En medio de esa maluquera tan horrible lo miré con los ojos aguados, no alcancé a decirle nada. En realidad, sentía que las palabras no me salían, me estaba paralizando. Volvió Manuel, se sentó al lado mío, me abrazó, me dio el agua, me empezó a decir que respirara y me acompañó a hacer varias inspiraciones hasta que poco a poco me fui estabilizando. El Capi estaba de pie al frente de los dos, me preguntó que si me sentía mejor, yo lo miraba y no sabía ni qué responder. Se sienta de nuevo y nos dice: “Manuel, yo sé que usted siempre ha estado hablando de Diana, entiendo que es muy incómodo para los dos, pero si me dicen la verdad vamos a poder llegar al fondo de esto. ¿Ustedes creen que yo puedo ser la clase de tipo que los voy a juzgar? Diana, yo sé en lo que ha estado metido Manuel, por eso es que nos conocemos. Estén tranquilos que yo he visto de todo en esta vida y difícilmente me sorprendo. El punto es el siguiente, y creo que ahí resolvemos el segundo interrogante que Diana nos hizo al principio: ¿Qué es lo que quiere Manuel? Lo que quiere su esposo es hacer que pague quien la involucró en este negocio. Pero acá es donde la cosa se pone interesante: si es Vanessa la que está involucrada hay muy poco por hacer y les explico por qué. La prostitución en Colombia no es un delito, pero inducir a alguien si y da cárcel. El punto es que acá Vanessa no ha inducido a nadie; ella jamás habló, le propuso, convenció o forzó a Diana a hacer lo que hizo. Ni siquiera ha hablado con estos empresarios del tema porque como nos explicó el argentino, son los referidos quienes les cuentan cómo funciona el asunto. Ahora, me da por pensar que sí hay alguien detrás; de pronto la primera persona que le ofreció el dinero a Diana. Ese hombre puede ser la clave. Mi segunda hipótesis es que ese hombre esté involucrado con el desarrollo de la aplicación que usa Vanessa y que ni siquiera ella sepa que existen esos campos que estos empresarios seleccionan. Eso sería algo mucho más sofisticado, pero puede pasar”.
Interrumpí al Capi y en medio de mi malestar le dije que suponiendo que el tipo estuviera involucrado, fue real que me contrató para desarrollar una campaña; o sea, esos hombres con los que accedí a tener relaciones me dieron contratos; unos más grandes que otros, pero me pagaron, hice un trabajo. No era una fachada porque de verdad estaban buscando oportunidades de negocios acá. El Capi me respondió con su elocuencia de siempre: “Diana, usted no se alcanza a imaginar la cantidad de cosas que hay detrás de las mentes de las personas, sobre todo cuando se habla de esta gente dizque de altísimo perfil. Tienen unas mañas y unas historias super oscuras. Para ellos se convierte en un juego, un pasatiempo, una diversión. Hay otra cosa y es que esos empresarios tan ricos se cuidan muchísimo porque hay varios que tienen esposa, hijos y un estatus e imagen que mantener. No pueden ir por ahí dando papaya. Ustedes no se alcanzan a imaginar el mundo que se esconde detrás de los millonarios. Necesito saber el nombre de la primera persona que entró en contacto con usted para ver si sacamos algo. Sin embargo, soy sincero, les digo que no es fácil y no necesariamente terminemos encarcelando a alguien porque esa gente se sabe mover, pero al menos puedo investigar”.
Miré a Manuel y le dije que para qué nos poníamos en esa tarea, que yo creía que lo mejor era tratar de dejar todo eso atrás reconstruir nuestras vidas. Para qué botar energía en eso si no íbamos a obtener nada. Con mi voz entrecortada les dije: “Si, yo cometí un error, accedí a entrar en ese mundo por ambiciosa, quería dinero para hacer crecer mi empresa y sobre todo para demostrar que sí era capaz, para que todos vieran que sí eran una buena profesional, que haber renunciado a esa empresa para la que trabajé tantos años había sido un acierto y que podía ser exitosa. Tú también cometiste algunos errores, pero yo al menos estoy dispuesta a intentar por todos los medios para que recuperemos el tiempo que perdimos y las consecuencias que nos trajo. Creo que lo más grave es lo que está pasando con nuestros hijos y son ellos quienes necesitan toda nuestra atención. ¿Qué hacemos botándole energía y tiempo a esta red de gente enferma? ¿Cuál es el beneficio para nosotros? ¿Para qué nos sirve? ¿Qué vamos a obtener de todo esto?
Manuel se quedó en silencio y el Capi intervino: “Yo estoy de acuerdo en parte con Diana, si me lo permiten. Viejo, esto no va a ayudar a nada, a ustedes no les van a devolver dinero, no creo que vaya a haber ningún encanado, ni nadie pagando porque como hemos visto, esa gente sabe curarse en salud, y si es Vanessa, la supo hacer perfecto. Independientemente de que esté trabajando con ese tipo chileno, no vamos a sacar nada de ahí. A no ser que quieran hacer algo por debajo de cuerda y con eso también les puedo ayudar”. Yo inmediatamente le dije que cómo así que debajo de cuerda, miré a Manuel y le dije que ni se le ocurriera ponerse a contratar malandros para dar golpes o sustos; casi me da algo. Le dije que ya habíamos caído demasiado bajo como para hundirnos más. Le imploré que dejáramos eso así.
Manuel finalmente dijo algo: “Mira, no me preguntes por qué pero me obsesioné con esto; obviamente ha sido muy difícil de digerir lo que hiciste, no te culpo ni te juzgo, pero me da duro cuando pienso en que si yo hubiera estado más presente probablemente tú no hubieras tomado una decisión de esas jamás. Me siento culpable de ver en lo que nos convertimos, me parece horrible y creo que me dio una urgencia de encontrar un culpable porque sí fuiste una víctima, sí caíste en manos de gente sin escrúpulos, sí te usaron, sí se aprovecharon de ti y este asco de tipo hasta trató de agarrarte a la fuerza. Por eso me enloquecí y yo sí quiero llegar al origen de esto. Perdóname, Diana, pero si le voy a pedir al Capi que me ayude a desenrollar este nudo. Quiero entender cómo funciona esta porquería de gente”.
El Capi de nuevo con su tono amigable nos dice: “Miren, les propongo algo: ustedes por ahora concéntrense como dice Diana en sus hijos. Les apuesto que no han comprado los regalos de navidad. Váyanse de compras para que no les coja la tarde, hagan sus cosas, traten de recuperar algo de tiempo ahora que están juntos, eso casi nunca pasa en la familia de uno. Yo ya tengo mucha información útil y con eso puedo ponerme a investigar, busco algunas personas que me pueden ayudar. Mejor dicho, suéltenme este bollo a mi y cuando tenga alguna novedad los llamo y les cuento, pero por ahora ustedes tomen algo de distancia de este cuento. Tengan cuidado con lo de Mateo; eso de las pepas es un tema complicado y si por alguna razón él decidiera seguir con ese negocio le puede ir muy mal; no permitan que se arriesgue. Ustedes son personas buenas que en un momento de la vida tomaron el camino oscuro, vuelvan a la luz y reconstruyan su familia. Están a tiempo”.
Manuel me miró me dijo que le parecía que el Capi tenía razón, se paró de la silla, me abrazó, me pidió perdón por la vez número mil, yo me puse a llorar. En ese momento bajó Daniela y nos dice: “! ¡Mami, papi, Mateo está llorando horrible en su cuarto!”.