Catalina: Dígale por favor que me…

Recepcionista: Ay Doctora, él siguió. Qué pena, ¿lo alcanzo?

Catalina: No. No. Tranquila.

Andrés: Oye, qué pena. Me voy ya, tu tienes que trabajar y yo acá con este lío.

Catalina: No. Qué hago! Llegó mi esposo.

Andrés: ¡Lo que faltaba!

Daniel toca la puerta, pero a través de los vidrios alcanza a ver que Catalina está con alguien y espera. Catalina abre la puerta y da un paso fuera de su oficina.

Catalina: Hola, ¿qué haces acá?Daniel: Hola, perdón por venir sin avisar. Dejé las llaves de la casa adentro, o no las encuentro. Iba a sacar mis cosas. ¿Me prestas las tuyas? ¿Con quién estás?

Catalina: Con un cliente. Espera, ya te las traigo.

Daniel la sigue con la mirada y voltea a mirar a Andrés fijamente y espera con sospecha. Catalina regresa y le entrega las llaves.

Daniel: Gracias. ¿Te las vuelvo a traer acá o te las dejo en la portería? ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan nerviosa?

Catalina: Nada. No me pasa nada y no estoy nerviosa, estoy estresada. Déjamelas en la portería.

Daniel: Ok. ¿En serio estás bien? ¿Quién es ese tipo Catalina? No tiene cara de ser un cliente.

Catalina: ¡Daniel, por favor! Estoy trabajando, estamos en mi oficina. Te calmas.

Daniel: (encolerizado) Es ese hp, ¿cierto? No, pero qué ternura. ¿Ya viene a buscarte a la oficina?

Catalina: Daniel, cálmate. No tienes ni idea de lo que estás diciendo.

Daniel: Le dejo las llaves en la portería Doctora Catalina.

Daniel se va y Catalina entra en su oficina.

Andrés: Catalina, de verdad perdóname. No quería ocasionarte problemas. No sabía que tu esposo iba a venir.

Catalina: Estoy mamada. Ya los problemas me los ocasionaste. Es más, me los ocasioné yo por estúpida. Y si. No tenías que venir a mi oficina. Daniel es mi esposo y puede venir a mi oficina cuando le dé la gana, tú no. No tenías que buscarme más. Ya estuvo bien. Ve a solucionar tus problemas con tu esposa como se te ocurra. Haz lo que quieras pero déjame tranquila. No me gusta esto, no me gusta nada de lo que te rodea y no termino de creer en tí. No te conozco y no quiero seguir arriesgando la poca reserva que me queda de dignidad y de paz. ¡Ya! ¡Suficiente! Acá estoy ooootra vez conmovida con cosas que no me pertenecen, que son ajenas a mi y que quisiera tratar de remediar. Si es verdad que fue tu esposa la que se pasó por ti, está mal de la cabeza, tiene problemas muy graves y en consecuencia, tú también los tienes. Pero yo no quiero ni debo cargarme esos dramas. Desaparece de mi vida y lárgate inmediatamente de mi oficina. Adiós.

Catalina abre la puerta de su oficina y Andrés sale con un paso lento y sin decir nada se va. Sale del edificio y de pronto se le acerca alguien por detrás:

Daniel: ¡Hey! ¿Andrés?Andrés se voltea y quedan frente a frente.

Daniel: ¿Quiubo hermano, usted es Andrés Santamaría?

Andrés: ¿Cómo le va?

Daniel: Bien, ¡bobo hp!

Daniel le pega una trompada a Andrés, se sacude la mano y se va. Andrés permanece inclinado con la mano en su cara por unos segundos y cuando reacciona Daniel ya ha desaparecido de su campo de visión. Busca su carro y se va. Daniel va camino a la casa a sacar sus cosas y llama a Mauricio.

Daniel: Quiubo, mk!

Mauricio: Quiubo, ¿cómo va? ¿Dónde anda huevón?

Daniel: Mk, le acabo de pegar una trompada a Santamaría.

Mauricio: ¿Que qué? ¿Cómo así, mk?

Daniel: La loca esa estaba en la oficina de Catalina, huevón. Lo esperé afuera del edificio y cuando salió le pegue su trompada.

