Sofía automáticamente sintió que las piernas le cedían. Tuvo que sentarse, respiró profundo y con las manos temblorosas tomó el celular y leía una y otra vez el mensaje sin saber qué responderle. A ese punto, estaba segura de que Ana María había encontrado algo comprometedor con ella; de otra forma no la hubiera contactado. No sabía qué hacer. Se puso de pie y empezó a caminar de un lado para otro en su estudio tratando de organizar las ideas y dio inicio a un monólogo:

‘A ver Sofía, si ahí estaban esas conversaciones, pues no hay nada qué hacer distinto a afrontar la situación. Es cierto que di pie para algo de coqueteo, pero nunca pasó nada y eso tendría que haber quedado claro en los mismos mensajes, así que tampoco es tan grave. ¿Cuál es el miedo? ¿Quedar mal con Ana María? Pues a esa señora apenas la conozco y no es que Hugo fuera una santa paloma. Ella tendría que estar más que acostumbrada. Ahora, sí, su hija y Martín son amigos; probablemente ellos se van a enterar’.

Ahí fue cuando Sofía sintió un vacío en el estómago. No sabría cómo manejar ese tema con Martín. Ella lo quería mucho y le parecía que con algo así se quebraría esa relación. El la dejaría de ver de la misma manera y le dolía el alma decepcionarlo. No quería por ningún motivo que Martín le perdiera la confianza, que las cosas cambiaran entre los dos. Por el lado de Margarita no era tan grave. Sí, era su jefa, pero llevaban muchos anos trabajando juntas, ella conocía muy bien los antecedentes de Hugo y sabía que con un discurso bien estructurado iba a convencerla de que fue un error y que había aprendido la lección, pero con Martín era distinto. Sofía seguía haciéndose mil películas en su cabeza y en ese momento timbró su celular. Era Ana María. Fueron tantos los nervios, que en lugar de rechazar la llamada o esperar, respondió.

‘Aló, hola, Ana María, ¿cómo estás?’

‘Hola Sofía, perdóname si te molesto, ¿tienes un momento?’

‘Si, claro, dime. No te había contestado el mensaje porque estaba terminando de mandar unos correos, pero cuéntame. ¿Pudiste abrir la USB?’

‘Sí. Por eso te llamo. Había una carpeta duplicada con propuestas de pagos, pero con montos diferentes. Una parecía oficial. La otra… no tanto. Estaban archivadas como si Hugo hubiera intentado reemplazar una versión por otra. Me pareció turbio’

‘Ok. ¿te refieres a pagos del curso con la empresa?’

‘Si, sí. Yo voy hablando como una locomotora. Es que estoy un poco disgustada con esto. En fin, como tú eras la tutora del curso, quería saber si estabas enterada de la forma de pago; si le alcanzaron a hacer algún giro a Hugo o alguna cosa’.

‘Que yo sepa, no. Tengo entendido que el primer pago se lo iban a hacer esta semana, pero en realidad de esos temas financieros no me ocupo yo, sino el Área Administrativa. ¿Margarita ya sabe esto?’.

‘No, claro que no y me da pena contigo, yo sé que apenas nos conocemos, pero no quiero que ella sepa nada. El curso no alcanzó ni a empezar, así que, si Hugo tenía intenciones fraudulentas, pues se quedaron en eso, en intenciones porque no le hicieron ningún pago, y menos mal. Te digo algo: llevo años enterándome de cosas de él que me dejan aterrada. Tengo rabia. Si, me duele que se haya muerto, tengo sentimientos, pero es que es como si hubiera estado casada con alguien que no conozco. ¿Qué necesidad tenía él de hacer torcidos para ganar más plata por Dios? Mira, te digo una cosa más: hay otro archivo al que no pude acceder porque tiene password y por más de que intenté con las que pensaba que podrían funcionar, como lo hice con la USB, no lo logré. El archivo se llama CHX y a este punto no quiero saber nada más. No me interesa, no quiero indagar más. Ya Hugo se fue, y yo solo quiero estar en paz y olvidarme de sus misterios. Lo que quiero pedirte es que no le digas nada a Margarita acerca de esto. Es que me muero de la vergüenza’.

