La ropa estaba intacta. Santiago no había jugado. Sofía entró en cólera. No entendía lo que estaba pasando, pero no quería hacer una escena. Decidió calmarse, se cambió, se despidió de su mamá y se fue para la peluquería. Estuvo tentada a llamar a Andrea, pero al fin decidió quedarse callada porque no quería escuchar especulaciones, ni consejos que no sabía si de verdad necesitaba. Se limitó a charlar con el peluquero de pendejadas; se relajó un poco y quedó tan bonita que salió renovada de ahí.
Cuando llegó a su casa, Santiago ya había llegado. Se saludaron con un tono amable. La mamá de Sofía estaba en la cocina con Martín y con Nicolás; ella los saludó y después de hablar un rato, les dijo que se iba para arriba a cambiarse y a maquillarse. Subió y al rato llegó Santiago. Ella se arriesgó y empezó la conversación mientras se arreglaba:
‘Bueno, pero no me contaste cómo estuvo el partido anoche’.
‘Normal. La misma cosa de siempre. Creo que vamos a buscar otro campo. El mantenimiento no es el mejor y está muy caro. Mauricio dijo que iba a buscar otro. Vamos a ver. El problema es que las otras alternativas quedan más lejos, ya veremos’.
‘¿Y fueron todos? ¿Metiste algún gol?’.
Santiago se giró y la miró de reojo.
‘¿Que si fueron todos? ¡Jah! ¿Puedes creer que fueron más de la cuenta? No metí gol porque no jugué’.
Sofía se detuvo por un instante y sujetando la brocha con la que se estaba difuminando el blush, lo miró fijamente y le dijo con un tono firme:
‘¿Cómo así que no jugaste? ¿Y entonces por qué llegaste tarde?’.
‘Porque me quedé hablando con el gordo Vargas que llegó también. No alcancé ni a cambiarme. Estaban los equipos completos y cuando alguno me dijo que, si quería entrar, el gordo me dijo que no jodiera, que no lo dejara solo, y ya me dio mamera. Me hizo reír mucho. Nos quedamos hasta el final’.
¡Ah! ¡Qué raro! Como siempre juegas, se me hace extraño que te hayas quedado’.
‘Si, es raro. Pero ya te dije por qué me quedé’ – le dijo Santiago con un tono enfadado -.
Sofía continuó su rutina de maquillaje y Santiago interrumpió la conversación para preguntarle si le parecía bien lo que se había puesto. Ella bajó la mirada de nuevo y le dijo que si, que se veía muy bien. Terminaron de arreglarse y bajaron los dos super emperifollados para el evento. Martín los estaba esperando. Se despidieron de Nicolás y de la mamá de Sofía y salieron para donde Ana María.
Sofía iba pensando en la maleta de Santiago. Aunque le había dicho que no había jugado, no terminaba de comerse toda la historia. Pensaba que si Santiago le estaba ocultando algo, ella no podría soportarlo. Tenía rabia y un halo de desconsuelo se apoderaba de ella. La alcanzó a invadir una especie de arrepentimiento por haberle mandado ese mensaje a Antonio diciéndole que dejaran las cosas así. Lo primero que ella había contemplado cuando escribió esas palabras era el bienestar de su familia, su estabilidad. De hecho, nunca quiso hacer nada en modo furtivo justamente porque no estaba en su cabeza serle infiel. No entendía en qué momento las cosas se habían complicado. Sentía a Santiago distante y serio. Como si él hubiera escuchado esos pensamientos que navegaban por la cabeza de Sofía, Santiago le cogió la mano como lo hacía muchas veces mientras iba manejando. Ella se volteó, le sonrió y por un instante pensó que se estaba volviendo loca. En realidad, no tenía por qué dudar de él.
Llegaron la casa de Ana María.
Ella les abrió la puerta. Estaba absolutamente radiante. Tenía un outfit que resaltaba la forma de su cuerpo, sobria, elegante y muy sexy. No dejó un solo detalle pendiente. De pies a cabeza lucía perfecta. Con una sonrisa les dio la bienvenida y los invitó a seguir. Andrea y Antonio acababan de llegar y ya estaban sentados en el sofá de la sala. Sofía entró, saludó y con mucha seguridad presentó a su amante cibernético y a su esposo. Santiago estiró la mano, sonrió y con un tono determinado le dijo que ‘era un placer conocerlo’. Ana María les dijo que se sentaran y les preguntó qué querían tomar. Al ver que había una botella de vino abierta se unieron a la elección de los otros invitados. Sofía le preguntó a Ana María si necesitaba ayuda y ella sin dudar le dijo que no se preocupara. A los dos minutos llegó un mesero con las dos copas y les sirvió el vino. Juliana y Martín se habían ido para una sala contigua escapando de la solemnidad del evento. Así, de manera muy sutil, Ana María hizo una breve bienvenida. Les agradeció a todos por la asistencia.
