Valeria se dirige con paso firme a la oficina de su jefe. Tiene todo el discurso en la cabeza aprendido de memoria con pausas y gestos incluidos. Siente que ésta es la vez buena porque tiene todos los argumentos para conseguir ese ascenso que merece mucho más que cualquier otro de los empleados de la multinacional donde trabaja. Mientras camina se repite una y otra vez las mismas cosas: “No puede ser que siga en ese puesto mediocre después de todo lo que hago por esta empresa, esta vez este tipo me tiene que aprobar el ascenso, tengo 33 años y no puedo seguir haciendo cosas de principiante, ¡hasta cuándo Dios mío! ¡No más! Después de lanzar el último suspiro, ya se encontraba frente a la puerta de la oficina, se giró hacia el escritorio de la secretaria quien con una voz tímida le dijo:

‘Te está esperando, te sugiero que no  te demores, no está en sus mejores días’. Valeria entre dientes le respondió: ‘Jah! Dime algo nuevo’. Le dio un par de golpes a la puerta, abrió, se asomó con respeto y él sin mirarla le dijo que siguiera y se sentara.

‘No te quito mucho tiempo Nicolás, voy al grano. Quiero preguntarte si has contemplado la propuesta que te hice con respecto a mi ascenso. Tú sabes lo que significa para mí, cuánto trabajo y empeño le he metido a este cargo y honestamente creo que te he demostrado de lo que soy capaz y de todo lo que podría proyectar si me das esa oportunidad’.

Hubo una pausa; Nicolás todavía no la había mirado a los ojos, mientras ella hablaba él estaba mirando su computador, pero para Valeria esto era algo normal. Finalmente, después de aclararse la garganta discretamente, cerró el computador, la miró y le dijo: “Valeria, Valeria, Valeria, no voy a poner en discusión tus skills porque de otra forma no estarías trabajando acá. Sin embargo, déjame recordarte que llevas nueve meses en esta empresa. Entiendo y hasta me atrae el hecho de que quieras escalar y seguir creciendo, sin embargo, si todos ascendiéramos a esa velocidad nunca se podría hablar de la estabilidad que se necesita al interior de una empresa para desarrollar las funciones y llevar a término los objetivos de cada empleado. Desde que llevabas seis meses me estás hablando de este tema y la verdad, ya no sé cómo explicarte que debes tener un poco más de paciencia. Por otro lado, querida Valeria, ¿tú crees que eres la única que merece ese ascenso? ¿Crees acaso que eres la única que hace las cosas bien? Omitiendo, claro, los errores que has cometido y que con mucho gusto te puedo enumerar. ¿Qué te hace pensar que eres tan especial para yo tener que dejar de lado algunos otros candidatos para ese puesto? Estás joven y todavía tienes mucho camino por recorrer y aprovecho esto para decirte que cada vez que algo sale mal, te despachas en señalamientos y en lo deficiente que fue el trabajo de mengano o de sutano. De vez en cuando hay que asumir la responsabilidad y aceptar que fallaste. Tienes una particularidad: cuando te equivocas minimizas siempre tu error, pero cuando es algo que dependía de otro, sobredimensionas las cosas. Balance Valeria, por favor. En conclusión: No. No puedo aceptar tu propuesta, sigue trabajando, sigue mejorando que nosotros seguiremos evaluando tu proceso y tus resultados. ¿He sido claro? 

Valeria solo pudo pasar saliva y con la voz temblorosa apenas pudo pronunciar un sí.

Nicolás continuó: Ok, te agradezco y te pido el favor de que me mandes tan pronto como puedas lo que te encargué ayer. Te dejo ir porque tengo un día muy ocupado. Buen día Valeria. 

Valeria se levantó de esa silla con su cara encendida, se despidió y salió de esa oficina destruida. La secretaria la miró y le hizo un gesto solidario y ella continuó sin parar su camino hasta su oficina con los ojos llorosos y con un deseo legítimo de pegarle al que se le atravesara. Al fin decidió salir, tomó el ascensor y subió a la terraza del edificio donde quedaba uno de los cafés donde solían hacer pausa ella y sus compañeros de trabajo. Por fortuna no se encontró con nadie y lo primero que hizo fue mandarle un mensaje de voz a Pilar, su amiga entrañable.

