Alejandra trató de voltearse, Diego le cogió con fuerza la mano y empezó a correr con ella sin girarse. Sandra alcanzó a Camilo y lo tumbó al piso y se le montó encima. Alejandra y Diego entraron al edificio, el celador salió inmediatamente, Sandra tenía inmovilizado a Camilo. Le esculcó el bolsillo y tenía un frasco con un líquido. Le pidió al celador que llamara urgente a la policía. Mientras tanto se acercaron varias personas, los celadores de otros edificios y ayudaron a Sandra a mantener controlado a Camilo, aunque no hubiera sido necesario. Sandra era una guerrera, era una mujer fuerte y no tenía miedo de nada, mucho menos de semejante personaje. La ira que tenía era la que le había dado la fuerza para tener a Camilo sin poder ni siquiera hablar. Cuando llegaron los agentes de la policía les entregaron el frasco, se hicieron cargo de Camilo, preguntaron qué había pasado y siguieron el protocolo que deben cumplir en casos como esos. Sandra no se retiró ni un segundo de la escena, se dio cuenta de todo lo que hacían los policías, pidieron unos refuerzos y al rato regresaron con la noticia que Sandra se temía. Lo que contenía ese frasco era ácido. Camilo ya se encontraba dentro de una de las patrullas y dos de los policías entraron en el edificio para hablar con Alejandra quien estaba consternada e incrédula, no terminaba de asimilar lo que acababa de pasar. No había tenido el tiempo ni siquiera para asustarse.

Contesta a todas las preguntas que le hacen los policías, le dicen que lo que debería hacer es proceder a realizar la denuncia en la Fiscalía; aunque el ataque no lo alcanzó a concretar, era evidente que esas eran sus intenciones, había testigos y tenía el producto en su bolsillo. También debía ponerle una caución y el proceso dictaría la respectiva sentencia. Los policías le explicaron que afortunadamente esta vez no sucedió nada, que lamentablemente estos casos cada vez eran más frecuentes y que había muchas mujeres que decidían no denunciar por miedo a represalias, por falta de confianza en las instituciones, por tiempo y/o recursos, pero ellos insistieron en la importancia de no dejar estos casos así porque un personaje de este calibre iba a seguir haciendo daño; esta vez ella se había salvado, pero seguramente en el futuro podría haber otra víctima. Llegaron a recomendarle que realizara una denuncia pública. Le dijeron que el impacto que este tipo de denuncias tienen con la ayuda de las redes sociales, en algunas ocasiones afectan mucho más a los victimarios que los mismos procesos judiciales, en cuanto estos procesos de alguna manera protegían el anonimato, no porque tuvieran que hacerlo, sencillamente porque el ciudadano común no va a los sitios web de las instituciones públicas a consultar las denuncias que hay en curso, a no ser que haya algún tipo de interés particular.

Alejandra todavía no terminaba de procesar toda la información. Finalmente, dice que va a llamar a su abogada y va a realizar todos los procesos legales necesarios y que no tiene ninguna intención de dejar este ataque impune. Los policías le dicen que no es extraño que se trate de su exesposo, puesto que la mayoría de las agresiones, de feminicidios, de ataques con ácidos, etc., son perpetrados por las parejas o ex parejas sentimentales de las mujeres y como es evidente, esto no tiene estrato social, ni raza, ni religión, ni categoría alguna que encasille a los agresores. Incluso, le dijeron que estaban recibiendo últimamente muchas denuncias de mujeres de estratos altos que por fin estaban entendiendo que el maltrato sistemático, que no siempre está asociado a los golpes, sino también el maltrato psicológico y económico, son comportamientos que a la larga pueden exacerbar cierto tipo de rasgos en las personalidades que en la mayoría de las ocasiones, ni las mismas parejas se dan cuenta hasta cuando es demasiado tarde.

Alejandra agradeció mucho a los policías por haberse tomado el tiempo de asegurarla, de aconsejarla y de decirle todas estas cosas pues ella nunca se hubiera imaginado que Camilo, un hombre con el que compartió varios años de su vida, fuera capaz de hacerle tanto daño. Los policías le decían que normalmente el pensamiento de estos personajes es: si no es conmigo, no es con nadie más. Prefieren asesinar o desfigurar a su expareja con tal de arruinarle la vida entera e impedir que vuelvan a estar con otro hombre. Uno de los policías le dijo a Sandra que había sido muy valiente, pero que debía tener cuidado porque ella no sabía con quién se podía encontrar y que hubiera podido salir muy mal librada de toda esa situación; de todos modos, le dijeron a Alejandra que efectivamente Sandra le había salvado la vida porque lamentablemente algunas veces los ataques con ácido también terminan en muerte.

Sandra volteó a mirar a Alejandra, sonrió, la abrazó y le dijo que en realidad quien le había salvado la vida había sido Juliana. Si no hubieran tenido esa conversación con ella, cuando vio a Camilo bajarse del carro le hubiera parecido normal y no hubiera reaccionado como lo hizo. Era obvio que le quería hacer algo malo y cuando ella se dio cuenta que tenía algo en el bolsillo pensó inicialmente que fuera un arma, pero después alcanzó a identificar que era un frasco y supo que se trataba de ácido. Sandra viene de un pasado donde ha visto de todo y ha tenido que defenderse sola desde muy pequeña, vivió y creció en un barrio donde fue testigo de mucha violencia y aprendió a identificar el peligro y a responder para proteger su integridad.

