Valeria ni siquiera fue a su oficina; se fue corriendo para donde su jefe y en el corredor iba pensando si había entregado todo, si se había equivocado con algo, si tenía pendientes, pero nada de eso le resultaba en su cabeza. Sin embargo, no se confiaba porque últimamente le estaban pasando tantas cosas que era posible que un detalle se le hubiera escapado y ni siquiera lo recordara. Le sudaban las manos. Su jefe era un hombre disponible, pero muy exigente y no brillaba por su simpatía. Llegó, miró a la secretaria, ella le dijo: ‘Rápido, sigue, que te está esperando’. Todo ese afán hizo que le empezara a batir el corazón como si se le fuera estallar. Tocó la puerta y siguió. Nicolás la saludó, le dijo que se sentara y continuó escribiendo en su computador. Le dijo que estaba mandando un correo y que en seguida hablaban. Valeria solo lo miraba y trataba de organizar en su mente la lista de sus funciones, las tareas, los mails, los mensajes, en fin, hasta las noticias que salen publicadas en la app de la empresa. No entendía por qué su jefe la necesitaba con tal urgencia. Finalmente se giró y la miró a los ojos.

‘Valeria, he pensado mucho en tu propuesta en los últimos días y como te dije cuando hablamos, me gusta el hecho de que tengas objetivos y quieras crecer; así que te tengo una tarea importante. Necesito que me hagas una presentación haciendo un análisis comparativo de las herramientas que estamos utilizando para la comunicación interna, los tiempos de respuesta, el impacto e indicadores porque quiero hacer algunos cambios. De eso dependen varias cosas: 1. Es muy probable que deba abrir un cargo nuevo con perfil medio alto que se ocupe de los temas que tengo en mente, y, en consecuencia, 2. De tu análisis y trabajo, podrías resultar como una de las candidatas para esa posición’.

A Valeria se le abrieron los ojazos café claro, que a veces cambiaban de color. Por fin se estaba dando una posibilidad real y ella sabía que podía demostrar con toda objetividad que estaba en capacidad de ejercer ese cargo sin ningún problema. Al fin y al cabo, iba a iniciar un proceso en la otra empresa y no era seguro que fuera la seleccionada. En el caso de que el resultado fuera positivo y que en su actual compañía le hicieran la propuesta, simplemente tendría que ver cuál de las dos sería la más conveniente. Estaba esperando el resto de las instrucciones de su jefe, quien antes de continuar, le preguntó que si estaba interesada. Valeria sin chistar le dijo que claro. Nicolás prosiguió: ‘Ok. Me alegra tu respuesta positiva, no me esperaba menos. Entonces necesito la presentación para este viernes a las 10:00 a.m.’. Valeria quedó helada. Su entrevista en TMU era a las 11:00 a.m. y tendría que demorarse máximo media hora con su jefe para salir corriendo y alcanzar a llegar a la otra empresa. 

Su jefe notó la cara de Valeria y le dijo: ‘¿Tienes alguna pregunta?’. Ella lo miró y con la voz casi temblorosa le dijo: ‘Nicolás, perdona que te pregunte esto, pero es que el viernes a las 11 me pusieron una cita porque me tienen que hacer un tratamiento y empiezo ese día. No sé si sea posible adelantar la reunión. De pronto a las 9 a.m.’. ‘Bueno, primero que todo, no tengo en mi correo ninguna solicitud para autorizar lo de tu cita y segundo, no, Valeria. Esa presentación la vas a hacer en el Comité Directivo, no es para mí solamente. No puedo decirles a los vices y al Director que es que tú tienes una cita médica. Te aconsejo que le digas a tu doctor que te dé una nueva fecha. ¿Estamos de acuerdo? Porque si es así, te puedes ir a trabajar, yo tengo una video llamada en tres minutos’. Valeria se paró de la silla y con una voz de ultratumba le alcanzó a decir: ‘Claro Nicolás, de acuerdo. Gracias por la oportunidad. Que tengas buen día’. Salió con las piernas temblorosas y con los cables cruzados de esa oficina. La secretaria la miró, le preguntó que cómo le había ido. Valeria le dijo que bien y siguió su camino hasta su cubículo. 

