú; si somos justos nunca debiste atreverte a involucrarte con mi mamá; si somos justos no deberías llenarles la cabeza a Lina y a Santiago de mil cucarachas para apartarlos de mí; si somos justos no deberías seguir yendo a la casa de mi mamá como si nada hubiera pasado y sentarte en la misma mesa con ella y con mis hijos para poder despotricar de mi como si yo fuera un trapo sucio. Si somos justos, no debiste jamás involucrar abogados para quitarme la posibilidad de seguir trabajando en la empresa que ‘los dos’ creamos, en la que yo he aportado mucho más que tú, y he destinado gran parte de mi tiempo y profesionalismo para sacarla adelante. Si somos justos, no deberías aparecerte acá como si fuera casa tuya pretendiendo que te reciba con una alfombra roja para rendirte pleitesía. Si somos justos, nunca, pero nunca debiste traicionarme ni meterte no solo con la persona que me trajo al mundo, sino con cualquier cantidad de mujeres, incluso de la familia.
Si somos justos, no tendrías por qué atreverte a tratar a mi papá como si fuera poca cosa, porque entre tú y un gusano, sin lugar a duda, el segundo es mucho más valioso para este planeta. Si somos justos, jamás debiste tratar de involucrarme en tus cochinadas y perversiones llevándome a sitios de tan baja calaña para tener relaciones con mi mamá o con una de tus amantes. Si somos justos, Hugo, los hombres como tú tendrían que estar en vía de extinción porque las mujeres estamos hartas, mamadas, hasta la coronilla, de vivir con seres tan arrogantes y faltos de carácter y principios. Unos hipócritas que lo único que hacen es desfilar como modelos de ropa prestada posando de excelentes papás, esposos, hijos y hombres, cuando esos títulos les quedan grandes. Si somos justos, yo jamás debí pasar por una crisis semejante por estar al lado de un hombre en el que confié y a quien le dediqué media vida dizque para construir un hogar, una familia que al final decidió botar a la basura de la forma más ruin y despiadada y encima de todo, tener el cinismo de culparme de su bajeza y su falta de hombría.
Si somos justos, querido Hugo, la vida me tiene algo preparado y de eso estoy segura. Que he comido mucha mierda últimamente y a lo mejor me quede otro poco más, puede ser, pero al menos tengo mi conciencia tranquila, y, sobre todo, tengo toda la energía y toda la confianza en mi para seguir sola y encontrar un nuevo lugar en este mundo. Deje de ser tan convencido Hugo, no crea que mi vida se acabó, olvídese de que usted sigue siendo el amor de mi vida, o que sigo enamorada de usted. Eso ya quedó en el pasado. Por si no se ha dado cuenta, no sabe, no se lo han contado, o no lo ha entendido, el amor se cultiva, se trabaja, se lucha y ¿qué pensaba? ¿Que después de lo que hizo yo iba a seguir queriéndolo y añorando estar con un ser como usted? ¿Pero es en serio? ¿Qué se cree Hugo? ¿A qué hora y quién lo encaramó en ese pedestal donde vive y se creyó el cuento de que se las sabe todas y de que es invencible?
De esa pendeja con la que se casó no queda ni la sombra. Entienda eso y si quiere pasar el resto de sus días intimidándome, mandándome abogados, haciéndome la vida imposible, hágalo. Ese es su problema, no el mío. Acá voy a estar esperando todas sus pelotudeces y todas se las voy a contestar. ¿Quería una mujer capaz, berraca, lúcida, sensata, inteligente? Pues acá la tiene y le comunico que voy a armarme hasta los dientes para responderle cada bomba que me tire porque no le tengo miedo. Ojalá me alcancen los días para perdonarme por haber elegido un hombre tan poquito como usted; ojalá, mis hijos, entiendan que no deben seguir su ejemplo porque este mundo necesita personas con valores, verticales, que aporten, que sean honestas y transparentes. ¿Y su arma es hablarles mal de mí? ¿Eso es lo que tiene? ¿Comportarse como una villana de novela barata que trata de esconder la ramplonería enlodando a la protagonista? Hágalo. Solo le digo algo: entienda que en algún momento esa máscara se le va a caer y no va a haber maquillaje, ni cirugía, ni magia que cubra su perversidad porque la gente como usted que vive de las apariencias, y de las falsas sonrisas y de las adulaciones, en algún momento le llega su premio.
Entonces retomando, tranquilo, me hago cargo de Carolina y si usted no necesita nada, yo sí. Necesito que piense cada paso que va a dar de ahora en adelante en mi contra; necesito que se concentre en lo importante; necesito que respete mis espacios, mi vida y me consulte si puedo, quiero o estoy disponible para hablar con usted. Necesito que asimile que la Paula que quiso aniquilar a lo largo de estos años, revivió y acá está de pie con la dignidad intacta para seguir adelante.
En ese momento, le entró una llamada a Paula al celular, era su prima Margarita. Paula miró el celular, rechazó la llamada y volvió a mirar a Hugo.
Paula: Y si no es más, que tenga buena noche, me necesitan y no tengo más tiempo para usted. Hasta luego.
Paula se dio la vuelta, dejó a Hugo ahí, tomó el ascensor y apenas entró casi se cae. Las piernas le temblaban, pero se asomaba una sonrisa en su rostro. Tan pronto se abrió la puerta, su hermana y su prima la estaban esperando.