Diego estaba pasmado, caminaba para un lado y para el otro, se cogía el pelo, las miraba, les decía que le iba a dar un surmenage, que se sentía en un capítulo de Séptimo Día, que no podía con tanto; en medio del drama, a Alejandra y a Sandra les daba entre ternura y risa verlo. Finalmente, la policía abandonó la casa de Alejandra, ya habían trasladado a Camilo a una URI, Alejandra se comunicó con su abogada, quien le explicó cuáles eran los pasos a seguir y se pusieron una cita para ir a la Fiscalía a poner la denuncia formal.

Mientras todo esto pasaba François la había llamado varias veces, ella por obvias razones no había podido responder, cuando tomó su celular para devolverle la llamada, se adelantó él, le dijo que estaba a punto de embarcar, que estaba triste porque no iba a poder despedirse de ella, que menos mal le había contestado. Alejandra le dijo que se le había presentado un inconveniente en el edificio donde vive y que estuvo ocupada tratando de resolverlo pero que ella también quería despedirse de él. Se mandaron mil besos, François hizo que le prometiera que iba a revisar los vuelos y que apenas llegara a Paris, la iba a llamar.

Cuando cuelga el teléfono, Sandra y Diego la miran con una expresión esperanzadora, le dicen que menos mal que apareció este francés hermoso que le hace brillar los ojos. Sandra le dice que le encantó y que los amigos se portaron super bien con ella cuando se quedó con ellos, que le dijeron que François era un gran tipo, en fin. Ella también quedo muy buena impresionada. En realidad, se veía que solo fluía buena energía de ese grupo de periodistas franceses.

Alejandra: No, es que yo también quedé tragada no solo de François, sino de todos, pero él no tiene ni idea de todo lo que me ha pasado últimamente. Sabe lo de mi mamá obviamente, ¿pero se imaginan cuando sepa del video, de este loco demente de Camilo, de la familia de mierda de mi papá, de la forma en la que salí de la empresa en donde trabajé por anos, de Carlos? ¡No, por Dios! Quién se va a meter con una mujer así, fuera de eso le oculté todas esas cosas, me dirá que por qué no se las conté, no, mejor dicho, todo mal. Yo no me puedo ilusionar con alguien que no sabe ni la mitad de lo que me ha pasado, sobre todo porque son cosas muy fuertes.

Sandra: ¿Pero es que tú eres boba o qué? Primero, lo viste dos días y estaban absolutamente embelesados que no había tiempo ni espacio para contarle esas cosas. No es que se las ocultaste, simplemente no era el momento para hablar de todo eso, además porque no se sabía que iba a haber esa química tan fuerte y la verdad, no son cosas como para que nadie te ande juzgando Alejandra, mucho menos creo que François se ponga en esas.

Alejandra: Es que no es por el juicio, es por el equipaje. Yo voy a tener que lidiar con estos procesos quién sabe por cuánto tiempo, voy a cargar con todo ese peso por un periodo largo, no porque yo quiera quedarme en el pasado, sino porque así funciona. Estoy en medio de un luto no solo por la muerte de mi mamá, sino también por Camilo. ¡Mírenme! Todavía estoy temblando de todo esto que acaba de pasar. Estuve a punto de ser bañada en ácido. Osea, estas no son cosas de las que uno se recupera de un día para otro. La verdad, yo no sé si quiero meterme en otro rollo ahora con François; por mucho que me guste, de pronto termino otra vez vuelta mierda. Qué tal que sea un charlatán, ¡qué tal que sea un perro, qué tal que sea casado! No, yo no sé nada tampoco de este francés aparte de que es un churro, es muy tierno y simpático.

Diego: Yo puedo entender tu paranoia, es más, me asombra que todavía estés sobria, en pie y tomando decisiones lúcidas con respecto a los procesos que debes seguir e iniciar con todo esto que te ha pasado, pero Ale, tampoco nada te puede asegurar que no pueda ser una oportunidad para ti. Independientemente de lo que sea, yo sí creo que te debes ir por un tiempo, por tu seguridad, por tu paz mental, por tu bienestar. Nosotros te vamos a extrañar, pero debes pensar en ti. Entonces no importa lo que pase con François, irte en este momento para Paris no es que te a va a hacer mal. Descansas, te diviertes, paseas, te relajas, comes croissants, crepes, crème brûlée, escargots, tomas vino. ¡Ay no, brutas, mariconas! ¡Que delicia! ¡Me quiero ir yo también! 

Entre risas, temblores e incertidumbre salen los tres amigos de la casa para ir a encontrarse con la abogada en la fiscalía y poner la denuncia formal a Camilo. Cuando están saliendo del edificio le entra una llamada a Alejandra.

Alejandra: El que faltaba: ¡Carlos!