Valeria se quedó mirándola con una expresión de extrañeza y le dijo: ‘¿Cómo así? ¿A qué te refieres?’. En ese momento regresó Alvaro y Carla guardó silencio. Valeria quedó desconcertada, pero tampoco continuó la conversación. Mientras se comieron los sanduches hablaron del más y del menos y cuando terminaron Alvaro se levantó del mesón y llevó los platos de todos hasta el lavaplatos. Lucía estaba preparando algo de comer para los otros del grupo y se puso a hablar con ella. Valeria se levantó, iba para el baño y Carla se fue detrás de ella, cuando ya iba a entrar a la habitación Carla le dijo a Valeria con un tono firme: ‘Lo único que te pido es que no le hagas daño a Alvaro; él es un tipazo y no se lo merece’. Carla siguió de largo sin darle oportunidad a Valeria para contestar nada. Entró a su habitación, siguió hasta el baño, cerró la puerta y mirándose en el espejo trataba de entender lo que acababa de pasar. ‘Claro, ¡escuchó la conversación!’, se dijo en su cabeza. Se lavó la cara de nuevo para ver si así se le venía alguna idea. De pronto escuchó a Alvaro que la llamó, ella le dijo que ya salía.
Salió del baño y encontró a Alvaro sentado en una poltrona que había junto a la cama. El estaba tranquilo. Le preguntó que si quería salir otra vez, o que si se iban para la sala donde estaba el televisor y buscaban algo para ver juntos. Valeria le dijo que no tenía ganas de estar más con ellos y que la verdad prefería quedarse en la habitación para descansar. Alvaro estuvo de acuerdo y le manifestó que se alegraba de que esos fueran sus planes porque él también estaba cansado de tanto voltaje y que ellos allá seguían gritando y saltando y que prefería quedarse tranquilo por esa noche. Valeria se quedó mirándolo fijamente y le dijo que había algo de lo que quería hablar con él. ‘Soy todo tuyo, dime lo que quieras’, le dijo Alvaro sonriendo. Valeria no sabía ni cómo empezar, de hecho, no estaba segura de querer contarle lo que estaba pasando con Mateo, pero se sintió amenazada por las palabras de Carla y creyó que sería mejor que se enterara de boca suya y no de alguien más. En ese momento pensó que Carla podría contarles a todos y que iba a quedar super mal.
‘Quiero contarte algo que no había compartido contigo porque en realidad están pasando tantas cosas en mi vida últimamente que no sé ni a qué hora empezó todo esto. Esa llamada que recibí hace un rato cuando estábamos acá los dos era de mi exnovio. Tuvimos una relación larga hace ya varios años. Terminamos y él relativamente poco tiempo después se casó y se fue a vivir fuera del país. Durante ese tiempo nuestro contacto fue mínimo, sin embargo, debo decir que a mi me ha unido un lazo muy fuerte a su familia y él en mi casa también fue una persona especial. El caso es que hace un par de semanas apareció de la nada; yo supe días antes que se había separado y cuando él me contactó fue para decirme que estaba en Bogotá. Me vi con él un par de veces; anoche fue el cumpleaños de la mamá y estuve con ellos en un restaurante, pues ella personalmente me llamó para invitarme. Yo no estaba muy convencida, pero tampoco fui capaz de negarme. El caso es que Mateo, así se llama, le dio porque quiere darse una oportunidad conmigo y ha estado en el plan como de reconquistarme. Debo confesarte que en algún momento tuve mis dudas. Es decir, él es una persona que conozco bien, tenemos varias cosas en común, y bueno, en medio de mi desorden mental alcancé a contemplar que tal vez podía ser una opción. Sin embargo, han pasado cosas, muchas cosas. Por un lado, ni tu ni nadie se alcanza a imaginar el grado de estrés que he sentido por lo que me ha pasado en el trabajo y por el proceso en TMU. A eso hay que sumarle el hecho de mi irresponsable decisión de haberle mentido a mi jefe y aunque él quedó aparentemente muy contento con la presentación que hice, me siento como una mierda porque a estas alturas todavía no sé cómo salir de ese lío. Para completar, no me he sentido bien de salud; he tenido unos bajones super extraños; de hecho, un día me desmayé. Debo ir al médico, y eso también me tiene nerviosa porque se me pasan por la cabeza mil cosas. Encima, termino metida en este grupo de personas que tiene más rollos y como que me siento fuera de lugar, es mucha información. Y, para terminar, te conocí en medio de todo este caos. Y con respecto a esto, quiero ser muy sincera contigo: en todos estos días cuando pienso en ti, en lo que ha pasado entre los dos, sonrío porque me siento bien cuando estoy a tu lado. Me siento tranquila, segura, contenta, y no me perdonaría jamás si creyeras que te estoy ocultando algo o que te estoy mintiendo. Entiendo que para nadie una historia así son buenas noticias y entendería si me dijeras que no quieres verme más, pero si estoy acá contigo, si decidí venir a este paseo fue por ti porque me gustas y me siento feliz’.
