Paula regresó al apartamento. Margarita y Rossana estaban esperándola en la puerta. Paula se alertó, sin embargo, ellas habían estado afuera en el corredor y escucharon todo lo que le había dicho a Hugo. Estaban felices, la abrazaron, le dijeron que se sentían orgullosas de la forma como había asumido la situación, que era así como debía continuar. Paula se desplomó en el sofá, lloraba, se reía, se cogía la cabeza, le temblaba el cuerpo y aunque en el fondo estaba aterrorizada de pensar en la siguiente movida de su ahora exesposo, sabía que esa era la actitud. La peor cosa que se puede hacer frente a un narcisista es agachar la cabeza, darle la razón, mostrarle miedo. Eso es lo que él quiere, ver a la otra rendida y afectada; eso es lo que da poder. En el momento en el que se desarma con determinación, independientemente de su respuesta y de la negación y arrogancia propias de estos personajes, se enciende una alarma porque es ahí cuando ellos identifican que hay algo que está cambiando. Que efectivamente ya no tienen el control absoluto y así no desistan y, por el contrario, se devuelvan con cosas peores, saben en el fondo que se están enfrentando a una nueva realidad que los saca a ellos de ese lugar cómodo al que han estado acostumbrados.
Esa noche terminaron las tres tomándose unos vinos, lloraron, hablaron de muchas cosas, reflexionaron acerca de lo que se venía en la vida de cada una, los cambios que deberían hacer, el miedo que las invadía porque estaban ‘solas’ y a veces esa soledad es uno de los factores que impiden a las mujeres seguir adelante con sus vidas porque eso implica mirarse en el espejo y reconocerse por lo que son sin nadie alrededor, ni siquiera por sus hijos o su pareja, o su familia. Enfrentarse a ese momento en el que hay que realizar que esa persona que está ahí al frente es la única con la que se cuenta y que ahí están las respuestas, los puntos de partida, los pasajes y las salidas, la marea de emociones, la fuerza y la debilidad, la determinación y la vulnerabilidad. En un mundo en el que todavía no hay espacios seguros ni garantizados para que las mujeres vivan en libertad, es difícil aceptar que de ahora en adelante el camino tendrá que ser recorrido sin bastones, o mejor, que el bastón son ellas mismas.
¡Pero qué ironía! Tantas deciden seguir transitando el sendero al lado de hombres que realmente no son ese bastón, no son ese apoyo, y están muy lejos de ser los compañeros de vida con los que algún día soñaron. Las presiones de la sociedad o de la familia en ocasiones, llevan a muchas a tomar decisiones apresuradas para emprender un proyecto de vida del que ellas ni siquiera están seguras de querer; simplemente está tan idealizado el hecho de esperar la pedida de mano, el anillo, el vestido de novia, la fiesta del matrimonio, la luna de miel, como si eso representara el verdadero desafío que significa construir un plan en pareja, sin hablar de lo que significa traer hijos al mundo.
Y es allí cuando se cae en círculos viciosos de los que no es fácil, mucho menos, simple salir. No se puede juzgar a ninguna mujer por permanecer en relaciones que son dañinas, por insistir al lado de hombres narcisistas, por tratar, por perdonar una y mil veces para salvar la familia, y por pensar en los hijos. No se puede. Lo que sí se puede es ahondar sobre este tipo de problemáticas para entender y para ser realmente empáticas y crear ambientes seguros de género con el fin de que cada vez sean menos las mujeres que tienen que padecer estas relaciones peligrosas que dejan tantas secuelas negativas e influyen no solo en ellas mismas, si no que tienen un impacto importante en su entorno.
Seis meses después
Paula pudo encontrar algo más de estabilidad con su trabajo y encontró un apartamento donde vive actualmente con su hija menor Carolina con quien tiene un lazo muy especial. La relación con sus hijos mayores no ha avanzado. Lamentablemente, ellos siguen culpándola por la ‘destrucción’ de lo que para ellos era su familia, y aunque esto ha sido muy retador para ella, ha ido aceptando la situación y ha entendido que es imposible forzar las emociones. Espera con paciencia el momento adecuado para reencontrarse con sus hijos en un contexto de sanación que les permita a los tres reconocerse, perdonarse y restablecer esos lazos que son inquebrantables.
