En medio de la rabia que tenía, se desabotonó un poco la blusa que tenía puesta y se tomó una selfie muy sugestiva. Lo primero que hizo fue hacer el debido screenshot de los mensajes de Hugo y el fotógrafo y se los mandó a Santiago. Seguidamente le envió la foto y agregó: ‘¿Esta cumple con los requisitos?’. Santiago le contestó: ‘Pues mándasela a ver qué dice y ¿ese otro qué? ¿No es suficiente con Hugo?’. Sofía le mandó la foto a Hugo y esperó unos segundos. Recibió la respuesta: ‘¡Wow! ¿Pasamos de la foto del parque a esto? Bueno, señorita, no me lo esperaba, pero gracias. ¡Te ves espectacular! Sofía pegó un grito: ¡Mierda! ¡Se la mandé al fotógrafo!’. Entre risas y lamentos le contestó: ‘Perdón, me equivoqué. ¡Qué pena contigo!’. Inmediatamente después de haberle mandado ese mensaje ella misma se reprochaba.

‘jajaja ok. ¿Y quién es el afortunado entonces?

‘Mi esposo. Lo que pasa es que como tengo tu mensaje reciente, por el afán de mandar la foto, te la mandé a ti’.

‘Qué fortuna estar casado con una mujer tan sexy, y, sobre todo, que mantenga viva la llama mandándole esas fotos en pleno día. ¡Qué envidia! Siento como una clase de alivio porque ya estaba pensando que te iba a tener que mandar una mía de vuelta y créeme que no me veo en esa situación. Ya estaba sufriendo…jajajaja’

‘jajaja…no te la hubiera pedido, pero si me la hubieras querido mandar, no me hubiera molestado. Digamos que era lo justo’.

‘Al máximo te puedo mandar la última foto que tomé con mi celular, pero te prometo que no tiene nada sensual’.

‘A ver, eso lo decido yo. ¡Mándamela por favor! ¡Despertaste mi curiosidad!’.

Antonio, el fotógrafo, le mandó una foto de una sala de una casa y ella quedó fascinada.

‘¿Y eso? Qué lugar tan lindo. Me encanta. ¿Dónde es?’

‘jajaja…es la sala de mi casa. En realidad, tomé esa foto porque instalé por fin la lámpara que ves ahí y mi hermana, que fue quien la compró, me obligó a que se la mandara. Me tenía mamado preguntándome todos los días que si ya la había instalado. Ella se ocupa en gran parte de la decoración de mi casa. Aunque la estética es algo que es muy importante para mí, no soy un gran comprador. Me da pereza, entonces ella es la que se encarga de esas cosas’.

Sofía quedó hipnotizada por un instante y su mente se fue de viaje. De un momento a otro se sintió como una protagonista de una película. La mujer casada que tiene encuentros furtivos con su amante en su apartamento. Un intelectual, artista, sensible, neurótico, seductor, apasionado y vibrante adorador de los detalles. En segundos ella estaba allí con él tomándose un gin tonic mientras él hablaba de arte, de historia, de los viajes que ha hecho, de los sitios que ha visitado; de por qué Paris será siempre la ciudad que lo hace navegar entre la epifanía y el aborrecimiento; de las mujeres que ha tenido y las razones por las cuales se declaró un discípulo de la soltería. En fin, ella estaba volando. Hugo insistió con la foto, y ella para quitárselo de encima, se la mandó. Sin embargo, siguió obnubilada con la casa de Antonio. Le parecía fascinante. Se sintió irremediablemente cautivada por este fotógrafo que había salido de la nada y que le hablaba de lámparas y de estética. Por otro lado, Hugo se estaba convirtiendo en un ser tan ostensible que empezaba a acercarse al hastío. Y preciso; mientras la sonrisa acompañaba sus exóticos pensamientos con Antonio, le llega el mensaje de Hugo.

‘¡Dios! Déjame ver tus tetas ya’.

‘¡Ay no! Hugo, de verdad tienes un estilo un poco pasado para mí. Si soy sincera, no me gusta tu tono y esa forma en la que me pides las cosas’.

‘Bueno, no tengo tiempo para estas pendejadas de adolescentes. Nos vemos el viernes en la oficina para la apertura del curso. De todos modos, estás muy rica y tarde o temprano esa nevera será Phillips’.

