Margarita miró a Sofía y le dijo: ‘¿El hijo de tu esposo no estudia eso también o es Biología? Hugo la observó intrigado y Sofía respondió: ‘Si, sí, sí. Estudia Ecología también. Entiendo bien lo que dices Hugo. Ni entro en detalles con eso, lo único que les puedo decir es que me tocó prohibirle la entrada de bichos en mi casa. El en su casa tiene todo un hábitat para todos sus animales, pero en mi casa no quiero saber de ese tema’. Hugo se quedó pensativo y le dijo: ‘Espera, el hijo de tu esposo es Martín, el amigo de Manuela, ¿la de los brownies? ‘Si, el mismo’, respondió Sofía. ‘No lo puedo creer. Mi hija me tiene bombardeado con las fotos del sitio de Martín porque quiere algo parecido en mi casa, lo que pasa es que mi esposa se niega rotundamente. Me parece que tienen en común la pasión por los anfibios’.
Estuvieron hablando un rato de las anécdotas del hijastro y de la hija de Hugo, se rieron y al fin se encarrilaron de nuevo con el tema del trabajo. Margarita recibió un mensaje del presidente de la empresa y les dijo que por favor continuaran, que pronto regresaría. Se quedaron solos Hugo y Sofía y de pronto la tensión se encendió. Él estaba mucho más relajado. Le dijo que nunca hubiera pensado que la iba a ver tan pronto. Se quedó mirándola fijamente a los ojos y con una voz entrecortada le dijo:
‘Estás divina. Dime que te arreglaste para mí’
‘Jajaja…admiro tu seguridad, pero no. Normalmente cuando debo venir a la oficina trato de estar de acuerdo a la altura. Mucho más si me voy a ver con Margarita, pero gracias’.
‘Me he dado cuenta de que eres mala en serio. Te gusta jugar; te encanta provocarme para después aterrizarme sin anestesia. Te tengo muy bien analizada querida Sofía’.
‘No creo, y tampoco esa es la intención. Algo pasó cuando nos vimos en esa conferencia, pero mira cómo es la vida: tu esposa es amiga de mi jefa, tu hija es amiga de mi hijastro, en fin, demasiadas coincidencias que parece que son señales que nos indican que es mejor tener cuidado’.
‘¿Tú crees que un hombre como yo no sabe cómo tener cuidado? ¿Y te diste cuenta de que cuando uno quiere hacer las cosas las puede hacer? Por ejemplo, ahora que vamos a hacer este curso, es más fácil proporcionar una situación para vernos en otro lugar. Es que Sofía, yo creo que tú no entiendes. Desde que te vi ese día, algo se encendió en mí. Es lógico que tu puedas pensar que soy un tipo que se la pasa en estas, pero no. No es mi estilo. Algo pasó contigo y te juro que no te puedo arrancar de mi mente. Es más, cuando me acuerdo de ti, se me pasan los pensamientos más locos por mi cabeza y cuando menos me doy cuenta, estoy excitadísimo, no sé si me puedas entender’.
‘Claro que te entiendo, a mí también me pasó lo mismo, sin embargo, estos juegos pueden ser peligrosos’.
‘Dime que no te mueres de ganas de estar conmigo’.
‘Pues…’
La puerta se abrió y entró de nuevo Margarita. Se disculpó y continuaron con el tema del curso. Hugo les dijo que para él estaban muy claras las necesidades, que tenía un programa que se podía ajustar perfecto y que máximo en dos días, les pasaba la propuesta. Margarita se puso contenta, le dijo que estaba segura de que les iba a ir muy bien. Antes de ponerse de pie y finalizar el encuentro, Hugo mirando a Margarita le dijo: ‘Te voy a pedir una cosa sola. Para mi es muy importante tener un tutor del curso y teniendo en cuenta que ya tuve el privilegio de conocer a Sofía, te pediría que fuera ella la que desempeñara ese rol’. Margarita miró a Sofía y con toda la certeza le respondió a Hugo, que claro que contara con ello. A Sofía le pasó un escalofrío por todo el cuerpo. No era justamente eso lo que esperaba. No quería interactuar tanto con Hugo porque sabía que le producía muchas cosas y sintió algo de temor. Sin embargo, no podía refutar y no tuvo otra opción que acceder con poco entusiasmo, pero sonriendo como siempre.