Una tarde cualquiera Paula estaba en el estudio de su casa trabajando, su teléfono sonó; era su padre.
Paula: ¡Hola papi! ¿Cómo estás?
Fernando: Bien mijita, acá leyendo noticias, informándome acerca de lo mal que va este mundo, ¿pero yo bien y tú cómo estás? ¿Cómo va el trabajo?
Paula: Bien papi, lenticas las cosas, pero voy con mucha energía. He podido hacer nuevos contactos, me doy cuenta de que cuando entro en comunicación con personas que también están en este ambiente, reciben con mucho agrado la actividad a la que me dedico; creo que trabajar con materiales sostenibles cada vez tiene más eco en la gente. Es un proceso, pero vamos bien, por lo menos optimista. Carito está bien, estudiando juiciosa y gracias a Dios bien de salud, que es lo más importante. ¿Y Rossana?
Fernando: Bien, mijita. Eso parece una loca. No para en esta casa, entre el trabajo que tiene, el proyecto en el que está trabajando con la compañera de la universidad y las visitas a los niños, prácticamente no le queda tiempo para nada. A veces la veo medio decaída porque extraña mucho a los niños, se siente culpable, pero ella sabe que Fabio es un excelente papá. Por ese lado está tranquila, pero tú sabes bien el peso que reciben las mujeres cuando les toca darles la custodia de los hijos al papá. Es como si cometieran un crimen. Yo le hablo mucho, le digo que no se sienta mal y que piense que todo lo que está haciendo es por ella y por sus niños con quienes estoy seguro de que en algún momento va a volver a vivir. En eso es que debe pensar. La que me llamó por ahí fue tu mamá.
Paula: ¿Ah sí? ¿Y qué dice?
Fernando: Pues qué va a decir, mijita. Me llama dizque a pedirme plata porque dio con un inquilino super incumplido y que le tiene ese apartamento vuelto un chiquero. Yo le dije que no tengo plata y que no tengo por qué darle un peso, allá ella con sus problemas. Quería que me fuera de ahí hace mucho rato que porque le estaba quitando un ingreso, y ahora dio con ese que ni le paga y encima le está acabando la casa. No es mi problema. Me parece que anda muy sola, no sé. Me dio esa impresión. Me preguntó por ustedes y le dije que estaban muy bien y antes de que empezara con su sartal de energía negativa, la corté y le dije que tenía que salir.
Paula: Bueno, pues eso era lo que ella quería. Quedarse sola para poder vivir su vida como le diera su gana; creo que hasta con Hugo ya no se ve tanto.
Fernando: Pues creo que no. El como que anda muy ocupado trabajando, Lina y Santiago ya no tienen ganas de andar visitando a la abuela así que se han alejado un poco. ¿Y Hugo siguió molestándote, hija?
Paula: Yo ya no puedo ocuparme de sus estupideces. Cada vez que puede trata de ponerme una piedra al frente, pero estoy muy concentrada en salir adelante para pararle bolas a ese imbécil. Le cogí fastidio, no lo soporto, me da pereza todo lo que tiene que ver con él. Me aburre profundamente; él está convencido de que yo no puedo vivir sin él o que no soy nadie sin él y cree que en algún momento lo voy a volver a buscar. No sé cómo puede haber gente tan tarada en este planeta. Hablo con él lo necesario de los niños y ya. Con eso de la empresa me tiene hasta la coronilla, pero él verá. Yo sigo trabajando, sigo con mis dibujos y aunque no ha sido fácil, la terapia me ha ayudado a salir poco a poco de ese infierno en el que caí.
