Alvaro y Valeria se miraron y con gestos trataban de preguntarse quiénes estaban ahí. No alcanzaban a reconocer las voces. Hubo un silencio, ellos permanecieron inmóviles para no despertar sospechas y de repente escucharon un ‘shhhhh’ y silencio de nuevo. La discusión terminó allí y ellos no pudieron saber quiénes fueron los protagonistas de esa pelea. Pensaron que podría tratarse de Roberto y Cristina, pero no estaban seguros y tuvieron que dejar la cosa así. El momento les bajó el impulso. Alvaro le decía a Valeria que él nunca se hubiera imaginado que ese grupo fuera así de arrebatado. Valeria se quedó mirándolo y le dijo: ‘Pues yo menos. Piensa que yo llegué acá por Pablo, el primo de mi amiga del alma. Lo conozco desde hace años y siempre lo he visto como un tipo super tranquilo, un poco serio, pero super dedicado a su familia y a sus hijos; con Pilar siempre hemos dicho que Camila, es la niña bien, de casa, con la que cualquier hombre quisiera estar. Es linda, delicada, educada, de muy buena familia, en fin, tiene todas las cualidades de la mujer casi perfecta. Entonces no entiendo bien cómo se aguanta este voltaje. Claro que pasa una cosa: nosotros llegamos tarde y alcanzamos a ver las cosas con un poco más de perspectiva, digo yo. Tal vez ellos ya llevan tanto en ese grupo que, aunque la pila se ha cargado, para ellos no es tan evidente. No sé, a mi me parece tan claro que Roberto y Marcela tienen su cuento, o por lo menos se coquetean duro’.
Alvaro interrumpió a Valeria y le dijo: ‘Sabes qué es lo que veo? Que hay mucho alcohol de por medio. Creo que cuando la gente se emborracha como que pierde la noción de todo y si te das cuenta no hay uno que esté sobrio, a excepción de nosotros dos. Y aunque es un ambiente que a mi me ha rodeado toda mi vida, encuentro a este grupo de personas en esa categoría que le encanta aparentar, empezando por mi hermano. Juan José desde siempre le ha encantado alardear, hablar más de la cuenta, ser el más cool, y ese grupo del colegio es así. Se reúnen a indagar en qué andan metidos todos para después criticar. Se miden por las cosas materiales que han acumulado. A mí eso me importa un pepino. Nunca me ha interesado ese tema de los estatus, de los clubes y demás. Mis gustos y predilecciones navegan por aguas muy distintas y si te pones a pensar, son personas queridas. Son super gentiles, nos han hecho sentir super bien, son simpáticos y muy amables. A la larga, querida Vale, la humanidad es muy compleja y vivir en estas sociedades, en este mundo tan exigente, a veces ejerce unas presiones innecesarias en las personas y las llevan a tomar decisiones equivocadas. En fin, ¿ahora quién estará celoso de mí? ¿Tú has visto que alguna de estas mujeres me haya mirado con ojitos coquetones? Porque yo no…jajaja’.
Valeria soltó una carcajada y le dijo que ella tampoco se había percatado de nada, pero que si sentía mucha curiosidad de saber quién estaba haciendo ese reclamo. Estuvo de acuerdo con Alvaro con respecto a la gentileza de todos y efectivamente el alcohol a veces no era el mejor acompañante. En general, ese grupo era cautivador en muchos sentidos. Todos eran atractivos, carismáticos, vivían rodeados de comodidad y lujos, el confort era un elemento presente en todas las actividades que realizaban y aunque los temas no eran muy profundos, se reían, disfrutaban, celebraban y eran una fuente de gracia, buen gusto y cordialidad. Era fácil confundirse porque todos sonreían, se cuidaban mucho de lo que decían, de los gestos que hacían, de la forma en la que se expresaban; o al menos eso creían. Valeria sintió una repentina necesidad de entender qué era lo que estaba pasando allí. Estaba tan focalizada en esos dilemas que se le había olvidado por un instante el suyo hasta que recibió una llamada de Mateo.
Alvaro alcanzó a ver el nombre en el celular y Valeria no supo qué hacer. Alvaro le dijo que contestara tranquila, que él iba a la cocina. Valeria le dijo que no era importante, pero como él salió de la habitación, decidió contestar. El saludo de los dos fue frío, hubo un silencio incómodo hasta que Valeria le dijo de manera cortante: ‘¿Qué quieres?’. Mateo soltó un suspiro y le respondió: ‘Qué bonita manera de contestarme. ¿Con quién estás? ¿Por qué me dijiste mentiras?’. Valeria le dijo que ella no tenía por qué darle explicaciones y mucho menos cuando él andaba de puente en Bogotá con su ex. ‘Todo parece indicar que se separaron, pero quedaron de mejores amigos, ¿no? Porque hablan con mucha frecuencia y van a hacer mercado juntos, ¡qué civilizados!’. Mateo le dijo que él no le había mentido jamás con respecto a lo que pasaba con Ana María y que ella debería estar en grado de entender que estuvieron casados y que, aunque no eran amigos, sí tenían algunos temas pendientes, y que obviamente debían aprovechar que él estaba en Bogotá para finiquitar todo lo que había volando. Para Valeria no fue convincente esa explicación. Mateo insistió preguntándole con quién estaba. Finalmente, ella le dijo que estaba con unos amigos, con los mismos que se había visto últimamente, con quienes la estaban ayudando para conseguir otro trabajo. Mateo le dijo: ‘Y es que entre esa gente está el tipo con el que estabas saliendo?’ Valeria se quedó callada, no sabía qué responder. Tomó aire y le dijo que sí.
