Catalina apenas ve a Angela rompe en llanto y en medio de los sollozos trata de explicarle a Angela su presencia.

Catalina: Ay, ¡Angela!, yo sé que ya va a llegar esta señora pero es que no sé qué hacer. Me estoy enloqueciendo, soy una estúpida. ¿Cómo pude dejar que esto llegara a este punto? ¿En qué momento me dejé enredar por este tipo? ¿Qué me pasó? Me siento como una arveja tirada en un rincón de la cocina. Cuando tú te fuiste Andrés me escribió otra vez y hablé con él.

Angela: ¿Qué? Espera, ven, vamos a la oficina de Mauro o ¿tú quieres estar en el almuerzo con Laura? No creo que sea muy buena idea.

Catalina: ¡No! ¡Cómo se te ocurre! Es que no sabía qué hacer, a dónde ir. Si, vamos a la oficina.

Ya en la oficina retoman la conversación.

Angela: Pero ¿qué te dijo Andrés?

Catalina: El insiste con su versión. Que se cruzó un par de mensajes con Mariana y ya. Que nunca me hubiera mentido de esa forma y que todo lo que me había dicho era cierto. ¿Qué te dijo Mariana?

Angela: Una cosa totalmente diferente.

Catalina: ¿Pero al menos se hablaban en la vida real? ¿Se mandaban fotos? ¿Mensajes de voz?

Angela: Si, Cata. No se hablaron en vivo nunca. Pero se mandaron fotos y Mariana dice que él le mando un par de mensajes de voz.

Catalina: Dime que estoy loca, pero yo no sé por qué le creo a él. Necesito ver esas fotos, oír esos mensajes. Necesito saber si de verdad era él.

En ese momento uno de los empleados del restaurante entra en la oficina y le avisa a Angela que llegó la señora con la que tiene el almuerzo.

Angela: Cata, ¿qué hacemos? ¿Quieres esperarme acá? ¿O le digo a uno de los meseros que te acompañe a dar la vuelta por el patio y sales por el otro lado?

Catalina: No. Yo te espero acá.

Angela: Ok. Entonces te mando un mesero para que te traiga lo que quieras y almuerzas acá, ¿vale? Trata de calmarte. Después hablamos con calma porque a mí hay algo que me no me cuadra en todo esto.

Catalina: Ok. Me voy a calmar y por favor, Angela, trata de sacarle información a esta mujer a ver si podemos desenmarañar este rollo tan tenaz.

Angela se va para el comedor principal y encuentra a Laura inmaculada, con una sonrisa que la iluminaba entera y los ojos brillantes. Se dan un abrazo como dos viejas amigas que no se ven desde hace mucho tiempo. Y mientras les llevan el menú y las atienden empiezan la famosa actualización:

Laura: ¡Angela, qué alegría verte! ¡Estás divina como siempre!

Angela: ¡Mira quién lo dice! ¡Qué bueno que logramos este encuentro! Siéntate por favor.

Laura: Oye, el restaurante está super bonito, ustedes como siempre cuidando cada detalle. ¡Te felicito! ¿Cómo está Mauricio?

Angela: Gracias Laura. Tú sabes que este restaurante es nuestro hijo consentido y hacemos lo posible por cuidar cada rincón. Mauro bien. Precisamente se fue para Barranquilla porque nos asociamos con unos amigos para abrir un restaurante allá y bueno, ya sabes cómo es. Hay que estar pendientes, hacer muchas cosas y Mauro como es de intenso no se quiere perder detalle y está encima de todo y de todos. ¿Y Andrés cómo va? ¿Cómo les ha ido de vuelta en Bogotá, city?

Laura: Andrés bien. No te voy a negar que a mí me dio un poco duro el regreso, pero nos hemos ido acomodando. Afortunadamente a él le ha ido super bien y yo sigo haciendo algunas remodelaciones aprovechando los proyectos de Andrés y con los niños tengo para entretenerme.

Angela: Qué bien, me alegra. ¿Y para dónde se van la otra semana? ¿Vacaciones?

Laura: Si. Nos vamos para Orlando a los parques con los niños. Les prometimos este viaje y éste era el momento si o si. Ya estaba programado desde hace meses. Oye, pero cuéntame de Mariana. ¿Cómo está? Andrés me dijo que se separó.

Angela: Si, imagínate. Triste noticia, pero pues qué se puede hacer, a veces las cosas no funcionan entre las parejas. Problemas tenemos todos.

Laura: ¡Obvio! Cuando estuvo en mi casa me pareció tan dulce. Estuvimos hablando un montón, me contó de su matrimonio, de sus planes con el trabajo, la vi muy entusiasmada, me pareció tan linda. Lástima que nos perdimos, pero pues tú sabes cómo es la vida allá. Todos andamos corriendo. Me alegró mucho saber que está acá. Me encantaría verla. ¿Y se está quedando contigo o donde tus papás? ¿Pero vino con intenciones de quedarse o se devuelve para allá?

Angela: Esta dónde mis papás. Todavía no está clara con eso. Por ahora, yo creo que va a estar un periodo larguito. Igual, tiene todas sus cosas allá, tendrá que volver.