Fernando: Así es mijita. No te dejes intimidar y no pierdas el foco que así vas bien. Imagínate que tu tío Carlos, que es con el único que hablo de esa familia, me dijo en estos días lo había visto y le pareció que está medio decaído, como flaco, un poco dejado y que le dio la impresión de que aunque él siempre quiere dar esa imagen del bueno, del que todo lo puede, lo vio bajoneado. Puede que él te haga pensar que tú te mueres por él, pero eso no es nada más que un intento de manipulación para ver si vuelves a caer. En el fondo él sabe que tú ya no eres la misma, y eso es lo que debe seguir pensando. Libérate de esos pesos y de esas prevenciones mijita. Deja de pensar en la próxima movida, o en lo que él quiere, o en lo que él espera, o lo que hace o dice. Deja ir a esa persona; no te aferres más a tu pasado, tampoco te culpes. Tu creíste en él porque cuando llegó a tu vida a conquistarte se mostró como un príncipe, te enamoraste y caíste en una red de la que casi no puedes salir, pero saliste. Ahora que estás afuera no pierdas el tiempo volviendo a mirar esa telaraña y más bien enfócate en lo positivo que viene para ti y cree en eso.
Paula: Papi, gracias por todo. De verdad que tus palabras son muy importantes para mí. Es cierto, debo creer más en mí y en todo lo que he logrado. Nada más el hecho de haber salido de ese suplicio es demasiado. Es que a veces la gente me dice que soy un ejemplo de que sí se puede, que soy una dura, que no sé qué y yo no creo. Lo que yo creo que es que me tocó experimentar eso y no sé ni de qué manera logré salir a la orilla. Creo que aún no he salido, que todavía me falta y no me creo tan especial.
Fernando: Pues lo eres Paula, y espero que logres convencerte de ello.
Paula: Papi, voy a tener que dejarte porque está sonando el citófono y es Margarita que viene a tomar onces. Hace rato que no nos vemos. Hablamos luego.
Paula terminó la conversación con su padre, le abrió la puerta a Margarita quien llegó con un mercado completo para hacer unas onces increíbles y se sentaron a chismosear y a actualizarse. Los encuentros con su prima siempre eran divertidos, se reían mucho. Margarita le contaba todas las aventuras que tenía con los hombres que conocía en las aplicaciones, se morían de risa de ver cada caso humano; de ahí pasaban a temas más profundos, reflexionaban acerca de la vida, de los problemas, de los inconvenientes, de Hugo, de los gastos, en fin, de todo lo que hace parte de la rutina de la vida de cualquier persona. Lo importante era que habían construido un espacio en el que podían contarse todo sin tapujos ni vergüenzas y para Paula era un escape y una forma de exorcizar los demonios que todavía la perseguían. Paula recordó algo que quería comentarle a su prima para ver qué opinaba.
Paula: Oiga, imagínese que yo estoy metida en un grupo en Facebook de puras viejas. Es un grupo chévere porque se hace networking, pero también se convirtió en un espacio de desahogo, entonces las mujeres cuentan sus problemas, algunas de manera anónima, otras con nombre propio y todas opinan, dan consejos, en fin. Es una comunidad interesante. No sé por qué, pero me siento acompañada. El caso es que desde hace un tiempo una de esas viejas, que, entre otras, no vive acá en Colombia, le dio por compartir unas historias de mujeres. Ella dice que son basadas en la vida real. Entonces por ejemplo cuenta la historia de Catalina, de Alejandra y así. Pues varias nos hemos enganchado con esos relatos porque son cosas que le podrían pasar a usted, a cualquiera. Es más, usted podría ser perfectamente la protagonista de una de esas historias.
Margarita: ¡Jah! ¡Pero ahí sí deben aclarar que es para mayores de 21! Jajajaja
Paula: jajaja Bueno, pero el tema va a que me he sentido como con ganas de contactarla para contarle mi historia a ver si de pronto ella quiere escribirla. ¿Usted qué opina?
Margarita: ¡Pues claro! ¡De una! La historia suya, querida Paula, supera cualquier novela de ficción. ¿Pero ella solo cuenta historias reales?
Paula: Dice que están basadas en historias reales, pero obviamente hay mucha ficción. Me gustaría hacer la prueba de contactarla. Lo peor que puede pasar es que me diga que no.
Margarita: Bueno, pero me da curiosidad una cosa: ¿Por qué quiere compartir su historia, Paula?
