Valeria no sabía qué hacer. Si leer primero el mensaje de Nicolás o ver el resultado de la prueba. Al fin se fue para el baño, tomó aire y dirigió la mirada directo al resultado. Era negativa. Se le escapó un  ‘Gracias Dios!’ y abrió el mensaje de su jefe que decía: ‘Valeria, siento mucho que estés enferma. Revisamos el material y la presentación durante el comité y quedamos muy bien impresionados. Cuando regreses hablamos. Recuerda hacer el proceso administrativo correspondiente a la incapacidad con la EPS, que me imagino será por ocho días. Hasta que tu resultado no esté negativo no puedes reintegrarte a la empresa. Pronta recuperación’. Por un lado, Valeria pegó un salto de la emoción que le había dado el hecho de saber que su trabajo había obtenido la respuesta que ella se imaginaba, pero, por otra parte, se preocupó. No se acordaba que el Covid duraba tanto, pensó en la forma en la que iba a poder pasar los papeles con la EPS, la incapacidad y todo eso. Cómo diablos iba a hacer para demostrar que efectivamente tenía el virus y peor aún, quedarse una semana sin ir a trabajar le parecía una locura sabiendo que la presentación había sido un éxito. Se arrepintió mil veces de haberse inventado esa mentira; estaba en esa pensadera cuando recibió una llamada de un número desconocido. Teniendo en cuenta la situación en la que se encontraba decidió contestar inmediatamente.

Se trataba de la mamá de Mateo, quien prácticamente no la dejó pronunciar palabra. La saludó con la dulzura que siempre la caracterizó y le dijo que estaba feliz de saber que los iba a acompañar a celebrar su cumpleaños; que habían mandado a hacer la torta en la pastelería que a las dos les gustaba y no veía la hora de estar en familia como en los viejos tiempos. Valeria quedó sin palabras. Le provocaba matar a Mateo por ponerla en esa situación, sin embargo, se sentía muy halagada por recibir esa llamada y por reconocer en la voz de su exsuegra el deseo legítimo de compartir con ella una fecha tan especial. No pudo negarse y le dijo que claro, que estaba feliz de verla y que contara con su presencia. Su exsuegra le dijo que Mateo la recogería a las 8:00 p.m. Valeria estuvo de acuerdo y colgaron. No tenía ni siquiera tiempo para llamar a su exnovio a insultarlo; se dio cuenta que con tanto ajetreo, no le había comprado un regalo, miró el reloj; ya iban a ser las 6:00 p.m. y no sabía qué hacer, pero no se podía aparecer con las manos vacías y se le ocurrió una idea: escribió un post en un grupo de mujeres de Facebook en el que estaba con un SOS gigante buscando a alguna de las emprendedoras para contarle que tenía una urgencia con un regalo y que si había alguna que le pudiera solucionar el lío en el que estaba metida.

En cuestión de minutos estas mujeres se revolucionaron y le encontraron una opción bellísima. Una de las mujeres del grupo hacía unos accesorios hermosos y Valeria sin pensarlo mucho escogió unos aretes muy lindos. Alcanzaron a coordinar de modo que ella pudiera pasar a recogerlos camino al restaurante. Valeria respiró profundo, todavía tenía que arreglarse y se dio cuenta que no había alistado la maleta para su viaje. Estaba como loca corriendo por su apartamento sacando ropa, peinándose, maquillándose, buscando la maleta, en fin, parecía una gallinita revoloteando por todos lados y en medio del frenesí logro hacer todo sin entender cómo lo había logrado. Su amiga Pilar le mandaba mensajes exigiéndole updates de los últimos acontecimientos, sin embargo, estaba tan ocupada que lo único que puedo mandarle fue un mensaje de voz diciéndole: ‘Quiubo, oiga, estoy llevada corriendo como una loca, pero todo bien, no estoy embarazada, le presentación fue un éxito y de la entrevista le cuento después porque eso sí que es largo, pero bien todo. Sorry, pero no tengo tiempo ni de ir al baño’.

Mateo llegó y Valeria un poco seria todavía le dijo que tenían que pasar a recoger el regalo de la mamá a un sitio que quedaba por el camino. ‘Lo que tu quieras y digas’, le contestó Mateo con una sonrisa picarona. Valeria le dijo que no estaba para muchos chistes y que si no hubiera sido poque su mamá la había llamado, no hubiera ido. Volvieron a tener la conversación de Ana María; Mateo insistió en su versión una y otra vez. Valeria le alegaba, pero estaba tan contenta con lo de la presentación que poco a poco se le fue olvidando el incidente en TMU. Mateo le dijo que si pasaba esas pruebas contara con que iba a pasar los demás filtros; estaba seguro de ello. Valeria le dijo que no quería ni necesitaba escuchar sus predicciones, y que a estas alturas debía concentrarse en resolver el tema de la incapacidad. Mateo le dijo que eso era lo de menos, que seguro encontraría un modo y le dijo: ‘En el peor de los casos no llevas ninguna incapacidad de la EPS, sino de un médico privado y si te dicen que no, pues que te descuenten esos días y ya’. Valeria lo miró de reojo y le dijo que no quería hablar de eso en ese momento. Recogieron el regalo de la mamá y llegaron al restaurante.

