Angela regresa a la habitación en compañía de su mamá. Mariana cierra el computador y Angela advierte la cara de desconcierto de Catalina. Mariana se queda con su mamá y Angela toma a Catalina del brazo y se van para el corredor.Angela: ¿Qué pasó? ¿Si era?

Catalina: Si, Angie. Si es. Yo no sé qué pensar de todo esto. ¿Pero puede haber un tipo más descarado? Es que él insiste, dice que hasta donde me contó fue el contacto que tuvo con Mariana.

Angela: Pero bueno Catalina, digamos que no es él. Que le hackeron hasta la madre a ese pobre infeliz y que todo este tiempo fue otro el que se hizo pasar por él con mi hermana. ¿De qué manera cambia las cosas? ¿Tú qué es lo que quieres o qué esperas?

Catalina: Es que no sé, Angela. No sé. Simplemente me parece tan raro todo esto. Sentirse burlado es una sensación espantosa. Y yo sé que le hice lo mismo a Daniel, lo engañé. Pero es que es tan horrible saber que caíste en manos de un personaje que se divierte con el sufrimiento de los demás, que parece que colecciona víctimas, no sé cómo explicarte. Yo no espero nada. No quiero, ni sueño con un ‘hogar feliz’ con Andrés y menos ahora que sé cómo es la esposa que tiene. Es un sentimiento distinto. Yo le dejé ver mi vulnerabilidad, me abrí, hice cosas que jamás hubiera pensado que sería capaz de hacer, no sé. Me siento como una pobre estúpida.Angela: Mira, después de ver la forma en la que ha sufrido Mariana, lo que le ha costado toda esta historia, yo te entiendo. Pero también entiendo que no puedes, ni debes seguir enredándote la cabeza. Independientemente de si es o no él, creo que está claro que no es el lugar donde deberías estar. Ustedes dos están casados. Tú tienes que resolver tu situación con Daniel, no importa si es con él o no, son cosas en las que tienes que pensar. No sé Cata, es obvio que es tu vida, son tus decisiones, yo simplemente te doy mi opinión, pero quisiera verte tranquila. Desde antes de que explotara toda esta bomba tienes una expresión distinta, te ves intranquila, sin paz. No es justo contigo. Piénsalo.

Catalina: Si. Tienes razón. Llevo mucho tiempo con una sensación rara dentro de mi. No estoy contenta, estoy conforme. Me acomodé, me acostumbré, me convencí de que así era como tenía que vivir y a toda costa quería mantener eso. A pesar de lo horrible que haya sido, y lo digo por la incertidumbre, lo que pasó con Andrés me dejó ver un lado mío que no sabía ni siquiera que tenía y eso me pegó una sacudida muy brava.

Angela: (abrazando a Catalina) Mi Cats, estoy segura que de acá van a salir grandes cosas para ti. Igual, pase lo que pase, sea lo que sea, quiero que sepas que puedes contar conmigo.

Catalina: Gracias Angie. Gracias de verdad. Ustedes han sido un apoyo increíble en estos días, no sé qué hubiera hecho sola lidiando con este tsunami.

Angela: Mira, ¿por qué no te quedas acá el resto de la tarde? Charlamos con mi mamá, acompañamos a Mariana un rato, y después te llevo a tu casa para que hables con Daniel y sigo a recoger a Mauro al aeropuerto ¿Qué dices?

Catalina: Si, vamos. El cuarteto de mujeres pasan el resto de la tarde en la Clínica haciendo visita, soltando una que otra carcajada aprovechando la presencia de la mamá de Angela y Mariana para olvidar por un rato el drama de los últimos días. Cuando Catalina entra en su casa, Daniel está sentado en el sofá con el teléfono en la mano. Apenas la ve se incorpora y la saluda:

Daniel: Hola Cataluña, ¿Cómo estás? Qué bien que ya estás acá. Mira, traje sushi para que no tengamos que pensar en nada.

Catalina: Hola, menos mal. No tengo mucha hambre, pero mejor que hayas pensado tú.

Catalina deja sus cosas, se quita los zapatos y los dos se sientan a la mesa.

Daniel: No sé ni por dónde empezar, ni qué decirte. He pensado tantas cosas, tengo tantas preguntas que siento que la cabeza me va a estallar.

Catalina: Empieza por donde quieras. Yo quiero ser honesta contigo y espero lo mismo de parte tuya.

Daniel: Lo único que se me viene a la mente de manera recurrente es ¿por qué?

Catalina: Creo que estaba aburrida Daniel. Llevo muchos años tratando de caminar en puntas de pie para no molestarte a ti, para no molestar a mi familia, a mi jefe, a nadie. Y eso significa tratar todos los días de hacer lo correcto y lo que a los otros les gusta para que estén felices y tranquilos. Cuando empecé a hablar con esta persona por primera vez sentí que estaba haciendo algo que me hacía feliz a mi. Bueno, no sé si feliz, pero por lo menos me sentía distinta. Animada, motivada, no sé, estaba descubriendo una mujer que ni siquiera sabía que vivía dentro de mi.

