Valeria estaba emocionada, no sabía qué contestar. Se le cruzaban muchas cosas por la cabeza; sabía que, si aceptaba las cosas se iban a agrandar, sin embargo, se dejó llevar y le dijo que subieran. Cuando estaban entrando en la casa se besaron apasionadamente en la sala, Valeria se empezó a quitar la ropa. Alvaro, la miró a los ojos y le preguntó que si estaba segura, que si se sentía bien. Ella solo le dijo: ‘¡Usted es un divino! Vamos a mi cuarto ya mismo’. De esa habitación salieron chispas, gritos de placer y todo tipo de expresiones de fogosidad y descompostura. El ‘nerd’ resultó ser todo un director de película porno – en el buen sentido de la expresión -. Supo cómo enloquecer de pasión a Valeria. Ella decidió no pensar y se dejó llevar por cada caricia, cada mirada y cada beso que Alvaro dejaba en su cuerpo. Cuando concluyó el polvo de la vida, se besaron tiernamente. Los dos sonreían y se acariciaban tiernamente mientras recuperaban el ritmo del respiro.
Alvaro la abrazó, le dijo que se iba porque tenía una reunión muy temprano y que ella también debía ir a trabajar así que lo mejor era despedirse. Valeria estuvo de acuerdo. Lo acompañó a la puerta y se despidieron con un abrazo fuerte. Alvaro le dijo que hablaban al otro día y le agradeció por ese momento tan lindo que acababan de tener. Valeria lo miró tiernamente, le dijo que esperaba que le fuera bien y le dio un beso. Valeria cerró la puerta de su casa y se quedó inmóvil realizando lo que acababa de suceder. La lucidez volvió y se imaginó que iba a tener que tomar una decisión porque al otro día iba a almorzar con Mateo y las cosas no podían seguir así. La forma en que Alvaro se había comportado con ella hasta ese momento y haber descubierto que era un amante extraordinario, le dejaron la cabeza dando vueltas. Las frases de su amiga Pilar y de su mamá llegaban como balas en ese instante y sentía que no podía permitirse una confusión de esas dimensiones en su vida. Mateo era un hombre muy atractivo, a ella le gustaba mucho, lo conocía, sabía todo de él, la familia la adoraba, pero había pasado un tiempo largo e ignoraba si en ese período los defectos que la habían hecho terminar esa relación se habían exacerbado, seguían igual o había mejorado. En cualquier caso, era difícil darse una segunda oportunidad con el que fue su novio por tantos años.
Por otro lado, estaba Alvaro; un hombre caballeroso, de buenos modales, tranquilo, simpático, no era precisamente Henry Cavill, pero tenía lo suyo, y además sus dotes de latín lover la habían dejado estupefacta. La única cosa que no le atraía era su conformidad con respecto al trabajo. Eso a la larga podría convertirse en un problema porque ella era todo menos una mujer resignada y luchaba con todo lo que tenía por crecer profesionalmente y encontraba en ello una motivación que le traía adrenalina a su vida. Era una mujer proyectada, ambiciosa y llena de ideas porque quería ser grande y exitosa. Valeria había empezado a trabajar desde que estaba en la Universidad y desde ese momento había creado en su cabeza un mundo donde solo veía crecimiento y prosperidad. No se daba un minuto de tregua, seguía en sus redes a los grandes emprendedores y empresarios. Veía constantemente historias de CEOs de multinacionales que contaban cómo habían hecho para llegar allí. Mujeres y hombres que se habían concentrado en la disciplina, en la constancia y en la perfección para llegar a donde estaban. Cuando encontraba discursos que aceptaban el fracaso como una forma de aprender, seguía adelante porque en su microcosmos no había lugar para las caídas.
Valeria desde siempre había sido severa con ella misma, muy autocrítica y aunque amaba a su amiga Pilar con toda su alma, no entendía cómo había podido tomar la decisión de irse para Italia, dejar su trabajo, carrera y experiencia por establecerse en un país en donde todavía no había podido conseguir un trabajo que estuviera a la altura de su background. Para ella era impensable retroceder, y mucho menos creer que tendría que depender económicamente de un hombre. Muchas veces el par de amigas se habían embarcado en esas conversaciones. Pilar tenía un punto de vista muy distinto al de Valeria y le parecía que esa angustia constante con la que ella vivía no tenía sentido. Para ella haberse arriesgado a irse a otro país, por más difícil que fuera y a pesar de todos los desafíos por los que tiene que pasar un inmigrante, valía la pena. Ella había encontrado su compañero de vida, la persona con la que estaba en sintonía todo el tiempo y aunque las discusiones y desacuerdos estaban presentes, la esencia de su relación y la forma en la que su pareja la apoyaba, la entendía y respetaba su libertad, le confirmaban que el puente que había querido atravesar era el adecuado para ella. Pilar concebía la vida en un modo distinto y le insistía mucho a Valeria en una cosa: ‘No crea que la forma en la que usted toma sus decisiones o camina en este mundo, son las únicas y, peor aún, son las correctas. Todos tenemos nuestro estilo de deambular y está bien, es justo que sea así’. Pilar era mucho más pausada, sus ritmos eran lentos. Valeria parecía un proyectil. A pesar de esas diferencias se adoraban y habían pasado muchos momentos juntas; reían a carcajadas sin parar, lloraban, se quejaban, viajaban y encontraron un punto de equilibrio para esa amistad que no la derrumbaba ni el océano que en ese momento las separaba.
