Valeria se puso pálida. Miró hacia la mesa que le indicó Alvaro y no veía a Mateo, pero sí vio al vecino de su apartamento. Quedó fría y le dijo a Alvaro: ‘Ese es mi vecino de abajo, ¿tú por qué lo conoces? Alvaro sonrió y le dijo: ¿No te acuerdas de que cuando fui a recogerte para ir al asado yo me bajé del carro, él llegaba de hacer mercado, se le rompió la bolsa y lo ayudamos a recoger las cosas? Y después me contaste que era tu vecino de abajo, bla, bla, bla’. Valeria empezó poco a poco a recuperar la memoria y le regresaron los colores a su cara. Con un tono de descanso le respondió: ‘Había borrado de la mente ese episodio, pero qué buena memoria tienes…jajaja. Si, claro, es Juan Carlos, jajaja’. Alvaro siguió comiendo y le preguntó: ‘De quién pensabas que te hablaba? Valeria lo miró a los ojos y le dijo que como no recordaba que habían tenido ese encuentro justamente se le hacía raro que le hablara de uno de sus vecinos. Aclarado el tema continuaron la comida, Valeria se relajó, se reía sola del susto que se acababa de pegar y pensaba que seguro eso pasaba cuando la gente decía tantas mentiras. La paranoia empezaba a hacer parte de la vida de un momento a otro.

Marcela y Alberto hablaron con Valeria acerca de sus aspiraciones laborales. Alberto trabajaba en un laboratorio farmacéutico; tenía un cargo alto y recordó todo lo que sufrió para llegar donde estaba. ‘Valió la pena’ dijo. ‘El mundo corporativo es competitivo y hay cosas que uno siempre debe tener entre ceja y ceja: al trabajo no se va a hacer amigos y es necesario hacerse valer a costa de lo que sea para lograr los objetivos porque si no, te van a pasar por encima’. A raíz de esta frase se armó un debate; estaban los que apoyaban la premisa de Alberto y quienes la contradecían, como Alvaro que dejó claro que tal vez lo de hacer amigos no era muy importante, aunque él había conocido gente muy chévere en el ámbito profesional, pero eso de andar como una flecha sin mirar hacia los lados para cumplir objetivos, no era lo suyo. Cristina no opinaba mucho, pero sí bebía y se encargó de llamar al mesero para pedir otra ronda de tragos para todos. Valeria no estaba segura de seguir tomando, pero al final pensó que de vez en cuando no hacía mal y menos en las circunstancias en las que se encontraba.

Miraba el celular de vez en cuando para ver si recibía algún mensaje de Mateo y nada. Estaban todos muy animados y alegrones, el tono de voz su subió, las carcajadas eran más explosivas. Sin duda, el más tranquilo era Alvaro, quien había decidido tomar cerveza. La preferencia de los demás se fue por la línea de los cocteles de base alcohólica fuerte y rápidamente el ambiente se calentaba. José Luis le dijo a Valeria que estaba muy contento de haberla conocido, Carla lo secundó e invitó a un brindis por ello. Marcela manifestó que le encantaba la idea de que una nueva pareja se uniera al grupo y otro brindis hizo rechinar esos vasos. Valeria sonreía y brindaba con todos. Ella estaba metida en su papel. Después de más conversaciones y risas, Valeria se paró de la mesa para ir al baño y Marcela le dijo que iba con ella. Se fueron caminando y riéndose por el último chiste de Juan José. Entraron y cuando estaban lavándose las manos, Marcela le dijo a Valeria: ‘Vale! ¿Qué vas a hacer este puente? Vente con nosotros a nuestra finca. Nos vamos todos.! ¡Ay! ¡Qué rico! Di que sí, le decimos a Alvaro. ¡Me parecería super! ¿Qué dices? ¡Mejor dicho, vamos a preguntar de una vez, pero si Alvaro no puede, vienes tú, dale!’. 

Valeria no alcanzó a pronunciar palabra. Marcela la tomó de la mano y cuando salieron se cruzaron con Alberto quien estaba cerca a uno de los meseros que los estaba atendiendo y le hablaba en el oído. Marcela lo miró y le dijo que dejara en paz al pobre muchacho y siguieron su camino a la mesa. Alberto se fue detrás de ellas. A Valeria le pareció un poco extraña la escena, pero pensó: ‘Pues si a la esposa le importa un pepino, a mí por qué me debería interesar’. Regresaron a la mesa y Cristina les comunicó a todos la gran idea que había tenido en el baño. Miró a Alvaro para preguntarle si estaba libre para ir a la finca con todos. Alvaro miró a Valeria, ella le levantó la ceja.