Se pusieron de pie, Margarita se despidió de beso de Hugo y éste le pidió a Sofía que se quedara unos minutos más para hacerle un par de preguntas que había olvidado. Se quedaron de nuevo los dos solos y Sofía con un tono determinado le dijo:
‘Me parece que estás exagerando, Hugo. ¿Yo la tutora de tu curso? ¿En serio? Eso no era necesario. Sabías que no podía negarme y me pusiste en una situación incómoda’
‘Nuestra primera pelea. ¡Qué rico! Me gustas más así toda seria’.
Hugo se puso de pie y empezó a caminar detrás de Sofía, le puso una mano en un hombro y la fue deslizando por su nuca mientras continuaba el discurso.
‘A ver querida, yo ya estoy muy grande para ciertas cosas. Entiendo que a ti te guste juguetear, sin embargo, quiero que te quede algo muy claro: acepté dar este curso por la relación profesional que tengo con Margarita y con esta empresa. No sé si lo sabes, pero yo obviamente no vivo de esto. Creo que sabes dónde trabajo porque está escrito en la tarjeta que te di y seguro viste el cargo que ocupo. Para estos cursos es necesario un tutor; no necesito inventar y tampoco tengo el tiempo ni las ganas de ponerme a entrenar a nadie. Intuyo que eres una mujer inteligente, con experiencia en este sector; te vi muy atenta durante mi conferencia, así que me ahorro mucho tiempo y energía con una persona como tú. Si no tienes muy claras las funciones de una tutora, lo puedes buscar en Google. Créeme que no vas a encontrar nada sexual. Lo que pase o no pase entre tu y un hombre como yo es absolutamente secundario y tendrá que ser muy espontáneo. Por los movimientos de tu cuerpo, aunque trates de disimularlos, mientras te digo estas palabras y rozo con mis dedos esta delicia de cuello y de hombros, no eres para nada indiferente, así que soy yo el que te dice que tengas cuidado querida Sofía. Yo sé muy bien en dónde dar cada paso que doy, no estoy muy seguro si tú lo tienes tan claro. Por ahora, esta reunión se acabó. Tengo muchas cosas qué hacer. En dos días recibirán noticias mías con respecto al curso. En tu caso, es probable que sepas de mi antes. Mil gracias por tu tiempo y si, Sofía, me muero de ganas de cambiar estos dedos que se deslizaron en tu espalda por mi lengua. Te aseguro que te haría volar. Que estés muy bien’.
Hugo se alejó de Sofía, la miró con una sonrisa super sexy, cogió sus cosas y se fue. Ella quedó paralizada en esa mesa. Lo que había sentido mientras Hugo le tocaba su cuello la había dejado sin aire. Le dio calor y otra vez el vacío en el estómago invadió toda su atención. Cogió su celular y empezó a mirar la hora, el clima, las notificaciones, lo que fuera. Quería hacer tiempo para poder salir de ahí. Finalmente salió. Margarita había entrado a otra reunión. Le dijo a la secretaria que por favor le dijera que se había ido, que se iba para su casa a seguir trabajando y que si necesitaba algo le mandara un mensaje o la llamara.
Le temblaban las piernas, pero salió del edificio caminando lo más firme que le permitía su cuerpo convulsionado por todo lo que acababa de sentir. Cuando llegó al parqueadero le entró un mensaje. Se sentó en el carro. Abrió el mensaje y era Hugo.
‘Mira como te ves de divina cuando crees que nadie te ve. Te mando un beso en esos labios deliciosos que tienes’.
El mensaje venía con una foto que se notaba que le había tomado cuando estaba saliendo de la oficina. Sonrió, pegó un grito sutil y decidió publicar la foto en sus historias de Instagram. Arrancó y cuando iba en camino le entró otro mensaje: era el fotógrafo.
¿En qué lío se está metiendo Sofía? ¿Será que está jugando con el hombre equivocado?