Santiago quedó paralizado con ese mensaje. Estaba en medio de una reunión y no sabía para dónde mirar. En realidad, no estaba acostumbrado a ese tipo de cosas y menos viniendo de su esposa. Abandonó con su mente esa sala de reuniones. Por un lado, sentía una rabia infinita de pensar que un hombre desconocido le estaba mandando esos mensajes a su esposa y al mismo tiempo, se excitaba. Algo de ese juego le gustaba y no podía escapar a la emoción que le pasaba por dentro y le sacudía las entrañas. De un momento a otro la curiosidad se apoderó de él y le respondió a Sofía, aunque le parecía muy extraño tener una conversación de ese tipo por WhatsApp con su esposa en medio de una reunión tan importante.

‘Si ese tipo te dice esas cosas es porque tú también lo has provocado. No puedo evitar sentir celos’

‘No te quedes en eso Santiago. No tienes por qué sentir celos. Si, a mi Hugo me parece un tipo atractivo, pero no estoy buscando nada con él. A quien quiero y deseo es a ti. Lo que no podemos negar, es que nos está dando algo que se estaba apagando entre los dos’.

‘¿Cuántos años tiene ese tipo?’

‘No sé, debe tener 55 o algo así. Tú sabes que a mi siempre me han gustado los hombres maduros. Lo cierto es que tengo muchas ganas de estar contigo. ¿Te demoras mucho en la oficina?’

Durante algunos minutos Sofía no obtuvo respuesta. Siguió haciendo sus cosas, pero miraba el teléfono con insistencia como si al hacerlo le fuera a llegar la respuesta de su esposo más rápido. No pasaba nada. De repente recibió un mensaje de Hugo.

‘Me dejaste esperando, querida’

‘Lo siento, es que he tenido un día complicado. Mucho trabajo’.

‘Me encantaría verte de nuevo y en otro lugar. Tal vez en un sitio en donde podamos estar solo los dos’

‘Mmmm… eso es un poco complicado. Tengo un esposo, un hijo y un trabajo. No es fácil para mi escabullirme’.

‘Yo también tengo todo eso, pero aun así logro escabullirme como dices tú. Es cuestión de organizar bien las cosas. Todo se puede’.

‘No sé. Esto es nuevo para mí, y la verdad, no me siento muy orgullosa de lo que está pasando. Tener estas conversaciones con alguien diferente a mi esposo no me hace sentir muy cómoda’.

‘Te entiendo. Tú solo piensa con calma. Lo único que puedo decirte es que no puedo dejar de pensar en esos ojos azules. Ese contraste tuyo es fascinante, ¿lo sabías? Ese pelo negro, esa piel blanca, esa mirada, esos labios sutiles y esa sonrisa. ¡Dios! ¿De dónde saliste mujer? Me tienes enloquecido’

‘Jajaja…ahora voy a tener que dejarte. Entro a una reunión, pero podemos hablar después’.

‘Ok. Eres mala; me enciendes y luego te vas, pero está bien, te concedo un poco de malicia. A una mujer como tú, se le puede permitir todo. Te digo, eso sí, que no voy a poder pararme de este escritorio en unos minutos porque se me nota por encima de mi ropa lo excitado que estoy. Te mando un beso’.

Sofía le hizo un screenshot a esa conversación y se la mandó a Santiago, quien no le había respondido desde el último mensaje. Ella disfrutaba la nueva situación; le producía algo de adrenalina y estaba segura de que esto era algo que estaba ayudando a rescatar su matrimonio. Ella no quería perder por nada del mundo su estabilidad. La palabra divorcio no estaba instalada en su chip y necesitaba encender de nuevo el fuego en su relación de pareja. Sabía que era peligroso. Santiago era mayor que ella diez años. Era un hombre tradicional, conservador. Por eso se había fijado en ella, así que era consciente de que estaba corriendo un riesgo bastante alto, pero en su mente y en su corazón valía la pena.

No podía esconder que le gustaba mucho Hugo, sin embargo, el hecho de que fuera tan directo no era de su completo agrado. Pensaba que iba a ser un poco más sutil. Ella tenía ganas de hablar, de reírse, de provocar en él un poco más de curiosidad, pero él iba al grano. Claro, ella entendía que eso que habían sentido durante esa conferencia había sido muy especial, pero le aburría que fuera tan obvio. Ella estaba descubriendo que la coquetería comprendía muchas otras cosas más, aparte de la demostración clara y hasta banal por el gusto físico. Que los seres humanos son mucho más interesantes cuando se adivinan, se intuyen, se deslizan sin permiso, con exquisitez y examinan esos terrenos que quieren ser explorados sin llegar a lo vulgar, a la ramplonería. Sofía estaba ahí sentada en su escritorio pensando una cantidad de cosas en las que jamás se había detenido antes. Era como si ella misma estuviera emprendiendo un camino de auto conocimiento y estuviera seduciéndose para ver qué más había dentro de ella.

Santiago por fin le respondió.

