Valeria no sabía qué hacer. Al fin le dijo al portero que le pasara a Mateo al citófono un momento y con la voz un poco agitada le preguntó: ‘Hola, ¿tú qué haces aquí? Mateo con una risita sospechosa le contestó: ‘Hola! Nada, venía a saludarte y a invitarte a desayunar’. Valeria se quedó paralizada y le dijo que estaba en pijama, que nada qué ver, que por qué no la había llamado primero, que ella ya tenía un compromiso. Mateo cambió un poco el tono de voz, le dijo que lo sentía mucho, que solo quería darle una sorpresa y entregarle algo que le había traído de regalo, pero que la entendía; que le dejaba el paquete en la portería y que cuando se liberara, y si tenía ganas, le avisara, y que talvez podían ir a tomarse un café por la tarde. Valeria le dijo que bueno, que le mandaba un mensaje más tarde. En realidad, quedó sorprendida con la respuesta de Mateo y en el fondo, ese ataque de locura le había gustado. Por un momento pensó que se iba a molestar. ‘Eso hubiera sido el detonante de una guerra nuclear cuando éramos novios, entonces sí ha cambiado’, se decía Valeria mientras tomaba de nuevo otra vez el celular para escribirle a Alvaro aceptando su invitación a desayunar. Alvaro le respondió: ‘Perfecto, paso por ti en una hora. ¿Estás de acuerdo?’. Valeria le respondió que si y en voz alta mientras iba camino a la ducha dijo: ‘Este Alvarini es muy bonito, que buen tipo’.
Valeria se bañó, se puso un outfit dominguero bonito, pero relajado, casi no se maquilló, se peinó y se miró en el espejo incrédula de la situación en la que se encontraba. Hace apenas dos o tres días no pasaba nada raro en su vida y de repente se encontraba en una situación extraña, en medio de varias personas y contextos que aún no entendía por qué se habían presentado de esa manera, respiró profundo y en voz alta dijo: ‘Valeria, nada de perder el foco, acá no está pasando nada. La prioridad eres tú, tu trabajo, tu carrera profesional, lo demás son arandelas’. El celular interrumpió su mantra. Era Alvaro que le avisaba que estaba al frente del edificio. Bajó entusiasmada, le dijo al portero que recogería el paquete a su regreso y se subió al carro para ir al famoso sitio de los desayunos.
Alvaro estaba particularmente atractivo ese día. Ella lo miraba disimuladamente y lo veía con un aire distinto, como contento, con una luz interesante, sonriente y hasta divertido. Le contó animadamente la historia de cómo había descubierto este sitio de desayunos. Le habló de su grupo de amigos del colegio con quienes tenía una estrecha relación; le dijo que algunos ya se habían casado, que otros andaban en planes, que un par estaban solteros como él, pero que eran muy unidos y trataban de verse con frecuencia. Ninguno tenía hijos hasta el momento, así que todavía salían todos juntos. Llegaron al sitio y a Valeria le encantó. Era un café que se había adecuado en el jardín de una casa de esas grandes de Chapinero, de mesitas de colores, muchas matas y un árbol grande en la mitad servía de columna para hacer lucir algunas piezas de arte de algunos escultores bogotanos que exhibían allí sus obras. Las paredes alrededor sujetaban cuadros y fotografías de todo tipo y uno de los rincones estaba destinado para una mesa con sus sillas hechas de lego, de colores vivos y flores y otras figuras hechas con los bloques y fragmentos propias de esta marca que enloquecía a Alvaro. Allí se sentaron. Valeria miraba fascinada ese pequeño rincón y sonreía admirada de ver los ojos brillantes de su amigo de nombre de viejito.
Alvaro le dijo que desde siempre le había encantado el lego, que disfrutaba un montón ese hobbie, que tenía un grupo de amigos con los que se reunían para inventarse figuras y que era algo que lo relajaba y lo aislaba del mundo. A Valeria le pareció peculiar la revelación de Alvaro, pero no la asombró, más bien reafirmó su sospecha: ‘Es un nerd’. En fin, el desayuno fue un éxito. Comieron delicioso, hablaron de varias cosas incluido el tema laboral. Alvaro le dijo que para él era importante su trabajo y que era muy esquemático. Cuando Valeria le preguntó acerca de sus objetivos, a dónde quería llegar, se mostró tranquilo. Le dijo que, en realidad, la vida lo había llevado por el camino por donde estaba andando. Cuando había intentado entrar a esa empresa que tanto quería las cosas no se habían dado y que había decidido no insistir. Finalmente había visto la oferta en donde se encontraba en ese momento, mandó su hoja de vida sin mayores pretensiones y cuando menos se dio cuenta lo eligieron. Tenía un cargo medio; le manifestó a Valeria que estaba a gusto por ahora y que no tenía intenciones de buscar un ascenso. Ganaba bien, seguramente no tenía ‘el’ sueldo, pero que era suficiente para pagar sus gastos. Vivía solo en un apartamento que para él era justo, podía dedicarse a sus hobbies y se sentía tranquilo. Le dijo que quería esperar y ver qué pasaría más adelante, pero que en ese momento no quería preocuparse por más cosas. Le dijo que el mundo de la tecnología era muy competitivo en estos momentos, que la gente está enloquecida por ascender, por hacer, por crear, por volverse un Elon Musk y que la verdad, él se veía lejos de entrar en ese duelo.