Sofía no le contestó nada a Hugo. Ni siquiera le entendió el chiste o eso que dijo al final. Le estaba cayendo mal. Se acordó que Martín debía estar en la casa de él en ese momento, pero no quería preguntarle nada. Sofía le mandó las conversaciones de ambos personajes a Santiago. A los pocos minutos se abrió la puerta de la casa. Eran su esposo y su hijito; ese niño que era la luz de sus ojos. Le volvió el buen genio apenas vio a su chiquito. Santiago la miró y con un tono ambiguo le dijo:

‘¿Te estás aburriendo de Hugo?’

‘Creo que sí. Es un poco ramplón. No me gusta eso’.

‘Y en cambio Antonio te está llamando más la atención, parece. ¿Me equivoco?’

‘No. No te equivocas. Al menos es más sutil, es interesante, es un artista’.

‘Cuidado Sofía. No vayas a cruzar la línea’.

‘Yo no voy a cruzar nada. Estoy siendo muy transparente contigo’.

‘Bueno, hablé con Martín y está en la casa de tu primer amante. Está estudiando con Manuela y con Juliana. Me dijo que si lo podía recoger más tarde’.

‘Si quieres voy yo. Tengo que comprar unas cosas en el supermercado, puedo ir sin problema’.

‘Y vas a entrar para presentarte con los papás de la amiguita de tu hijastro?’

‘Noooo, cómo se te ocurre; lo recojo y ya. Dile que me diga la hora, que yo voy’.

Un par de horas después, Sofía fue a recoger a Martín a la casa de Hugo. Apenas llegó le mandó un mensaje avisándole que había llegado, y salió casi que inmediatamente. Se saludaron y Sofía empezó una conversación con su hijastro.

‘Bueno, ¿y qué tal estuvo la estudiada? ¿Les alcanzó el tiempo?’

‘Pffff! No. Nos falta mucho. El parcial es el viernes. Todavía tenemos unos días para terminar’.

‘¿Y van a seguir estudiando acá? Porque también pueden ir a nuestra casa, si quieres, ¿no?’.

‘Nos toca seguir donde Juliana porque el papá casi no la deja salir. Yo mañana voy a tu casa más temprano, como hoy, pero después me voy a seguir estudiando con ellas’.

‘¿Pero así de exagerado es el papá de Juliana que ni la deja ir a estudiar donde los compañeros de la universidad?’.

‘Así es de loco ese tipo. Ella normalmente se escapa o la mamá le hace cuarto porque es un lío. Creo que todo es porque ella les dijo que era pansexual y el papá entró en pánico total. A mi y a Manuela nos mira como bichos raros y a nosotros nos da risa porque creemos que está confundido y quiere entender con cuál de los dos tiene un cuento…jajaja. Pero es que yo no sé por qué ella sabiendo cómo es ese cucho le contó acerca de sus preferencias. Bueno, hoy nos dijo unas cosas que nos dejó aterrados’.

‘Pero ¿él estaba hoy ahí en la casa?’.

‘No. El casi nunca está, o al menos no había llegado. Juliana habla de él con mucho desprecio. Es como si no lo quisiera. Por ejemplo, nos contó que no entendía por qué la mamá estaba planeando un viaje con él si era un perro y se la pasaba con viejas. Es más, como que se pillaron que ahora tiene una nueva’.

Sofía quedó pálida, hasta se atoró con la saliva del susto, y como pudo continuó preguntando:

‘¿Cómo así? ¿Y sabe quién es?’.

‘No, ni idea. Es que eso como no es raro, entonces creo que ninguna ya se desgasta. Lo único claro es que Juliana no lo soporta. Hoy estábamos hablando de los zancudos y nos salió con este discurso: ¿Se dan cuenta de que los zancudos pertenecen a la única especie que prácticamente no sirve para nada si no para causar mal, sobre todo a los humanos? Son transmisores de enfermedades, son billones y billones de pequeños animaluchos que, si uno es objetivo, deberían exterminarse, no merecen vivir. Una cosa así como mi papá’.

¿Por qué la hija de Hugo habla de esa manera? ¿Qué va a decir Sofía después de estas confesiones?