Todos se pararon inmediatamente de la mesa. Y cuando estaban tratando de entender lo que había pasado, Antonio volvió en sí. Fue una cuestión de segundos. Andrea y Santiago lo ayudaron a ponerse de pie. Estaba un poco pálido, pero estaba consciente y hablando perfecto.’¡Uy! No sé qué pasó. Se me fueron las luces. Qué cosa tan rara, pero estoy bien por favor dejen esas expresiones de preocupación, que me ponen nervioso’ – les dijo con un tono jocoso -.’Pero ¿ya te había pasado antes? De todos modos, creo que tienes que hacerte un chequeo. No es tan normal que uno se desparrame así de buenas a primeras’ – dijo Andrea con un tono de preocupación -.Santiago se sentó de nuevo y agregó:’El tema, querida Andrea, es que después de los 50, si uno se levanta muy rápido de la mesa es muy probable que le de vueltas el mundo; esas cosas empiezan a pasar’.’Pues no sé, pero no me parece normal. Deberías hacerte un chequeo. Yo no sé por qué los hombres son tan tercos y no se cuidan. De pronto, no es nada, pero eso solo se sabe si un médico lo confirma’, – prosiguió Andrea con su tono alterado -.Sofía estaba paralizada en la mesa. De hecho, fue la única que permaneció inmóvil. Estaba pálida y tenía la mirada un poco perdida. Cuando Ana María se percató, se le acercó y le preguntó que si estaba bien. Sofía permaneció sin pronunciar una palabra. Después de unos segundos, miró a Ana María y con la voz un poco temblorosa le dijo:’No sé. Sentí pánico. Me da pena mencionarlo, pero me trajo el recuerdo de lo que pasó con Hugo en el salón. Yo vi cuando se desplomó en el piso y ahora que vi la misma escena, me llevó de nuevo a ese momento. Creo que presenciar ese instante fue más impactante para mí de lo que me hubiera imaginado. Nunca me había sucedido. Tal vez es eso. Me asusté mucho.’Ana María mirándola de forma compasiva y tocándole el hombro le respondió:’Te entiendo Sofía. Sé perfectamente que no es una situación fácil de afrontar, que impresiona. Para Margarita fue muy chocante. Ella no quería decirme nada, pero en una de las tantas veces que hablamos recién pasó todo, es más, fue en la clínica, la encontrè quebrada en llanto en un rincón de un corredor sola. Cuando me acerqué y después de mucho insistirle, me dijo que había quedado en shock y que cada vez que se acordaba del cuerpo de Hugo ahí tirado en el piso le temblaba el cuerpo. Pero es que no es para menos, ¡por Dios! Ver un cadaver no es algo que nos pasa todos los días, ¿no? Qué impresión. Hace dos minutos hablabas con alguien y te volteas y ahora tieso como un poste. ¡No, qué cosa fea!’.Sofía la miraba en silencio mientras hablaba y ella solo veía una mujer tenebrosa relatando la muerte de su esposo como si se tratara de un animal. Se le pasaron muchas ideas por la cabeza. Es más, mientras la escuchaba, veía cómo se le deformaba su rostro, se le alargaba la boca. Tuvo que parpadear tres veces para enfocarla bien y concentrarse en lo que estaba diciendo. El discurso fue interrumpido por Andrea quien les dijo a todos que ellos se iban, pues lo mejor sería que Antonio se fuera a descansar después del susto. Se pusieron de pie. Andrea se fue a coger su abrigo y Sofía se fue detrás.’Andre, no me gusta Ana María. Me da mala espina. Me asusta. ¿La oiste como habló de la muerte de Hugo? Pero es que lo que más me aterra es que no ha pasado una semana y ella ya está organizando comidas, planeando obras, cambios. En fin, ahora se va a ir a vivir en la casa de tu cuñada. ¡No! ¡Qué susto esta vieja! ¿Qué es lo que quiere? Yo creo que estoy prenda, pero hasta la vi deformándose como un demonio. No la quiero ver más’.’Pero cuánto llevo tratando de decirte lo mismo y tu no me pones cuidado. Esa vieja es rara. No le creo nada. Da susto. No, mija. Qué bueno que Antonio adelantó esas fotos para cerrar ese capítulo con ella y voy a hablar con Maria José y le voy a advetir que tenga cuidado con ella. Es mejor que no le arriende el apartamento. ¡No, qué mamera! No sé cómo averiguar si es con ella que Antonio se está hablando. Me dan ganas de hackearle el teléfono o las redes, no sé’.’