Mensaje de voz:

Quiubo, debe estar dormida pero ahí le voy contando que me fue como un culo con el maricón de mi jefe. ¡Tengo una rabia que no le puedo explicar! En conclusión, me dijo que no y me vació de una manera algo diplomática. Es que no puedo entender por qué me tienen haciendo estas maricadas cuando ya debería estar haciendo cosas importantes. Mk, Pilar, tengo 33 años y no tengo ni mierda; no he comprado una casa, el carro que tengo me lo regaló mi papá, no puedo ahorrar con este sueldo miserable que se me va todo en arriendo, servicios y comida. No me queda ni para comprarme un calzón y no puedo hacer nada de todo lo que quisiera hacer en este momento de mi vida. ¡Estoy harta, mk! Me provoca salir corriendo, pero obviamente no puedo dejar este pinche trabajo porque después qué hago. Bueno, ya me desahogué. Cuénteme usted cómo va y ahí la sigo actualizando. Me voy a tomar un perro café y me voy a seguir haciendo las estupideces que me pide mi jefe. ¡Chao!

Después del café más amargo que se había tomado en los últimos días, Valeria regresa a su puesto de trabajo cabizbaja y frustrada. No mira a nadie porque quiere evitar a toda costa conversaciones inútiles y mucho menos está para preguntas o requerimientos fuera de lugar. Se sienta en su escritorio, abre su computador y comienza a realizar un itinerario que su jefe le había pedido y que ella sabía que tendría listo en pocos minutos. Así pasa la mañana y parte de la tarde; ni siquiera almorzó; decidió quedarse en el computador buscando quién sabe qué. Después de haberle mandado la tarea a su jefe, empezó a saltar por páginas de head hunters, sitios de otras empresas, Instagram, tik tok, Facebook, noticias de unas y de otras. De pronto su celular hizo bip, se trataba de Pilar.

Mensaje de voz:

¿Oiga Valeria, es en serio que usted sigue con lo mismo? ¿Cuándo va a respirar? ¿Cuándo se va a calmar y va a entender que las cosas en la vida necesitan de un proceso? Su momento va a llegar. Mk, usted habla como si tuviera 50 años, y le digo una cosa: Hay personas a esa edad que no tienen todo eso que dizque usted necesita y viven felices. Yo no sé, usted sabe que trato de entenderla, pero me parece un poco preocupante esa obsesión que tiene con ascender, con tener, con comprar, como si eso realmente fuera el significado del éxito. Usted vive en función del trabajo y pues sí, nadie dice que no sea importante, pero no es lo único. No ha vuelto a salir, es que ni siquiera tiene con quién porque no le para bolas a nadie, no se da la oportunidad. Tómese con más ligereza la vida, nosotras estamos jóvenes todavía, mk. Tenemos mil cosas para hacer, pero eso no significa que las tengamos que hacer todas al mismo tiempo y antes de los 35. Yo quedo cansada cada vez que leo o escucho sus mensajes, me da ansiedad, mk. ¡Contrólese! Es más, ¿sabe con quién hablé ayer? Con Pablo, mi primo. Me hizo reír un montón. Ahora anda con un parche de amigos que está como chévere. Me preguntó por usted porque uno de sus amigos tiene un hermano que dizque es un bacán y se lo quiere presentar. Yo le dije que le iba a preguntar, ¿pero sabe qué? No me interesa lo que usted piense, le voy a decir que si y donde no acepte, cojo un avión, le llego a su casa y la estrangulo; pilas, porque he aprendido un montón de técnicas con una serie que no me pierdo, se llama: “Donne mortali”! ¡Busque el significado y asústese! ¡Adiós es que te vi!

Pilar le arrancó una sonrisa a Valeria con ese mensaje y entre líneas y risas soltó un “Está loca esta pendeja”. Soltó el celular, siguió con sus tareas concentrada en el computador y casi finalizando la jornada laboral, recibió un mensaje de texto en su celular:

Mensaje de Pablo:

¡Hola Vale! ¿Cómo vas?  Soy Pablo, el primo de Pili. Tanto tiempo sin saber de ti, espero que vaya todo bien. Oye, qué delicia que aceptaste la invitación. Te esperamos mañana en nuestra casa a las 7 p.m. Vamos a hacer una comidita informal. Rico que vengas. Ya te mando la dirección, hay parqueadero de visitantes o si prefieres venir en uber mejor para que puedas tomarte los tequilas sin rollo. ¡Te esperamos!