Valeria abrió los ojos y le dijo a Lucía que le contara con confianza. Lucía con algo de resignación le dijo: ‘Es que imagínese que el Alex tenía un amiguito que vive por acá cerca. Es hijo de otra pareja que cuida otra finca vecina y desde chiquitos se la pasaban jugando. El niño venía con mucha frecuencia acá y don Alberto y dona Marcela sabían y estaban de acuerdo. Yo les pedí permiso porque imagínese dejar entrar gente acá sin autorización. El caso es que como don Alberto viene tan seguido, ellos se la pasaban detrás de él cortando pasto y ayudándolo a hacer todo lo que él hace. Pues un día vino el papá de ese niño furioso. Los patrones ya se habían ido, pero ese señor vino y empezó a decirnos una cantidad de cosas, que dizque don Alberto le había hecho cosas raras al niño de él. ¡Yo quedé aterrada! ¡Virgen Santísima! Imagínese hasta dónde pueden llegar los cuentos de la gente. Es que los dueños de esa finca le han tenido mucha envidia a don Alberto desde siempre y seguro los trabajadores oyen cosas y se las creen. Carlos se puso como loco. Le dijo a ese señor que de qué estaba hablando, en fin. Cuando se calmó un poco le dijo que el niño había llegado a contarles que don Alberto le había cogido la cola o algo así. Pero mire señorita Valeria, yo estoy segura de que eso es mentira. Para no alargarme mucho porque me da miedo que nos oigan, ese señor se fue y al niño nunca más lo dejaron volver por acá. Nosotros le preguntamos a Alex si él había visto algo, si eso que contó el papá del amiguito era cierto, y él dijo que no. Yo al final le insistí a Carlos y le pedí que dejara eso así y que no le parara bolas a esos chismes, que de pronto es que estaban jugando o algo así y el niño malinterpretó las cosas. Carlos nunca quedó satisfecho con esa historia y desde ahí le cogió como desconfianza a don Alberto. Siempre me insiste que no deje a Alex solo con él, que no lo deje ir a la casita, o a coger naranjas, pero yo cómo voy a hacer eso si don Alberto es tan bueno, siempre les trae regalos y con nosotros es muy generoso. El lo hace porque quiere mucho al niño, pero Carlos no se traga del todo la cosa. yo soy la que trata de mediar ahí porque nosotros no podemos quedarnos sin trabajo por un chisme. Yo sé que él vino a preguntarle a don Alberto si había notado que Alex había estado mal o había comido algo raro, pero como le dijo eso de que no lo consintiera tanto que lo iba a volver una nenita, pues explotó. Yo tengo mucho miedo porque él está de muy mal genio, pero no quiero que esto se vuelva un problema’.

Valeria le prestó mucha atención a toda la historia y le dijo: ‘Lucía, yo tengo que decirle algo: esas sospechas que tiene Carlos y eso que les contó el papá del amiguito de Alex es cierto. Yo vi a Alberto en una situación bastante rara con Alex cuando estaban cogiendo las naranjas. En parte, la razón por la cual el niño casi no habla y es así de retraído es porque Alberto probablemente ha estado abusando de él’. Lucía se llevó las manos a la cabeza y exclamó: ‘¡Ay! ¡Virgen Santísima! ¡Señorita Valeria! ¡Cómo se le ocurre decirme una cosa de esas! ¡Don Alberto es incapaz de hacer algo así! Lo más seguro es que usted vio mal, se está equivocando’. Valeria tomó a Lucía de las manos y le respondió: ‘Lucía, por favor créame. Usted cómo cree que si yo no estuviera segura le diría una cosa semejante. Pero es que por eso el niño está mal y hay que ayudarlo. Lo mejor fue llevarlo al hospital porque ahí va a quedar el precedente y mañana lo va a valorar una psicóloga. Si Alex se animara a hablar sería lo mejor para poder interponer una denuncia en la Fiscalía’. Lucía con los ojos aguados la miraba, se cogía la cabeza, se tapaba la boca con las manos, miraba para todos lados, no sabía qué hacer. Valeria insistía para tratar de convencerla y en ese momento llegó Alberto.

Se quedó mirándolas, las dos se asustaron y preguntó que si pasaba algo. Lucía con la voz temblorosa le respondió que todo estaba bien, que estaba yendo a preguntarles si querían algo de comer. Alberto le dijo que precisamente había ido a pedirle el favor de ir a prepararles algo a todos porque tenían hambre. Lucía se fue corriendo para la cocina y cuando Valeria iba a regresar, Alberto la detuvo y le dijo: ‘Vale, mira, como le dije a Alvaro, de verdad estamos muy agradecidos con lo que hicieron con Lucía hoy, pero a partir de mañana nos ocupamos nosotros. No faltaba más que la visita se ponga a resolver los problemas de los cuidanderos de una finca que no es de ustedes. Para nosotros Lucía, Carlos y los niños son como de nuestra familia y siempre hemos estado muy pendientes de su bienestar, por eso llevan toda la vida trabajando en esta casa. Ya mañana nos tenemos que devolver, así que al menos relájense esta última noche, si se levantan temprano pueden meterse un ratico al jacuzzi o la piscina para llegar a Bogotá a resolver todos esos chicharrones que te esperan. Tu ya tienes muchas cosas en qué pensar con lo de Nicolás, lo del certificado y el proceso en la otra empresa. ¿Te imaginas que Nicolás supiera que estabas de paseo si se supone que tienes covid? ¡Jajaja No! ¡Eso sí sería la tapa!’. Valeria interrumpió a Alberto y le dijo: ‘Bueno, Alberto y ¿cómo es que se va a enterar Nicolás? Porque acá el que lo conoce eres tú. Es la segunda vez que sugieres algo así, ¿qué me estás queriendo decir? ¿Que se lo vas a contar tú?’.