‘Aprecio mucho que estén esta noche acá. Estoy muy contenta de tenerlos en la casa. Espero que sea la primera de muchas’.
Todos sonrieron e hicieron un brindis agradeciéndole a ella por la hospitalidad. Andrea le dijo que tenía una casa muy linda, y de ahí en adelante, las conversaciones transitaron por temas un poco banales, nada de filosofía.
Ana María se ausentó unos segundos. Andrea no dudó en hacer sus comentarios espontáneos en voz baja.
‘Bueno, no pensaba que la cosa fuera de mesero. Se ve que a Ana María le gusta la perfección’.
‘O la comodidad’ – dijo Antonio sonriendo -.
‘Pues la verdad, mucho mejor si uno tiene quién piense en todo porque normalmente los anfitriones no disfrutan por estar atendiendo los invitados-.
Santiago continuó la conversación dirigiéndose a Antonio.
‘¿Y entonces tú vas a tomar las fotos del hábitat de mi hijo Martín?’
‘Si, si. Quedamos con Ana María que el próximo lunes. Creo que ella ya cuadró con tu ex esposa. A este punto tengo mucha curiosidad. No he hecho fotos de ese tipo. Por lo que he entendido tu hijo tiene varios animales ahí, ¿no?’.
‘Efectivamente. Y seguro te va a dar algunas recomendaciones porque es super celoso con ese lugar. No muchos tienen la fortuna de acercarse, y menos para tomar fotos’.
En ese momento, regresó Ana María con algunas bandejas en la mano acompañada del mesero. Les dijo a todos que eran unos antipastos para abrir el apetito, y los invitó a seguir. Llamó a Juliana y a Martín y ya quedó el grupo completo en la sala. Antonio, muy espontáneo y con un tono muy amigable, involucró a Martín en la conversación.
‘Martín, yo voy a tomar las fotos el lunes de tu estanque. Me decía tu papá que seguro me harás algunas recomendaciones, espero que no tengas animales peligrosos ahí; debo confesar que soy un poco cobarde’.
Martín lo miró serio y de reojo y le contestó de manera determinada:
‘No es un estanque. Es un hábitat que me ha costado mucho tiempo construirlo. Con los años, he aprendido mucho acerca de la conservación de algunas especies y de las condiciones apropiadas para mantenerlos allí y no, no conservo especies que pongan en riesgo a nadie. Los animales más peligrosos andan sueltos por ahí por todas partes. Las recomendaciones se las mando con Ana María’.
Todos quedaron con la boca abierta después de esa respuesta. Juliana fue la que rompió el silencio; botó una carcajada y le pegó una palmada inocente a Martín en el brazo y le dijo: ‘Deja de ser tan dramático’. Martín sonrió con tono picaresco y le hizo un guiño con cierta complicidad.
Sofía le preguntó a Ana María dónde quedaba el ban̈o y Andrea se paró diciendo que ella también tenía que ir. Entraron las dos. Sofía le dijo que solo se iba a lavar las manos y Andrea le dijo que ella le quería contar algo.
‘Bueno, pero a Martín como que no le cayó muy bien Antonio, ¿no? – le dijo Andrea -.
‘Nada qué ver. El es super celoso con ese sitio. Está obsesionado con ese lugar. No le pares bolas. Es más, está contento por las fotos porque nunca le han hecho fotos profesionales a ese estanque como dijo Antonio…jajaja’
Las dos se rieron y Andrea le dijo a Sofía:
‘Bueno, te cuento rápido porque da pena las dos acá chismoseando. Tú sabes que yo conocí a Antonio porque soy amiga de la hermana, right? Pues hoy hablé con ella por la tarde y hablando de una cosa y de la otra y yo tratando de sacarle información porque ellos son muy cercanos, me dijo que Antonio estaba hablando con una mujer casada que le encantaba’.
¿Será que la hermana también sabe que es Sofía?