Estaban los papás de Mateo y una hermana de la mamá. La recibieron con mucho cariño, Valeria le entregó el regalo a su exsuegra quien le agradeció y quedó feliz, tanto que decidió ponerse los aretes inmediatamente porque casualmente eran del color del vestido que llevaba puesto. La comida se desenvolvió de manera agradable y tranquila; como siempre fue la costumbre, hicieron sentir muy bien a Valeria y ninguno podía esconder la alegría que sentían de verlos juntos otra vez. A pesar de la amabilidad, cortesía y aprobación de todos, Valeria mantuvo una actitud ecuánime y neutral. Sonreía, dejaba ver su gratitud por haberla incluido en ese plan tan familiar y por el acogimiento de todos, sin embargo, nunca tuvo un gesto ni de coquetería, ni de acercamiento con Mateo, aunque él, por el contrario, estuvo pendiente de ella; le pasaba el agua, le daba a probar de su plato, le preguntaba que si quería algo más, en fin, todo un galán con su princesa. Llegó el momento de despedirse, Valeria les recordó a todos que al otro día tenía un viaje, se despidieron muy calurosamente, la mamá de Mateo le dijo que esperaba verla pronto, ella le dio un abrazo y cerraron la noche. Mateo fue a llevarla a su casa; obviamente le preguntó que si podía subir un ratico y Valeria enfáticamente le dijo que no. Se despidieron, Mateo le deseó buen viaje, le dijo que le escribiera y que la iba a pensar mucho. Valeria se bajó del carro y entró a su casa.

Después de tanta actividad cayó dormida. Al día siguiente se levantó muy temprano; terminó de alistar algunas cosas para el viaje, se bañó, tendió la cama, recogió algo de desorden y Alvaro muy puntual llegó a recogerla. Salió con su maleta, lo saludó y emprendieron el viaje. Valeria se sentía contenta; estar con él la hacía sentirse tranquila, segura, no había nada que la importunara. En el carro hablaron de varias cosas. Alvaro obviamente le preguntó acerca de las pruebas, ella le contó acerca de la presentación, le manifestó que en el fondo ella presentía que él tenía razón y que tal vez hubiera sido mejor atender la reunión con su jefe y presentar ella misma el trabajo que tanto tiempo le había consumido. Alvaro le dijo que no pensara en eso; que lo importante era que a su jefe le había gustado el informe y que la vida seguramente le mostraría el camino que debía tomar. Valeria le preguntó a Alvaro acerca de Cristina y Alberto. El le dijo que era muy poco lo que sabía de ellos. Juan José le había dicho que él tomaba mucho y que ella era medio rara, pero que los dos eran muy queridos y que se habían hecho muy buenos amigos por los niños y por algunos negocios que estaban contemplando para invertir. Le confesó que había algo en él que no lo convencía, pero dijo que tal vez eran ideas suyas.

Llegaron a la finca. Se habían demorado más de lo previsto por unos trancones que encontraron en la carretera. Cuando llegaron todos ya estaban ahí. Parejas, niños, niñeras, empleados y una casa enorme muy bonita, moderna y muy cómoda. De jardines grandes, una piscina infinita, jacuzzi, flores, parque infantil, y varias opciones de juegos para adultos. Los recibieron calurosamente, les indicaron cuál sería la habitación donde se iban a quedar y los dejaron un rato para que acomodaran sus cosas. Cristina les dijo que los esperaba en la piscina. La pareja se instaló y Valeria se asomó a una terraza que había en la habitación de ellos. En ese momento creyó que era eso lo que necesitaba, relax absoluto, una vista hermosa, clima ideal y un hombre que se moría por ella. Le dijo a Alvaro que fueran a chismosear. Salieron de la habitación y al final de un largo corredor había una salida posterior de la casa que daba a uno de los tantos jardines. Siguieron caminando, Alvaro le dijo a Valeria que se le había quedado el celular en la habitación, que lo iba a coger y ya regresaba. Valeria siguió caminando, de pronto escuchó voces, y tratando de hacer el menor ruido posible avanzó. De repente se encontró de frente a una segunda casa y se quedó asombrada con la escena que vio frente a sus ojos.