Paula le mandó una mirada a Hugo como pidiendo ayuda. Fue a coger el vaso con agua que tenía en frente y casi lo tumba de los nervios que sintió. En su mente no podía creer que encima de que su mamá tiene esos hobbies tan particulares, se atreviera a compartir algo semejante delante de toda la familia.
Elsa: Estuve en el Bingo nuevo que pusieron en la zona rosa. Me encantó. Rossana, tenemos que ir. Vieran lo elegante, la comida exquisita, los cocteles muy buenos, de verdad me gustó mucho ese sitio.
Lina: ¡Ah! Pues mis papás también estuvieron anoche en la zona rosa. Parece que los adultos de esta familia tienen más vida social que nosotros. Abuela, la próxima los invitas a ellos porque no se demoraron nada dizque porque les daba miedo el guayabo. ¿A qué hora llegaste tu abuela?
Elsa: Como a la una de la mañana. ¡Ah, no! Es que cuando yo salgo es para pasar bueno y para divertirme. Si es para ir y volver, mejor me quedo en la cama. ¡Qué tal! ¿Y ustedes dónde estaban?
Hugo: En un bar de esos de la zona T. Nos tomamos un traguito y ya, era como para dar una vuelta.
Rossana: Mamá, ¿y con quién estabas?
Elsa: ¡Pues con quién más! Con Stella y Marito. Mis eternos compañeros de juego. Acá vinieron y me dejaron en la puerta de la casa.
Hugo en ese momento soltó una carcajada. Todos lo miraron y nadie entendía por qué la risa.
Hugo: No, perdón, es que me da mucha risa que tratan a Elsita como si fuera una niña chiquita. Le piden muchas explicaciones.
Elsa: Gracias Huguito, exacto. No han entendido que yo tengo una vida, que me gusta salir, divertirme y tengo agenda social. Si ustedes no la tienen eso no es problema mío.
Santiago: Pues yo estoy de acuerdo con Lina. Abuela, la próxima vez que vayas invitas a mis papás.
Elsa: No, mijito. Ese plan a ellos no les gusta. Les parece de viejitos. Ellos prefieren más acción, ¿cierto Paula?
Paula se quedó inmóvil mirando a su mamá. Por un momento sospechó que a diferencia de lo que ella había creído, Elsa los había alcanzado a ver en ese sitio y sentía que se estaba derritiendo en esa silla. Para evitar el silencio incómodo, su esposo se lanzó a contestar.
Hugo: Noooo, para nada plan de viejitos. Tu sabes que a Paula no le gusta jugar, ese programa la aburre un montón, y pues a mi tampoco es que me llame mucho la atención. Si tus nietos te están pidiendo que nos invites es porque últimamente hemos estado muy encerrados. El trabajo y la rutina nos tienen presos en la casa. Cuando tengo intenciones de decirle a Paulita que hagamos algo, llego muy cansado y se me va el impulso. Acá nadie se está volviendo más joven, todo lo contrario, jajaja.
Elsa: Pues en esta mesa soy casi la mayor y tengo una cantidad de cosas qué hacer. Que no se les pase la vida trabaje y trabaje. Cambiar de actividad también es descansar, no siempre hay que acostarse a dormir. Miren a ver porque la vida pasa muy rápido.
Fernando estuvo en silencio todo el tiempo. De vez en cuando miraba de reojo a Elsa. Se advertía una molestia cuando la escuchaba, pero él prefería callar, sin embargo, interrumpió la animada conversación.
Fernando: (Dirigiéndose a Paula) Mijita, ¿será que puedes venir a revisar el computador a ver qué es lo que le pasa como te había dicho?
La solicitud de Fernando no pudo llegar en mejor momento. Paula se paró como un resorte y le dijo que claro, que fueran inmediatamente. Elsa hizo notar que faltaba el postre, pero ella insistió en ir a mirar en ese instante y el postre lo dejaba para después. Volteó a mirar a Hugo y le dijo que la acompañara. Los tres se retiraron y se dirigieron al apartamento del papá. Cuando entraron, Fernando les dijo que ahí estaba el computador, que él iba al baño un momento. La pareja quedó sola en el pequeño estudio y Paula no pudo contenerse.
Paula: Hugo, ¿tú estás loco? ¿Por qué soltaste esa carcajada?