Valeria quedó bastante pensativa con ese punto de vista porque se veía que era un hombre inteligente y pensar que no tenía mayores aspiraciones, de repente le quitó algo de fascinación. Sin embargo, hablaron de otras cosas, se rieron, se contaron anécdotas y el desayuno terminó con muchas sonrisas. Se pararon, Alvaro pagó la cuenta, se fueron hacia el carro y tímidamente le preguntó a Valeria que si tenía planes para el resto del día, no quería ser intenso, pero talvez podrían ir a cine en la noche o algo por el estilo. Valeria sonrió, le dijo que no era intenso y que había quedado de tomarse un café con un amigo en la tarde, pero que le mandaba un mensaje después para ver en qué andaba. Quedaron así, Alvaro la dejó en su casa, se despidieron y antes de que se bajara del carro, la miró y le dijo: ‘Estás especialmente linda hoy Vale, cuídate y hablamos más tarde’. Valeria le agradeció el cumplido y se bajó.
Entró al edificio y el celador le dijo que si no iba a recuperar el paquete. En medio de monólogos, mantras y Alvarini, a Valeria se le había olvidado por completo el regalo de Mateo, lo cogió y subió a su casa. Se quitó su chaqueta, los zapatos y abrió el paquete. Se trataba de una cadena de oro con una V. Le pareció absolutamente espectacular y se la puso inmediatamente. Se miró en el espejo y se descubrió con esos ojos que mandaban intensos rayos de luz. Se tapó la boca y pensó: ‘Hp! ¡Pero este man qué! ¿Qué es lo que se trae entre manos?’. Se tomó una foto y se la mandó a su amiga Pilar. A los dos minutos recibió la respuesta de la amiga curiosa.
Mensaje de Pilar:
¡Qué cadena tan divina, mk! ¿Quién se la dio?
Mensaje de Valeria:
Mateo.
Mensaje de Pilar:
Mk, ese man llegó pisando duro.
Valeria sonrió, siguió mirando la cadena detalladamente, de pronto le entró una llamada de su mamá, hablaron un rato. Le preguntó que si iba a pasar por la casa de ella y Valeria le dijo que no creía porque estaba ocupada y terminó contándole que Mateo estaba en Bogotá, que se había separado y que le había preguntado si se veían. La mamá de Valeria le dijo que le mandara saludos y agregó: ‘Mucho cuidado Valeria. Los hombres cuando se separan se ponen a buscar lo que no se les ha perdido en cualquier parte. Yo entiendo que tú no eres cualquiera, pero peor aún. De todos modos creo que un café no tiene nada de malo’. Valeria le dijo que ella sabía eso y que había conocido a una persona con quien había ido a desayunar, que se veía un buen tipo. La mamá se mostró bastante satisfecha y le dijo que ya estaba en una edad en la que había que reubicar las prioridades. ‘A veces se enloquecen con el más churro, el más cool, el más todo, mandan para la porra al tímido de vida aparentemente aburrida y después se llevan tremendas sorpresas. Vale, no abandones tus planes, acuérdate que lo más importante es la independencia, que no tengas que depender de nadie y que realices profesionalmente. Tú sabes que siempre hemos querido a Mateo, sin embargo, a veces cuando la vida te lleva a cerrar algunos capítulos es para darle paso a cambios que señalan el camino justo. Escarbar esas líneas a las que ya habías puesto un punto final puede ser peligroso porque no sabes si lo haces porque realmente quieres continuar la historia o porque no quieres despedirte de algo que ya no es. La vida también es eso: lo que no fue.’, le dijo su mamá antes de cerrar la conversación. Valeria le dijo que si, que tranquila, se dio cuenta que le estaba entrando un mensaje y le dijo que más tarde hablaban. Cuando colgó pensó: ‘¿Pero se puso de acuerdo con Pilar, Dios mío? Qué lora la de estas señoras’. Miró su celular.
