‘Suicidio en el norte de Bogotá: alto ejecutivo de un reconocido laboratorio farmacéutico saltó desde su oficina’. Ese era el titular de la noticia que alertó a Valeria. Cuando leyó que se trataba de Alberto, el hielo se apoderó de todo su cuerpo. Estaba terminando de leer el artículo cuando le entró una llamada de Alvaro para preguntarle que si ya estaba enterada. Valeria le dijo que si y que no lo podía creer. ‘Mi hermano sí me había contado que la situación entre él y Marcela estaba muy mal – le dijo Alvaro -; imagínate que ella le había dicho que no podía seguir más en ese matrimonio, que siempre había sospechado de su pedofilia y de sus tendencias homosexuales y que simplemente era insostenible una relación con él. Y lo peor es que le dijo que ella estaba enamorada de otra persona y le contó lo de su affair con Roberto’. ‘¿Qué??? Le preguntó Valeria exaltada -, ¡pobre Cristina!’. ‘No, es que no podrías creer la cantidad de cosas que han pasado en los últimos días. El caso es que cuando Alberto se enteró de ese romance no pudo más. El siempre vio a Roberto como un perdedor, además porque todo el mundo sabe que estaban mal económicamente y Alberto no podía creer que Marcela se hubiera fijado justamente en él. Estaba tomando y metiendo cocaína de manera descontrolada y bueno, mira en lo que terminó todo esto’.
Valeria botó un suspiro y le dijo a Alvaro: ‘En una tragedia terminó esto; en una terrible fatalidad. Siempre me ha parecido pavoroso el hecho de que alguien decida acabar con su vida porque pienso en la batalla tan feroz que ha debido pasar los días o meses antes de llevar a término un plan tan lamentable. Se ve que no estaba bien, que necesitaba ayuda. Cuando Marcela y Carla hablaron conmigo mencionaron lo mal que estaba, sin embargo, es que era él quien debía hacerse cargo de esos dolores. Ojalá y hubiera pedido ayuda para no haber llegado a esto. Ahora vienen las especulaciones; vas a ver que esa familia va a estar en boca de todos en los próximos días. En fin, yo lo siento mucho, por más de que me caía mal Alberto, nunca podría alegrarme de algo semejante. Se ve que estaba viviendo un infierno porque cargar con los errores que cometió seguramente no es algo sencillo’.
Alvaro le dijo que a él tampoco le había caído bien, pero que le parecía terrible tener que pasar por algo así, sobre todo para Marcela, el hijo y para toda la familia. ‘Hay otra cosa que tengo para contarte – le dijo Alvaro -, mi mamá me llamó a contarme que Juan José le dijo hoy a la hora del almuerzo que se va a separar de Carla. Parece que esa relación con Ana María está progresando y, aunque mi mamá no sabe nada al respecto, está destruida tratando de buscar alternativas para que no destruyan ese matrimonio y me llamó a pedirme que hiciera algo, que hablara con él, en fin. Yo le dije que iba a tratar, pero que no le prometía resultados positivos’. Valeria se quedó en silencio por un par de segundos y le contó lo que había pasado con los de TMU, sin decirle que había revelado la relación entre Juan José y Ana María. Solamente le dijo que habían logrado su objetivo, aunque ella ya había decidido no trabajar allí. Alvaro le preguntó que si se iría para Estados Unidos y ella le respondió que no. Le daba miedo que por algún motivo ese par se ingeniaran algo para sabotearle su proceso allá en plena contratación, así que le dijo que no, que se iba de viaje por unos días y que después organizaría su vida y su mente para ver qué camino iba a coger. Alvaro le deseó lo mejor, le dijo que entendía si estaba molesta con él, pero que entendiera que, como ella, de un momento a otro se vio involucrado en una situación surreal de la que no sabía cómo afrontarla, y mucho menos cómo manejarla. Que a lo mejor había contado más de la cuenta, pero que solo hasta ahora se había dado cuenta de los alcances de su propio hermano, y ni hablar del resto de miembros de ese grupo. ‘Vale, todo lo que pasó entre los dos, todo lo que te dije, todo lo que hicimos fue con el corazón y fui absolutamente feliz. Desde el día en que te vi me gustaste, me pareces una mujer fantástica y nunca hice nada para ofenderte o molestarte. Creo que la vida nos puso en el ambiente equivocado y las cosas no fluyeron gracias a la gente de la que estuvimos rodeados. Espero que te vaya muy bien en tu viaje, que disfrutes, que descanses, que te olvides de estos dramas tan malucos y que cualquier cosa que vayas a hacer te traiga satisfacciones. Ya sabes que tienes una casa en Copenaghen y cuando quieras hablar conmigo siempre voy a estar feliz de escucharte y de saber de ti’.