¡Ay! !No Andrea! Por favor! No caigas tan bajo. ¿Pero es que acaso tú tienes quién haga eso?’.’Si. Un amigo de mi hermano. Es un duro con esos temas’.’Pues lo necesito. Mañana te llamo y te cuento’.’No me digas que Santiago nos salió con sorpresas…’.’No, nada qué ver. Es un tema de trabajo. Super secreto. Mañana te cuento’.El par de amigas recogieron sus abrigos y chaquetas y empezaron a despedirse. Sofía le agradeció a Ana María por la invitación con una sonrisa moderada. Cuando se acercó para darle el beso en la mejilla como corresponde, Ana María le susurró en voz baja: ‘Eliminé los archivos que habían en la USB de Hugo. Me tocó dejar el otro que no se puede abrir, pero se la di a Juliana, así que ese tema quedó cerrado’. Sofía la miró fijamente y le dijo con una expresión incierta: ‘Si tú lo dices…ok’. Sofía la tomó de la mano, se la apretó fuerte, la miró a los ojos y le dijo: ‘Quédate tranquila’.Sofía se soltó en seguida, bajó la mirada, le dio un abrazo a Juliana y salió de esa casa sacudiéndose enmascarando los gestos con sutileza para no evidenciar su molestia. Cuando Santiago estaba saliendo, se dio cuenta que había dejado la billetera adentro y Ana María lo siguió. Martín se quedó hablando con Juliana y Andrea había ido a traer el carro hasta la puerta de la casa. De repente Antonio y Sofía estaban uno al frente del otro mirándose a los ojos.’Perdóname si te asusté. Te vi realmente turbada. Sé que no era por mi, si no por lo que tuviste que vivir con Hugo. Lo siento mucho, te lo digo de verdad’.’No tienes que disculparte. ¿Cómo te sientes? ¿En serio no sabes qué te pasó?”Estoy bien. Creo que tu esposo tiene razón. Me paré muy rápido y con los vinos, la comida y tu indiferencia se me volteó el mundo’.’No bromees con esas cosas. Como dice Andrea es mejor que te hagas un control. Yo no tengo nada qué ver con tu surmenage’.Antonio soltó una carcajada y la miró con mucha dulzura.’Yo sé que no quieres saber de mi, pero yo sí de ti. Lo siento mucho Sofía. Piensa de mi lo que quieras: que soy el peor hombre de la faz de la tierra, que tengo mil mujeres, que estoy engañando a tu amiga, pero tú a mí me fascinas y no es porque seas un imposible. Me muero por esos ojos, por tu tímido sentido del humor, por tu inteligencia, frescura y tus palabras rebuscadas. Deja tu vida y escápate conmigo’.’No hables tanta bobada. Ahí viene mi esposo y llegó tu novia. Chao, que te mejores’.Se despidieron con un modesto beso en la mejilla, Santiago le dio la mano deseándole una pronta recuperación y Martín de lejos le botó un ‘Hasta luego’.Se subieron al carro y Sofía no se aguantó las ganas de expresar lo que sentía:’Yo no sé ustedes qué piensen, pero a mi Ana María no me convence’.Santiago botó un suspiro, pero no dijo nada y siguió concentrado en el trayecto. Sofía se volteó a mirar a Martín y se dio cuenta de que tenía los audífonos puestos. Como no encontró eco en su frase, siguió mirando por la ventana pensando en todo lo que había pasado esa noche, pero sobre todo en lo que Ana María le había dicho al final. ‘Quédate tranquila’. ‘¡Jah! ¡Qué tal ésta! – pensaba Sofía -. Se preguntaba si sabía algo más. Si había encontrado otra cosa en esa USB y había decidido mentirle para vengarse. Las luces que alumbraban las calles por donde pasaban golpeaban en sus ojos. Cada vez que parpadeaba veía su vida pasar desde lejos. Recordaba las palabras de Antonio: ‘Escápate conmigo’. No se reconocía. De pronto sintió que, sin querer, había terminado involucrada con personas que aparentemente no eran tan inofensivas. Llegaron a la casa de Martín. Se bajó, se despidió como siempre y cerrò la puerta. Ese silencio de ellos después de lo que había pasado esa noche le parecía del todo extravagante, pero lo dejó pasar una vez más. Pensó en Nicolás, en su niño, en el amor que sentía por él. Se le aguaron los ojos en silencio. De repente sonó su celular. Le había llegado un correo electrónico. No reconocía el remitente, sin embargo lo abrió. Había dos archivos adjuntos. Casi se desmaya cuando los abrió. ¿Qué le mandaron a Sofía?