Valeria sacó inmediatamente el celular y llamó con urgencia a Alvaro. Le contestó al primer timbre, le preguntó que cómo seguía, que si estaba en la casa de la mamá. Valeria le dijo que se sentía mucho mejor y que había decidido ir a la entrevista y que acababa de salir, pero que no podía creer lo que acababa de ver. ‘No sé si yo te había contado, pero la exesposa de Mateo trabaja en TMU y fue ella la primera que me recibió el día que vine a hacer las pruebas; hoy estuve con otras personas. Acabo de salir del edificio y en el café que hay en el primer piso la alcancé a ver y está con tu hermano, con Juan José. Me parece muy extraño’. ‘Pues a mi no – le contestó Alvaro -, si ella trabaja en recursos humanos, encuentro normal que Juan José esté hablando con una empleada de ese departamento, ¿no? Esas son las personas que normalmente contacta en todas las empresas con las que tienen alianzas. ¿Por qué te parece extraño?’. Valeria se quedó pensando unos segundos y le dijo que no le cuadraba. ‘Por lo que he entendido – continuó Valeria -, Ana María tiene un cargo medio; no me parece lógico que Juan José con su rango se cite en un café a hablar con una empleada de ese nivel. Me da miedo pensar que eso está relacionado con el tema de Alberto. No sé, tal vez Marcela le pidió que hablara con alguien para interrumpir mi proceso acá; yo ya no le caigo muy bien ni a tu hermano, ni a nadie de ese grupo porque resulté la malvada de la historia, y a lo mejor quieren arruinarme la vida’. ‘Creo que estás exagerando – le dijo Alvaro -, no quiero minimizar lo que estás sintiendo, sin embargo, por más incongruente que sea Juan José no lo veo en ese plan. Yo no le daría mayor importancia. Piensa que es una cita normal de relaciones con la empresa. Justamente como ella tiene ese cargo medio es con ella con la que tiene que hablar para saber de las ofertas, o algo se presentó y ella lo contactó a él. A donde quiero llegar es que tu en este momento necesitas todo, menos empelicularte por cosas que seguro no están pasando. Trata de no atormentarte con ese tema. Piensa que las cosas van a tener el curso que es. Tu no has hecho nada malo, no has cometido ningún crimen Vale, no eres el verdugo de esta historia, así que piensa en otras cosas, aprovecha estos días para relajarte, para estar con tu familia y saber que nada malo te va a pasar’.

Las palabras de Alvaro al final hicieron un efecto en Valeria, quien después de agradecerle, terminó la llamada y como lo había pactado, se fue para la casa de su mamá. Le contó cómo le había ido en la entrevista, hablaron de las preguntas, de las respuestas que ella dio y de cómo se sintió. La mamá le dijo que le parecía que le había ido muy bien porque independientemente de lo que pasara, sus respuestas habían sido determinadas y muy profesionales. Después le dijo que había visto a Ana María y a Juan José y la mamá estuvo de acuerdo con Alvaro. Le dijo que no le pusiera atención a eso, que seguramente había sido un encuentro de trabajo y que pensara que si Juan José quisiera interrumpir ese proceso no iba a buscar a una persona de un cargo medio, que dejara de pensar en eso. Las dos se fueron para la cocina a terminar de preparar el almuerzo. Valeria se sentía tranquila y protegida. Su amiga Pilar le mandó un mensaje, le dijo que si podía hablar y la llamó para contarle las últimas novedades. Pilar le dijo que por qué no pensaba en hacer una pausa, que tal vez podría pedir vacaciones en su trabajo y la invitó a que se fuera a pasar unos días con ella en Italia. ‘La llevo donde quiera -le dijo Pilar con un tono convincente -, nos podemos ir para algún pueblito de la Liguria en el mar para relajarnos y no pensar en nada, o si quiere vamos a Roma, o nos vamos para Como, para donde quiera. Toma distancia, se olvida un poco de todo y de todos, toma aire, pasamos rico, se recarga y después regresa a ese circo llena de energía para tomar decisiones’.

Valeria soltó una carcajada y le dijo: ‘Pues no me parece una mala idea, ¿sabe? Podría hacerlo, ¿por qué no? La verdad es que, si creo que necesito pensar en otras cosas, sobre todo, ver otras personas. Esta tarde tengo la primera cita formal con la psiquiatra que me va a hacer el tratamiento porque le confieso que esta mañana tuve dos mini episodios que me alertaron. Antes de entrar a la entrevista sentía que el corazón se me iba a explotar, pero es que son unas palpitaciones que yo creo que se ven por encima de la ropa. Después cuando ya estaba ahí sentada y empecé a hablar como que me fui relajando y me calmé. Y luego, al salir, en el momento en que vi a Ana María y a Juan José otra vez me empezó este corazón a palpitar y de nuevo la vista borrosa, en fin, traté de respirar profundo. Me subí al carro, hice varios respiros y me fue pasando; también me ayudó lo que me dijo Alvaro, pero de verdad no estoy bien. Estoy muy estresada y le digo una cosa Pilar, ayer cuando me dio esa maluquera, pensé que me estaba muriendo. Es que con los brazos y las piernas dormidas, yo dije, acá fue, llegó el fin. Y eso aumentaba la ansiedad entonces era como una bola de nieve. Nunca me imaginé que un ataque de pánico fuera tan miedoso y le juro que no quiero volver a sentirme así, por eso cuadramos la cita urgente con la doctora y hoy empiezo. No puedo seguir así. Voy a preguntarle qué opina del viaje, pero no lo voy a echar en un saco roto. Me suena bastante esa idea’.