‘Pero ¿cómo se te ocurre? – continuó Alberto -, te lo digo porque por acá han tomado muchas fotos y tu sabes lo que hacen las redes sociales. Espero que no se vaya a filtrar una foto de esas por ahí. Deja la prevención querida Valeria; lo que estoy tratando de decirte es que no te preocupes más por mis empleados porque acá no está pasando nada. El niño está con un virus y ya se va a mejorar. Aprovecho para decirte que pasamos delicioso, que nos gustó mucho tenerlos en nuestra finca y son bienvenidos cuando quieran. Mañana temprano Marcela y yo llevamos a Lucía al hospital y te lo digo por si no alcanzamos a vernos porque creo que va a ser mejor devolverse para Bogotá antes del medio día porque ya sabemos cómo es el regreso de un puente. Gracias por todo y por favor, ve a comer alguito’. Valeria lo miró en silencio, solo pudo pronunciar un ‘gracias a ustedes’ y se fue caminando a paso veloz para donde estaban todos. Cuando llegó Alvaro estaba en un rincón hablando con Juan José, la miró y le hizo un gesto advirtiéndole que ya la alcanzaba. Valeria se sentó al lado de Camila y se cruzó de brazos. No sabía qué hacer. Lo cierto es que el incidente con Carlos había cambiado el mood porque todos estaban callados esperando a que Lucía les sirviera la comida. Valeria estaba un poco ansiosa, se había quedado pensando en las fotos que había mencionado Alberto. Empezó a revisar su teléfono y no la habían etiquetado por ninguna parte, pero ella aún no era amiga de ninguno de ellos en las redes sociales y cuando empezó a buscarlos casi todos tenían los perfiles privados así que no podía ver si alguien había publicado algo del paseo.

Alvaro por fin se desocupó y le dijo a Valeria que si ya tenía organizada la maleta, Valeria se paró y le dijo que no, que fueran a la habitación para recoger las cosas. Alberto les dijo que no se demoraran porque ya iban a servir. Cuando estaban solos Valeria le contó a Alvaro toda la conversación que tuvo con Lucía y lo que le había dicho Alberto cuando las sorprendió hablando. Alvaro le dijo que a él también le había dicho que no se ‘preocupara’ más por sus empleados. ‘Prácticamente me advirtió que no me metiera más en sus asuntos, y es lógico porque sabe que tu lo viste, y si la psicóloga dice algo, si de pronto Alex habla, explota la bomba; él no quiere testigos y lo que busca es protegerse’, le dijo Alvaro con un tono de preocupación. Valeria le dijo a Alvaro que estaba muy angustiada porque ya le había insinuado dos veces lo de la mentira a Nicolás. ‘Ese tipo es como peligroso’ dijo Valeria. ‘Es un pervertido’, respondió Alvaro y agregó: ‘Mira, a mi lo que me da más miedo es que esto se quede así y no se resuelva la situación. ¿Tu no te has dado cuenta de que a nadie, y cuando digo nadie, es N A D I E, quiere hablar de estos temas? Es como un terror, como una vergüenza, como un tabú horrible del que nadie se quiere responsabilizar. Prefieren callar y olvidar estas cosas, voltear a mirar para el lado y evitar hablar de un asunto que pasa con mucha frecuencia en muchas familias. La mayoría de abusadores son amigos, parientes, conocidos, familiares, pero no, a la gente nada más el tema le causa escozor a tal punto que prefieren no leer, no escuchar, no ver, no saber. Me revienta pensar que este tipejo de quinta categoría se aproveche de su posición de patrón y someta a sus trabajadores a una cosa semejante y pase sin pena ni gloria solo porque nadie quiere aceptar, escuchar o saber lo que está pasando. Es obvio que es algo espantoso, no es que sea un tema de conversación agradable, pero es un fenómeno que pasa más de lo que la gente cree, entonces no quieren decir nada, se hacen los locos y le dejan el trauma a la persona que sufrió el abuso y el impacto que algo así tiene un ser humano es monumental; lo triste es que a veces la gente que ha sido víctima si no se somete a una terapia para curar esa herida, podría convertirse en un victimario. Me vuela la cabeza que la gente no dimensione estas cosas y sean indiferentes solo por proteger a un imbécil como éste porque claro, es un tipo divinamente, tiene esposa, hijo, un buen cargo, en fin, una reputación que cuidar, y pues ¿el hijo de los cuidanderos de la finca? ¡Que se joda! Obviamente no lo digo por Lucía, ella está en negación y es entendible, lo digo por toda esa parranda de maricas que están allá afuera. Todos se tapan sus cagadas con tal de que las propias no se ventilen. Vale, este huevón me dijo que nos fuéramos temprano, pero creo que así él no quiera debemos ir al hospital’.

Valeria estaba a punto de responder cuando entró Marcela a la habitación y les dijo: ¿Puedo hablar con ustedes un momento?