Valeria con afán le dijo a su mamá que no se imaginaba con quién, que hablara. La mamá le respondió: ‘Pues con Mateo! Imagínate que me fui con tu hermana para que se hiciera las cejas en ese sitio que queda al frente de la casa de los papás de él, y cuando salimos aproveché para comprar unas cosas en el supermercado que queda por el callejón, ¡cuando de pronto lo vi! ¡Está muy guapo el Mateo, para qué! ¡Muy querido como siempre!’. Valeria le respondió a la mamá: ‘No me digas que se saludaron, ¿él las vio?’ La mamá sonriente le contó a Valeria todos los detalles: ‘Pues claro! Es que era inevitable; imagínate que me vio y me saludó super amable, le pregunté que hace cuánto estaba acá en Bogotá, me contó del trabajo. Me dio pena preguntarle acerca del matrimonio porque me pareció como imprudente. Me dijo dizque: ‘Y no se fueron de puente?’. Le dije que no, que nos habíamos quedado aguantando frío, le pregunté por sus papás, su hermana, en fin, los temas de rigor y estábamos en esas cuando apareció una chica muy bonita. Tu hermana dice que es la exesposa; cuando ella llegó se despidió, me dijo que estaba de afán, le mandé saludos a todos y ya. Creo que le dio pena presentármela, quién sabe por qué estaba con ella, de pronto están en conversaciones, uno nunca sabe’.
Valeria escuchaba cada palabra y no podía creer lo que acababa de pasar. Por un lado, Mateo se había dado cuenta de la mentira de ella, pero por otro, ¿estaba con Ana María? ¿Y estaban en el supermercado que queda al lado de la casa de él? ¿O sea que ella estaba con él y con sus papás? ¿Pero qué era lo que estaba pasando? Estaba furiosa, sin embargo, era consciente de que ella también le estaba mintiendo y no se sentía con mucha autoridad para hacerle reclamos. Al fondo su mamá seguía hablando, contándole más cosas y ella solo podía pensar en el cinismo de Mateo. Al fin colgó la llamada, se sentó un momento en la cama a ver si podía organizar las ideas, miraba el celular esperando alguna señal de Mateo, pero no llegaba nada. Salió por fin de la habitación, se fue para la cocina, se sirvió una limonada y se fue caminando por el corredor que lleva a la parte posterior de la casa. Mientras se acercaba al final del pasillo empezó a escuchar voces y risas de niños. Se acercó y encontró a los hijos de los cuidanderos jugando con los juguetes que les habían traído Alberto y Marcela. Los miraba desde el mismo punto donde se había ubicado la primera vez, detrás de un árbol. Alex, el niño que todos decían que era muy tímido, hablaba animadamente con su hermanita. Ella estaba muy entusiasmada con los juguetes y la ropa, mientras que él cogía las cosas, las miraba y volvía a meterlas en la caja. La hermanita le dijo que se pusiera una camiseta que había allí, el la cogió y la tiró lejos diciendo que no quería ponerse nada de eso y que no quería nada de ese señor.
De repente sintió pasos y cuando se giró era Alvaro. Ella fue a su encuentro y le contó lo que había visto. El le dijo que era evidente que al niño le caía mal Alberto, pero que podría haber mil razones para eso, además de que se encontraba en una edad particular en donde los niños sufren muchos cambios. Regresaron a la cocina y se sentaron allí. Valeria le preguntó que por qué se había salido y Alvaro le dijo que el ambiente se estaba calentando mucho y que prefirió cambiar de locación por un rato. Se quedó mirando a Valeria y le dijo bajando la voz: ‘No sé si es que me estoy enloqueciendo o qué, pero he visto que Marcela y Roberto ‘hablan’ mucho’. Valeria abrió los ojos y le dijo: ‘¡Pensé que era la única! Yo también me he dado cuenta de que él es como muy ‘especial’ con ella, como que anda pendiente de todo lo que hace y cuando Alberto se desaparece con tu hermano, él inmediatamente salta como un grillo donde está ella’. Los dos se quedaron mirándose y soltaron una carcajada. Valeria le dijo a Alvaro que tal vez ese grupito era más pernicioso de lo que parecía y se excusó por el hecho de que Juan José, su hermano, perteneciera a él.
Alvaro sonrió y le dijo a Valeria con un tono resignado: ‘No te disculpes. La realidad es que mi hermano es cosa seria, Vale. Yo estoy casi seguro de que cuando Alberto y Juan José se desaparecen van a meter cocaína. Mi hermano ha tenido una historia con las drogas desde siempre. Mis papás se han hecho los locos con ese tema porque él sigue siendo funcional. Trabaja, le va bien, tiene una familia, etc., entonces claro, ellos se hacen los de la vista gorda, pero para mí no ha sido una cosa tan superficial. He hablado con él muchas veces de esto; no sé si a él le da vergüenza por el hecho que yo sea su hermano menor y siente la responsabilidad de mantener una imagen frente a mí, pero es que ha sido muy evidente. Juan José bebe prácticamente todos los días y lo de la cocaína, no estoy seguro, pero si sé que es muy adictiva. A este punto, no me sorprendería que lo hiciera con la misma frecuencia. A mi me asusta porque la gente normalmente cree que puede tener bajo control esos vicios, pero llega un punto en que se sale de las manos’.
