Por un instante Valeria dudó en contestar, pero al final decidió hacerlo. Mateo le preguntó que cómo estaba, y que, aunque no le había gustado que le mintiera, quería saber cómo iban las cosas, y si había recibido alguna noticia del proceso en TMU. ‘Debes saber más tú teniendo en cuenta que tu esposa trabaja allá’, le dijo Valeria con un tono irónico. Mateo le contestó que era su ‘ex’ esposa y que precisamente por eso quería saber cómo iba el tema. Valeria le dijo que había superado las pruebas y que en los próximos días la contactarían para una entrevista. Mateo se mostró contento con las noticias; le dijo que se alegraba mucho y también le contó que en su empresa se había abierto una oferta que tal vez a ella le podría interesar. ‘Ahora no creas que es que te quiero presionar o algo por el estilo, es solo que la vi y pensé en ti porque se ajusta mucho a tu perfil; es un buen cargo. Lo único es que es que es en Estados Unidos, y no es en la misma ciudad donde yo vivo para que después no creas nada extraño. Te voy a mandar el link. Si te interesa la ves y si no, no pasa nada. Después de este fin de semana entendí que tu no quieres nada conmigo y pues nada, al menos lo intenté, pero veo que estás muy contenta con la persona con la que estás saliendo y con tu nuevo grupo de amigos, así que te dejo tranquila. Si crees que te puedo ser útil en algo, sabes que cuentas conmigo. Voy a estar acá un par de semanas más. Un beso Val. Chao’. Valeria quedó loca. No esperaba esa actitud de Mateo, pero en el fondo se alegraba porque era un asunto menos en el que tenía que pensar y se había resuelto fácilmente. Lo menos que quería era en ese momento era una confrontación, tener que dar explicaciones y si él iba a volver o no con su ex, en realidad no era un asunto de ella.

Ya estaba entrada la tarde y Alvaro llamó a Valeria. Tenía un tono de voz un poco alterado. Le contó que había hablado con Juan José y que le había contado que le había mandado un mensaje a Alberto para saber cómo estaba y cómo habían terminado de salir las cosas con el niño en el hospital y le había contestado que todo estaba bien y que él estaba en Estados Unidos por trabajo y regresaría como en dos o tres semanas. Marcela estaba en Bogotá con el niño. Alvaro le dijo a Valeria que sencillamente se había escapado. Los dos quedaron de una sola pieza. Valeria le preguntó si había tenido contacto con Carlos o con Lucía y él le había dicho que si y que justamente por eso había llamado a Juan José para ver si sabía algo de Alberto. ‘Ellos ya pusieron la denuncia, pero, claro, Alberto alcanzó a salir del país antes de que eso quedara radicado. De eso me enteré después de hablar con Carlos; ellos no deben saber que ese miserable se largó’, le dijo Alvaro con un tono de desilusión. Valeria le dijo que lo importante es que la denuncia ya estaba oficializada y que había que hablar con el abogado para saber cómo se procede en esos casos. Los dos quedaron aburridos con las novedades. ‘Qué pena que te diga, pero yo creo que tu hermano sí le contó a Alberto que Carlos tenía la intención de ir hasta el fondo con eso y obviamente decidieron con Marcela que lo mejor era largarse. A mi no me cabe en la cabeza cómo una mujer que tiene un hijo con un depredador sea capaz de protegerlo’, dijo Valeria encolerizada. ‘Porque ella no soportaría caer en un escándalo semejante y prefieren a toda costa taparle las cochinadas antes de obligarlo a pagar por lo que hizo’. Oye, antes de que se me olvide, mi hermano me dijo que se había enterado de que habías superado las pruebas, me dijo que se alegraba por ti’, le contestó Alvaro.

Valeria no le hizo ningún comentario con respecto a lo de TMU y le dijo que estaba cansada, que no quería salir y que más bien se veían al otro día; él estuvo de acuerdo, se despidieron. Valeria colgó esa llamada y quedó con una sensación de impotencia que no sabía qué hacer. Por un momento pensó que el caso de Alberto se podría exponer en las redes sociales, sin embargo, el precio de hacer eso es muy alto porque Alex, que es la víctima, es un niño y tener que lidiar con el peso de lo que un caso así puede conllevar, probablemente no era la mejor opción. Someter al niño a algo así tampoco era justo. ‘Pero sí se podría enviar una carta a la empresa donde trabaja para que sepan la clase de persona que es’, dijo Valeria en voz alta. Buscó inmediatamente en internet el nombre del laboratorio donde trabajaba e indagó hasta que encontró el nombre del presidente para Colombia y Latinoamérica. Se quedó analizando la situación y decidió que al día siguiente preguntaría al abogado si era pertinente hacer algo así o cómo había que proceder. Se recostó en su cama a ver sus redes sociales, y pasando por todas las aplicaciones se acordó que Alberto y su jefe eran amigos y fue a constatar esa información. Buscó el perfil de Nicolás, su jefe, y efectivamente tenía a Alberto entre sus amigos. ‘¡Cómo es este puto mundo de chiquito!, exclamó Valeria mientras cerraba todas las ventanas de su celular; botó un suspiro y se quedó mirando para el techo un rato hasta que se quedó dormida.