Juan José estaba leyendo un mensaje y de pronto interrumpe: ‘Valeria, te tengo noticias: Mi asistente me mandó un mensaje diciéndome que hay una oportunidad que se ajusta a tu perfil nada más y nada menos que en TMU; es posible que tengas una entrevista al final de esta semana o a principios de la otra’. Valeria quería saltar de la dicha. Obviamente fue el mejor motivo para chocar esos vasos en el aire. La felicidad invadió esa mesa. Marcela insistió con la invitación a la finca, Valeria sin pensarlo dos veces dijo: ‘¡De una! ¡Nos vamos pa’ la finca! ¡Wohooo!’. Ante la confirmación de Valeria, Alvaro dijo que sí y se armó el boroló. Todos se reían, festejaban y celebraban como si se hubieran ganado la lotería. 

En medio de la fiesta que se había armado, le sonó el celular a Valeria. Eran ya como las 10:30 p.m. 

Mensaje de Mateo:

Hola Val, acabamos de llegar a la casa. De regreso nos fuimos para la casa de mi tía Alicia y tú sabes cómo es la cosa allá. ¿Tú en qué andas?

Mensaje de Valeria:

Hola, estoy comiendo con mis amigos. Hoy tuve la cita con el head hunter y parece que voy a hacer una entrevista en TMU próximamente. ¡Estoy dichosa!

Mensaje de Mateo:

¡Wow! Qué bien, me alegra mucho. Estoy feliz por ti porque sé lo que significa. Me gustaría verte mañana. ¿Tienes tiempo?

Mensaje de Valeria:

Si, claro. ¿A qué hora?

Mensaje de Mateo: 

¿Vamos a almorzar?

Mensaje de Valeria:

Perfecto. Si quieres nos vemos a las 12 p.m. al frente del edificio donde trabajo y ahí decidimos a dónde ir.

Mensaje de Mateo:

Ok. Termina de pasarla bien. Te mando un besote en esa boca mía.

Valeria le mandó emoji de besito.

Se cerró la conversación. Todos estaban muy prendidos; Marcela quería seguir la fiesta, sin embargo, Carla dijo que ellos debían irse ya porque al otro día tenían que madrugar mucho, así que al final decidieron cerrar la noche y salir todos al tiempo. Alvaro, como había hecho hasta el momento, pagó por Valeria y ella en medio de su tímida embriaguez le lanzó una mirada llena de ternura y gratitud. Pensaba que era un hombre bueno; se acordaba de las palabras de su amiga Pilar y la invadió un miedo enorme de hacerle daño. Efectivamente se veía que él estaba entusiasmado y de repente se fijó en sus ojos de color extraño; como un verde mezclado con gris, esas pestañas que los enmarcaban y unas cejas pronunciadas en donde estaba descubriendo un atractivo que antes no había notado. Se preguntaba en su cabeza: ‘¿Será que estas ginebras traían embellecedor o de verdad este hombre tiene lo suyo?’. Como sea, tuvo la iniciativa y le dio la mano con el pretexto de que le daba miedo caerse porque no veía bien y había varios escalones al frente de la entrada del restaurante. Se despidieron las tres parejas. Marcela les dio un abrazo a los dos y les dijo que estaba segura de que iban a pasar delicioso el fin de semana.

Cada pareja se fue a su respectivo carro. Valeria estaba tan feliz por lo del trabajo que a lo mejor no alcanzaba a dimensionar todo lo que sucedía en su entorno por esos días. Ya tenía una cita con Mateo al otro día, se iba el fin de semana con Alvaro para una finca, tenía una posibilidad latente de cambiar de trabajo próximamente, en fin, muchas cosas para tan pocos días. Cuando llegaron al edificio, Alvaro se acercó a Valeria para despedirse y con mucha calma se lanzó a darle un beso en la boca. Valeria se separó por un momento, él se quedó mirándola y ella cedió y terminaron juntándose primero suave y delicadamente. Poco a poco fue subiendo la temperatura, los respiros y los besos fueron subiendo de nivel. Alvaro empezó a acariciar los brazos de Valeria y ella estaba feliz. En realidad, no se esperaba que ese ‘nerd’ tan calladito resultara ser todo un seductor. La chispa se encendió a tal nivel que parecía que ya querían quitarse la ropa. En el fondo ella pensaba que no estaba bien lo que estaba haciendo, pero no entendía por qué no podía parar. Sabía que no debía ir muy rápido con Alvaro porque aún no se sentía segura de nada; se le venía a la mente Mateo y se le enredaba la vida, pero al mismo tiempo le gustaba mucho lo que sentía con Alvaro.

Alvaro la miró y le dijo: Vale, eres divina, me encantas, quiero estar contigo. ¿Tú quieres?