Paula: Quiubo Rossi, ¿Cómo va?
Rossana: Pues tengo un montón de cosas para contarle. ¿Pero usted cómo está? ¿Cómo le han salido los exámenes? ¿Cómo va todo?
Paula: Muy bien, gracias a Dios. Ya estoy muy recuperada, todo ha salido bien hasta ahora así que por ese lado estoy tranquila. ¿Los niños cómo están? ¿Fabio?
Rossana: Me alegra mucho que esté mucho mejor, de verdad. Los niños bien afortunadamente y Fabio también, pero de eso es que quiero hablarle. Yo creo que usted más que nadie sabe que esa relación mía con Fabio no está bien desde hace mucho tiempo y recientemente tuvimos un problema bastante serio. Me encontró unas conversaciones con un tipo en el celular. En realidad, no era nada del otro mundo. Yo me ahuevé y le di cuerda a un man ahí que conocí por unos amigos en común; él también es casado y bueno, se podrá imaginar el problema tan grande con Fabio. Se puso como un tigre y desde que pasó eso, si la relación ya estaba en la inmunda, ahora estamos en un pozo. No nos aguantamos, peleamos mucho y siento que los dos estamos muy aburridos. Pero eso no es lo peor. Imagínese que en una de las mil peleas me dijo que mi mamá se le había insinuado varias veces. Yo no le creí; pensé que solo me quería herir, pero mi mamá fue tan descarada que cuando se lo dije no lo negó y me cogió a cantaleta. Me dijo hasta de qué me iba a morir, lo de siempre. Que nosotras no servimos para nada, que no sabemos mantener un matrimonio, que si Fabio no le paró bolas a ella es porque es un pobre huevón, pero que en cambio Hugo siempre la buscaba porque ella sí sabía cómo tratar a los hombres, que ella era experta en tener a un hombre a sus pies, que la muestra era que, aunque había sido ella la que había echado a mi papá, él no había sido capaz de largarse y que sigue pegado a las faldas de ella. Mejor dicho, me dijo hasta mierda. Fabio me había dicho que muchas veces cuando iba a recoger los niños allá, ella lo recibía en pijamas de seda transparentes, que una vez hasta le había mandado la mano para cogerle usted ya sabe qué y Fabio salió disparado. Nunca le hizo caso, pero de verdad es que no puedo creer que mi mamá pueda ser tan macabra. Yo ya tengo esa relación con Hugo destruida y no voy a decir que me morí de celos o quién sabe qué, pero es que no puedo creer que ella sea capaz de hacerle algo así a sus propias hijas.
En fin, Paula, usted no se imagina la situación de mierda por la que estoy pasando. No quiero ver a mi mamá y tampoco a Fabio, me gustaría desaparecerme, pero todo estoy me hizo pensar en muchas cosas. Entendí que para usted no debió ser fácil enterarse de ese rollo entre mi mamá y Hugo. Fuera de eso tiene envenenados a Santiago y a Lina; entre los dos no hacen sino decirles a los niños que todo fue culpa suya, que usted siempre ha estado mal de la cabeza, que cómo se le ocurrió contar una cosa de esas a toda la familia y convertirnos en la gozadera de todos, mejor dicho, unas cosas horribles. Y es que no sé si contarle lo que me dijo de Hugo una vez.
Paula: Cuénteme.
Rossana: Es horrible, pero pues es que, si de pronto le queda alguna duda en su corazón, esto le puede ayudar a quitarse eso de encima. Cómo le parece que me dijo que dizque Hugo iba a la casa de mi mamá, se entraba al cuarto de ella a tocarse para que ella lo viera que dizque porque usted no servía como mujer.
Paula: No, no le puedo creer eso tan espantoso.
Rossana: Lo peor es que me dijo que no veía la hora de contárselo a usted para ver si reaccionaba.
Paula: No, es que es una cosa peor que la anterior. Pero no entiendo por qué me está contando todo esto.
Rossana: Porque me siento muy mal con usted Paula. Toda la familia le dio la espalda, incluida yo y sé perfectamente cuánto ha sufrido. No puede ser que nos haya tocado una mamá de este calibre. Estoy muy arrepentida y quiero pedirle perdón. Yo entiendo que de pronto no podamos tener una relación buena, pero no podía quedarme con eso atravesado.