Cuando abrió los ojos ya estaba amaneciendo. Se quedó un rato en la cama viendo su celular. Se entretuvo con algunos videos, al rato se levantó, hizo un poco de stretching y así fue pasando la mañana. Entró a darse una ducha y cuando salió encontró una llamada perdida de Lucía. La llamó inmediatamente y le preguntó que cómo les había ido con la denuncia. Lucía le contó que la diligencia en la Fiscalía no había estado tan demorada; que habían interpuesto la denuncia, obviamente les habían hecho un interrogatorio exhaustivo a ellos y especialmente al niño; les preguntaron si había alguien más que sabía de los hechos o había sido testigo y ella dijo que si y dio los datos de Valeria, le explicaron que la notificación le llegaría a Alberto por correo certificado a su casa en los próximos días. Sin embargo, lo que más les había consumido había sido la consulta en Medicina Legal. ‘Eso fue bastante largo señorita Valeria – dijo Lucía -, pero bueno, menos mal el niño se ha sometido a todo eso porque está más tranquilo, yo creo que desde que él decidió contar y vio que nosotros estamos apoyándolo se siente mejor. De todos modos, yo llamaba para darle las gracias. No tenemos noticias de don Alberto ni de doña Marcela. Nos regresamos para la finca y pues vamos a ir a organizar todo porque allá no podemos seguir viviendo. El abogado que usted nos recomendó ha sido muy amable y nos ha explicado bien todo, pero ahora no puedo contarle con detalles porque ya estamos saliendo. Yo la tendré informada. Creo que a sumercé la van a llamar también para declarar. Me da pena ponerla en esas, pero entenderá que su testimonio es muy importante. Cómo le parece que el abogado nos dijo que eso tiene una pena de 12 a 20 años, pero a don Alberto le puede aumentar el tiempo porque él es nuestro patrón. Bueno, vamos a ver qué pasa. Debemos tener mucha paciencia porque el doctor nos dijo que esos procesos demoran’.

Valeria le dijo a Lucía que podía contar con ella para lo que necesitara y que claro que iría a dar su testimonio cuando fuera necesario. No quiso decirle que Alberto no estaba en el país para que no se desanimara tan rápido. Marcela seguramente iba a aparecer en algún momento, finalmente ellos eran sus empleados y tenía que manejar esa situación de alguna manera, aunque Alberto hubiera abandonado el país. Colgaron la llamada y Valeria quedó un poco angustiada porque sentía que de pronto ese podía ser uno de esos casos que no prosperan por el poder y los contactos que tenían Alberto y Marcela. Entró a la cocina para prepararse un café cuando recibió una llamada de un número desconocido; contestó inmediatamente. Se trataba de una mujer que se identificó como empleada de TMU y la llamaba para citarla al día siguiente a las 10:00 a.m., con el fin de realizar la primera entrevista. Le dio el nombre de la persona con quien debía encontrarse y se despidió. A Valeria le palpitaba fuerte el corazón. No pensó que fuera tan rápido y entró en confusión. Tenía tantas cosas en la cabeza que no sabía si se encontraba fuerte mentalmente para continuar con ese proceso y, sobre todo, para desempeñar un buen papel. Tomó aire, respiró profundo y en voz alta hablándose a ella misma dijo: ‘No hay por qué entrar en pánico. Una cosa a la vez. Mañana vas a entrevista, respondes con honestidad y listo. Si el proceso continúa, bien, si termina ahí, bien. Todo es bienvenido’.

Después de repetirse las últimas palabras varias veces, su celular timbró de nuevo. Esta vez se trataba de otro número desconocido, contestó en seguida. ‘Hola Valeria, ¿cómo vas? Soy Marcela, la esposa de Alberto ¿Puedes hablar?’.