Paula: No lo tengo muy claro y creo que podría terminar de entenderlo cuando yo misma la lea. Creo que sería un modo para despedirme de esos momentos tan difíciles por los que he pasado, sin embargo, siento que la mayor motivación es que ojalá tantas mujeres que apenas están iniciando relaciones peligrosas con hombres narcisistas, salgan de ahí antes de que sea demasiado tarde. Es que yo duré mi vida entera al lado de un hombre que me hizo todo el daño del mundo, y recuperarme no ha sido nada fácil. Las secuelas que dejan esas relaciones son muy profundas y no sé porque ahora me dan ganas de hablar con las mujeres y quisiera preguntarles si están bien con sus parejas, si se sienten seguras, si se sientes libres, si son independientes; en el caso de tener que dejar a un hombre, si tienen cómo hacerlo, en fin, es que creo que no nos preparamos porque damos por hecho que ese matrimonio va a ser para siempre, y puede que sí, pero no sabemos en qué momento la rueda gira y nos deja sin más alternativa que irnos y es ahí cuando nos invade el miedo porque no hicimos nada durante todos esos años para tener un colchón donde caer en caso de que tengamos que salir corriendo. No hicimos un ahorro, no nos preocupamos por pensar en nosotras, en nuestra independencia y cuando nos cae la tempestad encima, nos damos cuenta de que estamos solas, sin un peso, con unos hijos de los que no nos queremos separar, pero a los que no podemos mantener. Y ahí llegan los sacrificios. Tenemos que irnos con una mano adelante y otra atrás, mirar cómo empezamos de ceros con los años encima cuando decir que nos hemos dedicado a nuestra familia no tiene ningún valor, o peor aún como en mi caso, que aunque sí trabajé parecía más una secretaria y todos los créditos se los llevó el maldito perro ese de Hugo. Es que no, Margarita, no podemos seguir así. No sé, usted puede pensar que estoy loca, que pido mucho, pero creo que compartir mi historia puede hacer evidenciar lo cruel que puede llegar a ser la vida real, lo vulnerables que somos y en un segundo podemos perderlo todo; nos puede desvirtuar hasta lo más sagrado que es dizque el amor que una mamá tiene por sus hijas. A mí me tocó una mamá peor que la madrastra de la Cenicienta, entonces no se puede dar todo por sentado. Uno no puede comerse el cuento de la familia ideal y de los cuentos de hadas. La vida es algo más que lo que vemos en las fotos lindas y parece que estamos tan inmersos en la superficialidad que se nos olvida el verdadero sentido de vivir.
Margarita: Pues me encanta. ¡Contáctela de una y si le dice que sí, me tiene que compartir la historia! ¿Sabe qué se me ocurre, Paula? Usted debería encontrar la manera de exponer sus dibujos. Al final es una manifestación artística a través de la cual usted cuenta su historia, son obras realmente representativas y significativas y usted sabe que tiene mucho talento. Mire a ver si de pronto ésta puede ser la oportunidad de salir del cascarón y mostrar su arte. ¡Qué tal que salga algo chévere de ahí! No sé, que pueda hacer una exposición, que pueda participar en una feria, que pueda exponer sus cuadros en oficinas o edificios, ¡o que termine haciendo un libro con su verdadera historia y que la gráfica sean sus dibujos! ¡Wow! Sería increíble. De todos modos, le digo una cosa, lo más interesante es que puede ser un ejercicio muy revelador para usted. Ver las reacciones de la gente, los comentarios, lo que piensan otras personas de su historia tal vez la puede ayudar a confrontarse un poco más con todo lo que ha logrado y le puede confirmar la gran mujer que es. Eso jamás lo puede poner en duda.
Paula: Pues no se diga más. Le voy a escribir a esta mujer y le voy a preguntar si le gustaría escribir mi historia.
Fin.
Querida ‘Paula’:
Te agradezco infinitamente por haberme contactado, por tu confianza, por abrirte conmigo y contarme una gran e importante parte de tu intimidad. Ha sido una experiencia muy interesante para mí y espero haber transmitido el mensaje que querías. Te repito que te admiro, respeto tu proceso y estoy segura de que vienen grandes cosas para ti. Mil gracias por compartir tu testimonio, no sabes lo importante que esto puede ser para nuestra comunidad. No dejes nunca de creer en lo maravillosa y fuerte que eres.
Tatiana