‘Voy a tratar de salir lo más temprano que pueda. Yo también tengo ganas de estar contigo’.

A Sofía se le iluminó el rostro. Le brillaron los ojos y entendió que a lo mejor Santiago había entendido que no tenía nada de malo agregar un poco de picaresco y obsceno condimento a ese matrimonio. Nada podía andar mal. Todo lo contrario. Ella estaba siendo sincera. No le estaba escondiendo nada a su esposo y en cambio estaba teniendo el mejor sexo de la vida con el hombre que amaba. Se repetía en su cabeza: ‘Nada puede andar mal’. Mientras estaba repitiendo ese mantra, entró Martin a su estudio. Aterrizó. Había olvidado por completo que su hijastro estaba en la casa y lo único que esperaba era que se fuera lo más pronto posible para poder fundirse en esa cama con Santiago.

No solo apareció él, sino que le recordó que debía ir a recoger a Nicolás. Le preguntó que si quería que la acompañara. Sofía en medio de la confusión le dijo que sí. De manera muy sutil, le preguntó que cómo iba con su trabajo y que, si quería, podía llevarlo a su casa de una vez. Martín le dijo que tenía que imprimir algunas cosas y que quería esperar a su papá si no era un problema. Sofía con la dulzura que la caracteriza le dijo que obviamente no había ningún inconveniente, que se podía quedar todo el tiempo que quisiera. Martín le dijo que por qué no pedían algo rico de comer y así comían todos juntos. Sofía a regañadientes, pero haciendo su mejor cara aprobó la propuesta de Martín. Después de haber ido por Nicolas, volvieron a la casa, Sofía terminó de hacer algunas cosas mientras el hermano mayor se ocupaba del menor y jugaban por la casa.

Llegó Santiago. Sofía apenas lo vio, se le lanzó, le dio un abrazo y un beso y le dijo en el oído que Martin estaba en la casa y quería pedir algo de comer. Santiago le dijo en voz baja: ‘Ni modos, tocó’. Santiago saludó a sus hijos, le preguntó a Martín qué quería comer para poder ordenar y todos estuvieron de acuerdo en pedir una pizza. Comieron en familia. Santiago estaba tranquilo, muy sonriente, hicieron chistes durante la cena y pasaron un rato agradable. Sofía se levantó de la mesa, tomó a Nicolás de la mano para ir a alistarlo para ir a la cama. Santiago se fue para su estudio a revisar algunas cosas en su computador y Martín le preguntó a Sofía que, si podía mandar a imprimir sus documentos desde su laptop para no interrumpir al papá y ella le dijo que claro, que lo usara. Así lo hizo. Al rato salió, Nicolás ya estaba durmiendo y Martín les dijo que se iba para la casa. Les agradeció. Santiago le dijo que lo llevaba a la casa, pero Martín le dijo que no, que había hablado con su mamá que estaba cerca y ya pasaba a recogerlo. Antes de salir, Martin les dijo que, si no era un problema para ellos, le gustaría seguir viniendo a hacer sus trabajos ahí. Al fin era mas cerca de la universidad, le quedaba más cómodo y tanto Sofía como Santiago estuvieron de acuerdo. Sofía quería complacer a Santiago en todo, incluido tener a su hijastro en casa. Ella sabía que ese era un punto débil de su esposo.

Por fin se quedaron solos y apenas tuvieron tiempo de llegar a la habitación. Santiago le arrancó la ropa a Sofía y tuvieron otro encuentro lleno de pasión, gemidos y un erotismo que ninguno de los dos sabía que existía. Sofía no quería que terminara ese polvo; Santiago la miraba como nunca lo había hecho y a ella eso la excitaba aún más. El sentía que deseaba más que nunca a su esposa. No podía creer que de un momento a otro se hubiera despertado este espíritu lujurioso entre los dos. Entre caricias, besos, gritos, lamidos, palmadas y hasta una que otra halada de pelo terminaron los dos mirando el techo y suspirando como si hubieran corrido una maratón. Santiago se volteó a mirar a Sofía y le dijo: ‘Prométeme que no vas a hacer nada con nuestro nuevo amigo Hugo’. Ella lo miró y le dijo: ‘Jamás, esto es para ti y para mí’.

Parece que la pareja había llegado a un acuerdo y Sofía no podía estar más feliz. Sonriendo se levantó para ir al baño y en ese momento le entró un mensaje a su Outlook. Le pareció muy extraño porque no era habitual recibir correos de trabajo fuera del horario así que cogió inmediatamente el celular para revisar. Era su jefa.

‘Hola Sofía, por favor discúlpame por escribirte a esta hora, pero en medio de tanta cosa se me olvidó decirte algo urgente y de pronto voy a necesitar que vengas mañana a la oficina. Está relacionado con Hugo Arboleda, uno de los conferencistas del curso que hiciste. Por favor mañana a primera hora me llamas. Mil gracias’.

¿Qué le va a decir la jefe a Sofía? ¿Pasaría algo con ese hombre?