Se sentó, se cogió la cabeza. No sabía qué le preocupaba más: el hecho de que la reunión se le cruzara con la entrevista en la empresa donde soñaba trabajar o que tuviera que hacer una presentación al Comité Directivo. Qué encrucijada en la que de un momento a otro se encontraba, parecía que todo en su vida empezaba a girar a un ritmo que no alcanzaba a llevar. Lo primero que se le vino a la cabeza fue llamar a Juan José, contarle la situación para ver si era posible correr la cita en la otra empresa. Había cogido el celular para llamarlo y justamente Alvaro le mandó un mensaje para saludarla. Valeria le preguntó que si lo podía llamar y obviamente le dijo que sí. Valeria quería escuchar alguna opinión, contarle a alguien el lío en el que estaba así que lo llamó en el acto y le contó todo. ‘Vale, considero que debes poner en balanza las cosas -le dijo Alvaro con mucha seguridad, y prosiguió -. Como lo veo yo, tu jefe quiere darte la oportunidad y es el sitio en donde ya estás trabajando, sabes que es una buena empresa y la conoces bien. Con TMU es algo que ni siquiera ha comenzado, que sí, suena bien, también es una multinacional de renombre, sin embargo, ahí tendrías que empezar de cero y no sabes con lo que te puedes encontrar. Sin hablar de que lo va a pasar el viernes es apenas el primer filtro. No sé, yo en tu lugar haría una buenísima presentación y no me arriesgaría con esa entrevista. Claro, está siempre la opción de que te puedan correr la entrevista, eso sería lo mejor, tienes que preguntarle a Juan José para ver si se puede hacer algo’. 

Valeria le agradeció a Alvaro, le dijo que iba a analizar la situación y que lo tendría informado. Colgó y quedó más confundida; tanto que no había caído en cuenta de que tenía que ponerse a trabajar urgente en esa presentación porque debía recopilar mucha información. Decidió llamar a Juan José, le contó toda la situación y él le dijo que iba a hacer todo lo posible, pero que no le prometía nada porque normalmente esas citas allá no eran fáciles, las agendas eran complicadas y que si le habían dado el espacio para la entrevista era porque lo conocían a él y que no estaba seguro de poder correr la cita, y como si fuera poco le dijo: ‘Vale, entiendo la coyuntura en la que estás, pero aunque no me estás preguntando, te digo que TMU es una empresota; es cierto que apenas vas a tener el primer filtro, pero el hecho de que nos hayan dado ese espacio es porque vieron el potencial, créeme que yo he recibido muchas negativas de parte de ellos cuando ven las hojas de vida y podría decir sin miedo a equivocarme que las personas que han contactado y que he mandado yo, terminan trabajando allá. Tú estás en una buena empresa, pero al lado de ésta no hay punto de comparación. Yo en tu lugar, haría la presentación y pensaría un modo para zafarme de esa reunión. Yo sé que puede parecer poco profesional lo que te estoy diciendo, esto nunca se lo diría a nadie que estuviéramos asesorando, pero te lo digo a ti porque ya nos conocemos y te tengo confianza. Yo voy a hacer la averiguación por los laditos, pero te aconsejo que le pegues una pensada a esto con cabeza fría’.

Esa fue la gota que rebosó la copa. Valeria terminó la llamada con Juan José y quedó prácticamente loca. No sabía cómo podría deshacerse del compromiso de esa reunión; qué se podía inventar si ya le había dicho a su jefe lo de la cita odontológica, no veía cómo salirse de ahí. No quería fallarle, pero en su mente daba vueltas todo lo que le había dicho Juan José porque ella en el fondo pensaba igual que él con respecto al tipo de empresa y sabía lo difícil que era entrar allí. Antes de que le diera un yeyo decidió ponerse a trabajar en la presentación. Empezó muy concentrada a buscar la información que necesitaba, a hacer una lista de las personas con las que iba a tener que hablar y a escribir un e mail modelo para solicitar la información. Contaba apenas con dos días y el resto de la tarde para hacer un trabajo impecable y sabía que lo tenía que lograr. Pasó el tiempo rapidísimo. No se dio cuenta, pero ya era de noche. Estaba tan concentrada que no le había contestado ni mensajes, ni llamadas a nadie. Valeria era perfeccionista, no se conformaba con nada y había decidido hacer un trabajo impecable. Ya quedaban poquísimas personas en la oficina. Pensó que lo mejor era parar ahí e irse para su casa; al día siguiente madrugaría para seguir trabajando. Se levantó de la silla y cuando parpadeó, un millón de luces aparecieron frente a sus ojos y le dio un vértigo que la obligó a apoyarse en su escritorio. De repente todo se fue apagando. Valeria cayó al piso.