En ese momento la conversación tomó otro tono. Mateo se sintió ofendido, no podía creer que hubiera tenido el descaro de mentirle de esa manera después de lo que había pasado entre los dos y después de que él le había dicho que quería volver con ella. ‘Te dije todo lo que sentía, fui honesto contigo, te hablé con el corazón. ¿Tú crees que después de pasar por un momento tan oscuro en mi vida, es fácil para mi ser transparente y coger la fuerza para pensar que tal vez merezco una oportunidad contigo? ¿Contigo que has sido la mujer que más he amado desde que me conozco? ¿Pero qué clase de persona crees que soy que te invito a mi casa, al cumpleaños de mi mamá, te propongo lo más serio que he tenido para decir en los últimos meses y tu te vas de puente con otro tipo? ¿Pero Valeria te parece normal?’, le dijo Mateo bastante exaltado.
Valeria se alteró y lo interrumpió: ‘A ver Mateo! Tú no estás en posición de hacerme reclamos de ningún tipo. Apareciste en mi vida de un momento a otro y empezaste con tus evasivas y sorpresitas de siempre. Sí, estuvimos juntos, pero nunca llegamos a algún acuerdo. Te dije claramente que debía pensar las cosas con calma y te había contado que estaba saliendo con alguien. Tú como de costumbre, no quisiste saber, nunca me preguntaste nada y yo seguí el hilo y tampoco entré en detalles, cosa que para mi estaba perfecta porque en realidad tampoco tengo por qué hablar de ciertos temas contigo. Han pasado muchas, pero muchas cosas en mi vida en los últimos días; he estado mal de salud, tengo esta presión del trabajo y del proceso en TMU, tú que llegas a invadir mi espacio sin preguntar nada. Tomaste decisiones sin ni siquiera contemplar lo que yo quiero o no; fuiste tú el que decidiste volver conmigo, pero yo no te di una respuesta y si no lo hice es porque no es algo superficial. Así que si, Mateo, estoy con unos amigos, estoy con la persona con la que estoy saliendo y llego pasado mañana. Si quieres que hablemos la próxima semana estaré disponible porque además ni siquiera puedo ir a trabajar gracias a la mentira que me inventé. ¡Es que estoy que tiro todo para la mierda! Me pone nerviosa que me llames a hacerme estos reclamos y a posar de víctima cuando no lo eres. No quiero seguir hablando contigo y no quiero que me llames mientras estoy acá. Adiós’.
Valeria le tiró el teléfono a Mateo y se fue corriendo para el baño que tenían en la habitación, se encerró allí y empezó a llorar desconsolada. Se sentía como una hormiga; no tenía las fuerzas para manejar ese tipo de situaciones y aunque pareciera que todo iba a salir bien, ella en el fondo intuía que no iba a ser así y la invadía un miedo incontrolable. Trató de calmarse porque empezó a sentir debilidad en las piernas y pensó que no podía permitirse un desmayo en esa finca con todo lo que estaba pasando. No quería aumentar el estrés, pero estaba experimentando síntomas parecidos a los que había tenido en los días anteriores. De nuevo se aseguró a si misma que sin falta pediría una cita médica porque no podía dejar avanzar esa situación. Se lavó la cara, se compuso, se puso un poco de iluminador en las mejillas y brillo en los labios y salió a buscar a Alvaro.
Lo encontró en la cocina, estaba con Carla. Alvaro le dijo: ‘!Ah! ¡Qué bien que llegaste! Lucía nos está preparando unos sanduches, ¿no tienes hambre?’ Valeria le dijo que si, miró a Carla y le preguntó que cómo se sentía. Ella le dijo que bien, que había descansado y que estaba mucho mejor. Alvaro le dijo: ‘!Mira a mi cuñadita! Hace cinco minutos llegó acá como nueva y con mucha hambre gracias al guayabo…jajaja’. Valeria sonrió y le dijo que se alegraba de que se sintiera mejor. Carla la miraba extrañamente, pero Valeria lo encontraba normal, pensaba que tal vez se sentía incómoda por el secreto que le había revelado antes de dormirse. Lucía les hizo los sanduches, preparó una limonada con panela y hierbabuena y les sirvió a los tres en el mesón de la cocina mientras los otros seguían afuera gritando y bailando. Lucía salió para preguntarles si querían algo de comer y Alvaro se fue para la habitación a recuperar su celular. Carla y Valeria empezaron a comer. De pronto Carla la mira de reojo y le dice con un tono medio antipático: ¿Problemas en el paraíso?’.