Valeria se conmovió con las palabras de Alvaro. ‘Creo que fue demasiado para los dos – le dijo Valeria -, y estoy de acuerdo contigo. Si no hubiera sido por participar de todo ese paseo y ser testigos de tanta locura, tal vez las cosas entre los dos hubieran sido distintas. Lo siento mucho porque sé que eres una buena persona y te agradezco por todo lo que hiciste por mí; fuiste muy generoso y cariñoso y eso es algo que jamás voy a olvidar. Gracias por todo, también te deseo lo mejor, estoy segura de que te va a ir super bien en Dinamarca, y estoy segura de que la vida nos volverá a cruzar en algún momento. Te mando un abrazo’. Colgaron la llamada en mejores términos que el encuentro que habían tenido más temprano y eso alivianó un poco el corazón de Valeria, sin embargo, la atormentaba un poco la noticia de Alberto. Decidió llamar a su psiquiatra porque en el fondo sentía que efectivamente ella había destapado esa olla podrida y a partir de ahí las cosas habían escalado a una velocidad y a un punto que seguro nadie había imaginado, pero sin duda, lo que más le afectaba era el final tan trágico.
La psiquiatra obviamente le dijo que nada de lo que había sucedido era su responsabilidad. Desafortunada o afortunadamente la vida la había puesto en ese lugar para evidenciar un delito, algo que, si o si tiene que ser denunciado y condenado, y que eso era lo que había pasado. Le recordó que no podía permitir bajo ninguna circunstancia que nadie tratara de culparla por lo que había pasado. Lamentablemente el único responsable era Alberto y fue él quien tomó las decisiones equivocadas, una detrás de otra. Su final no era más que la prueba fehaciente de lo mal que estaba, de la urgencia de una ayuda que parece que nunca pidió. Era triste, claro. Es siempre dramático saber que una persona está tan desesperada que prefiere actuar de esa forma antes de enfrentar lo que está pasando, sin embargo, es indiscutible que si alguien debía asumir la responsabilidad de sus actos era él y nadie más.
Valeria aprovechó la charla con la doctora para contarle los últimos acontecimientos y la animó para que comprara los tiquetes y la felicitó por el nuevo cargo. Le recordó que ella estaba en medio de una terapia, pero que se alegraba mucho de ver que todo se estaba resolviendo, y la felicitó por la forma en la que estaba afrontando las situaciones. ‘Eres más fuerte de lo que crees Valeria, vas por muy buen camino. Te espero en mi consultorio antes de que te vayas de viaje y fijamos algunas citas mientras estés en Europa solo para que me cuentes cómo te estás sintiendo y cómo la estás pasando’, le dijo su psiquiatra. Valeria le dijo que si, que le parecía perfecto y le dijo que tan pronto como tuviera los tiquetes le dejaba saber para coordinar la cita antes del viaje.
Apenas colgó la llamada, siguió con su proceso de los tiquetes, estaba escogiendo las fechas y de pronto le entra un mensaje. Era Carla, la esposa de Juan José.