Alvaro soltó un grande suspiro y se quedó mirándola en silencio por unos segundos que para Valeria parecían horas. Finalmente habló: ‘Vale, primero, te agradezco mucho que me hayas contado esto. Segundo, para ser objetivos, es muy poco el tiempo que hemos salido y aunque cada cosa que ha pasado contigo a mi me ha encantado y lo he disfrutado un montón, entiendo que te veas envuelta en una situación así. No sé si no has tomado una decisión aún, si todavía lo estás pensando, o si ya estás clara con respecto a lo que quieres’. Valeria lo interrumpió y le dijo: ‘No, yo no necesito pensar nada, no tengo intenciones de volver con él’. ‘Ok – continuó Alvaro -, espero que en esa decisión no esté relacionada conmigo; me refiero a que ojalá que no hayas hecho un cuadro de Excel con los pros y contras de tu ex y míos para después hacer un cómputo y obtener un resultado… jajaja… hablando en serio, cuando te digo que espero que yo no esté relacionado es porque creo que uno en la vida no debe tomar decisiones tan importantes comparando un ser humano con otro, aunque parezca inevitable. Son los propios sentimientos y las emociones de cada quien las que deben hablar cuando uno está en una disyuntiva semejante. Esa es la verdadera lealtad, la que tenemos con nosotros mismos. Mira, lo que yo te propongo, si te parece, es que terminemos de pasar el puente y dejemos que las cosas se den como tenga que ser. No te voy a decir que lo que me acabas de contar no me impacta, claro que sí. Creo que sabes que me gustas mucho y enterarme de lo que te está pasando genera unas alertas. Sin embargo, me da tranquilidad el hecho de que me lo hayas contado y por ahí quisiera seguir este camino, que, de todos modos, es incierto, con o sin exnovio. Miremos qué pasa, cómo se desarrollan las cosas sin afanes ni exigencias, simplemente dejemos que la vida suceda en estos días y creo que las respuestas llegarán. Con respecto a la parte profesional, veo que vamos por caminos muy distintos y no considero que alguno de los dos tenga la razón. Simplemente siempre he tomado mis trabajos como lo que son: trabajos. Yo soy muy práctico, Vale, no me gusta complicarme la vida gratuitamente y le dedico tiempo a lo que creo que es legítimamente relevante. Pero claro, eso es muy subjetivo y no creo que valga la pena enfrascarnos en esa discusión. A lo que creo que le debes poner atención es a tu salud. Si quieres esta semana que vas a estar con tiempo, te acompaño al médico; no descuides esa parte. ¿Y esta gente? ¡A nosotros qué nos importa! Si, resultamos metidos en este circo, y pues qué puedo decir yo, que uno de los payasos es mi hermano, pero al final son los problemas de ellos. A mí estas cosas me sirven para reafirmarme en mi filosofía de vida, confirmar que, aunque no soy dueño de ninguna verdad, al menos sí soy el único patrón de la mía y me siento satisfecho. No te afanes, yo sé que suena fácil, pero trata de desprenderte de cada cosa y si lograras verlas desde lejos, te darías cuenta de que no es el fin del mundo. Lo único que sí es vital es tu salud, y de eso nos vamos a ocupar. ¿Qué piensas? ¿Te gusta el plan?’.
Valeria no se aguantó y cuando Alvaro cerró su discurso se puso a llorar como una niña chiquita. No sabía muy bien por qué. Nunca se imaginó esa reacción de él y en el fondo sentía que no lo merecía, que ella no era tan buena como él y que a lo mejor Carla tenía razón y el solo hecho de estar cerca de él era algo que le podría hacer daño. Alvaro la cogió inmediatamente, la abrazó, le dijo que se tranquilizara, pero que si quería llorar que lo hiciera, que él no se iba a mover de ahí. Le acariciaba el pelo y la cara y le repetía con un tono suave que todo iba a estar bien, que ese era solo un momento y que más adelante se iba a dar cuenta de la razón por la cual había atravesado por esa coyuntura. Valeria se calmó, pero los lagrimones salían cada vez con más intensidad. Parecía que todo eso que tenía atorado en el fondo había encontrado un orificio por donde desembocar. Así permanecieron un rato. Abrazados en silencio mientras Valeria cada vez se reencontraba con la paz que había perdido en los últimos días. Cuando por fin las lágrimas se secaron y las sonrisas de nuevo surgieron, Valeria besó a Alvaro y lentamente con caricias sutiles y miradas impetuosas terminaron haciendo el amor de una forma adorable. La pasión y algo más que Valeria no alcanzaba a definir ni en su cuerpo ni en su cabeza, los llevó a tener un encuentro íntimo y muy significativo. Cada vez que sus ojos se encontraban afloraba de nuevo el vacío en el estómago, el deseo irrefrenable de no querer acabar nunca, la dicha inmensa de suspirar y gemir de emoción por haber sintonizado dos cuerpos en el exacto instante en el que el universo así lo proporcionó. Valeria se dejó llevar y no hubiera querido que ese día terminara de una forma distinta.