Alvaro le dijo a Valeria que él tenía un amigo del colegio que era abogado que tenía muchos contactos en la Fiscalía y que lo iba a llamar para saber cómo proceder, pero le sugirió que ella se uniera a los demás para que no empezaran a molestar y que si preguntaban por él, dijera que había entrado al baño y que en unos minutos estaría allí con todos. Valeria aceptó y se fue para la terraza donde estaba el grupo brindando con los cocteles que había preparado Juan José. Su nuevo cuñado se levantó apenas la vio y le sirvió uno a ella y la invitó a brindar. Valeria sin hacerse de rogar y muy sonriente brindó emocionada aparentando estar en el mood perfecto para la rumba. La música no se hizo esperar. Roberto resultó ser un melómano y amante de la salsa así que preparó sus mejores listas para calentar la fiesta. Empezó con un clásico de Javier Vasquez, ‘Síguelo’. Cristina sonriendo dijo que hace rato no escuchaba esa canción y que toda la vida le había encantado. Continuó su discurso nostálgico recordando las veces que fueron a la Feria de Cali. La familia de Roberto era valluna y la salsa les corría por las venas. Alberto con una sonrisa picarona le dijo a Roberto que sacara a su esposa a bailar. Marcela miró de reojo y frente a la presión de todos los ojos encima, no tuvo otra alternativa que acceder. La pareja abrió la pista de baile. Marcela se paró y se puso a bailar sola. Juan José le preguntó que por qué no sacaba a su esposo y ella con un tono de resignación le dijo: ‘¡Qué va! ¡Ese no baila nunca y menos conmigo! Me toca bailar sola, pero yo no tengo problema’.
Así poco a poco se fue prendiendo la fiesta. Valeria se tomó ese coctel como si fuera agua porque sentía que necesitaba relajarse y se paró a servirse otro. En ese momento llegó Alvaro, ella preparó dos vasos y él la llevó para un rincón un poco apartado y le dijo: ‘Bueno, hablé con mi amigo y rápidamente me explicó algunas cosas. Es un poco compleja la cosa porque no basta con un testimonio. Es decir, lo ideal es que Alex estuviera dispuesto a hablar porque no tienen que ser los papás necesariamente los que lo lleven a interponer la denuncia, basta con que sea un adulto. El me aconseja que tratemos de hablar con el niño, pero que para hacerlo debemos ser muy cuidadosos; hay que darle confianza, proporcionarle un ambiente en donde él se sienta cómodo y darle a entender que si le hacemos preguntas es para ayudarlo y acabar con el abuso. Lo que no sé es cómo y a qué hora vamos a poder hacer eso. Me parece muy complicado con todos acá, sobre todo porque el niño seguramente nos identifica como amigos de Alberto y para él eso es sinónimo de desconfianza’. Valeria le dijo que se le ocurría acercarse a Lucía; no para decírselo, pero para tratar de indagar algunas cosas sobre Alex y ver si podían encontrar un canal para acercarse más fácilmente, así que aprovechó que Lucía estaba en la cocina y se fue para allá con el fin de sacarle algo de información.
Valeria se sentó en el mesón y le dijo a Lucía que si le podía poner a calentar un poco de agua porque le habían dado de tomarse un té. Lucía le dijo que si, le preguntó que si sentía mal. Valeria le dijo que no, que era que a ella le encantaban las bebidas calientes y que le hacía falta tomarse algo así en la tarde. Valeria muy hábilmente empezó a preguntarle algunas cosas a Lucía sobre la vida en la finca, llegó a los niños y por fin iniciaron a hablar de Alex. Valeria le preguntó que cómo le iba en el colegio y Lucía algo exaltada le contestó: ‘¡Ay! Señorita, si viera. Ese muchachito va de mal en peor en el colegio. Precisamente me llamaron la semana pasada para que fuera a hablar con una profesora y me dijo que el Alex no estaba haciendo las tareas, y que estaba muy distraído, yo no sé qué le pasa a ese muchacho porque acá en la casa también se porta medio raro. Ahora le ha dado por bañarse entre dos y tres veces al día, a veces hasta cuatro. Es una cosa exagerada y tiene como pesadillas, y para sacarle una palabra se necesita una ganzúa. Y cuando vienen los patrones es que se pone de un genio que se lo lleva el demonio. ¿Pero sabe qué? Yo creo que es por la edad. Está empezando a volverse hombrecito y eso se ponen cansones’. Valeria continuando con la conversación le preguntó: ‘Lucía, ¿Alberto y Marcela vienen seguido?’. Lucía le contó: ‘Si señora, pues mire, doña Marcela casi no. ella viene cuando hay grupos, así como esta vez, pero don Alberto viene muy seguido. A veces entre semana. Es que él es como el papá, que en paz descanse. Vive pendiente de todas las cosas de la finca, se ocupa de todo, quiere resolver todos los problemas, él vive y muere por esta casa, mejor dicho, le falta es venirse a vivir acá’. ‘Lucia – prosiguió Valeria -, ¿y usted le ha contado a Alberto que Alex va mal en el colegio y esas cosas que me ha contado? No sé, le pregunto porque si él es tan dedicado de pronto le puede dar una mano con el niño, hablar con él, no sé’. Lucía la miró con un gesto de extrañeza y le dijo: ‘No, ¡cómo se le ocurre! A mi me da pena. Ellos ya tienen sus problemas y sus cosas como para ponerlo en esos temas. El siempre que viene me les trae regalos, sobre todo al Alex. El lo quiere mucho. Cuando está acá, lo lleva a recorrer los jardines, a recoger las naranjas, limones, lo pone a trabajar, pero es porque él lo quiere mucho, entonces no, yo no le cuento esas cosas porque para qué molestarlo con esas cosas. Es que yo estoy segura de que es por la edad, eso le pasa’.