Daniel: ¿Pero qué te hacía daño? ¿Qué te faltaba Catalina?

Catalina: Me faltaba ser yo, Daniel. ¿Sabes que yo a ti te mentía desde hace mucho rato?

Daniel: ¿Cómo así? ¿Ya habías tenido otras historias o qué?

Catalina: No. Pero te mentía con cosas tan banales como si ya pagué un recibo o no, o si controlé los saldos de las cuentas o no, o si hice el reclamo por los cinco pesos que me cobraron de más en el supermercado, o todas las veces que me quedaba callada antes de preguntarte acerca de cualquier tema porque me daba miedo el modo en el que me ibas a recalcar lo estúpida que era mi pregunta y así va la lista Daniel.

Daniel: ¿Qué? Pero entonces eres tú la que tienes que revisarte si andas tan paranoica. Estabas yendo a una terapia y no volviste. Probablemente eso te hubiera ayudado para quitarte esos miedos de encima.

Catalina: Exacto. Para tu información nunca dejé de ir a la psicóloga porque, claro, soy yo la que tiene que ir a terapia, soy yo la que me envideo, soy yo la que soy una neurótica. Soy yo Daniel. Y sí, me convencí de eso y hoy creo que es injusto. Es cierto, tengo muchos temas en los que debo trabajar, porque todavía me asaltan las dudas y los miedos y esta tarde todavía pensaba que no podría estar sin ti, que eres mi polo a tierra, porque hay una parte de mi que aún se siente dependiente de ti. Sin embargo, tú también deberías buscar ayuda profesional y dejar de apuntar el dedo a los otros cada vez que tienes que justificar tu comportamiento tan hostil. Sobre todo conmigo, que al final traté hasta donde pude para mantener nuestro hogar e hice siempre lo que aparentemente te hacía feliz.

Daniel: Si, claro. Como ponerme los cachos, por ejemplo.

Catalina: Daniel, mírame a los ojos: ¿tu siempre me has sido fiel?

Daniel se queda en silencio y no es capaz de pronunciar una palabra.

Catalina: Ok. Entendido. Entonces te hago otra pregunta: ¿Serías capaz de intentarlo de nuevo, perdonar mi infidelidad y seguir con nuestro matrimonio?

Daniel: Pues…no sé. Cada vez que me viene a la cabeza la imagen tuya con otro tipo me dan ganas de salir corriendo, creo que no soporto la idea. Pero, no sé, podríamos tratar. Yo pienso que si.

Catalina: Yo pienso que no Daniel. Yo creo que nuestro matrimonio está acabado hace mucho tiempo. Me da pavor pensar en quedarme sola; me tiembla el cuerpo cuando me veo despertando sola en una casa sin ti a mi lado. Pero me da más miedo seguir en esta vida que al final, parece que ha sido más un intento de tener un hogar perfecto para complacer a los demás. Evidentemente ni a ti ni a mi nos ha hecho felices de verdad.

Daniel: ¿Entonces me estás diciendo que se acabó? ¿Que nos vamos a separar?

Catalina: Si. Nunca pensé que fuera capaz de decirte esto, pero estos días han sido tan raros, de tantas emociones que yo creo que en este momento de mi vida quiero estar sola y darme cuenta de lo que puedo hacer por mi.

Daniel: ¡Wow! ¡Esto es lo último! ¿Pero es que estás así de enamorada de ese huevón?

Catalina: No has entendido nada. Esto no se trata de ‘ese huevón’, como tú lo llamas. Se trata de ti y de mi. De nuestro matrimonio que ya se agotó y yo también.

Daniel: Ok Catalina. Creo que por hoy está bien y yo no te voy a rogar. Habla con tu psicóloga y trata de poner tus ideas en orden. No sé si mañana vas a ir a trabajar, pero voy a alistar mis cosas y me voy.

Catalina: Si. Mañana voy a trabajar.

Daniel: Ok. Entonces cuando llegues no me vas a encontrar y esta noche duermo en el otro cuarto.

Catalina: (en medio de sollozos) Ok. ¿Sabes una cosa? Mandé la aplicación a MSC y me llamaron hoy. Tengo la primera entrevista pasado mañana.

Daniel: Bien por ti. Hasta mañana.

Catalina se va destrozada a su habitación y en medio del llanto se queda dormida. Cuando abre los ojos, mira la hora, son casi las 7 de la mañana. Se asoma al otro cuarto y Daniel no está. Empieza a llorar de nuevo y se alista para ir a trabajar. Han pasado un par de horas. Son aproximadamente las 9 a.m., Mariana está en su habitación sola. Recibe una llamada de la recepción de la Clínica Renacer en donde le avisan que Andrés Santamaría quiere entrar a visitarla y que si autoriza su ingreso.