Sofía abrió esos ojos de azul profundo y sin pensarlo dos veces le dijo: ‘¿Con Hugo?’.

‘No. Con Ana María, la esposa. Cuando estaba esperando a Martín, estaba llegando a la casa. Se acercó al carro, yo obviamente bajé la ventana, la saludé, me presenté, le dije que era el papá de Martín y que estaba esperándolo. Me invitó a seguir super querida y gentil y como que no tuve opción de negarme porque justamente Manuela había salido a decirme que estaban terminando un tema y que en unos diez minutos salían. Entré y me hizo sentar en una de las salas porque es enorme esa casa. Parecía que no hubiera nadie porque ni escuchaba a Martín y cía. En fin, el caso es que me ofreció algo de tomar, le dije que un vaso de agua estaba bien’.

‘¡No te puedo creer! De la que me salvé. Bueno, pero ¿de qué hablaron? ¿qué te dijo?’

‘Nada del otro mundo. Me dijo que Juliana no hacía si no hablar de Martín y de su hábitat, que ella quisiera hacerle uno en la casa, pero que su esposo no estaba de acuerdo con eso y que no había sido posible convencerlo. Le pregunté discretamente por él, y me dijo que no había llegado todavía, pero que le gustaría mucho invitarnos a comer a su casa una noche de éstas. Que ella sabía que tú trabajas con Margarita y que Hugo iniciaba un curso al día siguiente y que además nuestros hijos siendo tan amigos no estaba de más compartir un rato juntos. Le dije que claro, que era cuestión de ponernos de acuerdo y que estaríamos encantados’.

‘¿Encantados? ¿Claro que sí? ¿En qué pensabas? ¿Cómo se te ocurre decirle eso? Yo no quiero ir por allá. No quiero tener nada qué ver con esa familia, y menos con esa señora. Ya se lo había dicho a Margarita’.

¿Y qué querías que le dijera Sofía? Oye, gracias, pero no. Es que mi esposa coquetea con tu marido, que, entre otras, es un intenso y no queremos tener relación con ustedes, pero mil gracias de todos modos. ¿Sí? ¿Algo así? Era obvio que me tocaba disimular y pretender que estaríamos encantados de aceptar porque si lo piensas, es super normal. La mamá de Martín, a pesar de sus barreras mentales y sociales, siempre ha preferido conocer a los papás de sus amigos, o al menos durante la etapa del colegio fue así. En la Universidad las cosas cambian un poco, pero si un papá de un amigo de tu hijo te hace una invitación, a mi personalmente, me parece un gesto amable y no lo voy a rechazar’.

‘Espera un momento Santiago. Tu me estás diciendo que, si a esa señora le da por concretar esa comida, ¿vamos a ir? ¿Eres consciente de que Hugo estaría ahí?’.

‘La verdad, no le veo mucho problema. Al fin y al cabo, tú ya cortaste a ese tipo. Todos somos adultos, se supone que yo no sé nada y estamos en condiciones de pasar un par de horas hablando de cosas inútiles por la amistad de nuestros hijos’.

‘Es que Hugo sabe que tú estás enterado de todo’.

‘¿Cómo? ¿Y cuándo pasó eso? ¿Esto quiere decir que has tenido conversaciones con él que yo no conozco? ¿Entonces si me has ocultado cosas?’.

Sofía se llevó las manos a la cara. Le parecía increíble estar teniendo esa conversación con Santiago. Con la poca paciencia que le quedaba le explicó que ese cruce de mensajes había ocurrido después de que él le dijera que resolviera ese tema con Hugo como pudiera y la hubiera dejado sola con el dilema. Le mostró a las malas los mensajes mientras Santiago miraba de reojo porque no quería ni leer. Se creó un clima extraño en ese momento entre los dos. Sofía trató de calmarse, cambió el tono, se acercó a Santiago y empezó a acariciarlo. Le pidió disculpas por reaccionar de esa manera. Le dijo que no entendía por qué, pero estaba un poco estresada por la apertura de ese curso. Era cierto que Hugo no le había contestado y ella esperaba que fuera porque en realidad había entendido, pero que, en el fondo, se sentía un poco intimidada por él. Santiago le dijo que no se preocupara; que seguro se trataba de un perro bravo, de esos que no muerde.

‘Bueno, ¿pero en qué terminó la cosa con la esposa de él?’