‘Te entiendo Ana María. No te preocupes, no le diré nada, y bueno, estoy de acuerdo contigo. Es mejor dejar eso así. Sinceramente, creo que en ese archivo debe haber más cosas de trabajo y en este momento, no es una información que aporte mucho. En cambio, como dices tú, es más importante tu tranquilidad y la de Juliana. Será mejor cerrar ese capítulo’.

‘Gracias por tu comprensión Sofía y por tu discreción. Cambiemos de tema, aprovecho para darte a ti la primicia, la comida la voy a hacer este miércoles. Cuando cuelgue contigo voy a mandarles el mensaje a todos. Así que acá los espero. Por favor vengan con Martín. A Juliana le va a gustar que él esté acá’.

‘Ok. Ana María, mil gracias por la invitación. Le digo a Martín, que justamente está acá y nos vemos entonces el miércoles’.

Sofía colgó esa llamada y le volvió el alma al cuerpo. Suspiró profundo y se desparramó en su silla. Pensó que por fin iba a poder descansar. Era evidente que Ana María no quería saber más cosas y que iba a dejar ese tema así. Y si tenía que ir a esa comida para reforzarle la idea de abandonar ese asunto y en cambio concentrarse en ella misma, en la vida que podía construir ahora, en los proyectos que podría emprender, pues asistiría feliz a ese encuentro, aunque eso significara tener a Antonio más cerca de lo quisiera.

Pocos minutos después, le llegó una notificación a su celular. Ana María había creado un grupo en WhatsApp con los invitados a la comida. Sofía se dio cuenta que ahora tenía a Antonio en su celular. Era como si cada vez se acercara más y eso, le producía un escalofrío que le atravesaba el cuerpo entero. En el chat Ana María escribió la fecha y la hora de la comida y se despidió calurosamente agradeciéndoles anticipadamente por su confirmación y asistencia. La primera en responder fue Andrea. Con mucho entusiasmo escribió:  – Antonio y yo confirmadísimos Ana María, mil gracias! Nos vemos el miércoles -.

Santiago le mandó un mensaje a Sofía en privado: – ¿Y nosotros también estamos ‘confirmadísimos’? jajaja Imagínate eso, tu novio número 2, que es el mismo de tu amiga, tu esposo, y la viuda de tu exnovio número 1! ¡No! ¡Qué parche! Jajaja -.

Sofía le contestó a Santiago con un simple: ‘Claro que vamos a ir’. Ya mando el mensaje de confirmación. Y así lo hizo.

Tras un breve lapso, Sofía recibió un mensaje privado de Antonio:

‘¿Ya elegiste qué te vas a poner el miércoles? Yo estoy entre llevar vino… o perder la cabeza’.

Ella sonrió. Lo leyó varias veces. Sintió ese calor tibio que le recorría la piel cada vez que él le escribía así, como si todo lo demás dejara de importar. Le respondió sin pensar demasiado:

Lleva lo que quieras, pero no esperes que te mire más de lo necesario. No frente a todos’.

La respuesta de Antonio fue casi inmediata:

¿Y si lo necesario no me alcanza?’.

Sofía respiró hondo. No sabía si quería correr o quedarse quieta. Como siempre, copió el chat y se lo reenvió a Santiago. Y debajo, sin añadir un solo emoji, escribió:

‘Así va la cosa’

Santiago no respondió de inmediato. Pero cuando lo hizo, el mensaje fue breve, seco, inesperado:

Entonces el miércoles vamos a tener una noche muy interesante’.

Sofía se quedó mirando la pantalla. Por un segundo, no supo a cuál de los dos temerle más. Dejó su celular sobre la mesa. Ya se estaba acercando la hora del almuerzo y fue a preguntarle a Marín qué quería. Cuando llegó al estudio, lo encontró recogiendo sus cosas y estaba apagando el computador.

‘Pensé que ibas a almorzar acá. Si quieres pido algo o vamos por acá cerca a comer algo rico’.

‘No, Sofi. Me tengo que ir para la U, pero gracias. Después me voy para mi casa a esperar a mi papá. ¿Tu sabes si llega con Ana María o ella llega después?’.

¿Ana María también va a estar? ¿Por qué Santiago no le había dicho nada a Sofía?