Laura: Claro, me imagino. Pero qué casualidad ese encuentro tuyo con Andrés, ¿no? Me dijo que estabas con una amiga que también resultó que había estudiado con él antes de pasarse a tu colegio. ¡Y uno cree que el mundo es grande, y mira todas estas coincidencias!

Angela: No, pues ni me digas que yo realmente no he terminado de digerir todo este mar de casualidades. ¿Oye, y Andrés sigue montando en bici? Por ahí veía que publicaba sus viajes en Instagram. A propósito, hace rato que no me sale nada de él en feed.

Laura: Si, claro. Yo creo que primero me deja a mi antes que dejar su bici…jajaja. ¿Sabes que yo soy cero de redes? Muy de vez en cuando entro a Instagram o a Facebook. En realidad, me aburre. Hace poco como que cerró sus cuentas porque ha tenido un montón de intentos de hackeo, y se cansó. Al menos eso me dijo. Pero claro, nos vamos para Orlando y después se va solo por quince días a montar.

Angela: Pero qué bien que tu lo apoyas con su hobbie, pocas contarían esa historia, entre esas yo. No tendría la paciencia para esos viajes así.

Laura: Son unas cosas por otras, Angela. El es un papá increíble, es muy dedicado a nosotros cuando está acá. Trabaja duro, tiene su rollo con sus espacios, pero esa es una cosa que siempre supe. El de vez en cuando necesita como ahuyentarse, tomarse sus tiempos, hacer lo que quiera y pues así lo acepté y así vamos. Tu sabes que perfecto no hay nadie, así que hay que ceder en algunas cosas.

Angela: Muy cierto. No podemos tener el paquete completo. ¿Bueno, pero quieres que te cuente lo que queremos hacer con el restaurante?

Laura: Angela, quiero ser sincera contigo. Vine porque obviamente me parecía lo correcto después de que fui yo la que te contacté y mostré mi interés para hacerte una cotización, sin embargo, después de hablarlo con Andrés pensamos que no es el momento para que yo me comprometa. Estoy trabajando en dos proyectos con él y con los niños me queda un poco pesado involucrarme en otro. Me muero de la pena contigo pero creo que es mejor ser clara. Pensé en llamarte para advertirte, pero de todos modos quería verte, saludarte, me pareció una buena ocasión para hacerlo y de una vez te lo decía en persona.

Angela: Te entiendo perfecto y no hay lío. Hiciste bien en venir porque yo también quería verte y saludarte y entiendo tus razones, ni más faltaba. Aprecio mucho que seas sincera. De todos modos tenemos que vernos todos, tienen que venir una noche con Andrés, sabes que ésta es su casa.

Laura: Gracias, tan divina. Claro que si. Voy a ir un minuto al baño.

Angela: Claro, ¿te acuerdas dónde es?

Laura: Si, perfecto. Ya vuelvo.

Angela se pone de pie. En ese momento le entra una llamada de Mauricio y se va con el celular caminando hacia el patio interior del restaurante para hablar con él tranquilamente.

Angela: Hola mi amor, ¿cómo va todo?

Mauricio: Pues bien, un miercolero todo esto, pero la obra va bien. Estoy contento. Un calor el hp, pero bueno, ¿y tú cómo vas? ¿Fuiste a ver a Mariana? ¿Dónde estás?

Angela: Si fui a ver a Mariana, esta mucho mejor. Eso me alegra tanto. Yo estoy en el restaurante, estoy almorzando con Laura, la esposa de Andrés Santamaría.

Mauricio: ¿Qué? ¿Y por qué?

Angela: No, pues después te cuento.

Mauricio: Yo no le he querido decir a Daniel que es ese man el del cuento con Catalina. El esta convencido que el apellido es Santa porque así lo tenia guardado Catalina en el celular. Bueno, pero hablando de Daniel, me dijo que si puede ir a visitar a Mariana. ¿Cuál es la habitación?

Angela: No, pues tan querido Daniel, no quiere ver a Catalina ni en pintura y ahora le entró la preocupación por Mariana. La habitación es la 304 de la Clínica Renacer. Dile que tiene que llamar primero a preguntar, mejor dicho, hay que reservar la visita porque mis papás se la pasan allá y no es como que uno puede entrar como Pedro por su casa.

Laura que está en el baño cuya ventana da al patio interno del restaurante, escucha toda la conversación y toma nota de los datos de la Clínica y el número de la habitación y sale directo a la mesa. Cuando Angela la ve desde afuera, le cuelga a Mauricio y regresa.

Laura: Angela de verdad me encantó haber venido, me voy a tener que ir porque a Andrés se le presentó un problema en uno de los proyectos y me pidió el favor de acompañarlo.

Angela: Te entiendo, ve tranquila. De verdad qué rico que viniste, me encantó verte, salúdame a Andrés, abrazos a los niños y quedamos pendientes para vernos pronto.

Laura: Si, si, obvio. Mil gracias por todo. Un abrazo enorme para Mauricio. Quedamos en contacto. Bye Angela.

Laura sale afanada del restaurante, se sube a su carro y coge su celular y busca inmediatamente la dirección de la Clínica Renacer. La encuentra, activa Google Maps y sale para allá.