Valeria lo escuchaba con atención, pero lo interrumpió para preguntarle por Carla: ‘Y ella lo sabe? ¿Cómo hace para manejar esa situación?’. ‘Es un poco parecido a lo que pasa con mis papás – continuó Alvaro -, ella lo sabe como todos, pero es que Juan José es muy cuidadoso y maneja las cosas de un modo que te convence de que todo está bajo control, que no está pasando nada raro. Ahora, yo sé que ella es consciente del tema con el trago, con lo de la cocaína no estoy tan seguro; como a ella también le gusta tomarse sus drinks, no lo jode, pero con la droga no sé si es algo que para ella es claro. Nunca he hablado con ella de eso porque me parece delicado. ¿De hecho, sabes cómo supe yo de la coca? Un amigo mío del colegio de vez en cuando le da por enloquecerse y una vez que salimos todos llegó muerto de la risa a contarme como si fuera la anécdota del momento, que se había acabado de dar cuenta de que su dealer era el mismo de mi hermano. Yo me reí, no le di mucha importancia, y el tema quedó ahí, pero después cuando me puse a pensar en las reuniones con mi hermano y la forma en la que bebe entendí muchas cosas. O es que no has visto la cantidad de trago que toman y todo lo que aguantan, sin mencionar la habladera que les da. En fin, yo soy fresco con esos asuntos, no juzgo y mucho menos me escandalizo. La cantidad de gente que bebe y que tiene adicciones es enorme, pero sí me preocupa un poco ver a mi hermano en ese voltaje. Además, porque no sabía que era así, pero las veces que hemos estado con este grupo veo que no se reúnen a rezar el rosario precisamente’.
Valeria abría los ojos y cada vez la sorprendía más lo que le estaba contando Alvaro. Pensaba que quién sabe qué más cosas se escondían detrás de esas parejas tan perfectas y tan ‘divinamente’. De pronto se le vino a la mente Pablo, el primo de su amiga Pilar. Lo que concluía era que, si se la pasaban juntos y hacían tantos planes, definitivamente había algo que los unía y no era el colegio de los niños, ni el club; algo más había ahí. Valeria comenzó a sentirse fuera de lugar, pero al mismo tiempo se le aceleraba el corazón de la curiosidad. A pesar de ser medio alborotados, ninguno o ninguna había sido descortés con ella o se había sobrepasado de ninguna manera. Eran personas educadas; que tuvieran sus rollos medio retorcidos, era una cosa, pero que fueran atrevidos o pasados, no.
En ese momento llegaron Alberto y Juan José a la cocina abrazados cantando. Cuando los vieron allí empezaron a molestarlos jocosamente porque eran la nueva parejita y que estaban de luna de miel y cosas así. Alvaro y Valeria se dieron cuenta cuando Alberto disimuladamente se entró a un baño que quedaba en la zona del living. Juan José siguió hablando, riéndose y brindando con ellos y apenas salió Alberto, le tocó el turno al hermano de Alvaro. Fue muy evidente para los dos, sobre todo después de la conversación que acababan de tener. Valeria y Alvaro se miraron con un gesto confirmando todo lo que habían hablado. Mientras estaban allí pasaron Roberto y Cristina hacia la habitación; Alberto les dijo a Valeria y a Alvaro que regresaran a la piscina, que ya Lucía venía a prepararles algo de comer. Valeria miró su celular y le entró un mensaje de Mateo. Los miró a todos, les dijo que iba a un momento a su cuarto a recoger el bloqueador y que ya los alcanzaba en la piscina.
Entró a la habitación, se sentó en la cama a leer el mensaje de Mateo: ‘Hola, me imagino que ya sabes que me encontré con tu mamá y con tu hermana con quienes supuestamente estás de paseo; supongo que también te dijo que estaba con Ana María. Aunque no debería decirte nada, estaba con ella porque pasó por mi casa a recoger los documentos firmados que llevó el otro día, necesitaba comprar una cosa y fui con ella porque mi mamá necesitaba algo. Nos despedimos ahí, ella se fue y yo regresé a mi casa. Espero que te estés divirtiendo con tu mamá, salúdamela’. Valeria quedó fría. No sabía qué contestarle y se veía que estaba histérico; estaba pensando qué escribir cuando sintió voces, parecía una discusión. Decidió asomarse y se trataba de Roberto y Cristina. Se quedó allí escuchando lo que decían, Valeria cada vez quedaba más sorprendida.