Sofía llamó inmediatamente a Andrea.

‘Hola, ¿qué pasó? – le dijo Sofía con un tono de sorpresa -.

‘No, pues es que imagínate que estuve esta tarde con Antonio, y después lo acompañé a recoger unos equipos en un sitio equis. Cuando íbamos en camino, lo llamó Ana María. El obviamente le contestó, hablaron acerca de las fotos que va a tomar la próxima semana en la casa de tu hijastro, pero no sé, no me gustó el tono. No sé si es que estoy muy paranoica o qué, pero me pareció que él se reía mucho y jaja va y jaja viene. Too much para mi gusto. El caso es que colgaron y yo me quedé mirándolo como para ver si me contaba sin tener que preguntarle porque me parecía que quedaba como una intensa y en efecto me dijo que era Ana María, que quería confirmar lo de las fotos y ya. El caso es que yo traté de seguirle la conversación a ver si me contaba algo más y no me hizo ningún comentario. En ese momento llegamos al sitio donde él tenía que recoger sus cosas y me dijo que lo esperara en el carro. ¡Pues se bajó sin el celular, y adivina qué! Le llegaron como tres mensajes de ella mientras él se bajó y regresó, que no fueron más de cuatro minutos. Obviamente no me atreví ni a coger el celular porque me daba pánico que me pillara, pero si alcanzaba a ver cuando le llegaban los mensajes y decía claro: Ana María. ¿Será que me estoy empeliculando?’.

‘Pues no sé qué decirte Andre. Imagínate que en este momento está con Santiago en la casa de Martín recogiendo los planos del hábitat y aparentemente conociéndolo. Llamó a Isabel, la ex de Santiago y ella queridísima la invitó hoy para que fuera, y mira la hora y Santiago no ha llegado. ¿Sabes qué? A mi lo que me parece es que ella definitivamente está tratando de llenarse de compromisos y de citas para distraer su luto. Hoy hablé con mi jefa, que es muy amiga de ella, y me dijo que la veía rara; como demasiado ‘animada’ para el momento por el que estaba pasando. El tema es que uno no tiene ni idea cómo asume la gente los duelos y ella tenía una relación un poco difícil con su esposo. El tipo era infiel, mejor dicho, una joyita y ella se aguantó muchas cosas en silencio con tal de mantener su matrimonio. Es que si vieras todo lo que ha pasado. Por ahí anda rondando una USB que al tipo se le quedó el baño de la oficina el día que tuvo el infarto y ella encontró cosas como de doble facturación y asuntos medio turbios, me llamó a hacerme algunas preguntas al respecto y dizque hay un archivo que no pudo abrir. Al final me dijo que iba a dejar eso así porque no quería descubrir más cosas que a la hora del té ya no servían para nada. Yo siento que tiene rabia y está como un animalito recién liberado que no sabe por dónde empezar a moverse para descubrir la vida’.

‘Puedo entender, pero no me gustó la cosa. Antonio no estaba para nada incómodo con la llamada de ella y cuando se subió al carro, leyó los mensajes y bloqueó el celular. Obviamente no podía preguntarle quién le había escrito, después me dejó en mi casa y mientras iba entrando a mi edificio me giré y estaba escribiendo en el celular. ¡Aghh! ¡No sé, qué pereza estar dudando! Y ahora esa vieja que está viuda, disponible y con ganas de comerse medio mundo. No, pues qué dicha. ¡Ya hasta tengo pereza de ir a esa comida!’.

‘Andre, me parece que estás exagerando. No te envidees. Digamos que lo que está pendiente es la comida y las fotos, de ahí en adelante, tendría que ser fácil distanciarse de ella, que es lo que yo tengo planeado. Lo siento mucho por ella, por su pérdida, pero no soy su amiga y no tengo intenciones de convertirme en su compinche. Que siga de amiga de Isabel que es la mamá de Martín, el amigo de su hija y que sean felices, pero para serte sincera hay algo de ella que no termina de gustarme y no me da buena energía. Pero ni modo, ya nos toca ir a esa comida y así vamos chuleando las cosas pendientes. Además, siento que las cosas entre tu y Antonio van bien, ¿no?, entonces no te debería preocupar’.