Entre más hablaba con Lucía, Valeria más se preocupaba. Sentía que el niño tenía todos los síntomas de sufrir de abuso, sin embargo, Lucía jamás sospecharía de Alberto. Ella hablaba de ellos con un sentimiento de gratitud y admiración tales que sería muy complicado que creyeran que el patrón fuera capaz de hacer algo así. En medio de toda esa charlada, Valeria terminó su té, le agradeció mucho y se fue a buscar a Alvaro. Lo encontró bailando con Carla. La canción ‘Alo Alo’ de Wayne Gorbea los tenía a todos inmersos en la fiesta. Alberto y Juan José eran los únicos que estaban sentados hablando. Valeria se acomodó en una de las sillas a esperar a que se acabara la canción y mientras tanto cogió su celular y decidió responder algunos mensajes a su mamá, a su hermana y a Pilar que estaba muy intrigada con lo que estaba pasando. De pronto desde la mesa donde estaban el par de amigos, Alberto le dijo a Valeria: ‘Y qué Vale, ¿con quién chateas tan concentrada? ¿Con algún ex? Jajaja’. Valeria se quedó muda. Lo miró seria y siguió escribiendo en su celular. Alberto y Juan José soltaron una carcajada y éste último le dijo a Valeria: ‘No le pares bolas que está borracho y cuando está así solo hace y dice maricadas’. Valeria los miró de reojo y siguió en silencio. En ese momento se acabó la canción y llegó Alvaro.
Antes de contarle todo lo que había hablado con Lucía, Valeria le dijo a Alvaro que ya estaba confirmado que todos sabían lo de Mateo, y que, por lo visto, no tenían ningún inconveniente en hacérselo pesar. Alvaro le dijo que no le pusiera cuidado a eso y que más bien le contara qué le había dicho Lucía. Valeria le contó todo y al igual que ella, él pensó que iba a estar complicado, pero que tendrían que encontrar el modo para hacer algo así tuvieran que regresar en otro momento. Valeria estuvo de acuerdo. Mientras pensaban en algún plan, la fiesta continuaba y como era de esperarse, el tono se subía. Los tragos hacían efecto; cada vez estaban más desinhibidos y esta vez parecía que se estaban enloqueciendo de verdad. Empezaron a tirarse a la piscina, a perseguirse, saltaban y hacían todo tipo de piruetas. Valeria hasta pensó que Juan José le había echado algo raro a esos cocteles porque parecían fuera de control. La tarde fue avanzando, la salsa seguía enmarcando la rumba y los ánimos se prendían cada vez más.
Cuando estaba entrando la noche, Alberto empezó a buscar a Lucía para que les preparara algo de comer y cuando menos se dieron cuenta llegó ella bastante alterada diciendo que Alex estaba muy enfermo y que se iba para el hospital con el niño. Alberto le preguntó que qué tenía. Lucía le dijo que estaba muy mal del estómago, que no paraba de ir al baño, y que ellos ya estaban preocupados porque el niño estaba muy pálido. Alberto le dijo que le dieran algo para la diarrea, que eso le pasaba. Alvaro intervino inmediatamente: ‘No se preocupe Lucía, Valeria y yo la llevamos al hospital con el niño. Una diarrea fuerte puede ser complicada, es mejor que lo vea un médico’. Alberto miró a Juan José y le dijo soltando varias risas: ‘Ahora nos resultó médico el señor ingeniero! Vayan y llévenlo. Van a ver que allá los tienen horas para darle un imodium y mandarlo para la casa. ¡Vayan, vayan!’.
Valeria y Alvaro salieron corriendo para la habitación, se cambiaron rápidamente y se fueron para el hospital con el niño que se veía muy mal. Se sentaron en la sala de espera, lo hicieron seguir con urgencia porque estaba que se desmayaba. Esperaron por mucho tiempo sin tener noticias hasta que salió el médico para informarles el estado de salud de Alex. Lucía, Valeria y Alvaro quedaron pálidos cuando el doctor les explicó lo que tenía el niño.