Mensaje de Mateo:
‘Hola, ¿ya llegaste de tu desayuno? ¿Te gustó el regalo?’.
Mensaje de Valeria:
Obvio, ya llegué hace rato. ¡Está divina! ¡Mil gracias! ¡No tenías que darme ningún regalo!
Mensaje de Mateo:
Efectivamente no tenía, quería. Oye, le conté a mis papás que hablé contigo y te quieren invitar a almorzar. Mi mamá no quiere salir y está preparando algo acá en la casa, pero vamos a almorzar tardecito, tú sabes cómo son los domingos en esta familia. ¿Quieres venir?
Valeria se quedó sin saber qué responder. Pensó que era ‘too much’ ir a almorzar con los papás de su ex y a quienes no veía hace tanto tiempo. Al mismo tiempo le dieron ganas de pasar con ellos un rato, y en medio de todo, le pareció que era un buen lugar para verse con Mateo. Después de una que otra reflexión, aceptó la invitación. Mateo le expresó muy emocionado que le encantaba la idea de verla y que sus papás se iban a poner felices. Le preguntó que si quería que la recogiera o si llegaba allá. Valeria pensó por un instante y le dijo que ella llegaba. El le recordó que podía parquear el carro dentro del edificio. Valeria se despidió y acordaron la hora del encuentro.
Pasó el tiempo y Valeria se arregló un poco más; se retocó su cara sin exagerar, se puso otra chaqueta menos informal de la que tenía y se puso unas Dr. Marteen vino tinto que le encantaban. Apenas entró a la casa de Mateo fue como si la cápsula del tiempo la hubiese teletransportado al pasado. Todo estaba exactamente igual a como ella lo recordaba. Cada mesa, cada adorno, cada cuadro, todo en el mismo lugar. Los papás de Mateo la saludaron con un abrazo y le dieron la bienvenida a ‘su casa’; así se lo manifestaron. Mateo con una sonrisa de oreja a oreja le dio un beso en la mejilla y la rodeó con sus brazos muy fuerte. Valeria estaba en una especie de shock, pero al mismo tiempo, se sentía cómoda. Antes de sentarse en la mesa, Mateo le dijo tomándola de la mano mientras la llevaba hacia su habitación: ‘Ven que te voy a mostrar una cosa’. La mamá de Mateo les dijo que fueran rápido porque ya iba a servir.
Entraron a ese cuarto donde Valeria pasó una infinidad de tardes y noches viendo televisión, comiendo, llorando, peleando, riendo y hasta haciendo el amor con su exnovio de tantos años. Al igual que el resto de la casa, todo estaba intacto. Parecía que el día anterior hubiese estado ahí, era como si el tiempo se hubiera congelado. Estaba sonando ‘Bad dreams’ de Teddy Swims. Mateo abrió uno de los cajones de su closet y sacó una de las tantas cartas que Valeria le escribió cuando estaban juntos y se la dio para que la leyera. Reconoció su letra y vio en cada coma, en cada punto, en cada palabra, la niña enamorada que creció al lado de quien para ella era el amor de su vida. Mientras leía se dio cuenta del sentimiento tan grande que llegó a probar por Mateo y aunque identificaba su letra, era como si hubiera olvidado ese amor tan intenso que había sentido por el hombre que tenía al frente. El no le quitaba los ojos de encima. Cuando se dio cuenta, varias lágrimas estaban cayendo por sus mejillas. Tan pronto terminó le preguntó que por qué la hacía leer esa carta. El le respondió: ‘Porque la encontré cuando llegué, la leí y me acordé de lo felices que éramos cuando estábamos juntos’. En ese momento la mamá de Mateo les dijo que ya estaba servido y les interrumpió la escena de novela adolescencial. Se fueron para el comedor e hicieron sentar a Valeria en su puesto. En el sitio donde se sentó por años en esa mesa.
El almuerzo se desarrolló como uno más de los momentos que Valeria había compartido con esa familia. Aparte de la respectiva actualización de los acontecimientos de la vida de su vida, el resto de lo que pasaba allí estaba igual a como ella lo había dejado. Los papás de Mateo no podían esconder la felicidad que les daba estar compartiendo con ella como lo hicieron tantas veces en el pasado. Todo le era habitual, era como si estuviera regresando a donde siempre había pertenecido. De pronto el citófono interrumpió el evento tan ameno. Todos se miraron como sorprendidos, pero Mateo se paró inmediatamente y escucharon cuando dijo: ‘Si, que siga’. Regresó a la mesa, lo miraron intrigados y les dijo como si nada que Ana María, su exesposa acababa de llegar.