Pilar le recordó a Valeria acerca de la opción del trabajo en la empresa de Mateo. ‘¿Ya chismoseó? ¿Qué tal que sea una cosa que le llame la atención? Nunca se sabe y al fin y al cabo no es que tiene que trabajar con él, ni vivir en la misma ciudad. Es decir, con calma la puede explorar’. Valeria le dijo que ni se había vuelto a acordar, pero que tenía razón. Las dos amigas colgaron. Valeria quedó un poco entusiasmada con la idea de irse unos días para Italia. Se lo comentó a su mamá y le dijo que le parecía una muy buena opción, que al menos allá estaría con su amiga del alma, no le haría falta nada y podría relajarse por unos días. Estuvo de acuerdo con que lo más importante era comentárselo a la psiquiatra para ver si a ella le parecía conveniente. Valeria almorzó con su mamá; le hizo uno de sus platos favoritos y lo disfrutó como una niña chiquita.

Después de almorzar, prendió su computador y abrió la página de la empresa donde trabajaba Mateo. Buscó las ofertas y encontró la que se ajustaba a su perfil. Le llamó muchísimo la atención, era un buen cargo, las funciones se encuadraban muy bien con su experiencia y aspiraciones y el salario era muy llamativo. Decidió aplicar. Todo el proceso estaba diseñado para hacerlo online, así que mandó su hoja de vida con una carta de presentación y llenó todos los campos que estaban en el formulario para mandar las candidaturas. Pensó que la peor diligencia es la que no se hace, y que el hecho de presentarse no era un indicador de nada en particular. Le restaba solo esperar por una respuesta y eso no era nada del otro mundo.

La mamá de Valeria le recordó que debían irse para la consulta con la psiquiatra; se arreglaron y se fueron. Esa primera cita fue muy importante para Valeria. La doctora les explicó de una forma amigable el modo en el que funcionaba el cerebro y por qué algunas veces se desajustaban neuronas, hormonas y células causando algunos desórdenes. Sin embargo, todo era cuestión de saber manejar la situación. Teniendo en cuenta los episodios por los que había pasado Valeria en los últimos días, incluso esa misma mañana, le recomendó tomar algunos medicamentos en bajas dosis para nivelarla un poco. Le recordó que el tratamiento con fármacos era temporal, pero que estos deben ser tomados con la supervisión médica y que por ningún motivo hiciera modificaciones acaso. Cualquier cambio, o efecto secundario lo debía informar inmediatamente y ella sería quien haría los ajustes necesarios. Hablaron de los posibles síntomas que podría tener en los próximos días, qué era normal y qué debía ser comunicado con urgencia. Le hizo mucho énfasis en la importancia de seguir una terapia de psicoanálisis en tanto los fármacos ayudan a estabilizar lo que pasa químicamente en el cerebro, sin embargo, todos esos miedos salen de alguna parte y es allí donde hay que ir a excavar. La felicitó, le dijo que, aunque cada vez se habla más de la salud mental, son pocas las personas que deciden someterse a un tratamiento. Valeria le comentó lo del viaje y la psiquiatra le dijo que le parecía una muy buena opción. La única sugerencia que le hizo es que esperara al menos un par de semanas para ver cómo reaccionaba el cuerpo y su mente con el medicamento y que después se podría ir tranquila. También le recordó que estaba en medio de varias situaciones que aún no estaban cerradas, entonces que debía estar preparada para lo que vendría, pero que no se consumiera porque por todo lo que ella le había contado, eran situaciones absolutamente manejables y seguro todo iba a salir de la mejor manera.

Valeria y la mamá salieron contentas de la cita con la psiquiatra. Se encontraron con una profesional abierta, gentil y dispuesta a resolver sus inquietudes con mucha paciencia y buena energía. La mamá de Valeria le dijo que se quedara en su casa en esos días aprovechando que no tenía que ir a trabajar; ella aceptó, pero le dijo que entonces pasaran por su apartamento para recoger ropa y algunas cosas que podría necesitar. Llegaron a la casa de Valeria, estaban organizando un morral con lo que creía que era urgente, cuando recibió una llamada. Se trataba de la jefe de Recursos Humanos de la empresa donde trabajaba.