‘Pues nada. Al rato llegaron Juliana y Manuela. Me dijeron que Martín estaba en el baño, seguimos hablando un rato. Les pregunté a las niñas que si habían terminado de estudiar; Juliana respondió que sí, que con Martín era obligatorio terminar los temas y que estaban listos para el parcial. Ahora que lo pienso, Martín se demoró mucho en el baño, después camino a su casa me dijo que habían pedido comida mexicana, pero al final Ana María le puso el tema a Manuela de los brownies, que a propósito te mandó dos o tres, le insinuó a Juliana que debería vender algo ella también y ahí se nos pasó el tiempo. Finalmente llegó Martín, quien me dijo que, si podíamos llevar a Manuela también, nos despedimos y ya. Ana María me dijo que la próxima semana nos poníamos de acuerdo, me pidió mi celular para coordinar la fecha de la comida y ya, chao’.

‘¿Y cómo es ella? Me la imagino como una señora grande, no sé por qué’.

‘Si. Es una señora; calculo que debe tener mi edad, de pronto un poco menos, pero es muy bonita. Con esas historias de Hugo, yo creía que era una mujer medio descuidada o poco interesada en ella, y es todo lo contrario. Muy vanidosa, se mantiene super bien, atractiva. No entiendo a ese tipo, la verdad’.

‘¿En serio? Definitivamente los tipos son la cagada. No puedo entender eso. Pueden tener una reina en la casa, pero aún así se van a buscar lo que no se les ha perdido’.

Santiago le dijo a Sofía que dejaran ya de hablar de eso. Se fueron acercando y aprovecharon que Nicolás ya estaba durmiendo para tener otro encuentro sexual lleno de carnalidad y erotismo. Cuando terminaron se miraron a los ojos y Santiago le dijo a su esposa: ‘Ese Hugo podrá ser lo que sea, pero le agradezco inmensamente lo que trajo a nuestro hogar. Te confieso que últimamente no veo la hora de estar contigo. Estás deliciosa todo el tiempo’. Sofía sonrió, le dio un beso y consintiéndose se quedaron dormidos.

Al día siguiente todo procedió según la rutina. Santiago y Sofía desayunaron con los brownies que les había empacado Manuela. Santiago fue a llevar a Nicolás al jardín, se despidió de Sofía, le dijo que sabía que le iba a ir super bien, que le avisara cualquier cosa, le dio un beso y se fue. Una vez sola en la casa, Sofía se dispuso a ultimar todos los detalles de la apertura del curso y a resolver otros temas de trabajo. Martín le mandó un mensaje diciéndole que como tenía el parcial por la tarde no iba a trabajar en el computador de su papá porque salía directo de su casa para la universidad. Sofía le deseó mucha suerte y le dijo que le avisara cuando terminara.

Finalmente llegó el momento de la apertura del curso. Sofía se fue espléndida para la oficina. Quería causar muy buena impresión; iba sobria, elegante, determinada y con una sonrisa en primer plano. Cuando iba en el ascensor se tomó una selfie y la publicó en sus historias de Instagram con algo que decía: ‘Lista para un reto más’. Entró a la oficina dando pasos firmes, saludó a Margarita, se dirigieron las dos a la sala de conferencias; todo ya estaba prácticamente listo. Sofía inmediatamente distribuyó el material en las mesas de trabajo para los participantes y terminó de ultimar algunos detalles. Estaba probando el computador cuando sintió la voz de Hugo. Levantó la mirada y ahí estaba ese hombre casi en frente de ella hablando con Margarita, revisando el material que había en las mesas. Se giró, vio a Sofía y con un tono bastante hosco la saludó. Ni una sonrisa. Siguió hablando con Margarita y poco a poco fueron entrando los participantes al salón. Margarita hizo la introducción y el saludo institucional. Hugo no determinaba a Sofía y ella se sentía incómoda. No sabía si eso era bueno o malo.

Margarita le dio la palabra a Hugo. En ese momento, él se acercó al podio, Sofía le pasó por el lado; él bajó la mirada y susurrando le dijo con una voz desafiante y una sonrisa diabólica: ‘Espera a ver la sorpresa que te tengo. De esto no sales tan fácil morronga’.

¿Con qué va a salir Hugo? ¿No va a dejar en paz a Sofía?