Mauricio: Mk, Daniel, ¿usted está bien?

Daniel: Pues claro que no estoy bien, huevón, no le puedo negar que siento un fresco después de haberle pegado a ese pedazo de hp, pero no, no estoy bien. Esto con Catalina me tiene destruído.

Mauricio: Oiga, yo voy en camino a recoger al hermano de Angela que adelantó el viaje para poder ver a Mariana. Lo recojo, lo dejo en la clínica y nos vemos. Le caigo a su casa o donde esté. Trate de calmarse huevón. ¡Y pues qué hps! Si le pego su puño a ese marica, pues merecido, huevón.

Daniel: Yo de verdad no sé, pero bueno, nos vemos más tarde. Mientras tanto Catalina inocente de lo que ha pasado se quedó en su oficina llorando. Haciéndose mil preguntas y culpándose por haber permitido que sus decisiones la hubieran llevado hasta donde se encontraba hoy. Decide llamar a Angela.

Angela: Hola mi Cats! Estaba por llamarte. ¿Cómo vas?

Catalina: (llorando) ¡Ay Angela! No sé, me siento tan mal. No sabes lo que acaba de pasar. Andrés vino a mi oficina a contarme que era la esposa de él la que hablaba con Mariana.

Angela: No, pues ni me digas que Mariana ya me contó todo y le dio como una media crisis. Por eso me vine para la Clínica. Le dio un bajón horrible. Mi hermano decidió adelantar el viaje, le conté todo y está furioso. Tú sabes que él es amigo de Andrés y me dijo que se venía, que quería hablar con Mariana y que nos iba a contar varias cosas de Andrés y de su esposa pero no lo quiere ni ver. Está loco de la ira.

Catalina: No te puedo creer. ¿Qué será lo que sabe tu hermano? Bueno, pero es que lo peor es que cuando Andrés estaba acá llegó Daniel.

Angela: Ay! ¡No seamos tan maricas! ¿Y qué pasó?

Catalina: No, pues nada porque le dije que Andrés era un cliente, pero Daniel no me creyó y se iba poniendo como un tití. Al final se fue, pero yo quedé temblando con toda esta situación.

Angela: Cata, perdóname, pero tú qué haces recibiendo a Andrés en tu oficina?

Catalina: Yo sé, yo sé Angela. Soy una estúpida. Me gana la curiosidad. Tampoco puedo negar que a mi ese hombre me encanta, me cuesta creer que sea una mala persona, no sé.

Angela: Bueno, digamos que si, que es la esposa. ¿A ti te parece ese un ambiente medianamente sano como para uno decidir seguir involucrándose con ese tipo? Catalina, yo hasta cierto punto te puedo entender, puedo creer que las emociones que te llevaron por ese camino le quitaron el velo a una parte de ti que no conocías, pero eso tendría que reforzar en tí el hecho de que te mereces otras cosas. Los errores que cometemos tienen consecuencias pero sobre todo deben necesariamente dejar un aprendizaje. No puedes acabar tu matrimonio para insistir en una relación con un hombre que está casado y que además está casado con alguien como Laura. Yo no me como el cuento de que para él sea una sorpresa, que no se lo imaginaba. No sé. Puede ser. Pero también puede ser que él sabe por qué ella actuó así o qué fue lo que la motivó, o al menos debe haber un antecedente, no sé, algo. Pero en conclusión, te digo esto para que reflexiones y pienses en lo que quieres para tu vida de ahora en adelante.

Catalina: Yo sé que tienes toda la razón. Es más, lo eché de mi oficina y le dije que nunca más se volviera a acercar a mi. Estoy muerta de miedo. Siento que se me va a caer el mundo encima. Siento que solo merezco que me pasen cosas malas.

Angela: Cata, no pienses así y no repitas eso. Cualquier cosa que te quede de esta experiencia la vas a superar y van a llegar otros tiempos. No te hundas tú sola en un hoyo oscuro porque entre más bajes, más difícil va a ser salir de nuevo. Oye, te voy a tener que marcar en un rato porque Mauricio está que me llama y ya me tiene asustada. No sé qué quiere. Trata de estar tranquila y hablamos más tarde, ¿si?