Hugo: ¡Ay, perdón! Pero es que de imaginarme a tu mamá con Stellita y Marito en el bar swinger no pude contenerme. Jajajaja. ¿Te imaginas a Stellita toda emperifollada con sus blusas de moños y en plena acción con Marito en esa cama? Jajajajaja
Paula: ¡Hugo, por Dios! Es obvio que mi mamá no estaba con ellos. Eso me pone a pensar mucho. Hasta donde tu me dijiste a ese sitio uno solo puede entrar emparejado. ¿Con quién diablos estaba ella ahí? Y otra cosa, esos comentarios tan raros que hizo ahí en la mesa. ¿Qué tal que si nos haya visto?
Hugo: Primero, debimos esperar un rato más para poder confirmar con quién estaba ella, pero como tu te pusiste como loca, pues perdimos la oportunidad. Segundo, no nos vio. Lo que pasa es que tú estás paranoica. Paula, duramos en ese salón al lado de la puerta no más de tres minutos y que pena contigo, pero tu mamá estaba super concentrada en lo que estaba pasando en esa cama gigante. Ella en ningún momento se volteó hacia donde nosotros estábamos.
Paula: No sé, a mi esta situación me dejó super friquiada. Me quiero ir ya. Me siento muy incómoda. Mira a ver qué es lo que le pasa a este pinche computador y vámonos.
En ese momento sintieron que Fernando se estaba acercando y cambiaron el tema. Hugo se concentró en el computador y empezó a revisar lo que pasaba. Mientras tanto Paula le preguntó a su papá cómo estaba, si le hacía falta algo y se pusieron a hablar del más y del menos. Hugo en su búsqueda abrió el navegador y cuando Paula se giró para mirar la pantalla y preguntarle si ya había encontrado qué pasaba, Hugo lo cerró inmediatamente con bastante afán, miró a Paula y le dijo que si, que era que estaba pendiente de actualizar el antivirus y el sistema operativo. Paula lo miró con sospecha porque se dio cuenta que cerró todo y lo notó algo nervioso, pero calló y le dijo que actualizara esas cosas rápido a ver si se podían ir.
Fernando: ¿Mijita, pero por qué se quieren ir tan rápido? Nos falta el postre que ustedes trajeron y el cafecito. Dejen tanto afán.
Paula lo miró con ternura y le dijo que bueno, que fueran a comerse el postre todos. Le dijo a Hugo que se apurara y que lo esperaban en la sala para tomarse el café. Hugo asintió y le dijo que tan pronto lo dejara listo se iba para allá.
Paula regresó a la sala con su papá, antes pasó por el postre y se sentaron todos. Elsa preguntó por Hugo, ella le dijo que le estaba arreglando el computador a Fernando y dijo que entonces aprovechaba para pedirle un favor y se fue a buscarlo.
El resto de la familia se quedó disfrutando del postre y del café y se generó una de las escenas que normalmente se repiten en esa casa y la razón por la cual Paula no ama esos eventos. Su hermana Rossana sentada en el sofá tomándose su tercera o cuarta copa de vino gritándole a su esposo un caudal de regaños. ‘No les des el celular a los niños, ya jugaron el tiempo que les correspondía. Acuérdate que Salvador, (el niño) no se comió todo entonces no puede comer postre, ahora no es que te dejes convencer. Y nada de recibir dulces ni chocolates (mirando a su papá). Con ese juguete ya saben que no pueden jugar, etc.’ La lista era interminable y el tono que usaba era insostenible para Paula. Era difícil contenerse cada vez que su hermana empezaba con la arenga de instrucciones y de órdenes que impartía a toda la familia. Le daba una pena horrible con su cuñado y se preguntaba una y otra vez cómo y por qué se aguantaba ese maltrato sistemático.
Esta vez Paula estaba tan distraída con el tema de su mamá que decidió pasar por alto a su hermana y se quedó en silencio. Sus hijos se habían ido para el cuarto de la abuela a ver televisión o a hablar con sus amigos, o a hacer cualquier cosa que no fuera estar ahí.
Por fin llegaron Elsa y Hugo, se sentaron. Hugo le dijo a Fernando que ya le había quedado listo el computador y que todo estaba ok. Fernando le agradeció, terminaron el postre, el café y Hugo empezó a recoger los platos, Paula se paró para ayudarlo y se fueron juntos para la cocina a llevar todo. En la cocina Hugo se quedó mirando a Paula y le dijo:
Hugo: No sabes lo que encontré en el computador de tu papá.