Después de voltear por el pasado y analizar su presente, Valeria se quedó dormida en su cama. Al otro día se levantó con un poco de resaca, pero con la mente clara. Sabía perfecto lo que había pasado con Alvaro y justo en ese momento le entró un mensaje de su galán: ‘Buenos días Vale, no he dejado de pensar en ti. Espero que tengas un buen día. Te mando un beso grande’. Valeria sonrió, le contestó con un corazón y un ‘otro para ti’. Se fue radiante para su oficina. A pesar de la encrucijada en la que se estaba metiendo, aparentemente estaba todavía embebida del fogonazo que le atravesaba el cuerpo entero, todo producto de la noche anterior.
Llegó a su oficina, como siempre hizo sus labores, y cerca de las 11:00 a.m. le entró un mensaje de la asistente de Juan José: ‘Buenos días, Valeria, espero que estés bien. por favor confírmame si puedes ir a una entrevista TMU este viernes a las 10:30 a.m.’. Valeria casi pega un grito de la dicha y le confirmó inmediatamente que sí. Quería saltar, bailar, sin embargo, guardó compostura y decidió mandarle un mensaje de voz a su amiga Pilar contándole las últimas novedades, incluida la de Alvaro. Pilar después de unos minutos le respondió: ‘Bueno, como si no fuera suficiente, usted decidió meterse hasta el fondo. Digamos que oficialmente tiene dos novios Valeria. La quiero ver paladear esa situación porque no está fácil. Le toca tomar una decisión para que no se le vaya a salir de las manos la cosa. Por el lado de la entrevista, me alegra mucho. Yo sé que es muy importante para usted. Espero que le vaya super; estoy segura de que va a ser así. Hablamos más tarde porque ahora estoy medio ocupada, Doña Flor (y sus dos maridos) jajaja’. Valeria sonrió y cuando se dio cuenta ya era casi medio día y tenía una cita con Mateo. Fue en ese momento cuando empezó a ponerse nerviosa; no sabía qué iba a pasar. Ahí le entró la indecisión con todo el impulso. Se preparó y se fue para su cita.
Mateo la estaba esperando en una mesa. Apenas la vio se puso de pie, ella se acercó para saludarlo y él sin dudar ni un segundo, le dio un beso en los labios. Se sentaron. Mateo empezó a contarle todo lo que había hecho en La Calera con sus papás, le contó del lote de su hermana, el sitio donde fueron a almorzar, en fin, todo el recorrido con todos los detalles. Valeria lo escuchaba con atención y mientras tanto se daba cuenta que aun conservaba un sentimiento fuerte hacia él; le encantaba. Le gustaba la forma en la que hablaba, la seguridad con la que se expresaba, los análisis que hacía de las inversiones en Colombia; la forma en que se quitaba el pelo de la cara, su olor, la forma en la que comía, cómo cogía los cubiertos; el criterio para escoger lo que iba a comer, la cerveza que se iba a tomar. Su gusto musical, todo. Todo le fascinaba. Ella que había pensado que en ese almuerzo le iba a decir que era mejor que pararan eso que estaba pasando, no era capaz. No se sentía lista para despedirse de Mateo. De repente le entró un mensaje a su celular y le interrumpió el embeleso en el que andaba mientras detallaba a su ex de arriba abajo. Era Alvaro: ‘Hola, ¿cómo va tu día? ¿Todo bien?’. Mateo se quedó mirándola y le preguntó que si tenía que contestar. Valeria lo miró y le dijo con una gran sonrisa que tenía una cita en TMU el viernes y que no cabía de la dicha. Mateo le dijo que se alegraba mucho, que sabía que iban a venir cosas muy buenas para ella.
Valeria empezó a contarle todo lo que le había pasado en su empresa actual, que estaba contenta, pero que no se sentía valorada y que ella no tenía tiempo para esperar. Luego le contó acerca de Juan José, le dijo que era un amigo del primo de Pilar a quien él también conoció en algún momento. En fin, le llegó su turno y no escatimó en detalles para compartir con Mateo sus emociones ligadas al trabajo. Mateo a un cierto punto se quedó mirándola fijamente y le dijo: ‘Val, quiero decirte algo: he pensado mucho en esto desde que te vi y aunque podría parecer extraño o apresurado, o no sé, quiero saber si tú eventualmente estarías dispuesta a intentar algo conmigo’.