Catalina: Si, si, claro. Ahora hablamos. Chao Angie

.Catalina cuelga la llamada y se queda en su escritorio pensando en todo lo que le dijo Angela, pero también en lo que ella siente. Se cuestiona todo el tiempo y reflexiona acerca de si debería tratar de arreglar las cosas con Daniel. De pronto intentar hacer una terapia de pareja, así podrían trabajar en esas actitudes de él que ella encuentra agresivas y arrogantes. Talvez con ayuda él podría iniciar un cambio en su comportamiento y podrían empezar de ceros. Se acuerda de su suegro y ve que Daniel ha repetido el modelo. Fue un papá severo que por un tiempo le exigió mucho a Daniel, lo ridiculizaba a veces en público, lo criticaba constantemente hasta que con el paso de los años y después de haberse casado con Catalina bajó las revoluciones. En cambio como esposo se comportaba como un troglodita. La mamá de Daniel era una señora siempre muy bien puesta, de comentarios oportunos, educada, sonriente. Bastaba un gesto del papá para que ella entendiera que era momento de dejar de llamar la atención porque estaba hablando más de la cuenta o sabía guardar silencio cuando él le hacía comentarios para desestimar su presencia o su opinión. Catalina siempre vio estas escenas con pavor, porque aunque Daniel era una versión ‘moderna’ de su papá, al fin y al cabo era un espejo de esa figura y ella creía que se iba a convertir en su suegra. Esto le daba escalofrío. Mientras su mente se había ido a hacer ese recorrido se contestó ella misma sin ni siquiera hacerse las preguntas: 1. Daniel jamás iría a una terapia, y 2. A lo mejor ella ya se había convertido en su suegra.Así pasó un rato Catalina. Fantaseando sobre lo que podría ocurrir o no con su vida de ahí en adelante. Se acordó que tenía su primera entrevista al otro día en MSC y no se había preparado. No había entrado al sitio web de la empresa para informarse y saber qué responder en caso de que le preguntaran lo que conocía de esa organización o de por qué quería trabajar ahí. Medio sonrió cuando se imaginó su respuesta: ‘No sé nada de esta empresa aparte de que es enorme y quiero trabajar acá porque estoy mamada en esta puta firma de abogados’. Pensaba por qué había que prepararse tanto y decir tantas mentiras para causar una buena impresión, construir oraciones con frases armadas, buscar los defectos que irónicamente parecen cualidades, vestirse formal sin ser muy seria, pero tampoco usar tanto color porque llama mucho la atención. Mirar siempre a los ojos, no hablar muy fuerte, pero tampoco muy bajo. De pronto lanzó el esfero que tenía en su mano y que le había servido como una batuta de director de orquesta para dirigir esa sinfonía de ideas que le llegaban una detrás de otra sin un orden preciso. Y con el esfero lanzó un: ¡Qué mierda!

Mientras Catalina estaba en ese concierto Mauricio llegó a la Clínica con el hermano de Angela y Mariana. Subieron afanados a la habitación y entraron. A Mariana le cambió la cara inmediatamente. Se sintió feliz, protegida, acompañada. Había llegado su hermano mayor. El que siempre la había defendido, el que la trataba como una princesa, el que la cuidaba como si fuera de cristal.

Mariana: (abrazando a su hermano) ¡Juanca! ¡Dios mio! ¡Menos mal estás acá! ¡No me sueltes por favor! ¡Mi lugar seguro!

Juan Carlos: Mi muñeca linda. Vas a estar bien, acá estoy contigo. Perdóname por no haber venido antes, estaba desesperado por acompañarte. Tú no te preocupes que esta pesadilla se va a acabar. A ti nadie te va a hacer daño. Tranquila.

Angela: Quiubo Juanca. ¿Qué tal el vuelo?

Juan Carlos: Movidito como se va a poner esto acá. Tenemos que hablar largo y tendido porque esta historia la vamos a desenredar. Mauricio me actualizó con las últimas noticias mientras veníamos del aeropuerto. Yo sé varias cosas de Andrés y de Laura que me parece que ahora con este rollo tan tenaz empiezo a entender. ¿Ustedes también quieren entender o lo dejamos para después?