Paula: Rossi, no se preocupe. Efectivamente esto ha sido horrible para mí, afortunadamente tengo a mi Caro y a Margarita que me han ayudado tanto y no me dejaron sola, de otra forma no creo que estaría contando esta historia. Yo ya me arriesgué y me largué de ese infierno de relación con ese animal. Eso que me contó de mi mamá a lo que me ayuda es a cortarla a ella de raíz; yo con Hugo no quiero volver ni a bala, pero no le niego que muchas veces siento ese impulso raro de llamar a mi mamá, de hablar con ella, de pedirle alguna explicación para ver si de pronto me pide perdón, pero definitivamente eso es tiempo perdido. Pero usted Rossana, ¿qué va a hacer si ya no se aguanta a Fabio? ¿Qué ha pensado?
Rossana: Pues mire cómo es la vida. Al final, verla a usted y aceptar la crueldad de mi mamá me hizo cambiar el chip. Yo no quiero que mis hijos tengan una mamá de la que vayan a renegar el día de mañana y no les quiero ocasionar traumas ni dolor. A nosotras nos fue muy mal, pero no hay por qué alargar la cadena. Usted sabe que yo siempre me sentí segura con Fabio y como él se muere por los niños sentía que ellos eran mi ‘salvación’ en el sentido de que él se tiene que hacer cargo de ellos y pagar la manutención, pero el tema es que si nos separamos la cosa cambia; no es que la obligación de él es mantenerme a mí. En un principio le dije que él se quedara con el niño y yo con la niña, pero casi le da un ataque. Y si, tiene razón, no puedo separar a los niños porque ellos se acompañan mucho, juegan y sería horrible. Así que me puse las pilas, Paula. Me rebusqué mi tesis porque yo había hecho un proyecto interesante, contacté a mi compañera con la que la hice y le dije que por qué no retomábamos el tema y emprendíamos. Ella está empleada en una empresa, pero no está muy contenta y me dijo que sí. Así que ya empezamos a trabajar, trazamos el plan de negocios y el plan de acción y vamos a darle para adelante con el proyecto. Yo estoy muy entusiasmada y sé que nos puede ir bien porque es una cosa muy innovadora y bueno, no es fácil, pero hay que intentar. Lo hablé con Fabio, me dijo que le parecía bien. El está muy herido conmigo y lo entiendo; yo no la pude cagar más porque no pude. Pero estoy dispuesta a sacar mi vida adelante, no puedo seguir dependiendo de él y creo que todavía estoy joven para poder hacer mis cosas. Tomamos una decisión que me parte el alma en mil pedazos, pero por ahora, es lo mejor. El se va a quedar con los niños. Es con él que van a tener estabilidad; yo empezando no puedo garantizarles un bienestar. Por ahora voy a ir a visitarlos; me dijo que podía ir cuando quisiera y eso me da mucha tranquilidad y yo estoy buscando una habitación. Me conseguí un trabajo de medio tiempo y por ahora podría costearme eso, pero tengo que arrancar y es la única manera que tengo para obligarme porque si sigo ahí me quedo anclada. Después de ver que usted fue capaz de irse, de seguir trabajando, de sobrepasar esta enfermedad me llenó de ánimo, Paula, y se lo tenía que decir. Usted es una mujer que es inspiración para muchas y de corazón le digo que la admiro y siento mucho respeto por usted.
Paula: (Llorando) Dios mío, Rossana, no puedo creer que me esté diciendo todo esto. No sabe cuánto me alegra este cambio suyo, me siento tan orgullosa, qué felicidad tan grande siento por usted. Tenga la plena seguridad que va a volver a vivir con sus hijos, pero lo más importante ahora para las dos es estabilizarnos profesionalmente y salir adelante para no tener que depender de ningún marica el resto de nuestras vidas. Que esto nos sirva de lección.
Rossana: (Llorando) ¡Total! Cuando sea el momento, sus hijos van a entenderla y van a volver a su lado; confíe en eso. Nos tocó muy duro con esa mamá, mk. Nos jodió la vida, pero estamos a tiempo de rehacerla.
Las dos hermanas se dieron un abrazo, lloraron, y en ese momento, le entró una llamada a Paula. Era su papá.