‘Pues sí, vamos bien. Lo que pasa es que no me imaginé que Antonio fuera un tipo tan coqueto y popular en su gremio. Lo buscan un montón de personas y el hecho de estar rodeado de modelos, de viejas espectaculares como que me pone nerviosa. Y bueno, tiene sus cosas. Le encanta el porro, fuma y se toma sus tragos. Lo invitan a muchos eventos y prevalentemente es un ambiente bohemio, y pues, no sé…’

‘Bueno, pero a ti eso te ha gustado siempre; ahora no te vengas a hacerte la mojigata porque la fiesta no es algo de lo que tú hayas escapado’.

‘Yo sé, pero en este momento quisiera una cosa más tranquila. Antonio me gusta muchísimo, pero su estilo de vida no tanto, y tanta vieja detrás me aburre’.

‘Andre, no sé qué decirte. Si ya se están asomando las banderas rojas es mejor que reflexiones porque pretender cambiar un hombre ya hecho y derecho que ha estado acostumbrado a hacer con su vida lo que quiere, es imposible. Ese es el problema de nosotras las mujeres. Conocemos a un tipo que nos gusta, y después empezamos el plan para adaptarlo a nuestras exigencias cuando desde el principio vimos clarito en lo que nos estábamos metiendo. Piensa bien las cosas. Analiza con calma hasta qué punto estas dispuesta a ceder en algunos puntos porque si después te vas a poner a apretarlo eso no tiene futuro’.

Andrea se despidió un poco desanimada y Sofía no podía creer que Santiago no hubiera llegado todavía. No quería llamarlo, ni mandarle ningún mensaje porque después de la conversación que habían tenido, prefería mantenerse en silencio hasta que llegara para que no creyera que se estaba muriendo de celos. Era raro lo que sentía. Por un lado, no entendía la simpatía de Isabel con Ana María; por otro lado, la encontraba un poco invasiva. Si, podía entender que iba a empezar ese proyecto con su hija, pero cada cosa tan inmediata, en los tiempos que ella solicitaba y todos tenían que brincar para complacerla. Le parecía excesivo. Sin embargo, lo que le hacía sentir un vacío en el estómago era pensar que estuviera coqueteando con Antonio. No sabía qué le daba más rabia: que ella se le insinuara, o que él le correspondiera. Sabía que estaba fuera de lugar, que no tenía derecho a turbarse de esa manera, pero eso era lo que sentía y no lo podía evitar. De pronto sintió el impulso de mandarle un mensaje a Antonio. Quería probarlo. Cuando estaba a punto de escribirle sintió ruidos. Había llegado Santiago.

Entró, colgó su chaqueta con parsimonia. Sofía bajó inmediatamente, se saludaron y él se dirigió a la cocina a servirse un vaso de agua, mientras hablaba de los planos, de lo interesante que le había parecido el sistema de filtración de Martin y de cómo Ana María había quedado fascinada. Mencionó que se quedó un rato más porque Juliana se apareció de improviso con unos dulces y se armó una conversación “muy amena”, según dijo.

Sofía lo miró desde el marco de la puerta, con los brazos cruzados.

‘Hay algo que no me gusta de ella, Santiago. No sé qué es, pero me parece demasiado calculadora’ —dijo Sofía, observándolo con atención -.

Él soltó una risita casi burlona, sin mirarla.

‘¿No será más bien que estás celosa? Porque Ana María le coquetea a Antonio y tú no sabes cómo manejar eso…’

Sofía frunció el ceño.

‘¿Y tú cómo sabes que le coquetea?’.

Santiago levantó la cabeza y respondió con naturalidad, como si no acabara de soltar una bomba:

‘Porque ella misma me lo dijo hoy. Mientras veíamos el estanque, habló con Antonio por teléfono… y me preguntó si yo creía que él iba en serio con tu amiga Andrea.

El silencio se hizo tan espeso que casi podía respirarse. Santiago dio un sorbo a su vaso sin notarlo. Sofía, en cambio, sintió cómo una corriente helada le subía por la espalda.
No dijo nada. Solo lo miró.

En ese momento le entró un mensaje a Sofía. Era Antonio.

¿Y ahora qué le escribió Antonio a Sofía?